Facekini, enmascarados contra el sol
China se entrega a la prenda que permite combinar formas de ocio prestadas de occidente y la tez p¨¢lida del est¨¢ndar de belleza oriental
A primera vista parece que en la atestada playa de Sanya se est¨¢ preparando un atraco a un banco (o un combate de lucha libre mexicana). No en vano, a lo lejos, aparece un nutrido grupo de personas con sus rostros cubiertos por pasamonta?as. Portan bolsas negras y caminan con paso decidido hacia la arena, o lo que queda de ella en el escaso espacio libre que dejan los miles de chinos que despliegan aqu¨ª todo tipo de artilugios inflables. Pero solo se trata de un ruidoso grupo de amigas cuarentonas que se han reunido en este para¨ªso tropical del sur de China para disfrutar del mar ataviadas con el ¨²ltimo grito en moda playera: el facekini.
¡°S¨¦ que da un poco de miedo, pero queremos evitar ponernos morenas a la vez que disfrutamos de la playa como cualquier otra persona¡±, explica entre risas una mujer apellidada Liu, que ha elegido el rosa m¨¢s chill¨®n del mercado para protegerse del ataque ultravioleta. Puede parecer una contradicci¨®n desde un punto de vista occidental, pero es la mejor f¨®rmula que han encontrado para combinar una actividad de ocio eminentemente for¨¢nea con el cetrino canon de belleza que prevalece en el pa¨ªs desde dinast¨ªas ancestrales (un rostro terso y libre de arrugas que se identifica, adem¨¢s, con la riqueza, en el sentido de que las marcas de sol se?alar¨ªan a la clase trabajadora). Y el uso de esta prenda que se debate entre lo pr¨¢ctico y lo extravagante y suele estar con los mismos materiales que los trajes de ba?o no se circunscribe ¨²nicamente a la costa. Se ha convertido en una epidemia de colores que va extendi¨¦ndose poco a poco por todo tipo de lugares tur¨ªsticos al aire libre, desde templos budistas hasta la Gran Muralla. ¡°As¨ª no tenemos que llevar un paraguas a todas partes para hacer sombra, como hac¨ªamos hasta ahora¡±.
Liu lo cuenta con la naturalidad de quien cree estar hablando de algo totalmente com¨²n, pero al darse de bruces con un grupo de estas enmascaradas es imposible reprimir un sobresalto y una pregunta. ?A qu¨¦ mente se le ocurri¨® dise?ar esta prenda? La respuesta hay que buscarla en la ciudad costera de Qingdao, donde Zhang Shifan lleva once a?os vendiendo ba?adores, pareos y, ahora, facekinis. ¡°Entre nuestros productos m¨¢s vendidos hab¨ªa ropa protectora para ir al agua sin temor a las medusas, pero hubo unos amigos que, a pesar de vestirla, se vieron gravemente afectados en la cara y el cuello por el efecto de estos animales. As¨ª que dise?¨¦ una m¨¢scara protectora de nylon a juego con la ropa¡±, dice.
La sorpresa lleg¨® cuando descubri¨® que detr¨¢s del inesperado aluvi¨®n de clientes no se escond¨ªa ninguna plaga de medusas sino una funci¨®n inesperada descubierta por mujeres de mediana edad. ¡°Algunas comenzaron a utilizar la m¨¢scara para protegerse del sol porque creen que las cremas solares no son suficiente, y los periodistas extranjeros que se sorprendieron por la idea lo bautizaron como facekini. As¨ª que se me ocurri¨® explotar ese uso con una segunda generaci¨®n en la que utilic¨¦ colores diferentes, m¨¢s alegres¡±, recuerda Zhang. La estrategia funcion¨®. Las ventas se dispararon y el verano pasado pocos medios de comunicaci¨®n se resistieron a publicar la historia. Se ci?eron a su presencia en las playas, pero incluso hay agricultores y pescadores que han abandonado el tradicional sombrero c¨®nico de paja para embutirse en la creaci¨®n de Zhang mientras siembran arroz o esperan a que alg¨²n pez pique el anzuelo. ¡°Ya no tengo que preocuparme de las quemaduras en la cara¡±, cuenta un campesino apellidado Su que ha comprado en el ciberespacio una m¨¢scara con estampado de camuflaje.
Guerra de patentes
Tal ha sido el ¨¦xito del facekini que ahora, adem¨¢s del establecimiento f¨ªsico de Qingdao, Zhang ha abierto tres tiendas en Taobao, la principal plataforma de comercio electr¨®nico del pa¨ªs, donde se venden hasta mil unidades al mes. Podr¨ªan ser muchas m¨¢s porque, hasta ahora, Zhang no hab¨ªa patentado la idea y las copias no se hicieron esperar. De hecho, la dise?adora se ha visto envuelta en una agria pol¨¦mica sobre la autor¨ªa de la prenda. ¡°Hay un grupo de nataci¨®n que intent¨® apropiarse de la idea diciendo que uno de sus miembros, que est¨¢ muerto, era el creador del facekini¡±, explica notablemente molesta. ¡°Sin embargo, no han presentado nunca ning¨²n dise?o para probarlo, algo que yo s¨ª que tengo desde hace a?os. Creo que ha sido s¨®lo una estrategia para hacer famoso al equipo¡±, denuncia.
En cualquier caso, Zhang ha aprendido la lecci¨®n y su nueva colecci¨®n ya viene protegida por el copyright. Es, sin duda, la m¨¢s china de todas, porque ha ido un paso m¨¢s all¨¢ en los estampados y ha reproducido en los facekinis las desasosegantes m¨¢scaras de la ¨®pera tradicional de Pek¨ªn. Los rostros de estos personajes del siglo XVIII son amenazantes, con ce?os fruncidos y gestos violentos, pero a Zhang no le parece que vayan a desentonar a la orilla del mar. ¡°Creo que es mucho mejor que poner a Mickey Mouse o al Pato Donald como me hab¨ªan sugerido algunos. Quiero que el facekini sea una prenda claramente china¡±, explica.
Eso no le impide enorgullecerse de que su criatura haya cruzado el Pac¨ªfico, porque durante la conversaci¨®n recalca en varias ocasiones que ha realizado diferentes presentaciones en tres continentes y que est¨¢ muy contenta de que incluso la exeditora de la revista Vogue, Carine Roitfeld, que fund¨® la publicaci¨®n estadounidense CR Fashion Book, haya utilizado los facekini para un amplio reportaje de moda. ¡°Nunca pens¨¦ que iba a llamar tanto la atenci¨®n, pero me alegro¡±. De hecho, el negocio va viento en popa y Zhang ya est¨¢ pensando en dar el salto fuera de China. ¡°Cuidamos mucho la calidad y nuestros productos son econ¨®micos ¨Cel precio oscila entre los 18,5 yuanes (2,7 euros) de los b¨¢sicos y los 35 yuanes (5,22 euros) de los dise?os m¨¢s complejos, que permiten encajar las patillas de las gafas¨C, as¨ª que no me extra?a que ya haya clientes extranjeros que compran a trav¨¦s de Aliexpress [la rama internacional del gigante del comercio electr¨®nico Alibaba]. ?Ser¨¢ solo cuesti¨®n de tiempo que se pongan de moda en las playas espa?olas?
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