Surferos de frontera en Hendaya
La poblaci¨®n francesa sorprende con sus playas; la Isla de los Faisanes, que cada seis meses pertenece a Francia o a Espa?a, y el castillo del explorador Antoine d¡¯Abbadie
El canto del cisne del Bidasoa son las marismas de la bah¨ªa de Txingudi (aguazal en euskera). Un mundo anfibio con alisedas donde canta el chimbo, islas llenas de historia, y un mar que a¨²n se deja pescar bajo los contrafuertes del monte Jaizkibel. El r¨ªo, adem¨¢s, hermana a las vascas Ir¨²n (61.000 habitantes) y Fuenterrab¨ªa (17.000) con la francesa Hendaya (17.000), una posible eurociudad.
08.30? Senderismo y talasoterapia
Los surfistas m¨¢s aguerridos ya andan emulando a las gaviotas sobre las olas (www.ecoledesurf-hendaye.com). La playa de Ondarraitz (1, pincha sobre el mapa para verlo ampliado) se arquea, con sus tres kil¨®metros, hasta la Punta Santa Ana (2). All¨ª surgen las rocas Dunbarriak, las Gemelas, aunque una tenga la espalda curva y otra sea m¨¢s achatada. Rold¨¢n habr¨ªa arrojado ah¨ª una pe?a que se parti¨® en dos. Los prados van asom¨¢ndose sobre los acantilados por la reserva natural de Domaine Abbadie (3) (www.abbadia.fr). Hasta 35 kil¨®metros de sendas enlazan Hendaya con Bidart. Para quienes no quieran caminar, la opci¨®n son los tratamientos con agua marina, especialidad de la costa vascofrancesa que tambi¨¦n empieza en Hendaya (www.hendaya-turismo.es/es), por ejemplo en la talasoterapia Serge Blanco (www.thalassoblanco.com).
09.30? Refugio de Unamuno y Baroja
Cerca del antiguo paso fronterizo del Puente de Santiago se alza, pintada de blanco, la estaci¨®n de tren de Hendaya (4). Perdi¨® su inocencia en 1940, cuando el encuentro de Franco y Hitler. En 1930, durante los coletazos de otra dictadura, la de Primo de Rivera, Unamuno pasaba su exilio, una variante de la congoja hispana, en el hotel Broca y jugaba al mus en el antiguo Grand Caf¨¦ de la Plaza de la Rep¨²blica (5). Y en 1936 P¨ªo Baroja lleg¨® a Hendaya tras haber sido detenido por los requet¨¦s en Santesteban. Por poco no sigui¨® el camino sin retorno de Lorca. Bakaretxea, la casa donde muri¨® el escritor Pierre Loti en 1923, hoy en manos privadas, tiene una vista gloriosa de la bah¨ªa de Txingudi. En el cercano puerto de Sokoburu (6) se coge la barca Marie Louise y por 1.60 euros cruza la bah¨ªa. El pasajero no tiene tiempo de sentirse Ahab, pero va viendo lo bien que se despide el Bidasoa.
10.30? Los p¨¢jaros felices de Plaiaundi
En las afueras de Ir¨²n el Parque Ecol¨®gico de Plaiaundi (7) (txingudi@ej-gv.es) protege a fondo sus 23,4 hect¨¢reas de naturaleza. Su centro de interpretaci¨®n Txingudi Ekoetxea, dos kil¨®metros de senderos, cinco observatorios y dos torres, permiten formarse una idea de la potente flora y fauna marisme?a del Bidasoa. Un santuario para las aves permanentes o migratorias casi con categor¨ªa de milagro en una zona de tanta poblaci¨®n y desarrollo como Txingudi.
13.00? La Isla de los Faisanes
En Ir¨²n el Bidasoa ya ha cogido carrerilla y anchura, y hasta le da por permitirse el lujo de la Isla de los Faisanes (8). En sus 2.000 metros cuadrados se materializaron grandes acuerdos pol¨ªticos y nupciales, inclusive el Tratado de Paz de los Pirineos de 1659. Es una isla sin puente pero se puede contemplar desde las orillas de Ir¨²n y de Hendaya. Siendo un condominio, cada seis meses pertenece a Francia o a Espa?a, mientras marca la frontera (y el talweg, la parte m¨¢s honda del valle) que corre por el r¨ªo. Un monolito recuerda el Tratado de Paz, al que acudi¨® Vel¨¢zquez en su calidad de aposentador del rey Felipe IV. Tampoco fueron mancos por la parte francesa, yendo D?Artagnan en el s¨¦quito de Luis XIV. En la isla no hab¨ªa faisanes para los mosqueteros ni para los bigotes de Vel¨¢zquez. El nombre viene de los faisants, los campesinos del Priorato de Santiago de Zubernoa que drenaban los juncales para cultivar.
14.00? Pescados de la Hermandad
El aperitivo puede ser en el Parador de Fuenterrab¨ªa (9), antigua fortaleza de Carlos V con muros de tres metros de espesor. La cuesti¨®n es dejar espacio en el est¨®mago si se va a ir, como conviene, a la Hermandad de Pescadores (10) (943 64 27 38). Sita en un edificio de 1381, sigue siendo el restaurante donde la frescura de los pescados no se discute. M¨¢s todo el repertorio manducado en bancos corridos, entre decoraciones de pelotaris. A lo mejor a tu lado se sienta alguien que parece, y es, el portero de la Real Sociedad.
17.00? Un castillo para ver estrellas
De vuelta a Hendaya nos espera el Castillo-Observatorio Abbadia (11) (33 5 59 20 04 51 www.chateau-abbadia.fr). Astr¨®nomo, etn¨®grafo y explorador, Antoine d?Abbadie se hizo construir en 1864 un chocante palacio sobre la bah¨ªa. Lejos de ser un Ciudadano Kane, Abbadie, de familia vascofrancesa y nacido en Irlanda, profundiz¨® en el estudio del euskera y de la astronom¨ªa. En sus viajes por Abisinia coleccion¨® manuscritos en lengua gheez que se revelaron claves. Estancias de paredes enteladas, techos pintados con escenas abisinias, chimeneas con frases (¡°La vida pasa como el humo¡±) y vidrieras art d¨¦co. Por los ventanales se divisa Txingudi y enfrente Hondarribia y sus murallas. Elefantes y cocodrilos adornan la fachada de un chateau que Abbadie cedi¨® con sus tierras y tesoros a la Academia de Ciencias de Francia. ?l se conform¨® con que le enterraran, junto a su mujer Virginie, en la cripta de su capilla.
19.30? Libros en el Casino
La librer¨ªa Ulysse (12) (33 05 59 20 63 91 www.ulysse.fr) de Catherine Domain, ubicada en los bajos del antiguo Casino Croisi¨¨re de 1884, abre desde junio a septiembre. El resto del tiempo funciona en la isla parisina de San Luis. Se trata de la primera librer¨ªa que se abri¨® dedicada exclusivamente a los viajes (en 1971) y son muchos los destinos que cubre. El padrino de Ulysse fue Hugo Pratt, y la madrina, Ella Maillart, amigos personales de Catherine.
22.00? Inscripciones en la cruz
Ya no hay ruleta en el viejo Casino de estilo moresque, pero para juegos de azar Hendaya tiene uno que no falla. En el exterior de la c¨¦ntrica iglesia de Saint Vincent (13) se alza una cruz en cuyas inscripciones algunos esot¨¦ricos interpretaron que el apocalipsis iba a llegar en el solsticio de 2012. Pero ah¨ª sigue el mundo, y la bah¨ªa de Txingudi con sus cormoranes y chipirones.
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