El Corcovado de Murcia
Visita al pueblo de Monteagudo, joya arqueol¨®gica donde Alfonso X durmi¨® cuando anexion¨® a Castilla la Taifa de Murcia
El t¨¦rmino municipal de Murcia es muy extenso, ya que alcanza los 887 kil¨®metros cuadrados, de los cuales la ciudad solo ocupa una docena. Eso deja mucho espacio para sus pedan¨ªas, un total de 55, divididas entre las ¡°de campo¡± (en la margen derecha del Segura) y las ¡°de huerta¡± (en la izquierda). Entre estas ¨²ltimas, se encuentra Monteagudo, una peque?a joya arqueol¨®gica de casas prehist¨®ricas, ruinas romanas, palacios isl¨¢micos y almunias. Y tambi¨¦n el Cristo sobre el cerro, al que apodan el Corcovado de Murcia.
Una de las primeras cosas que te contar¨¢ cualquier murciano sobre este collado es que hay un t¨²nel que lo une con la catedral. No existen fuentes hist¨®ricas para la leyenda, desde luego, pero nada impide creer que una ruta de escape de la ciudad llevase hasta este pueblecito (de unos 2.000 habitantes) ubicado a escasa distancia de Murcia (cuatro kil¨®metros), que fue sede de la corte taifal. Mientras nadie encuentre el supuesto t¨²nel, la mejor forma de llegar hasta el pueblo es andando o en bicicleta por la V¨ªa Amable de la Oficina de la Bicicleta de Murcia, que organiza rutas ciclista habitualmente.
Al llegar a Monteagudo se puede comenzar por el Centro de Visitantes (Plaza de la Iglesia, 1; +34 968 851 910), donde nos presentar¨¢n los 5.000 a?os de presencia humana en la zona, habitada como protecci¨®n contra las inundaciones y crecidas del Segura que, por otro lado, daban a esta tierra un alto valor agrario.
Adem¨¢s del asentamiento arg¨¢rico que hubo donde hoy est¨¢ la plaza, junto a la ermita de San Cayetano (incluida asimismo en el Centro de Visitantes), en Monteagudo se encontraron vestigios romanos, entre los que destaca una calzada pavimentada en la pizarra azul del cerro y un edificio de car¨¢cter p¨²blico que se cree de funciones administrativas y religiosas. Como ha sucedido toda la vida, los restos arquitect¨®nicos de este templo se utilizaron en la cimentaci¨®n de la ermita, aunque las dos columnas mejor conservadas, d¨®ricas y de m¨¢rmol rojo, se pueden ver hoy, en realidad, en la portada de la iglesia de San Andr¨¦s en Murcia, justo al lado del museo Salzillo, que merece una visita a las figuras del importante escultor murciano. Pero esa es otra historia.
De vuelta al otero, Monteagudo se convirti¨® durante la consolidaci¨®n del isl¨¢mico Reino de Murcia en el lugar ideal para la construcci¨®n de las almunias (huertas) de las grandes familias. Tambi¨¦n se edific¨® aqu¨ª el palacio ajardinado de Ibn Mardanis, el rey Lobo, conocido como el Larache. Aqu¨ª se aloj¨® Alfonso X cuando vino a unir la taifa con el reino a Castilla y, m¨¢s tarde, el edificio se convertir¨ªa en madrasa (escuela cor¨¢nica). Se encontraba muy cerca del castillejo, cuyos restos se distinguen en la subida al Cristo, pese a que no se puedan visitar por su mal estado.
Por supuesto, no nos podemos ir sin comer. Para ello, se recomienda el restaurante Monteagudo (Avenida Constituci¨®n, 93; +34 968 850 064), cuya cocina casera destaca en los productos de la huerta, como exige la tradici¨®n, pero tambi¨¦n, curiosamente, en el pescado (exquisitos?la merluza en salsa verde con almejas y el carpaccio de bacalao y salm¨®n), pese a su ubicaci¨®n tierra adentro. Lo ¨²nico que quiz¨¢ quede despu¨¦s de disfrutar de una comida aqu¨ª sea buscar las ganas de volver en bicicleta a la ciudad.
M¨¢s propuestas para una escapada a Murcia pinchando aqu¨ª
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