Babero para comer pasta
La escritora Mar¨ªa Hern¨¢ndez Mart¨ª aplic¨® su aguda y divertida mirada literaria en su viaje a Sicilia
La escritora canaria Mar¨ªa Hern¨¢ndez Mart¨ª relata sus experiencias hospitalarias con humor en la novela gr¨¢fica Que no, que no me muero (Modernito Books), premiada en el Sal¨®n de C¨®mic de Barcelona. Esa misma mirada aguda y divertida la aplic¨® en su viaje a Sicilia.
Sicilia es una isla enorme. ?La recorri¨® toda?
No me fue posible: estuve solo en el norte. Cuando junte salud, tiempo y dinero quiero volver para ir al sur. Fue un viaje muy gustoso en el que me gast¨¦ los ojos mirando.
D¨ªgame en qu¨¦ los gast¨®.
Pues en mirar Palermo, una ciudad desordenada y decadente, con barrios enteros que no se han recuperado aun de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Ves la catedral, en la que quedan pedazos de una antigua mezquita, enterramientos normandos, elementos arquitect¨®nicos barrocos y neocl¨¢sicos... Todo junto, revuelto y extra?amente hermoso. Los turistas estamos por all¨ª mirando criptas y capillas y tesoros, y si alguno de nosotros se despista y se sale de la plaza y de las joyer¨ªas de los alrededores, se mete en un barrio de una pobreza desconcertante y nada europea, lleno de vespas sin matr¨ªcula, calles sin nombre y gente que grita.
?Me equivoco al intuir que prob¨® muchos helados?
Los sicilianos reivindican la invenci¨®n del helado, as¨ª que prob¨¦ los sabores m¨¢s antiguos, como el jazm¨ªn y el azahar y otros perfumes florales; la idea de a?adir fruta al helado fue muy posterior. Adem¨¢s, son unos maestros de la granizada, a la que que llaman granita. La toman con brioches para desayunar. Granita de caf¨¦, de almendra, de mora... Se hace raro mojar un bollo en granizada, pero all¨ª se puede.
Y, gluten mediante, tambi¨¦n comer¨ªa pasta.
El mejor plato de pasta de mi vida fueron los tagliatelle con carabineros y pistachos que me pusieron en L¡¯antica Focacceria di San Francesco de Palermo, en una placita del barrio de Kalsa. En cualquier restaurante costero de Sicilia si pides pasta al nero di seppia, es decir, con chocos en su tinta, te obligan amistosamente a ponerte una especie de babero desechable de cuerpo entero. En algunos sitios, si te niegas a pon¨¦rtelo no quieren servirte porque saben que te vas a manchar y que eso no se quita. Todos esos camareros son una madre.
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