Somo, kil¨®metros de surf

Los seis kil¨®metros ininterrumpidos de playa que disfrutan Somo y Loredo (Ribamont¨¢n al Mar, Cantabria) se han consolidado como destino surfero de primer orden. Todo rinde culto al deporte de las olas en esta suerte de Tarifa cant¨¢brica. En El Sardinero (Santander), Jes¨²s Fiochi cogi¨® por vez primera una ola en Espa?a, all¨¢ por 1963, y fue cuesti¨®n de tiempo que la afici¨®n saltara al otro lado de la bah¨ªa.

Impacta en Somo la sabia disposici¨®n de la l¨ªnea de playa colonizada por dunas que reciben olas consistentes 300 d¨ªas al a?o. Han proliferado las escuelas surferas, que hoy son 16. En las calles de Somo, los neoprenos y las tablas son tan habituales como los sem¨¢foros o las farolas. Incluso los hoteles se han contagiado de la fiebre deportiva: no contentos con ofrecer guardatablas, extienden la temporada hasta el 12 de octubre, como m¨ªnimo.

Mucho de lo visto en Somo forma parte del imaginario del surfero global. Las zonas de ba?o se acotan con banderas azules, tal que en Australia. Hay una pista de skate que encuentra su correlato en el parque de skaters de la californiana Venice Beach. Y siguiendo el modelo de Hossegor (al norte de Biarritz), el Centro de Surf alberga no solo una oficina de turismo dotada con wifi sino tambi¨¦n un museo referido a los pioneros del surf c¨¢ntabro. Paneles con forma de tabla que indican el C¨®digo del Surfing preceden a arenales que dialogan con el perfil arquitect¨®nico santanderino y la isla de Mouro, aunque a veces lo que m¨¢s se admira es el tr¨¢fico de buques portacoches.

Oto?o, la mejor ¨¦poca

Rompen olas tendidas y de notable recorrido, mejor de media marea a marea llena e idealmente en oto?o, la mejor ¨¦poca del a?o. Pocas olas tan adecuadas para el aprendizaje, puesto que baten en todas direcciones. No se conocer¨¢ bien Ribamont¨¢n al Mar si no se han surfeado los spots del Barco, de picos variables, y los del C¨¢mping y La Curva, de ola izquierda r¨¢pida, larga y maniobrable. A menudo el sofoco estival choca con el goteo de sudorosos mochileros ?desnortados? No: son peregrinos del Camino de Santiago en su trayecto panor¨¢mico desde Galizano.

Los hermanos Nacho y David Garc¨ªa son historia viva del surf, pues cuentan 26 a?os en la Escuela C¨¢ntabra de Surf, pionera en Espa?a. En su local, 300 tablas. El 27 de agosto la escuela celebra un festival de skate y m¨²sica (tocar¨¢ Papa Shango), coincidiendo con una prueba del Campeonato de Espa?a de Surf.

Muy cerca, como todo en Somo, est¨¢ la tienda Xpeedin Surf. En Currus & Co, horno-cafeter¨ªa al modo hipster, preparan bolsas de playa (4,90 euros). Las Quebrantas certifica la pasi¨®n c¨¢ntabra por la tortilla de patata, mientras el Melly apuesta por el tartar de bonito. Para hacer acopio de energ¨ªa, conviene recalar en la hamburgueser¨ªa Irons, en alusi¨®n al malogrado rival de Kelly Slater, Andy Irons. A trav¨¦s del escaparate se advierte el paso de tablas andantes. Y no es extra?o porque, ?qui¨¦n no la lleva en el coche por si la web Windgur¨² sorprende con su previsi¨®n de oleaje?

No olvidar las copas en el Koori Australian Bar, como tampoco en el Surf Caf¨¦, donde uno se sienta relajadamente mientras recibe una brisa marina que no parece agotarse nunca.

Pasear por La Roca es experimentar una sensaci¨®n vigorizante. Delimita Somo y Loredo y, frente a ella, a la altura de La Curva, se cabalgan las olas m¨¢s largas, las que no se ven frenadas ni por la pen¨ªnsula de la Magdalena ni por la isla de Santa Marina. Y hubo suerte con el monte de Somo y su pasarela dunar: se preserv¨® boscoso por el litigio entre el pueblo y los propietarios. Cuando el Cant¨¢brico alcanza dos metros de ola, los riders (jinetes) expertos gozan de una ola con aura de leyenda hawaiana, la de Santa Marina, que da nombre a una cerveza artesana local.

Este a?o el Derby de Loredo (23-25 de julio) ha cumplido 60 a?os con sus carreras de caballos sobre arena. Loredo es tambi¨¦n el recuerdo de Casa Lola, el primer taller espa?ol de tablas de surf, cuya tradici¨®n prolonga Kun Tiqi y sus tablas artesanales en madera de balsa. Respecto al surfhouse de La Curva, no hay que decir sino que ocupa una casa monta?esa y su c¨¦sped de 2.000 metros cuadrados incluye un chill-out. Si acucian las ganas de comer, acudimos a la terraza de la Croqueter¨ªa La Artesana, tambi¨¦n por su tortilla. Todo se remata en los bancos sobre la playa de Los Tranquilos, de esos que obligan a sentarse y mirar.

Sin abandonar los deportes de deslizamiento, Loredo Aventura ofrece una experiencia relajante remontando la r¨ªa de Cubas para que sea la marea la que impulse en su bajada canoas y tablas a remo.

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