Un paseo por Le Marais
De la plaza de los Vosgos a sus apacibles caf¨¦s, una renovada versi¨®n del viejo Par¨ªs
Calles de adoquines y ventanas pintadas, patios escondidos, peque?as tiendas de moda, restaurantes a la ¨²ltima, cafeter¨ªas donde se sirve buen caf¨¦, est¨¦tica muy cuidada, espacios hist¨®ricos imprescindibles e incluso rincones muy especiales para hacer un picnic, versi¨®n parisiense.
Todo esto es Le Marais, uno de los barrios m¨¢s populares de Par¨ªs.
Un paseo b¨¢sico
La Plaza de los Vosgos es el punto de partida inevitable para uno de los paseos m¨¢s chic y aconsejables por el viejo Par¨ªs. Hacia el oeste, la Rue de Rivoli y su paralela Roi de Sicile, llenas de tiendas, caf¨¦s y bares; hacia el norte, el Haut Marais, tan de moda, incluyendo la Rue Rosiers o la de Bourg Tibourg, en el hist¨®rico barrio jud¨ªo del Pletzl. Desde el Haut Marais podremos explorar, adem¨¢s, otras calles repletas de locales encantadores, como Obenkampf y Jean-Pierre Timbaud, antes de llegar hasta dos barrios de clase obrera que prolongan Le Marais hacia el Este: M¨¦nilmontant y Belleville, cada vez m¨¢s atractivos y multiculturales, preferidos por artistas para instalar sus talleres y expresarse a trav¨¦s del piezas de arte urbano que dan colorido a calles enteras.
Le Marais se distingue sobre todo por sus elegantes hot¨ºls, mansiones particulares que conservan todo el encanto de siglos anteriores en peque?as calles tapizadas de adoquines. El barrio, cuyo nombre (Marais) significa marisma, era exactamente eso hasta el siglo XIII, cuando fue reconvertido en tierras de labranza. A principios del siglo XVII Enrique IV construy¨® la Place Royale (la actual plaza de los Vosgos) y transform¨® el Marais en la zona residencial de moda de Par¨ªs. Cuando la aristocracia se traslad¨® de Par¨ªs a Versalles y al Faubourg St-Germain, el barrio y sus mansiones pasaron a manos de ciudadanos normales y corrientes. La zona fue renovada a finales de la d¨¦cada de 1960 y hoy en d¨ªa es una de las zonas m¨¢s codiciadas de la ciudad.
Cualquier paseo por la zona ha de incluir, adem¨¢s de la elegante plaza de los Vosgos, paradas imprescindibles en el cementerio du P¨¨re Lachaise, el m¨¢s visitado del mundo; el Museo Carnavalet, una mansi¨®n privada que es una de las mejores sorpresas parisienses; la Casa de Victor Hugo, el Museo Picasso, el aristocr¨¢tico H?tel de Sully o el emotivo M¨¦morial de la Shoah, que recuerda a las v¨ªctimas del Holocausto jud¨ªo. Pero hay m¨¢s, como coquetos restaurantes y caf¨¦s en cualquier esquina que lo convierten en uno de los principales barrios gastron¨®micos de Par¨ªs.
El centro de todo
Para muchos, lal plaza de los Vosgos es la m¨¢s elegante de Par¨ªs, un triunfo de la simetr¨ªa arquitect¨®nica y el buen gusto. Pero adem¨¢s es la m¨¢s antigua de la capital francesa, inaugurada en 1612, y todav¨ªa hoy conserva un hermoso conjunto de 36 casas sim¨¦tricas con soportales, tejados inclinados de pizarra y grandes buhardillas alrededor de una arbolada con cuatro fuentes sim¨¦tricas y una estatua ecuestre de Luis XIII. La plaza fue rebautizada en 1800 en honor al departamento de los Vosgos (Vosges) por ser el primero de Francia en pagar sus impuestos.
En la esquina suroeste de la place encontramos la entrada trasera al H?tel Sully, una aristocr¨¢tica mansi¨®n construida en 1625 y sede del Centre des Monuments Nationaux, organismo responsable de muchos de los monumentos hist¨®ricos de Francia. Desde la plaza, tras pasar por debajo del arco, se llega a dos magn¨ªficos patios renacentistas decorados con relieves aleg¨®ricos de las estaciones y los elementos.
En el patio norte hay que fijarse en el costado sur para ver la primavera (flores y un p¨¢jaro en la mano) y el verano (gavillas de trigo); en el patio sur hay que girarse hacia el norte para ver el oto?o (uvas) y el invierno, con un s¨ªmbolo que representa tanto el final del a?o como el final de la vida. En este segundo patio se aprecian tambi¨¦n s¨ªmbolos de los elementos: en el lado oeste, aire (a la izquierda) y fuego (a la derecha), y en el costado este tierra (izquierda) y agua (derecha).
En casa del artista
Uno de los inquilinos m¨¢s famosos de la Plaza de los Vosgos fue el escritor Victor Hugo, que entre 1832 y 1848 vivi¨® en un apartamento de la tercera planta del H?tel de Rohan-Gu¨¦m¨¦n¨¦e, con vistas a la plaza. Hugo se mud¨® aqu¨ª un a?o despu¨¦s de la publicaci¨®n de El jorobado de N?tre Dame y en esta casa termin¨® su novela Ruy Blas. Convertida ahora es un peque?o museo dedicado a la vida y ¨¦poca del famoso novelista y poeta, cuenta con una impresionante colecci¨®n de sus retratos y dibujos personales.
Carnavalet, la historia de Par¨ªs
Una de las experiencias m¨¢s recomendables cuando se pasea por este barrio es detenerse unas horas para visitar el evocador Museo Carnavalet, oculto en dos mansiones privadas de los siglos XVI y XVII, lujosamente decoradas. Este inusual museo de historia es una de las sorpresas m¨¢s maravillosas de Par¨ªs. Su laberinto de salas (m¨¢s de 100) nos cuenta la historia de la ciudad desde la prehistoria hasta la ¨¦poca moderna a trav¨¦s de 600.000 objetos y obras de arte. Visitar su colecci¨®n permanente es gratis.
Una de las mansiones que ocupa museo es el H?tel Carnavalet, de estilo renacentista, que fue el hogar de la c¨¦lebre Madame de Sevign¨¦, en el siglo XVII. All¨ª est¨¢n algunas de sus pertenencias y cartas, junto con retratos y recuerdos de otros literatos como Moli¨¦re y La Fontaine. El otro edificio hist¨®rico del museo es el H?tel Le Peletier, conectado con el anterior. Lo que m¨¢s llama la atenci¨®n es el dormitorio revestido de corcho de Marcel Proust o la impresionante joyer¨ªa art nouveau de Fouquet de Rue Royale.
Cementerio de ricos, famosos e infames
Una vez en Le Marais es casi obligado acercarse a rendir tributo a personajes ricos, famosos e infames en el Cimeti¨¨re du P¨¨re Lachaise, abierto en 1804. Es el cementerio m¨¢s visitado del mundo y entre sus m¨¢s de 800.000 inquilinos se encuentran personajes tan c¨¦lebres como Chopin, Moli¨¨re, Apollinaire, Balzac, Proust, Gertrude Stein, Sara Bernhardt, Pissarro, Seurat, Modigliani, Delacroix, ?dith Piaf o Isadora Duncan, entre otros. Dos tumbas rivalizan en cuanto a n¨²mero de visitantes, la del dramaturgo irland¨¦s Oscar Wild y la del rockero Jim Morrison. No faltan los monumentos conmemorativos de las v¨ªctimas de casi todas las guerras de la historia moderna.
Nadar junto al Sena
El bonito ayuntamiento de la capital francesa fue reducido a cenizas durante la Comuna de Par¨ªs de 1871 y reconstruido despu¨¦s en un lujoso estilo neorrenacentista, entre 1874 y 1882. Su fachada est¨¢ decorada con 108 estatuas de ilustres locales y las excelentes (y gratuitas) exposiciones temporales que alberga el Salle St-Jean tratan casi siempre sobre temas parisinos. De diciembre a principios de marzo frente a este bonito edificio se instala una pista de patinaje sobre hielo, que ofrece una aut¨¦ntica experiencia de libro de cuentos, pero si visitamos la ciudad en julio y agosto podremos tumbarnos al sol en las playas fluviales que se instalan en los muelles del Sena, al oeste del Pont de Sully.
Memorial de la Shoah
En Par¨ªs no hay otro punto de inter¨¦s tan exhaustivo y emocionalmente agotador como este. Escondido en lo que en 1956 empez¨® como un monumento conmemorativo al m¨¢rtir jud¨ªo desconocido, el Memorial de la Shoah es, actualmente, uno de los museos y centros de documentaci¨®n sobre el Holocausto m¨¢s importantes de Europa. Su enorme colecci¨®n permanente y todas sus exposiciones temporales se centran en la ocupaci¨®n alemana de Par¨ªs y diversas zonas de Francia durante la Segunda Guerra Mundial, as¨ª como en el genocidio jud¨ªo por parte de los nazis.
La entrada al memorial recuerda a las v¨ªctimas de la Shoah ¨Cpalabra hebrea que significa cat¨¢strofe y que en Francia es sin¨®nimo del Holocausto¨C con el Mur des Noms (Muro de los Nombres; 2006), donde est¨¢n escritos los nombres de 76.000 jud¨ªos, incluidos 11.000 ni?os, que fueron deportados desde Francia a los campos de exterminio nazi durante la Segunda Guerra Mundial. En las profundidades del sombr¨ªo edificio tipo b¨²nker est¨¢n la cripta y la tumba al m¨¢rtir jud¨ªo desconocido, dedicadas a los seis millones de jud¨ªos sin tumba propia.
Pletzl
En Le Marais se incluye tambi¨¦n este colorido barrio jud¨ªo (Pletzl significa peque?a plaza en yiddish), que comienza en la Rue des Rosiers y contin¨²a por la Rue Ste-Croix de la Bretonnerie hasta la Rue du Temple. En su coraz¨®n se halla la sinagoga, de estilo art nouveau, dise?ada en 1913 por Hector Guimard, responsable de las famosas entradas de metro de la ciudad.
Para ahondar en el coraz¨®n de la arraigada comunidad jud¨ªa del Marais hay que visitar tambi¨¦n el Museo de Arte e Historia del Juda¨ªsmo, ubicado en el H?tel de St-Aignan, de 1650. El centro ilustra la evoluci¨®n de las comunidades jud¨ªas desde la Edad Media hasta la actualidad, especialmente la historia de los jud¨ªos franceses. Entre lo m¨¢s destacado se incluyen documentos relacionados con el caso Dreyfus y obras de Chagall, Modigliani y Soutine.
Peque?os (grandes) museos
En el Marais, repleto de mansiones con historia, abundan tambi¨¦n los museos instalados en su interior. Resulta imposible verlos todos, por lo que adem¨¢s de ser conscientes de que paseamos rodeados de arte, historia y curiosidades, hay que ser selectivo. El m¨¢s importante es el Museo Picasso, una de las colecciones de arte m¨¢s apreciadas de Par¨ªs instalada en el impresionante H?tel Sal¨¦; 5.000 dibujos, grabados, cuadros, obras de cer¨¢mica y esculturas de Pablo Picasso.
Pero hay muchos otros museos: el de Cognacq-Jay, obra de un coleccionista decimon¨®nico de pintura, escultura, joyas, porcelana y muebles de todas las ¨¦pocas; el museo de Artes y Oficios, el centro expositivo de ciencia y tecnolog¨ªa m¨¢s antiguo de Europa, instalado en el sublime priorato del siglo XVIII de St-Martin des Champs; los Archivos Nacionales, instalados en dos h?tels particuliers de estilo rococ¨® y rodeados de jardines; el Museo de la Mu?eca, el de Fotograf¨ªa, con un jard¨ªn japon¨¦s delicioso como complemento, el Museo de la Magia o el dedicado a ?dith Piaf, en M¨¦nimontant, cerca de donde naci¨® y tambi¨¦n de donde reposa: el cementerio de P¨¦re Lachaise.
Le Marais gastron¨®mico
Abarrotado de restaurantes y bistr¨®s de todo tipo, el Marais es uno de los principales barrios gastron¨®micos de Par¨ªs, con muchos sitios donde hay que reservar con antelaci¨®n para el fin de semana o nuevos locales de cocina org¨¢nica y natural, donde hacer un alto entre tanto museo y casa se?orial.
Uno de los sitios m¨¢s recomendables es el March¨¦ aux Enfants Rouges (en la rue de Bretagne, 3), el mercado cubierto m¨¢s antiguo de Par¨ªs, escondido tras una puerta met¨¢lica verde que no llama la atenci¨®n. Este fabuloso laberinto construido en 1615 tiene m¨¢s de 20 puestos de comida donde venden platos originarios de todo el mundo. Es un lugar genial para dar una vuelta y comer como un parisiense m¨¢s locales; desde un cusc¨²s marroqu¨ª a un surtido caribe?o en mesas compartidas. Otra propuesta interesante es Candelaria, con ese toque entre moderno y despreocupado tan t¨ªpico de Par¨ªs. Deliciosos tacos, quesadillas y tostadas caseras en un entorno tranquilo que al anochecer muta en fiesta, con espor¨¢dicas sesiones de DJ, catas, copas y algunos de los mejores c¨®cteles de la ciudad.
Para los golosos hay crepes y tortitas por todas partes, pero ningunas como las de Dessance, donde solo sirven postres con un gusto incre¨ªble para los detalles y una creatividad imbatible para mezclar ingredientes inesperados: br¨¦col, remolacha y recula con chocolate y caramelo. Hay un men¨² de cuatro postres, pero tambi¨¦n se puede comer a la carta, incluyendo aperitivos dulces y, por supuesto, ?postres muy dulces!
Entre las nuevas propuestas del barrio, los muy cafeteros deben pasarse por el Fondation Caf¨¦ o Le boot caf¨¦. Y en el Caff¨¨ Marcovaldo encontrar¨¢n el t¨ªpico y delicioso caf¨¦ italiano, pero tambi¨¦n una tienda de libros en una de las calles m¨¢s de moda del Marais, la rue Charlot, con paredes llenas de ejemplares y un interior que desprende ese elegante aire de anta?o.
Picnic parisiense
Los locales de s¨¢ndwiches, crepes y otros tentempi¨¦s que abundan en estas calles animan a probar la experiencia de un t¨ªpico picnic local. En la calle Rambuteau, justo detr¨¢s del Centre Pompidou, Stanz ofrece hasta 24 variedades, dulces y saladas, de bagels. Tambi¨¦n podemos entrar en Hur¨¦, una panader¨ªa contempor¨¢nea con una pared de ladrillo rojo con grafitis, donde tienen buenos bocadillos, quiches, tartas de frutas y ¨¦clairs (pepitos) de todos los colores.
Una vez bien provistos de nuestro tentempi¨¦, es el momento de escoger el mejor sitio para disfrutarlo. Podremos hacerlo, por ejemplo, en los jardines del Mus¨¦e des Archives Nationales o, junto al Sena, en una tumbona de madera entre el Pont d¡¯Arcole y el Pont Louis-Philippe. Para tener espectaculares vistas de la ciudad tal vez haya que ir hasta el Parc de Belleville, o bien optar por un picnic entre flores en la plazoleta Square de la Roquette.
M¨¢s informaci¨®n en la gu¨ªa Lonely Planet de Par¨ªs y en www.lonelyplanet.es
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