Real Colegiata de San Isidoro, descanso en el Le¨®n monumental

A veces conviene sacrificar la comodidad de un hotel para vivir la autenticidad de un monumento nacional. Merece el viaje acuartelarse en una casa de hospitalidad y dormir bajo un austero crucifijo en la pared porque el lugar en cuesti¨®n es nada m¨¢s y nada menos que la hospeder¨ªa religiosa de la bas¨ªlica de San Isidoro de Le¨®n. Enti¨¦ndase la Capilla Sixtina del arte rom¨¢nico, originaria del siglo X y consagrada en 1063 junto al palacio de los reyes Fernando I y Sancha de Le¨®n. Una experiencia ¨²nica en el mundo.

Obra del siglo XVIII, es el segundo claustro procesional de la real colegiata, en parte de cuyas cruj¨ªas se ubica la hospeder¨ªa original del monumento, hoy convertida en un hotel con ciertos mimbres de modernidad, especialmente los que bautizan a las nuevas habitaciones con el nombre de los 12 meses que aparecen en el calendario agr¨ªcola de San Isidoro, representado al fresco en el intrad¨®s de uno de los arcos del Pante¨®n Real. Los otros dormitorios, instalados en las antiguas celdas, reflejan la austeridad frailuna, con sus suelos de madera de roble natural y sus ventanas semiarcadas de piedra, por donde afloran las humedades y el gris invernal de la capital leonesa. De piedra tambi¨¦n parece el colch¨®n donde toca dormir, que hace recordar ciertamente lo ef¨ªmero de nuestra existencia.

Aqu¨ª no se viene a descansar, qu¨¦ nos vamos a creer. La experiencia agustina aconseja estar bien despiertos a los avatares m¨ªsticos de la soledad, la meditaci¨®n y el encuentro personal. O el extrav¨ªo simb¨®lico en los corredores que unen los dos claustros. Incluso la digesti¨®n apacible de unos desayunos servidos en el refectorio, someros en su resoluci¨®n, pero no menos sabrosos que los buf¨¦s expuestos en hoteles de superior categor¨ªa. Un plato de cuchara resume cada d¨ªa la tradici¨®n culinaria leonesa a la hora de las comidas y las cenas.

Aqu¨ª no se viene a descansar, ni a comer, ni a cerrar negocios, aunque las cuatro salas capitulares otorgan un espacio preciado para organizar eventos y ceremonias de gala. A lo que se viene aqu¨ª es a mirar y a aprender de lo contemplado. Todos los d¨ªas, sobre las 11.00, se organizan visitas al interior de la colegiata: el Pante¨®n Real y el museo de San Isidoro, extraordinarios; la biblioteca y el Museo Oriental y B¨ªblico. Vale la pena formar parte del grupo exclusivo de hu¨¦spedes y ser la envidia de los dem¨¢s.

As¨ª es el nuevo turismo experiencial, que comienza con una mirada de soslayo a la ducha caliente y unas pupilas bien abiertas a la monumentalidad.

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