Mi instituto es un castillo

Podr¨ªa llamarse la Costa del Cordero. Pero no hay mar; el nombre oficial es Tierra de Pinares. Y eso s¨ª que hay, manchas de pinar que en oto?o se tapizan de n¨ªscalos, r¨²sulas, boletos y otros hongos. Los cuales perfuman hornos y figones donde tuestan como nadie lechazos y tostones. Los asados roban protagonismo a los castillos, cercas y templos mud¨¦jares, que son por lo dem¨¢s la coartada perfecta para una ruta invernal por una cadena de villas segovianas singulares.

La historia de esos pinares, iglesias y fortalezas resulta una experiencia visual y emocional en el centro de interpretaci¨®n del Mud¨¦jar, en la iglesia de San Mart¨ªn, en Cu¨¦llar. All¨ª se narra c¨®mo se formaron las Comunidades de Villa y Tierra y se repoblaron las antiguas fronteras, en ¨¦poca medieval. Los ¨¢rabes expulsados no se fueron del todo; qued¨® el mestizaje de su sangre y sus ladrillos, los que amasan ese estilo-fusi¨®n que es el arte mud¨¦jar. Cuarenta y dos comunidades hubo en Castilla, libres de todo se?or¨ªo, solo sujetas al rey, con poder para administrar sus montes, aguas y dehesas.

Pegado a la iglesia de San Mart¨ªn est¨¢ el castillo de los duques de Alburquerque. Un soberbio fort¨ªn renacentista, posterior por tanto a la gran repoblaci¨®n. Castillo lleno de fantasmas de carne y hueso, desde Beltr¨¢n de la Cueva al poeta rom¨¢ntico Espronceda, que preso all¨ª en 1833 escribi¨® la novela Sancho Salda?a, el castellano de Cu¨¦llar. Habilitado como instituto de educaci¨®n secundaria, los curiosos pueden codearse con esos fantasmas de guardarrop¨ªa en visitas teatralizadas. Un paseo cuesta abajo del castillo nos acerca a una treintena larga de templos, palacios, puertas y murallas de ese rom¨¢nico de ladrillo que es el mud¨¦jar. Y a otra ristra igual de nutrida de figones donde (todav¨ªa) el tost¨®n o cochinillo disputa primac¨ªa al lechazo o cordero lechal; cuesti¨®n religiosa que arrastra de siglos, test de cristianos viejos tal vez.

Viguer¨ªas de ladrillo

Al llegar a Coca salimos un poco de Tierra de Pinares para rozar la Campi?a Segoviana. En Cauca, como se denominaba en la ¨¦poca romana, naci¨® el emperador Teodosio el Grande, en el a?o 347. Pobre, si levantara la cabeza. De aquellas glorias solo quedan unas cloacas, y unos mu?ones de casa romana que han rescatado y protegido bajo techado. En cambio, el castillo es uno de los mejores dentro del estilo mud¨¦jar, con aut¨¦nticas virguer¨ªas de ladrillo. Aunque funciona como escuela forestal, tiene horarios de visita.

La historia de esos pinares, iglesias y fortalezas se convierte en experiencia visual en el centro de interpretaci¨®n del Mud¨¦jar

Muy distinto, de piedra, es el castillo de Tur¨¦gano. En cuyo patio de armas parece haber ca¨ªdo como un meteorito una iglesia rom¨¢nica. Pues bien, fue al rev¨¦s: la iglesia estaba primero, y en torno a ella los se?ores obispos fueron levantando muros, torres y otros argumentos incontestables. Tambi¨¦n se visita. Pero a Tur¨¦gano la gente viene sobre todo atra¨ªda por la fama de sus hornos, los de asar y los de cocer, que, ojo, la boller¨ªa de aqu¨ª casi hace sombra al cordero. Y tambi¨¦n est¨¢n los anticuarios.

?Y qu¨¦ decir de Pedraza? El pueblo que se ha hecho famoso gracias a los ¡°conciertos de las velas¡± figura entre los cuarenta y pico del club Los Pueblos m¨¢s Bonitos de Espa?a. Subido a un pe?asco, amurallado y con una sola puerta, en su castillo estuvieron presos, como rehenes, los hijos del rey de Francia Francisco I. Una triste historia con final de fotonovela. El castillo, comprado por el pintor Zuloaga, pertenece ahora a sus herederos, pero se puede visitar, lo mismo que la c¨¢rcel de la Villa, la torre de la Hontanilla, donde se proyectan tr¨¢ileres del medio centenar de pel¨ªculas rodadas en este plat¨® medieval, o la casa del ?guila ?Real, en una iglesia extramuros.

Cambio de paisaje: los pinares son ahora sabinares y enebrales que se alargan hasta Soria. El Durat¨®n abre tajos en la roca bermeja, formando unas hoces que son parque natural. La Casa del Parque est¨¢ en la iglesia mud¨¦jar de Santiago, en Sep¨²lveda. Villa de origen romano, pero importante en la gran repoblaci¨®n, como atestiguan el palacio de Fern¨¢n Gonz¨¢lez, el Museo de los Fueros y el manojo de iglesias rom¨¢nicas. Su castillo (o lo que de ¨¦l qued¨®) aparece de tel¨®n de fondo en una de las secuencias on¨ªricas m¨¢s potentes del cine espa?ol en blanco y negro, una cabalgata de Reyes con m¨²sica de Jes¨²s Guridi en la pel¨ªcula Un traje blanco (1956), de Rafael Gil.