Gdansk, la Polonia marinera
Un recorrido por los astilleros donde naci¨® el sindicato Solidaridad, por la animada calle Dluga y el viejo molino medieval, para acabar bailando en un antiguo refugio antia¨¦reo
Quienes vienen a Polonia tienen claros sus destinos: Varsovia y Cracovia¡±, lamenta el dependiente de una de las numerosas tiendas de ¨¢mbar, principal reclamo tur¨ªstico de Gdansk (Danzig en alem¨¢n). Al igual que los min¨²sculos insectos que suelen quedar atrapados dentro de la piedra semipreciosa, la ciudad polaca es un tesoro incomprendido: por aqu¨ª entr¨® el nacionalsocialismo en 1939, detonante de la II?Guerra Mundial, y, 40 a?os m¨¢s tarde, desde aqu¨ª empez¨® a desaguar el comunismo dejando paso a las democracias que se extendieron m¨¢s tarde por Europa del Este. Pero, ante todo, Gdansk, capital de Pomerania Oriental y principal puerto de Polonia, desarma por su belleza. No llega al medio mill¨®n de habitantes y est¨¢ concebida para pasearla con sosiego e imbuirse de la mezcolanza arquitect¨®nica de sus calles.
10.00 Hitos para desayunar
La ciudad re¨²ne sus encantos en un casco antiguo abocado al r¨ªo Moldava, con distancias manejables para recorrerlas a pie. Hay, sin embargo, dos lugares ineludibles y algo alejados que son un pedazo importante de la historia de Europa. Lo mejor es visitarlos a primera hora y dejar el resto del d¨ªa para pasear. El primero de ellos son los Astilleros de Gdansk (1) (Stocznia Gdansk). Llamados Astilleros Lenin en los a?os setenta, all¨ª trabaj¨® el electricista Lech Walesa (d¨¦cadas despu¨¦s, premio Nobel de la Paz y presidente del pa¨ªs), impulsor del sindicato Solidaridad y de las huelgas que acabaron con el comunismo en Polonia. Los astilleros est¨¢n en la isla de Ostr¨®w, circundada por el r¨ªo V¨ªstula, cuyos meandros contin¨²an unos pocos kil¨®metros hasta la pen¨ªnsula de Westerplatte, a orillas del B¨¢ltico y coronada por un monolito que recuerda la batalla en la que, tristemente, Hitler y sus tropas iniciaron la invasi¨®n que marc¨®, en 1939, el inicio de la II?Guerra Mundial. La visita a estos lugares, en taxi, supone apenas 15 minutos por trayecto, unos 60 eslotis, que equivalen a poco m¨¢s de 10 euros.
12.00 Paseo ribere?o
De vuelta a la almendra de Gdansk, el itinerario m¨¢s disfrutable comienza en el extremo norte del r¨ªo Moldava, que orilla un paseo de adoquines y casitas apelmazadas con fachadas de piedra. Despu¨¦s de recorrer sus librer¨ªas de viejo, la terraza de la cafeter¨ªa Goldwasser (2) (goldwasser.pl) invita a sentarse a disfrutar de las vistas. A escasos minutos queda el Museo Mar¨ªtimo (3) (Muzeum Morskie), muy interesante por dos de las piezas al aire libre que incluye: por un lado, el Soldek, primer nav¨ªo construido por astilleros polacos tras la II?Guerra Mundial; por otro, la gr¨²a del puerto (4) (Zuraw ?Gdanski), considerada la m¨¢s antigua de Europa y una de las m¨¢s grandes de la Edad Media.
14.00 Platos nutritivos
Los platos t¨ªpicos de Gdansk son sencillos y sabrosos. En el paseo fluvial se encuentra el restaurante Nova Pierogova (5) (Szafarnia, 6), uno de los lugares donde mejor preparan los pierogis, empanadillas de diversos rellenos, salados y dulces. Y en casi cualquier sitio uno se topa con zapirkankas, rebanadas de pan con queso fundido y multitud de ingredientes (una suerte de panini italiano), o las salchichas polacas con patatas, herencia de las conocidas bratwurst alemanas. El bigo es otro plato local a base de carne cocida a fuego lento con chucrut y patatas, como lo sirven en el Velevetka (6), un restaurante que se encuentra en Dluga, avenida principal de la zona hist¨®rica y meollo de este viaje.
16.00 Una calle diversa y viva
Esta amplia calle peatonal, Dluga, traducida como paseo real, comienza en la Puerta Alta (7) (Brama Wyzynna), de estilo renacentista y levantada en el siglo XVI, y finaliza en la Puerta Verde (8) (Brama Zielona), la m¨¢s antigua y un ejemplo de la desbordante arquitectura manierista holandesa, que hoy alberga una sede del Museo Nacional de ?Gdansk (9) (Muzeum Nadorowe). La diversidad y policrom¨ªa de Dluga es un reflejo de la historia reciente de Gdansk. Al finalizar la II?Guerra Mundial, las tropas sovi¨¦ticas arrasaron la ciudad para despojarla de cualquier vestigio germ¨¢nico. Las calles del centro se repoblaron de polacos y se cambiaron los nombres de hasta la ¨²ltima placa. Aqu¨ª est¨¢n el ayuntamiento y su imponente torre g¨®tica, coronada por la estatua del rey Segismundo II, que alberga el Museo Hist¨®rico de Gdansk (10). A pocos metros se erige la fuente de Neptuno, uno de los s¨ªmbolos de esta ciudad mar¨ªtima. Conviene recorrer Dluga sin mirar el reloj, pero s¨ª a ambos lados, y deleitarse con sus casas de tejados a doble vertiente, muchos escalonados, y fachadas de colores pastel, herencia de la arquitectura flamenca que imper¨® en su reconstrucci¨®n. Tambi¨¦n se deleitan los o¨ªdos: en cada esquina conviven m¨²sicos espont¨¢neos de estilos diversos, desde conjuntos cl¨¢sicos hasta bandas de rock.
20.00 Un arsenal para el arte
Hace tiempo que ha oscurecido y el Gran Molino (11) (Wielki Mlyn), a 10 minutos a pie de Dluga, es hoy un centro comercial, pero lo que importa es el envoltorio: es uno de los molinos m¨¢s grandes de Europa, con un techo a dos aguas que se extiende por ambas fachadas, iluminadas de colores al anochecer. Levantado en 1350 por los caballeros teut¨®nicos, se ha reconstruido en varias ocasiones, pero a¨²n mantiene algunas partes originales. Muy cerca de all¨ª est¨¢ el Gran Arsenal (12) (Wielka Zbrojownia), una antigua armer¨ªa cuyo bell¨ªsimo edificio manierista alberga hoy la Academia de Bellas Artes. De vuelta a Dluga, conviene perderse un rato por sus callejuelas aleda?as empedradas, llenas de rincones de luz tenue en los que se encuentra el preciado ¨¢mbar. Una de ellas es Mariacka, que parte de la bas¨ªlica de Santa Mar¨ªa de la Asunci¨®n (13), de estilo g¨®tico, con una torre desde la que se tiene una vista magn¨ªfica de la ciudad.
22.00 Sof¨¢s y pista de baile
La noche se ha adue?ado definitivamente de Gdansk y aflora un inusitado bullicio a lo largo y ancho de Dluga. Sus numerosas terrazas y locales de copas se llenan de gente joven con ganas de pasarlo bien. Hay uno que destaca sobre el resto (simb¨®licamente, ya que se encuentra bajo tierra): el Bunkier Club (14). En su eterno af¨¢n por reinventarse y despojarse de pasado, los polacos han transformado este antiguo b¨²nker antia¨¦reo de la ¨¦poca nazi en un garito de diversi¨®n pura: salones con mullidos sof¨¢s y una pista de baile con trepidantes sesiones de dj. Quien busque un ocio m¨¢s pausado puede acercarse al Buddha Lounge (15), que combina con creatividad gastronom¨ªa asi¨¢tica y local y sirve variados c¨®cteles para la sobremesa.
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