Montenegro, Mediterr¨¢neo in¨¦dito
De la bah¨ªa de Kotor a las imponentes monta?as Prokletije, ruta por uno de los pa¨ªses m¨¢s desconocidos de los Balcanes
No hay secci¨®n o web de viajes donde no anuncien a bombo y platillo que Montenegro es el nuevo destino de moda. Pero aunque los turistas son cada vez m¨¢s numerosos en su tierra, los montenegrinos mantienen de momento su estilo de vida, acogiendo con simpat¨ªa y encanto a quienes se animan a descubrir este rinc¨®n del Mediterr¨¢neo.
Con menos de 300 kil¨®metros de litoral (y una extensi¨®n un poco m¨¢s grande que Asturias), Montenegro tiene alguno de los paisajes costeros m¨¢s espectaculares de Europa. Las monta?as se alzan bruscamente desde las transparentes aguas mediterr¨¢neas y sus antiguas ciudades amuralladas cuelgan de las rocas rozando el mar. En verano, el aroma de las flores mediterr¨¢neas, las plantas silvestres y las con¨ªferas impregna el ambiente. Y todo ello concentrado en un espacio relativamente peque?o y f¨¢cil de recorrer.
Aunque muchos llegan buscando playas al sol, es tentador huir hacia las monta?as cercanas, como los parques nacionales de Durmitor y Prokletije, donde muchos pueblos siguen inmutables en medio del bosque de Biogradska Gora. Escenarios casi perfectos para el senderismo, la bicicleta de monta?a o traves¨ªas en kayak pr¨¢cticamente a solas. De hecho, en Montenegro quedan lobos y osos en rincones apartados.
Enclavada en la frontera entre Oriente y Occidente desde la divisi¨®n del Imperio romano hace 1.600 a?os, la rica historia cultural del pa¨ªs se conserva en villas romanas con suelo de mosaico, monasterios ortodoxos profusamente pintados, iglesias cat¨®licas, mezquitas de elegantes alminares y s¨®lidas fortalezas erigidas por las numerosas potencias que se disputaron estas tierras. Y a esto se suma sus 50 a?os como Estado comunista no alineado.
1 Kotor, la joya del pa¨ªs
Es la joya de Montenegro, su rinc¨®n m¨¢s conocido dentro de un pa¨ªs casi desconocido (de momento). Kotor invita a un viaje en el tiempo, a esa antigua Europa de ciudades amuralladas con oscuras callejuelas e iglesias en cada plaza. El casco viejo no es tan impresionante como el de Dubrovnik, ni tan reluciente como el de Budva, pero est¨¢ siempre animado.
La imagen de la villa, que parece surgir de los grises cerros, resulta inquietante, como si estos fueran a estrujarla de un momento a otro en un abrazo p¨¦treo. Kotor es un laberinto medieval de museos, iglesias, picotas y palacios venecianos y plazas salpicadas de caf¨¦s. Un sitio realmente incre¨ªble, en cuyo empedrado resuena la vida real, al margen del turismo, todav¨ªa incipiente. Al caer la noche, la muralla parece como una aureola de la ciudad, mientras intramuros se escucha el bullicio de los bares, la m¨²sica en directo y los locales nocturnos.
2 La morada del h¨¦roe
?rase una vez un monte Negro. Y en lo alto de ese monte hab¨ªa una tumba, guardada por dos gigantas de granito. Y dentro de la tumba, bajo un dosel de oro, un gran h¨¦roe yaciendo recostado contra una enorme ¨¢guila. Este lugar de cuento es la ¨²ltima morada del vladika (pr¨ªncipe-obispo) Petar II Petrovi? Njego? y la sencilla pero conmovedora construcci¨®n apenas distraen de las notables vistas sobre el Montenegro originario: el mausoleo est¨¢ en lo alto de la segunda cumbre m¨¢s elevada del pa¨ªs, y es la atracci¨®n estelar del Parque Nacional Lovcen, un lugar muy especial para los montenegrinos, muy cerca de Kotor.
Muy cerca tambi¨¦n, en el borde norte del parque, encontramos un pueblo t¨ªpico de casas de piedra, Njegusi, famoso por ser el pueblo natal de los Petrovic, principa dinast¨ªa de Montenegro, y por hacer el mejor prsut (jam¨®n ahumado) y sir (queso) del pa¨ªs.
3 Magia y silencio en Skadar
El lago m¨¢s grande de los Balcanes, el Skadar, tiene forma de delf¨ªn: la cola y casi todo el cuerpo est¨¢n en Montenegro y la nariz en Albania. Si algo comparten es un extraordinario despliegue de aves. En el lado montenegrino, un parque nacional incluye adem¨¢s monasterios en islas, viejos pueblos de piedra c¨¦lebres por sus vinos y las sinuosas curvas del r¨ªo Crnojevi?. Al bajar de las monta?as sus aguas avanzan perezosas camino del lago y del par de montes c¨®nicos que aqu¨ª llaman con cari?o ¡°Sofia Loren¡±, en honor a la sublime actriz italiana.
Es una zona preciosa con islas presididas por islas y monasterios, aguas transparentes y prados flotantes de nen¨²fares. Sus poblaciones principales, Virpazar y Vranjina, son peque?as, pero con un coche se pueden explorar otros de los pueblos diminutos que salpican sus orillas. Es una zona muy visitada para los amantes de la naturaleza y las actividades al aire libre, siempre envuelta en un cierto aire fant¨¢stico.
4 El pueblo-isla de Sveti Stefan
Este pueblo fortificado, con adelfas, pinos y olivos asomando entre los rojos tejados de sus casas de piedra rosa, es una de las mejores im¨¢genes de la costa de Montenegro, pero quiz¨¢ haya que contentarse con las vistas; solo se permite el paso a los hu¨¦spedes del exclusivo complejo hotelero due?o de la isla. Quien no lo sea, siempre puede disfrutar de la playa, dar un paseo por el bosque hasta Pr?no y hacer fotos sin parar; ser¨¢ dif¨ªcil que alguna salga mal.
El islote est¨¢ unido a tierra firme por una estrecha calzada y su fotog¨¦nico revoltijo de villas de piedra del siglo XV domina una impecable playa de arena rosada y un mar turquesa. Con una caminata de dos kil¨®metros desde la isla hacia el sur se puede llegar a Cvrena Glaviza, una colecci¨®n de siete preciosas calas de roca y arena roja. Y quien lo desee, podr¨¢ quitarse el ba?ador.
5 Durmitor, los ojos de la monta?a
Las imponentes cumbres grises del macizo del Durmitor se reflejan en 18 lagos glaciales, llamados gorske o?i (ojos de la monta?a). El m¨¢s grande y bello es el lago Negro, de color azul oscuro por los pinos negros de alrededor y el pico que mira en sus aguas, el Oso (Medjed). Es una delicia pasear en torno a este lago, de f¨¢cil acceso.
El parque nacional de Durmitor es una de las joyas de Montenegro, esculpido por glaciares y arroyos subterr¨¢neos y marcado por ca?ones vertiginosos, como el del Tara, uno de los m¨¢s profundos del mundo (1.000 metros). Para admirar el ca?¨®n desde lejos, hay que subir al monte ?urevac (1.625 metros), aunque esta vista queda limitada por las paredes del desfiladero. El efecto es m¨¢s impresionante desde el agua, especialmente si optamos por una de las actividades tur¨ªsticas m¨¢s populares del pa¨ªs: el rafting. Aunque se pasa alunos r¨¢pidos, salvo en abril y mayo el descenso suele ser bastante suave, desliz¨¢ndose por aguas cristalinas a trav¨¦s de un paisaje virgen.
Dos im¨¢genes extra en el parque: sus numerosos stecci (monumentos tallados en piedra entre los siglos XII y XVI), que pueden contemplarse en los yacimientos de Bare Xugica y el cementerio griego (Grieko gobje), y el monasterio de Doblilovina, en un entorno id¨ªlico de campos exuberantes rodeados por las monta?as y el r¨ªo Tara. Si se llama a su puerta, quiz¨¢ abra una monja de h¨¢bito negro quien, si est¨¢ de acuerdo con la indumentaria y aspecto del visitante, tal vez abra la iglesia para contemplar sus frescos dedicados a San Jorge.
6 Perast, elegante y marinera
Esta rom¨¢ntica villa marinera, llena de elegantes palacios barrocos e iglesias, es la atracci¨®n principal de toda la bah¨ªa de Kotor. Perast parece realmente un trocito de Venecia que hubiese sido arrastrado por el Adri¨¢tico hasta anclarse en esta bah¨ªa. Ocupa un enclave ideal, en el v¨¦rtice de la bah¨ªa interior, mirando directamente al estrecho canal que lleva a la parte exterior.
Aunque solo tiene una calle principal, la villa re¨²ne 16 iglesias y 17 palacios anta?o suntuosos, y su coraz¨®n es la iglesia de San Nicol¨¢s, situada en una hermosa placita. Los dos lugares m¨¢s emblem¨¢ticos de Peraste est¨¢n en el mar: dos islas peculiarmente pintorescas con una historia igual de peculiar. Hay que ir en barco, al menos a Gospa od ?krpelja (Nuestra Se?ora de las Rocas), una de ellas.
7 Budva, la Miami montenegrina
El amurallado casco viejo de Budva surge en el Adri¨¢tico y es, con diferencia, el m¨¢s visitado del pa¨ªs, junto a sus playas, bares y discotecas Hay quien la llama, de forma algo exagerada, la Miami montenegrina, aunque con su aire rom¨¢ntico deja ver en cada esquina el car¨¢cter aut¨¦nticamente mediterr¨¢neo y su gusto por la vida.
El Stari Grad (casco antiguo), con calles de m¨¢rmol y murallas venecianas alz¨¢ndose sobre el transparente mar, conserva restos del emblema de Venecia, el le¨®n alado de san Marcos, sobre la puerta principal. Aunque gran parte qued¨® destrozado por dos terremotos en 1979, se ha reconstruido por entero y ahora alberga m¨¢s tiendas, bares y restaurantes que viviendas. En el extremo del mar, la Citadela ofrece vistas impresionantes, un peque?o museo y una biblioteca llena de mapas y mamotretos raros. Frente a la ciudadela hay una plaza con una serie de iglesias interesantes.
8 Ulcinj, aires orientales
Para tener una impresi¨®n de la vecina Albania, sin cruzar la frontera, podemos visitar Ulcinj, la ciudad m¨¢s meridional de Montenegro. El 61% de su poblaci¨®n es albanesa (68% musulmana) y en verano est¨¢ llena de veraneantes kosovares. Los elegantes alminares de sus numerosas mezquitas dan a Ulcinj (Ulqin en alban¨¦s) un aire oriental, reforzado por la animada m¨²sica de los puestos de kebabs.
Ulcinj est¨¢ especialmente animada en las noches de verano, cuando el paseo mar¨ªtimo est¨¢ lleno de veraneantes y de m¨²sica. Al alzar la vista, los alminares compiten con la gigantesca escultura socialista y las murallas del casco antiguo se alzan en lo alto del acantilado. Siguiendo por la costa, las calas de rocas dan paso al largo tramo de arena de Velika Pla?a (Playa Grande) y a la isla de Ada Bojana, donde el ba?ador es opcional.
9 Ostrog, un monasterio peculiar
Aunque se intente, no hay ninguna foto que plasme de verdad lo maravilloso que es el monasterio de Ostrog: el complejo blanco, adosado a una pared de roca y elevado 900 metros sobre el valle del Zeta, ser¨¢ apenas una mota en todo encuadre que muestre la altura de este impresionante muro natural. Para los cristianos ortodoxos es el lugar m¨¢s sagrado de Montenegro, aunque pero impresiona seamos o no creyentes.
Especialmente, la capillas rupestres del monasterio superior, con frescos centenarios en sus paredes. Es conocido como el milagro de Sv Vasilije (San Basilio), pues nadie entiende c¨®mo se levant¨®, en 1665, dentro de dos grandes cuevas; parece haber brotado de la roca. El monasterio inferior (Donji manastir) est¨¢ dos kil¨®metros m¨¢s abajo del principal.
Pese a recibir hasta un mill¨®n de visitantes anuales (peregrinos y turistas) y al margen del agobio de los puestos de recuerdos, el lugar resulta conmovedor.
10 Caminata por los montes Prokletije
Las llamadas Monta?as Malditas resultan, en realidad, divinas, especialmente para senderistas y escaladores. Esta escarpada cordillera, que constituye el tramo m¨¢s alto de los Alpes Din¨¢ricos, atraviesa Montenegro, Albania y Kosovo; son una enorme extensi¨®n de tierras v¨ªrgenes que forman la frontera con Albania y Kosovo. Esta magn¨ªfica zona, de paisajes surrealistas y sobrecogedores, se encuentra entre las menos exploradas de Europa y en, una extenza zona (160 kil¨®metros cuadrados) de la vertiente montenegrina fue declarada parque nacional. Hay un ambicioso proyecto transnacional para convertir toda la cordillera en un Parque de la Paz de los Balcanes.
La ruta de senderismo Picos de los Balcanes es un circuito de 192 kil¨®metros que atraviesa los tres pa¨ªses, con sendas que van de lo f¨¢cil a lo extremo. Podemos recorrer la ruta completa o dar simplemente un breve paseo, pero la caminata por los Prokletije siempre resulta una experiencia inolvidable.
11 Una Pompeya en Montenegro
La nueva Bar es una ciudad industrial sin demasiado inter¨¦s, pero tierra adentro se esconde una verdadera joya. Las sugerentes ruinas de la antigua ciudad de Stari Bar se alzan en lo alto de un risco rodeado de retorcidos olivos, muchos de ellos milenarios. Fundada hace unos 2.800 a?os, qued¨® en su actual estado ruinoso tras ser bombardeada en 1878. El visitante puede recorrerla entera a su antojo y disfrutar de sus impresionantes vistas, imaginando como fue la vida en otro tiempo. Hay incluso quien llega a llamarla la Pompeya montenegrina, aunque no es para tanto.
12 Bosques v¨ªrgenes en Biogradska Gora
El parque nacional de Biogradska Gora, en medio de los pliegues de los montes Bjelasica, tiene un aire tan apacible, solitario e intacto que dan ganas de quedarse para siempre. Lo m¨¢s conocido es el lago Biogradska y las sendas que atraviesan una de las zonas de bosque virgen m¨¢s importantes que quedan en Europa. Es un mundo verde, muy distinto al terreno rocoso t¨ªpico de casi todos los montes del pa¨ªs, y en oto?o estalla en un alarde de colorido.
Hay que agradecerle su supervivencia al rey Nikola, que en 1878 qued¨® tan impresionado por la belleza del lago Biogradska que los lugare?os le regalaron la tierra y ¨¦l orden¨® que fuera conservada. Muchos de los ¨¢rboles del bosque tienen m¨¢s de mil a?os y algunos llegan hasta los 60 metros de altura. El parque cuenta con cinco lagos glaciares de gran altitud y numerosas sendas de excursionismo se?alizadas: desde baja dificultad (como un paseo tranquilo en torno al lago Biograd) hasta rutas exigentes, como la ascension hasta Crna Glava (35 kil¨®metros).
13 Cetinje, la capital real
Aunque Podgorica le haya arrebatado la capitalidad a Cetinje, la antigua ciudad real de Montenegro sigue teniendo los museos m¨¢s importantes del pa¨ªs, como museo Nacional de Montenegro, que abarcan siglos de historia e incluyen desde palacios hasta reliquias agujereadas por balas; incluso curiosidades como la primera mesa de billar del pa¨ªs. Dos galer¨ªas, un monasterio y un sinf¨ªn de edificios hist¨®ricos incrementan el cach¨¦ cultural de Cetinje.
En un verde valle rodeado de agrestes montes grises, Cetinje (en espa?ol tambi¨¦n Ceti?a) es una curiosa mezcla de antigua capital y pueblo grande, con casitas de una planta y suntuosas mansiones compartiendo las mismas calles. Varias de esas mansiones, de los tiempos en los que embajadores europeos se codeaban con las princesas montenegrinas, son ahora museos o escuelas de arte y m¨²sica.
14 Carretera pintoresca
Una de las cosas que m¨¢s se recuerdan de un viaje por Montenegro es el simple placer de viajar por sus muchas carreteras pintorescas, contemplando la poderosa belleza del paisaje. Una de las mejores es la que une Kotor con Cetinje, que al subir serpenteando va regalando fabulosas vistas de la bah¨ªa de Kotor y el Adri¨¢tico. Cualquier momento de angustia por lo estrecho de la carretera o sus vertiginosos precipicios se compensa con las vistas de los montes grises y el reluciente mar esmeralda al fondo. Desde arriba, la panor¨¢mica abarca toda la bah¨ªa hasta el Adri¨¢tico.
15 Herceg Novi
A la entrada de la bah¨ªa de Kotor, Herceg Novi recibe al visitante con bonitos rincones, un mar brillante y un sol casi constante. Todo su inter¨¦s reside en la ciudad vieja, ubicada entre el animado paseo mar¨ªtimo y la transitada carretera. Aunque sus plazas, iglesias y fortalezas tengan siglos de antigu?edad, la vida real est¨¢ en los caf¨¦s y el sonido de los pianos que se escapa por las ventanas de las escuelas de m¨²sica. Siguiendo el paseo peatonal mar¨ªtimo se llega a Igalo, famoso por su barro terap¨¦utico.
Mientras la profusi¨®n de templos en Herceg Novi se reparte, equitativamente, entre cat¨®licos y ortodoxos, los caf¨¦-bares sacan las mesas a las soleadas plazas donde hay que pedir un vaso de vino y empaparse de todo el ambiente. Las playas locales no ser¨¢n una maravilla, pero algunas de las mejores de Montenegro se hallan a un breve trayecto en barco.
M¨¢s informaci¨®n en la nueva gu¨ªa de Montenegro de Lonely Planet y en www.lonelyplanet.es
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