Cork, una escapada irlandesa
Del Museo de la Mantequilla a la f¨¢brica de cerveza de Franciscan Well, planes en la segunda ciudad m¨¢s poblada de Irlanda y en Cobh, el puerto donde el ¡®Titanic¡¯ hizo su ¨²ltima escala
Nadie dir¨ªa que Cork es la segunda ciudad m¨¢s importante de Irlanda. Paseando por los muelles del r¨ªo Lee uno cree flotar en un decorado de pel¨ªcula tipo El hombre tranquilo. Pero no hay que fiarse. Ser¨¢n pocos vecinos (120.000), pero son muy suyos, se etiquetan de ¡°rebeldes¡± y dicen ser la capital de verdad (y no Dubl¨ªn). Humor irland¨¦s aparte, el hecho es que fueron, desde el siglo XVIII, un emporio comercial gracias a su puerto; exportaban lana y pieles, e importaban vinos franceses, entre otros alimentos. Las ¨²ltimas crisis econ¨®micas golpearon fuerte, pero salen adelante gracias a la industria inform¨¢tica y la farmac¨¦utica (la vecina localidad de Ringaskiddy, a unos 15 kil¨®metros, es un importante centro de fabricaci¨®n de Viagra). Adem¨¢s de una notable inquietud cultural (Cork fue capital cultural europea en 2005), tienen probada afici¨®n a la cerveza y un paladar fino. Y un aeropuerto donde operan vuelos directos y econ¨®micos con Espa?a gracias a compa?¨ªas como Ryanair, Aer Lingus e Iberia Express, que vuelan desde 10 ciudades espa?olas (algunas l¨ªneas solo funcionan en primavera y verano). Para que no haya excusas. Un billete de ida y vuelta entre Madrid y Cork con Iberia Express, por ejemplo, se encuentra a partir de 99 euros entre junio y septiembre.
9.00 El barrio alto
En la colina de la margen izquierda del r¨ªo despunta la torre bicolor de la iglesia de Santa Ana (1): dos caras de piedra lechosa y otras dos en ladrillo rojo inspiran, dicen, los colores her¨¢ldicos y deportivos de la ciudad, blanco y rojo. Al reloj de la torre lo llaman ¡°el mentiroso de cuatro caras¡±, porque en cada lado da una hora distinta (o eso parece desde abajo). Estamos en el barrio de Shandon, de casitas bajas de colorines, que se ha quedado para la tropa bohemia. Frente a la iglesia, la antigua Bolsa de la Mantequilla (Butter Exchange)?(2), de 1750, es ahora un museo dedicado a aquella riqueza tan cotizada. Caminando un poco se puede llegar a la prisi¨®n (3), que parece un castillo¡ hasta que uno se fija bien en las ventanas. Funcion¨® como c¨¢rcel durante un siglo (1825-1923) y ahora se visita reviviendo historias duras y fugas rocambolescas.
11.00 La isla de asfalto
Al descender del barrio alto vemos que el r¨ªo se abre en dos brazos, formando una isla que es ni m¨¢s ni menos el centro urbano. En esa planicie, que fue una marisma con canales a la holandesa, se levantaron los nobles edificios de los siglos XVIII y XIX. Como el University College, el primero que nos sale al paso. Un campus se?orial y verde, con un patio neog¨®tico y una de las galer¨ªas de arte principales, la Lewis Glucksman (4), abierto todo a las visitas. Tambi¨¦n es neog¨®tica la catedral de San Finbar (5), de aire franc¨¦s, construcci¨®n ampulosa que casi arruina al municipio. San Finbar (fin barre, pelo rojo) fue el monje que fund¨® la ciudad en el siglo VII. Como curiosidad, en el tejado del ¨¢bside hay un ¨¢ngel dorado, muy querido y muy temido: dice la leyenda que anunciar¨¢ el d¨ªa del Juicio Final haciendo sonar su trompeta. No queda lejos el Fuerte de Cork (Elizabeth Fort) (6), muy maltratado por las guerras, pero cuyo camino de ronda sobre la muralla ofrece las mejores vistas de la ciudad. Hay que cruzar el brazo sur del r¨ªo para llegar de nuevo al brazo principal, en cuya margen se construy¨® en 1724 la antigua aduana, que ahora aloja el principal museo local, la Crawford Art Gallery (7), con obra de artistas irlandeses de los siglos XIX y XX.
12.00 Cerveza y mantel
Estamos a un paso de la Franciscan Well Brewery (8), f¨¢brica de cerveza en un antiguo convento cuya fama se deb¨ªa a un pozo de agua milagrosa. Tres son sus cervezas m¨¢s famosas: Barney blonde, Rebel red y Shandon stout. Pero se pueden probar, por supuesto, otros muchos tipos (lager, ale, stout, de trigo) y picar algo. Aunque si queremos comer podemos dirigirnos tambi¨¦n al English Market (9), un mercado de 1788 reci¨¦n renovado y convertido en precioso escaparate gourmet de quesos artesanos, pescado ahumado, chocolates finos y dem¨¢s vituallas, claro. All¨ª se puede comer (o intentarlo) en su c¨¦lebre Farmgate Cafe. Si no hay sitio, dos restaurantes de moda ofrecen cocina moderna y sofisticada, Cafe Paradiso (10) (16 Lancaster Quay; tiene adem¨¢s habitaciones de dise?o) y Market Lane (5 Oliver Plunkett St.); Quay Co-op (11) (24 Sullivan¡¯s Quay) es la opci¨®n verde, con tienda incluida.
14.00 Cita con el mar
En el estuario del Lee, muy cerquita de Cork, la antigua estaci¨®n balnearia de Cobh brinda una postal marina y dulce, como de postre: el pueblito de colores, dominado por la catedral neog¨®tica, se refleja en una d¨¢rsena ocupada por barcas de pescadores que est¨¢n como de atrezo. Es un lugar importante y tr¨¢gico, pese a la apariencia. De aqu¨ª partieron casi todos los irlandeses que emigraron a Am¨¦rica en el siglo XIX y principios del XX. Hasta la d¨¦cada de 1960 hac¨ªan escala los grandes transatl¨¢nticos. Y luego est¨¢ el recuerdo de dos c¨¦lebres naufragios. El 11 de abril de 1912 hizo aqu¨ª la ¨²nica escala de su ¨²nica y fatal traves¨ªa el Titanic. En las antiguas oficinas de la White Star Line (12) se puede revivir aquella historia con la Titanic Experience, que incluye reproducciones de los camarotes, ricos y pobres, y otros detalles del buque. Enfrente de este edificio, un solemne monumento recuerda otro naufragio, el del Lusitania, torpedeado por los alemanes en 1915; muchas de las 1.500 v¨ªctimas fueron tra¨ªdas y enterradas en Cobh.
18.00 La hora del ¡®pub¡¯
Si no est¨¢ el tiempo como para sentarse en las terrazas de St. Patrick¡¯s Street (13), la arteria principal y en buena parte peatonal, habr¨¢ que refugiarse en los pubs. Hay tantos en Cork que se ha fijado una ruta oficial. Solo por destacar alguno: el Mutton Lane Inn (14) (Mutton Lane) es de los m¨¢s antiguos y cl¨¢sicos; en The Oval (15) (South Main Street) no faltan el cuero y la chimenea encendida; y en Crane Lane Theatre (Phoenix Street) y Sin ? (8 Coburg Street) hay m¨²sica en vivo todos los d¨ªas. Dos teatros, diferentes y complementarios, pueden interesar a los for¨¢neos: el Everyman Palace?(16) es una bombonera de fantas¨ªa donde no solo se representa teatro, tambi¨¦n musicales; el Granary en cambio es pura vanguardia teatral. La ?pera (17), un elegante edificio de cristal junto al r¨ªo, es un espacio multiuso, igual ofrece ¨®peras de repertorio que musicales, recitales de cantantes pop o grupos modernos. Sin complejos. Estamos en Cork.
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