Una Menorca ancestral
Del cabo de Cavalleria al paisaje lunar entre la playa de Binimel¡¤l¨¤ y Cala Pregonda, una excursi¨®n bordeando el Mediterr¨¢neo
Ayer estuve en la Luna. Sin salir de la Tierra. Esculpida por los feroces vientos de la tramontana y nacida de los movimientos geol¨®gicos m¨¢s primitivos, la costa norte de Menorca ¡ªsobre todo en el tramo que va de Binimel¡¤l¨¤ a Cala Pregonda¡ª hace pensar a quien la visita que ha abandonado por unos instantes la superficie de nuestro planeta.
El recorrido empez¨® en el cabo de Cavalleria. La primavera en Menorca hace explotar la vegetaci¨®n m¨¢s exuberante. El verde rabioso cubre la superficie de un territorio conservado como pocos: en 1993 la isla fue declarada reserva de la biosfera, lo que implica que casi la mitad de su territorio es zona protegida y que el resto ¡ªincluidos los n¨²cleos urbanos¡ª debe cumplir con celosas medidas de cuidado y conservaci¨®n de los recursos naturales y del patrimonio hist¨®rico y cultural que atesora.
Tal vez es por eso que Menorca parece detenida en el tiempo. Saliendo de Ma¨® por el Cam¨ª d¡¯en Kane, recorremos los escasos kil¨®metros que conducen hasta Es Mercadal. El Cam¨ª d¡¯en Kane fue una de las primeras rutas de la isla. Recibe su nombre de sir Richard Kane, un militar irland¨¦s que ejerci¨® de gobernador durante la ocupaci¨®n inglesa del siglo XVIII y que desarroll¨® la primera red de carreteras que comunicaba las diferentes localidades. Conservado como en los tiempos en que fue construido, con un espacio de calzada que apenas permite el encuentro de dos veh¨ªculos, fuerza al conductor a adoptar los h¨¢bitos de una ¨¦poca pret¨¦rita, en la que la velocidad de desplazamiento permit¨ªa ir observando las aves y las flores, y que volv¨ªa casi obligado el saludo a los pasajeros del coche que pasase en direcci¨®n opuesta.
Sonido de piedras
Imbuidos de aquella atm¨®sfera de anta?o, dejamos Es Mercadal para tomar uno de los cientos de caminos rurales que recorren la geograf¨ªa menorquina. El arte de edificar los muros de piedra que los enmarcan es tan ancestral como la propia isla. No hay ning¨²n aglutinante que los mantenga en pie salvo la gravedad. Una vez escuch¨¦ decir a un paredador ¡ªas¨ª se llama a los hombres que los construyen¡ª que el suyo es un oficio que se desempe?a con el o¨ªdo: no hay que buscar la forma ni el peso de la siguiente piedra, sino escuchar el golpe que hace al encajar con sus compa?eras. Solo de ese modo se sabe que se ha dado con la correcta. As¨ª, uno a uno, se van levantando los lindes que no solo demarcan las parcelas, sino que protegen del rudo viento del norte a los cultivos y a los animales. Se ha calculado que hay m¨¢s de 11 millones de metros de pared seca a lo largo del territorio, una distancia que permitir¨ªa unir Ciutadella con Santiago de Chile.
En los alrededores del faro de Cavalleria descubrimos el trabajo que el viento ha hecho en la roca. Elevado a 96 metros sobre el nivel del mar, es el faro m¨¢s antiguo de la isla. M¨¢s de 700 naufragios tuvieron lugar en la zona desde el siglo XVI y hasta que el faro se erigi¨® en 1857. Todo el norte de Menorca es testigo de las formas que los fuertes vientos esculpen en su fisonom¨ªa. La vegetaci¨®n peinada a ras de suelo y el dram¨¢tico paisaje de acantilados cortados a cuchillo hacen pensar a ratos que nos encontramos en alg¨²n punto de las Tierras Altas de Escocia y no en una isla en medio del Mediterr¨¢neo. Parada obligada camino del faro es el peque?o puerto de Sanitja, enclavado al final de una bah¨ªa natural que se adentra 800 metros en tierra, y donde se supone que estuvo ubicada la ciudad romana de Sanisera. Unos 10 o 12 la¨²ds se encuentran amarrados a un par de precarios muelles de madera componiendo una estampa de lo m¨¢s aut¨¦ntica.
Cala Morts
Dejamos el faro y volvemos a los caminos de campi?a, esta vez en direcci¨®n a Cala Pregonda (una media hora a pie). Aparcamos el coche en el estacionamiento y bajamos andando hasta la playa de Binimel¡¤l¨¤. Los tintes de la tierra ya empiezan a sugerir tonalidades a las que no estamos acostumbrados, pero no es sino hasta enfilar el sendero que une esta playa con la que nos convoca que nos encontramos con el paisaje lunar: gres y arcillas rojizas se mezclan con rocas volc¨¢nicas y con el amarillo inusualmente intenso del mar¨¦s. Parece que la combinaci¨®n es el resultado de movimientos tect¨®nicos tan antiguos que pueden ubicarse en el nacimiento de lo que hoy conocemos como Menorca, cuando esta emergi¨® del mar como parte del supercontinente originario denominado Pangea. Un amigo pastelero me dijo que ver las capas geol¨®gicas es como ver el interior de un pastel: diferentes niveles de enfriamiento que han dado lugar a las diferentes secciones, como el fr¨ªo y el calor moldean las distintas capas de una tarta. Es sin duda uno de los paisajes m¨¢s originales que hayamos contemplado nunca. Curiosamente, y al ser un corredor que comunica dos playas conocidas, poca gente se detiene a observarlo.
Gu¨ªa
Entre Ciutadella y el inicio de la ruta en el cabo de Cavalleria hay 40 kil¨®metros (unos 50 minutos en coche) / Cam¨ª de Cavalls (camidecavalls360.com) V Turismo de Menorca (menorca.es) / Oficina de turismo de Baleares (illesbalears.travel).
Nos entretenemos un buen par de horas recorriendo ese planeta que en los mapas aparece con el nombre de Cala Morts. Con la ca¨ªda del sol emprendemos el regreso a la realidad cotidiana a trav¨¦s de los intemporales caminos rurales de Menorca.
Javier Arg¨¹ello es autor de la novela ¡®A prop¨®sito de Majorana¡¯ (Random House).
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