Un ¡®vero?o¡¯ de mar y playa
Sin multitudes en la orilla, con precios m¨¢s asequibles y con una temperatura del agua a¨²n muy agradable, arenales para alargar el verano hasta octubre y m¨¢s all¨¢
Comienza una de las mejores ¨¦pocas playeras del a?o: el fin del verano y el vero?o, con esos d¨ªas calurosos que alegran el principio del oto?o. Las razones para ir a la playa son muchas: desde el f¨¢cil aparcamiento hasta los precios ajustados, desde la bajada de decibelios sobre la arena hasta la presencia de luz hasta el cambio de hora. Y el agua, templada hasta noviembre, al menos en la costa mediterr¨¢nea. ?Hay alguna vacuna m¨¢s eficaz contra el s¨ªndrome posvacacional que una escapada al mar? Iniciamos una ruta costera que salta a Baleares ¡ªmejor con el pron¨®stico del tiempo a favor¡ª y a?ade sugerencias m¨¢s all¨¢ del Mediterr¨¢neo en la costa norte y en Canarias.
1. Canarias acantilada
La Zamora (Fuencaliente, La Palma)
En esta agraciada cala de arena negra se explicitan los pros y los contras de extender la toalla bajo una pared acantilada. Desde 2009, La Zamora Grande tiene la escalinata de acceso cerrada, mientras que en La Zamora Chica se permite negociar sus 85 escalones tras blindarse la pared con una gran malla de alambre galvanizado de triple torsi¨®n. Tomaremos el sol protegidos de eventuales desprendimientos, en una costa ro¨ªda, desmoronada por el oleaje.
El Atl¨¢ntico es traicionero aqu¨ª, especialmente con mal tiempo, y la playa resulta muy rocosa en marea baja. Por el contrario, las puestas de sol son subyugantes tras la guirnalda de islotes llamada Siete Islas. Una parada en el quiosco de pescado fresco puede completar esta jornada marina que, tambi¨¦n desde la mesa, regala paisajes impresionantes. Si acudimos por la tarde evitaremos las aglomeraciones.
2. En la baja Alpujarra
Cala de Cambriles (L¨²jar, Granada)
La Costa Tropical revela a muy pocos sus secretos m¨¢s ocultos. Como este arenal id¨ªlico donde encontrar la paz y el sosiego que se niegan a gran parte de la costa granadina. Lo mejor es dejar el coche aparcado pasado el restaurante Lecr¨ªn, en el sector de la playa de Cambriles correspondiente al t¨¦rmino municipal de L¨²jar. Luego se bordea el acantilado por su base: unos 200 metros pisando roca ¡ªsin necesidad de realizar equilibrios circenses¡ª hasta pasar a la cala de Cambriles (150 por 15 metros son sus medidas), que este mes de septiembre, bien cargada de arena oscura y chino (guijarro) peque?o, resulta toda una aparici¨®n.
Si seguimos a pie un poco m¨¢s, por accesos a¨²n m¨¢s pedregosos (no hay que hacerlo con marejada), damos con Las Playiyas, salpicadas aqu¨ª y all¨¢. Cuanto m¨¢s continuemos hacia levante, encontraremos a menos ba?istas (y con menos ropa). Entre las casas rurales de la zona destacan La Ventera y Valavero.
3. Relumbl¨®n costero
Cala del Senyor Ramon (Santa Cristina d¡¯Aro, Girona)
La del Senyor Ramon es una de las playas (de cala tiene poco) por excelencia de la Costa Brava. Ocupa una situaci¨®n ¨®ptima en una l¨ªnea de litoral no excesivamente hormigonada, que se faldea por la carretera de las 365 curvas, entre Tossa de Mar y Sant Feliu de Gu¨ªxols. Cerrada por acantilados, compite en la iconograf¨ªa gerundense con la arquet¨ªpica caleta de tama?o familiar. Cualquiera que baje a estos preciosos 300 metros de arena dorada y gruesa se convierte en incondicional ba?ista. Del tal Ramon poco se conoce. Que fue propietario de este angosto arenal abierto al Mediterr¨¢neo en el que rara vez falta espacio para hincar la sombrilla, de eso, no cabe la menor duda. Durante estas fechas se acent¨²a su influjo naturista.
En el kil¨®metro 34 de la GI-682 est¨¢ la pista de tierra abierta al tr¨¢fico rodado hasta el 30 de septiembre (7 euros al d¨ªa para aparcar). Cuenta con chiringuito, duchas y lavabos. El 1 de octubre, Pep Rigau cierra el port¨®n de su finca (por la que transcurre el camino), pero se puede bajar a pie: el sendero arranca junto a la explanada situada al borde de la carretera.
4. Salvaje y rec¨®ndita
Chicr¨¦ (N¨ªjar, Almer¨ªa)
No hay mejor modo de sentirse imbuido por el parque natural de Cabo de Gata-N¨ªjar que alejarse del mundo en este escondrijo almeriense. Este lunes, 17 de septiembre, finalizan las restricciones de acceso a las playas situadas al suroeste de San Jos¨¦. As¨ª que podremos dejar el coche junto a la valla met¨¢lica (¨²nica nota dom¨¦stica en aquel agreste paisaje) que impide continuar por la pista ALP-822 hacia el cabo de Gata. De la explanada se baja por una fuerte pendiente ¡ªmejor con buen calzado¡ª a la cala Carb¨®n, emparejada con la de Chicr¨¦.
Poco antes de llegar a la cala Carb¨®n, de cantos rodados ¡ªaparece en la pel¨ªcula El ni?o, de Daniel Monz¨®n¡ª, vislumbraremos la vereda marcada en el terreno que nos dirige a la izquierda, salvando una rambla y un peque?o collado. Chicr¨¦ atrae por su serenidad y por su configuraci¨®n abrigada del poniente con arena y piedrecillas, adem¨¢s de diversos escollos protectores. Resulta tambi¨¦n una playa ideal para los naturistas, que adoran estas costas.
5. A buenas con los vientos
Cala del Aceite (Conil de la Frontera, C¨¢diz)
Se tiene por la mejor y m¨¢s espaciosa cala de cuantas posee Conil. Una concha orientada al Sur que dispone de dos accesos en paralelo: unas escaleras y una rampa (ideal para ba?istas que tengan movilidad reducida). Lo primero que asombra es esa anchura de 70 metros bajo el acantilado, de un rojo que al atardecer vira al granate. Este ecosistema convive de maravilla con los vientos, due?os y se?ores del litoral gaditano: con poniente queda como una lisa balsa de aceite, y cuando sopla el levante, al irrumpir por la orilla, no se levanta arena. Los que acuden con gafas de buceo tienen posibilidad de curiosear entre las rocas.
Al mediod¨ªa y por la tarde se puede presenciar la descarga de pescado en el peque?o puerto colindante. El chiringuito, especializado en arroces, cierra la temporada el 24 de septiembre.
6. Sentirse diminuto
Cala Figuera (Pollen?a, Mallorca)
Es de esas playas que enamoran nada m¨¢s verlas. En el punto kilom¨¦trico 13 de la carretera del cabo Formentor, entre pinos, surge a la izquierda el aparcamiento donde nace el camino a Figuera. Pero lo mejor, antes de bajar por este terreno escarpado, es conducir otros 1,8 kil¨®metros, cruzando un t¨²nel, para observar a vista de p¨¢jaro cala Figuera, encajada en el imponente Cap de Catalunya y los senderos que conducen a ella como cicatrices en el paisaje. En 15 minutos descendemos luego a esta maravilla asociada al snorkel por sus fondos turquesas, transl¨²cidos. A este esplendor descarnado por los vientos y con decisiva vocaci¨®n naturista le sigue una orilla de piedrecillas y entrante balizado que impide el fondeo de molestas embarcaciones.
En la cercana playa de Formentor, que disfruta el hist¨®rico y hom¨®nimo hotel, se encuentran tres restaurantes (el del espig¨®n, en r¨¦gimen de autoservicio). En el tr¨ªo de aparcamientos se cobra por minuto; m¨¢s econ¨®micos conforme nos alejamos del mar.
7. Cara al noreste
Cerrias (Pi¨¦lagos, Cantabria)
M¨¢s all¨¢ de las grandes playas que acreditan el parque natural de las Dunas de Liencres y Costa Quebrada, Liencres tiene rincones muy apetecibles de f¨¢cil acceso ¡ªen el caso de Cerrias, por una escalinata de 15 escalones de hormig¨®n y 30 de madera¡ª que conviene tener presentes, entre otras consideraciones, por su proximidad a Santander.
Cerrias es una anch¨ªsima franja de arena entallada entre vistosas paredes y enclavada en la ensenada de Portio. Frente por frente a la playa de Portio, este arenal est¨¢ orientado al Este, por lo que soporta el viento propio de los d¨ªas soleados. A los ni?os les puede encantar una peque?a excursi¨®n desde la cala al acantilado contiguo, por donde pululan en bajamar caracolillos, estrellas de mar, cangrejos y erizos. Se encuentran incluso f¨®siles, como extra?os vestigios del pasado. Conviene ba?arse durante la pleamar para evitar pisar rocas. La playa no dispone ni de duchas ni de socorrista. Este entorno de Liencres fue urbanizado ilegalmente, y hoy pesa una orden de demolici¨®n sobre 17 viviendas: un caso similar al del almeriense hotel del Algarrobico.
8. La gran piscina urbana
Arenal d¡¯en Castell (Es Mercadal, Menorca)
No solo de playas v¨ªrgenes presume la isla de Menorca. Durante las jornadas ventosas no es preciso salir huyendo de la costa septentrional de Tramuntana rumbo al Migjorn (sur). La concha cerrada del arenal d¡¯en Castell garantiza el mar como un plato y que cubra paulatinamente. Una pasarela de madera de 600 metros invita a disfrutar del sector menos urbanizado. Hay instalaciones para discapacitados y lavapi¨¦s en los extremos de la concha.
Si la tramontana aprieta, resguardarse detr¨¢s del penyal (pe?asco) del lado occidental, en una calita a la que llaman S¡¯Arenalet. En la zona alta, el restaurante Blue Arenal (+34 971 35 82 59) sirve paellas ciegas (con la carne deshuesada y el marisco ya pelado) hasta la segunda quincena de octubre.
9. Bienestar naturista
Quartell Vell (Cabanes, Castell¨®n)
Ahondar en la conciencia ecol¨®gica de la masificada costa castellonense nos lleva al parque natural del Prat de Cabanes-Torreblanca, ejemplo de marjal ribere?o al Mediterr¨¢neo. A la altura del restaurante Casa Tere¡ªkil¨®metro 1004 de la N-340¡ª est¨¢ el acceso: girar luego a la derecha y despu¨¦s a la izquierda.
La playa del Cuartel Viejo, de 3.300 metros de longitud, depara un marco pr¨ªstino de serenidad m¨¢xima, en un cord¨®n litoral de cantos rodados, gravillas y arena donde disfrutar de la r¨ªtmica percusi¨®n de las olas en el rompiente. Y con ba?istas ajenos al textil departiendo, congratul¨¢ndose por la falta de servicios. Las ruinas del cuartel de carabineros, golpeadas por las olas, son testigos de la regresi¨®n costera. Los naturistas m¨¢s ac¨¦rrimos caminan hacia Torreblanca hasta dar con la playa de Cudol¨¤, solo alfombrada por cantos rodados. Hay que contar al final de la tarde con la m¨¢s que probable presencia de mosquitos.
10. Verde entre cabos
Bozo (Vald¨¦s, Asturias)
El cabo Busto, uno de los mejor preservados de la costa cant¨¢brica, ofrece en su flanco occidental todo el atractivo de una playa resguardada del viento nord¨¦s, ese que tanto molesta a los ba?istas. Tomando la salida de la aldea de Busto hacia el faro, a 600 metros de la capilla de San Bartolom¨¦, tomamos el primer camino a la izquierda (sin se?alizar) por una vaguada que muere en un dep¨®sito de grijos (piedrecillas) color gris claro, tan caracter¨ªsticos del paisaje protegido de Entrecabos. Apenas hay espacio para una docena de coches.
El mar se complace en un ba?o profundo y sereno a lo largo de 270 metros, cerrado en uno de sus extremos por una cueva id¨®nea para resguardarse de chaparrones. En pleamar, desde el escollo El Pened¨®n, en plena rompiente, se zambullen los ni?os como si de un trampol¨ªn se tratase. No olvidar subir luego con el coche hasta el mirador del Tiro para fotografiar Bozo a placer, enmarcada entre cantiles tapizados por mara?as en las que alternan tojos y helechos. Es buena idea bordear a pie el resto del cabo por la senda costera antes de rendirse a los placeres de la pasteler¨ªa Cabo Busto. Luego se puede regresar al Tiro para esperar, en grupos cada vez mayores, el momento m¨¢gico del ocaso.
11. M¨¢gica pleamar
Calet¨®n Blanco (Har¨ªa, Lanzarote)
La anatom¨ªa de la cala se integra en el malpa¨ªs que escupi¨® el volc¨¢n de La Corona. Pero no es en su quietud ni en la transparencia de sus cielos, se?alados por el roque del Este, donde reside el mayor encanto de este calet¨®n. Cual piscinas naturales, merced a la barrera que la protege de las sacudidas del Atl¨¢ntico, los charcones de aguas di¨¢fanas que se forman en pleamar funden las tonalidades de oscuros roquedales bas¨¢lticos, arena y mar. Encontraremos el acceso poco antes de llegar a ?rzola, en el punto kilom¨¦trico 31,800, tras un tramo de carretera de extrema belleza. Las calmas de septiembre y octubre ayudan a disfrutar de este paraje tan bello como desguarnecido.
12. Arena de seda natural
Lagos (Bueu, Pontevedra)
Encima de la r¨ªa de Ald¨¢n e incluida dentro de la catalogaci¨®n del cabo Udra como Red Natura 2000, surge esta playa de arena fin¨ªsima que se escurre entre los dedos y escapa bajo los pies. Adem¨¢s, est¨¢n las formaciones pedregosas que provocan emociones est¨¦ticas y que tanto juego dan en las R¨ªas Baixas. En esta ¨¦poca es f¨¢cil aparcar y encontrar sitio en sus 150 metros de longitud, sin perder de vista las islas de Onza y Ons. Muchos practican el snorkel hasta que el sol se deja caer por el horizonte, otro momentazo. Tambi¨¦n los hay que prefieren recorrer el cabo Udra siguiendo el Roteiro Ecoloxico do Morrazo, el sendero GR-59. La casa rural Casa Videira tiene la gran ventaja de contar con 14 habitaciones.
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