Siete rutas para saborear Francia
De Normand¨ªa y sus queser¨ªas a los pueblos y los vinos de Beaujolais, regiones imprescindibles para los amantes de gastronom¨ªa en el pa¨ªs vecino
De este a oeste y de norte a sur, Francia ofrece deliciosas rutas gastron¨®micas en las que dejarse llevar por aromas, sabores y texturas. Hay quien recorre el pa¨ªs solo para conocer un restaurante famoso, un ingrediente c¨¦lebre por su calidad o a un chef destcado en la imprescindible gu¨ªa Michelin. Carretera y mantel por algunos de los rincones gourmet de la geograf¨ªa francesa.
1. La ruta de los quesos en Normand¨ªa
El fromage es el hilo conductor de este recorrido por el norte franc¨¦s, invitando a saborear algunos de los mejores quesos del pa¨ªs, y comenzando por el de Camenbert. Cremoso y famoso internacionalmente, procede sin embargo de un pueblecito de Normand¨ªa humilde y pintoresco, con casas de entramado de madera. Se puede aprender a degustarlo en un circuito guiado por la granja Pr¨¦sident, de principios del siglo XIX y restaurada por los principales productores de estos quesos en la regi¨®n.
Otra opci¨®n es visitar el peque?o Mus¨¦e du Camembert, en Vimoutiers, que ofrece mucha informaci¨®n sobre la historia y la cultura de este queso, y seguir degustando deliciosas elaboraciones en Livarot, que aunque no tiene la fama internacional de Camembert s¨ª es un pueblo conocido en Francia. Aqu¨ª se puede hacer quiz¨¢ el mejor circuito organizado sobre quesos de Normand¨ªa, en la Village Fromager, con una exposici¨®n multimedia que permite conocer c¨®mo se elaboran las especialidades Libranot, Camembert y Pont-l¨¦v¨ºque.
La degustaci¨®n enol¨®gica correspondiente se puede hacer en St. Pierre sur Dives, donde se encuentra la famosa bodega Les Arpents du Soleil, que lleva elaborando vino desde la ¨¦poca medieval, como blancos secos y un afrutado pinot noir de sabor a roble. En Pont l¡¯?veque encontraremos queser¨ªas tambi¨¦n con tradici¨®n medieval, adem¨¢s de un pueblo bien reconstruido. Y, muy cerca, en la Distillerie Christian Drouin podremos degustar la exquisita sidra normanda y el calvados (t¨ªpico aguardiente de la zona).
Restan dos joyas normandas y un mercado imprescindible. La primera parada es Honfleur, uno de los pueblos costeros con m¨¢s encanto de la regi¨®n, y, muy cerca, Neufch?tel-en-Bray, conocida por su queso en forma de coraz¨®n que podremos comprar en el mercado semanal de los s¨¢bados por la ma?ana. El segundo imprescindible es la localidad de Ruan ¨Cdonde juzgaron por herej¨ªa a Juana de Arco¨C, su precioso y restaurado barrio medieval, as¨ª como la impresionante catedral g¨®tica, objeto de una famosa serie de cuadros de Monet.
2. Por las bodegas de Champa?a
En la regi¨®n que da nombre a la bebida francesa m¨¢s c¨¦lebre se encuentran algunas de las bodegas m¨¢s famosas del mundo ¨CMumm, Dom P¨¦rignon, Mo?t et Chandon¨C, en las que se pueden catar sus finas burbujas entre laderas cuajadas de vi?as. La ruta por Champa?a arranca en la majestuosa ciudad de Reims, una de sus capitales, donde encontraremos referencias de tanto renombre como Mumm, la ¨²nica maison situada en el centro de la ciudad, fundada en 1827, y tercer productor mundial de champ¨¢n. Ofrece visitas guiadas por sus enormes bodegas, que acumulan hasta 25 millones de botellas. Y no hay que irse de Reims sin probar las famosas biscuits roses (galletas rosas) de Wa?da, una pasteler¨ªa a la antigua especializada en este dulce tradicional que acompa?a al champ¨¢n.
El camino sigue hacia el sur, entre vi?edos, y discurre por carreteras secundarias por las que desviarse a pueblecitos pintorescos como Riilly-la-Montagne o Mailly-Campagne, antes de llegar a Verzenay. Por el camino encontramos muchas bodegas que ofrecen degustaci¨®n y buenos enclaves de vistas panor¨¢micas donde detenerse, como Phare de Verzenay, un faro levantado como reclamo publicitario en 1909. Y as¨ª se llega a Verzi, un pueblo con peque?os vi?edos, contrapunto a los grandes productores, y bares encantadores en medio del bosque.
Otra referencia imprescindible es Hautvillers, donde se cuenta que un monje benedictino llamado Dom Pierre P¨¦rignon invent¨® el champ¨¢n a finales del siglo XVI. La tumba del fraile se encuentra frente al altar de la ?glise Abatial que preside este pueblo laber¨ªntico de callejuelas, casas de madera y vi?edos con cercados de piedra. Y por fin llegamos a ?pernay, la pr¨®spera y autoproclamanda capital du champagne, donde se concentran algunas de las bodegas m¨¢s ilustres de la regi¨®n. Bajo sus calles discurren m¨¢s de 110 kil¨®metros de bodegas subterr¨¢neas donde,? seg¨²n dicen, se acumulan unos 200 millones de botellas de champ¨¢n. Aqu¨ª encontramos firmas como Mo?t et Chand¨®n, Mercier y los circuitos guiados m¨¢s ¨ªntimos de Champagne Georges Cartier, cuyo laberinto de pasadizos y cavas fue excavado en la piedra caliza en el siglo XVIII.
Dos extensiones de la ruta al sur de Epernay son Cramant y su botella de champ¨¢n de dos pisos de altura, y el Mus¨¦e de la Vigne et du Vin de Le Mesnilsur-Oger, donde una familia ha reunido una colecci¨®n de maquinaria centenaria utilizada en la elaboraci¨®n de esta bebida.
3. Borgo?a y sus Grands Crus
Al este de Francia, esta regi¨®n asociada a su vino presume de una de las grandes rutas gourmets (y m¨¢s fotog¨¦nicas) del pa¨ªs: la Route des Grands Crus, que visita algunas de las bodegas m¨¢s famosas de Borgo?a y permite catar excelentes vinos en su entorno hist¨®rico, especialmente en primavera y oto?o, las mejores ¨¦pocas para visitarla por los tonos que colorean sus paisajes (y porque hay menos tr¨¢fico que en verano).
Partimos desde Gevrey-Cambertin, un peque?o pero famoso pueblo donde se producen nueve de los 32 grands crus (los vinos de mayor distinci¨®n) de Borgo?a. Un poco m¨¢s al sur, llega otra parada inevitable: el Ch?teau du Clos de Vougeot, considerado como la cuna de los vinos de Borgo?a. El castillo, del siglo XVI, fue en origen propiedad de la cercana abad¨ªa de Citeaux y durante siglos fue usado por los monjes para almacenar material y elaborar sus vinos.
Conduciendo hacia el sur se llega a Villefranche-sur-Sa?ne y Roche de Solutr¨¦, donde merece la pena dedicar un rato a la atractiva Nuits-St-Georges, localidad con una docena de bodegas que elaboran (y venden) excelentes tintos y blancos, y detenerse en el impecable museo interactivo L¡¯Imaginarium para aprender m¨¢s sobre los vinos de la regi¨®n. Otro pueblo perfecto donde parar es Aloxe-Corton, min¨²sculo y encantador, rodeado de vi?edos y con bodegas por todas partes. Adem¨¢s, se puede visitar el prestigioso Ch?teau Corton-Andr¨¦, con sus magn¨ªficos tejados cl¨¢sicos.
Beaune basa la raz¨®n de su existencia en el vino. A esto se dedica desde hace siglos: a elaborarlo catarlo, venderlo y beberlo. Bajo las calles de su casco antiguo rodeado de murallas de piedra y jardines, millones de botellas evolucionan en oscuras y frescas bodegas, como Patriarche P¨¨re et Fils, la m¨¢s grande de Borgo?a. Para muchos amantes del vino tinto es imprescindible peregrinar hasta el fabuloso Ch?teau de Pommard, con bodegas impresionantes repletas de a?adas antiguas. O hasta el Ch?teau de Mersult, uno de los m¨¢s elegantes de la ruta y con prestigiosos vinos blancos.
Todav¨ªa quedan paradas con sabor a vino, como Saint-Romain y su mirador; el Ch?teau de La Rochepot, con sus torres c¨®nicas y tejados multicolores, y el broche final, Pulligny-Montrachet, famosa por sus cinco extraordinarios grands crus blancos.
4. La Dordo?a en clave gourmet
Esta regi¨®n francesa es famosa por una sofisticada cultura culinaria, pero tambi¨¦n por mantener un aire rural que hace todav¨ªa m¨¢s deliciosa la ruta. Aqu¨ª, adem¨¢s de en restaurantes y centros productores, hay que pararse en los mercados callejeros. Si comenzamos la ruta en Salat-la-Can¨¦da tendremos la oportunidad de participar cada s¨¢bado por la ma?ana en un ca¨®tico mercado callejero donde los granjeros locales exponen su g¨¦nero. Son productos de temporada, como boletus, terrinas de pato, foie-gras, nueces (ingrediente protagonista de muchas recetas tradicionales) e incluso trufas negras. Tambi¨¦n hay mercados nocturnos y especializados en trufas, pero si no coincidimos con ninguno de ellos el mercado cubierto es una apuesta segura para hacerse con todo tipo de productos gourmet. Despu¨¦s no hay que perderse el ascensor panor¨¢mico de la torre de la iglesia de Santa Mar¨ªa para contemplar el pueblo y sus tejados de pizarra. Y en el Moulin de la Tour de Ste-Nathal¨¨ne se puede ver el ¨²ltimo molino de agua en funcionamiento, donde se elaboran aceite de nueces y otros productos derivados de este ingrediente.
En Carsac-Aillac el protagonista es el foie-gras, y muchas granjas de ocas ofrecen visitas con degustaci¨®n. Desde aqu¨ª, una pintoresca carretera sigue el curso del r¨ªo Dordo?a y pasa por pueblos tan encantadores como La Roque Gageac. En St-Cyprien encontraremos otra de las delicatesen de La Dordo?a, la perle noire del P¨¦rigord (trufa negra). Hay empresas familiares que organizan salidas (de diciembre a marzo) para encontrarlas con la ayuda de perros, como Truffi¨¨re de P¨¦chalifour. Y si seguimos rumbo a Mortemart podremos degustar otra delicia local, la carne de jabal¨ª, que aqu¨ª son criados en semilibertad y con una dieta rica en casta?as que proporciona despu¨¦s un sabor muy caracter¨ªstico a las piezas de caza, que se disfrutan en guisos y tambi¨¦n en pat¨¦s y terrines.
Que La Dordo?a atesora tambi¨¦n buenos vinos se puede comprobar en Bergerac, que sin tanta fama como Burdeos y Saint-?milion sigue siendo parada obligada para el turismo enol¨®gico. Muchos vi?edos de Bergerac se abren a visitas, incluidos los del prestigioso Ch?teau de Tiregrand, famoso por sus vinos P¨¦rchamant, y el Ch?teau de Monbazillac, majestuosa fortaleza del siglo XVI cuya bodega est¨¢ especializada en vino blanco dulce.
5. Burdeos: vino, ostras y otras exquisiteces
Burdeos es sin¨®nimo de buenos vinos, pero hay mucho m¨¢s en esta regi¨®n a orillas del Atl¨¢ntico y del estuario de Gironda. Burdeos es una ciudad gastron¨®mica donde se puede comer de forma suntuosa, pero adem¨¢s est¨¢ llena de arte. La mitad de Burdeos est¨¢ protegida por la Unesco (el mayor conjunto urbano declarado patrimonio mundial) y es un aut¨¦ntico placer recorrerlo a pie. Hay caf¨¦s de excepci¨®n, delicioso street food en furgonetas y un buen n¨²mero de restaurantes donde se pueden catar tambi¨¦n buenos vinos.
Los amantes del vino tienen una cita en La Cit¨¦ du Vin, un impresionante edificio contempor¨¢neo de 3.000 metros cuadrados a orillas del Garona que parece un moderno decantador y acoge exposiciones a modo de introducci¨®n al mundo enol¨®gico. En Burdeos tambi¨¦n se encuentra la Winery, un enorme edificio de acero y cristal que es una mezcla de tienda, parque tem¨¢tico y museo del vino, que lo mismo ofrece conciertos o exposiciones de arte contempor¨¢neo como innovadoras catas. La regi¨®n de Burdeos tiene m¨¢s de 5.000 ch?teau, que no son castillos, sino fincas donde se cultivan, se vendimian y se fermentan las uvas para que luego maduren como vino. Casi todos tienen posibilidad de ser visitados.
Pauillac, al noroeste y en la orilla oeste del estuario de Gironda, acoge algunos de los mejores vi?edos de Burdeos. En torno a esta ciudad portuaria est¨¢n las denominaciones de origen Haut-M¨¦doc, Margaux y St-Julien. Esta zona est¨¢ salpicada de extraordinarios ch?teau, como el Margaux, con unas impresionantes bodegas proyectadas por el arquitecto Norman Foster en 2015. Tambi¨¦n es imprescindible un almuerzo en el Caf¨¦ Lavinal, un fabuloso bistr¨® rural en Bages, con una barra de cinc y unos bancos rojos de estilo retro que ofrece magn¨ªficos platos cl¨¢sicos franceses. Y seguimos entre ch?teau en el de Lanessan, que ofrece circuitos guiados por el edificio neocl¨¢sico, los jardines de estilo ingl¨¦s y los establos con comederos de m¨¢rmol (no faltan las catas de vinos al final de la visita). Otra parada en la ruta es la espectacular Citadelle de Blaye, el mejor ejemplo de ciudadela constructiva (siglo XVII, obra de Vauban), que se levant¨® para proteger Burdeos de los ataques navales. Desde 2008 es patrimonio mundial por la Unesco. Aunque probablemente el pueblo m¨¢s atractivo de esta regi¨®n agr¨ªcola es Saint-?milion, con visitas y circuitos guiados de todo tipo y donde disfrutar de una cata a ciega en L'?cole du Vin de St-?milion.
Para tomarse un respiro de tanto vino, nada mejor que acercarse a la costa en la zona de Gujan-Mestras, conocida por sus ostras, que pueden degustarse en los pintorescos puestos de Port de Larros, donde en peque?as chozas de madera se venden las variedades de cultivo local. Y tambi¨¦n en la costa se encuentra Arcachon, objeto de deseo de la burgues¨ªa de Burdeos desde finales del siglo XIV como prueban el famoso Casino de la Plage y las m¨¢s de 300 mansiones de estilos neog¨®tico y colonial de la centenaria Ville d¡¯Hiver.
Para una visi¨®n diferente, se puede hacer un crucero alrededor de l'?le aux Oiseaux, una deshabitada isla de los p¨¢jaros en medio de la bah¨ªa de Arcachon, o visitar la enorme duna de Pilat, la m¨¢s grande de Europa, que crece unos 4,5 metros por a?o y que ya ha engullido muchos ¨¢rboles, un cruce de carreteras e incluso un hotel. All¨ª se encuentra otra curiosa parada: el hotel Co(o)rniche, un pabell¨®n de caza de la d¨¦cada de 1930 transformado por el dise?ador franc¨¦s Philippe Starck en uno de los restaurantes de playa m¨¢s impresionantes del pa¨ªs.
6. Delicias bretonas y normandas
Un recorrido gastron¨®mico por Francia no puede dejar de lado la Breta?a, donde se come bien y sabroso en muchos rincones m¨¢s o menos tur¨ªsticos. De aqu¨ª es una de las mantequillas m¨¢s famosas del pa¨ªs, la del maestro Jean-Yves Bordier, que tiene el Bistro Autour du Berrer, donde se pueden comprar y degustar los mejores quesos, mantequillas y platos locales y de temporada. El bistr¨® ocupa uno de los pocos edificios de Saint-Malo que salieron indemnes de la II Guerra Mundial. Esta ciudad portuaria tambi¨¦n tiene restaurantes excelentes como Le Chalut, que a pesar de su aspecto discreto tiene una estrella Michelin y es famoso por sus productos bretones, como los rodaballos, los r¨®balos de pincho, cangrejos y vieiras.
Cancale, un puerto pesquero id¨ªlico a unos 15 kil¨®metros al este de Saint-Malo, es famoso por sus viveros de ostras, que son las que se consumen por todo el norte de Francia. Es el lugar ideal para degustarlas o compararlas en su mercado diario, en el que los pescadores venden directamente ostras en puestos junto al faro de la Pointe des Crolles. Solo hay que se?alar las que m¨¢s nos gustan, les a?adir¨¢n unas gotas de lim¨®n, y ya est¨¢n listas para comer. Y a menos de 10 kil¨®metros al sur de Cancale, Le Coquillage es el lujoso restaurante del chef Olivier Roellinger, en el impresionante Ch?teau Richeux, donde ofrece unas fant¨¢sticas creaciones que le han hecho ganar tres estrellas Michelin.
Otra parada para paladares finos es Argol, un pueblo que presume de su hist¨®rico recinto parroquial, de 1576, pero tambi¨¦n de su sidra, el vinagre y zumo de manzana. La Maison du Cidre de Bretagne ofrece visitas que abarcan desde el huerto hasta el proceso de producci¨®n e incluyen una cata. Tambi¨¦n imparte cursos introductorios de dos horas sobre la elaboraci¨®n de la sidra.
7. Los pueblos de Beaujolais
Con sus verdes colinas, sus pueblos con encanto y sus vi?edos, la regi¨®n de Beaujolais es un paisaje perfecto para explorar, catar vinos magn¨ªficos y, sobre todo, disfrutar del silencio. La tranquilidad de esta zona del este de Francia se complementa con antiguas iglesias, magn¨ªficas fincas y carreteras locales que serpentean entre colinas.
Si partimos desde Villefranche-sur-Sa?ne, hacia el norte podremos utilizar el vino como hilo conductor. En esta localidad, presidida por una elegante iglesia g¨®tica, encontramos el Espace des Vins de Beaujolais, que puede ser el punto de partida. Rumbo hacia el norte, el fabuloso priorato de Salles-Arbuissonnas-en-Beaujolais, del siglo X, y su contiguo claustro rom¨¢nico nos hablan de la rica historia de esta regi¨®n. En la aldea de Vaux-en-Beaujolais se impone una primera cata de vinos afrutados en la evocadora Cave de Clochemerle, pero sobre todo hay que parar en el Auberge de Clochemerle, un hotel que presume de su restaurante con estrella Michelin, donde el chef Romain Barthe crea elaborados platos regionales.
Una carretera panor¨¢mica lleva hasta el monte Brouilly, coronado por una peque?a capilla y desde donde se contempla una vista de toda la regi¨®n del Beaujolais y el valle del Saona. Otra parada ¨²nica es Beaujeu, capital vin¨ªcola hist¨®rica donde se pueden tomar vinos fant¨¢sticos y tambi¨¦n quesos, mermeladas y embutidos de la regi¨®n.
?Un poco m¨¢s de vino? En la zona tambi¨¦n se pueden probar en Villi¨¦-Morgon, en un imponente y evocador ch?teau del siglo XVII en el centro del pueblo, o en Fleurie, donde los tintos tienen fama de sensuales y se pueden degustar en el Ch?teau du Bourg. Uno de los secretos mejor guardados de Beaujolis es el pueblo de Juli¨¦nas. En su bonito ch?teau del siglo XVI se organizan visitas por sus bodegas, las m¨¢s largas de la regi¨®n. Y en Saint-Amour-Bellevue no hay que perderse el Domaine des Vignes du Paradis-Pascal Durand. Se puede terminar en Fuiss¨¦, un tranquil¨ªsimo pueblo de piedra rodeado de vi?edos famoso por unos prestigiosos blancos. Este pueblo ya no est¨¢ en Beaujolais, sino en la regi¨®n de Borgo?a y es la forma de unir dos experiencias vin¨ªcolas excepcionales.
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