Parador de Lleida, la serenidad que envuelve el claustro

Un plat¨® cinematogr¨¢fico no es m¨¢s que una estructura arquitect¨®nica embutida en otra mucho mayor que la contiene. Tal es la impresi¨®n que uno tiene al aproximarse al claustro original del convento que los dominicos del Roser (o del Rosario) se hicieron construir en 1669. El armaz¨®n en tres plantas arcadas parece inserto en otra caja hueca que produce reverberaci¨®n, solo que en este caso el decorado no es de cart¨®n piedra, sino de los ladrillos que sirvieron para la reconstrucci¨®n del edificio incendiado y saqueado durante la guerra de Sucesi¨®n. Claustro e iglesia acogieron de nuevo a los frailes en 1752, aunque la Desamortizaci¨®n de Mendiz¨¢bal modific¨® su uso casi un siglo despu¨¦s para alojar un centro educativo con biblioteca, archivo, museo arqueol¨®gico, casa de cultura y escuela de bellas artes hasta 2008, a?o en que Paradores inici¨® su reforma para incorporarlo a la red, finalmente en 2017.

Si bien el acceso principal se realiza por Cavallers, hoy calle peatonal del casco hist¨®rico de la ciudad, se puede llegar en coche a trav¨¦s de la calle de La Palma y aparcar en el mismo resguardo interior del parador. Un travelling sin p¨¦rdida permite situarse frente al claustro cubierto y acomodarse en los sof¨¢s que circundan el espectacular centro floral armado con ¨¢nforas y v¨¢stagos, a guisa de los que se ven hoy en los grandes hoteles de Par¨ªs, Londres o Singapur. Un ¨®culo dorado en cada flanco proyecta, como un zoom decorativo, el atrezo de ¨®leos y grabados que forman parte de la colecci¨®n art¨ªstica de Paradores y que ser¨¢ exhibido en rotaci¨®n por las paredes de este distribuidor central junto a unos cartones cedidos por la Real F¨¢brica de Tapices. La exquisitez cautiva esencialmente a la clientela internacional que empieza a frecuentar la ciudad.

Arriba, las 53 habitaciones rotan en torno al claustro con un minimalismo sereno y una confortabilidad asegurada, aunque su cartesianismo ornamental parece algo anticuado. Tambi¨¦n cabr¨ªa esperar un mayor hedonismo en los cuartos de ba?o.

Lo mejor se guarda en la antigua iglesia tardobarroca, coronada de b¨®vedas, arcos, lucanas y una c¨²pula rematada por cuatro escudos representativos de las cuatro provincias catalanas: Lleida, Tarragona, Girona y Barcelona. Entre sus sillares y yeser¨ªas de estilo cl¨¢sico se ordenan las mesas del restaurante, en fase todav¨ªa de afinamiento por parte del chef valenciano Paco Vidal.