Seis aventureras que marcaron el rumbo
De la primera mujer que escal¨® el Everest o la expedici¨®n de tres brit¨¢nicas en?4¡Á4 en los a?os cincuenta, haza?as femeninas que merecen ser contadas
Davies, Sims y Deacock. Tres pioneras
Era el 6 de mayo de 1958 cuando comenzaba la haza?a de Anne Davies, Eve Sims y Antonia Deacock. Ese d¨ªa, estas tres mujeres inglesas recogieron en Francia el todoterreno que las llevar¨ªa por m¨¢s de 10 pa¨ªses en coche (entre ellos, la entonces Rep¨²blica Federal Alemana, Austria, la antigua Yugoslavia, Grecia, Turqu¨ªa, Ir¨¢n, Pakist¨¢n o la India) en una expedici¨®n que dur¨® cinco meses, e incluy¨® aventuras como una ¨²ltima etapa de 500 kil¨®metros a pie en 21 d¨ªas hasta el reino budista de Zanskar. Ten¨ªan 35, 25 y 26 a?os, y ninguna experiencia como expedicionarias, pero llevaban seis meses preparando todo y buscando patrocinadores.
La prensa, sin embargo, se encarg¨® de rebajar su gesta, defini¨¦ndola como la aventura de ¡°unas amas de casa¡±. S¨ª, las tres estaban casadas con monta?eros, pero lo suyo no fue una incursi¨®n aleatoria. Como la propia Anne Davies escribi¨®, su intenci¨®n era ¡°entender la vida de las mujeres y los ni?os de Zanskar; entender lo mejor posible sus condiciones sociales, forma de vida, artesan¨ªa y gastronom¨ªa y hacer una pel¨ªcula sobre la expedici¨®n¡±. Tambi¨¦n estaba en la lista, ¡°si fuera posible¡±, matizaba ella, coronar una cumbre. Y lo consiguieron. Escalaron una virgen en Afganist¨¢n, que rebautizaron como el Pico de las Esposas. Aunque su historia no ocupa en los libros de historia alpina el lugar que posiblemente merece, abrieron las puertas para que el trekking fuera una afici¨®n al alcance de todos. Davies, Sims y Deacock dejaron claro que si ellas pudieron hacerlo a finales de los cincuenta y con zapatillas de lona y pantalones de hombre, la monta?a es accesible para todos.
Carmen de Burgos. La periodista olvidada
Se han hecho pel¨ªculas de vidas bastante menos intensas que la de Carmen de Burgos (1867-1932), considerada la primera periodista profesional en Espa?a. Apodada Colombine para ocultar que quien escrib¨ªa era una mujer, fue una de las reporteras m¨¢s viajadas y talentosas, pero bien pocos lo saben. Quiz¨¢ porque era, adem¨¢s de mujer, molesta, y porque tras la Guerra Civil sus libros fueron prohibidos. Hablaba del sufragio femenino y del divorcio; era corresponsal de guerra, viajaba y lo contaba.
Carmen De Burgos naci¨® en Rodalquilar (Almer¨ªa), donde creci¨® como hija del vicec¨®nsul de Portugal, quien alent¨® su mente viajera y su amor por el pa¨ªs vecino. En 1905, despu¨¦s de pasar por varias Redacciones en Madrid, se march¨® a estudiar con una beca a Francia (Par¨ªs le fascin¨®), Italia y M¨®naco. Los sellos de su pasaporte quedaron reflejados en reportajes y relatos, en novelas y conferencias, e inspiraron los salones literarios que fund¨® a su regreso a Espa?a. Ella, que salpicaba sus cr¨®nicas de adjetivos e historia, era, adem¨¢s de creativa e independiente, una docente nata. Su primer gran libro de viajes fue Por Europa, que tuvo dos vol¨²menes de ensayos. En el primero repas¨® Suiza, Dinamarca, Suecia y Noruega, y el segundo lo inspiraron Alemania, Inglaterra y Portugal. Le sigui¨® Cartas sin destinatario (1912), sobre los Pa¨ªses Bajos. En muchos de estos viajes estuvo acompa?ada de su pareja durante dos d¨¦cadas, Ram¨®n G¨®mez de la Serna, 20 a?os menor que ella. Tambi¨¦n fue novelista y traductora. D¨¦cadas de letras viajeras que bien merecen una incursi¨®n entre sus p¨¢ginas.
Junko Tabei. Una monta?era que rompi¨® moldes
A Junko Tabei (1939-2016) trataron de inculcarle que ten¨ªa que estar sirviendo t¨¦ a su familia y criando ni?os, no escalando picos; que deb¨ªa encontrar un marido universitario y quedarse en casa. Pero lo de esta japonesa eran las monta?as, y las ascendi¨® casi hasta el final de sus d¨ªas. Nacida como Junko Istibashi en la prefectura de Fukushima, logr¨® que un mundo que miraba su metro y medio de estatura y su g¨¦nero con prejuicios reconociera su val¨ªa como alpinista. M¨¢s que eso: hizo historia. Empez¨® escalando todos los grandes picos de Jap¨®n y se convirti¨® en la primera mujer en coronar el Everest. Fue en 1975. Y a lo largo de su vida se hizo tambi¨¦n con las cimas m¨¢s altas de Am¨¦rica del Norte, Sudam¨¦rica, ?frica, Europa, Ocean¨ªa y la Ant¨¢rtida.
Pero su haza?a no era solo una cuesti¨®n individual; consigui¨® que las mujeres amaran la monta?a y reclamasen su espacio en ella. En 1969, a sus 30 a?os, fund¨® el Club de Monta?a para Mujeres Joshi-Tohan. Un a?o despu¨¦s protagoniz¨® el primer ascenso de una expedici¨®n femenina al Annapurna III (7.555 metros), en Nepal. Precisamente en el Himalaya vivi¨® uno de los cap¨ªtulos m¨¢s dram¨¢ticos de su carrera. A 6.300 metros, una avalancha barri¨® a 15 alpinistas japonesas y sus seis gu¨ªas, uno de los cuales rescat¨® a Tabei. Poco despu¨¦s de aquello alcanzaba la cumbre del Everest, a 8.848 metros. Aquel destino se convertir¨ªa m¨¢s adelante en otro de sus caballos de batalla: a sus 61 a?os obtuvo el t¨ªtulo en Ciencias Ambientales movida por la preocupaci¨®n que le causaba el tipo de turismo y la basura acumulada en el llamado techo del mundo.
Aurora Bertrana. De la Polinesia a las c¨¢rceles de Chauen
La historia no siempre es justa con sus protagonistas, o al menos con algunas de las que se aventuraron a vivirla y contarla al mundo. Aurora Bertrana Salazar (1892-1974) demostr¨® que los viajes a territorios m¨¢s remotos consiguen retratar la sociedad, el momento y la historia que los conforman. Nacida en Girona a finales del siglo XIX e hija del escritor modernista Prudenci Bertrana, contravino a las normas desde la infancia, cuando empez¨® a escribir relatos. Le hubiera esperado la costura, no el pensamiento, pero la primera puntada de su historia la hilvan¨® el violonchelo. Con 17 a?os empez¨® en Ginebra los estudios de m¨²sica, pero no aguant¨® mucho. Prefiri¨® fundar la primera orquesta de jazz femenina, con la que recorri¨® los hoteles de los Alpes.
No tard¨® en casarse y marcharse a la Polinesia, lugar que inspira su recopilaci¨®n de relatos Peikea, princesa can¨ªbal. Tambi¨¦n hablar¨¢ de Ocean¨ªa, Martinica, Guadalupe y Panam¨¢ en sus cr¨®nicas de viajes y reportajes en revistas como D¡¯Ac¨ª i d¡¯All¨¤ y en peri¨®dicos como L¡¯Opini¨®. En 1930 publica Paradisos oce¨¤nics. Como reportera, en 1935 viajar¨ªa sola a Marruecos, donde se adentr¨® en harenes, burdeles y c¨¢rceles. Un viaje por Tetu¨¢n, Casablanca y Chauen en el que intent¨® descrifrar el papel de la mujer en la sociedad musulmana, a la que dedic¨® El Marroc sensual i fan¨¤tic. Siempre destac¨® por su mirada feminista, activismo que le acompa?¨® hasta sus ¨²ltimos d¨ªas. No en vano, fue una reconocida conferenciante y pol¨ªtica, entre otros muchos c¨ªrculos, del Lyceum Club Barcelona, club de mujeres que fund¨® en 1931.
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