Homenaje a los trotamundos que construyen sue?os
El fot¨®grafo Manuel Charl¨®n combate el confinamiento con un libro en el que participan 88 cronistas de viajes con relatos sobre la esencia de descubrir mundo
Dice el cronista de viajes estadounidense Tim Cahill, fundador de la revista Outside, que un viaje se mide en amigos, no en kil¨®metros. Eso mismo debi¨® de pensar el fot¨®grafo Manuel Charl¨®n (Santander, 1963) cuando puso en marcha el libro Viajes en confinamiento, un proyecto personal¨ªsimo en el que ha involucrado a casi un centenar de antiguos compa?eros de fatiga en sus m¨²ltiples escapadas por el mundo; plumillas con los que ha compartido durante tres d¨¦cadas incontables horas de aviones, hoteles, comidas y ayunos prolongados en la realizaci¨®n de reportajes para distintas publicaciones, algunas ya desaparecidas.
La idea brot¨® en su cabeza, dice, mientras pon¨ªa orden en casa a su archivo fotogr¨¢fico para aplacar el tedio de los primeros d¨ªas del estado de alarma por el coronavirus. ¡°Pens¨¦ que era una buena manera de combatir el des¨¢nimo generalizado ante una situaci¨®n tan penosa¡±. As¨ª, recopil¨® fotos de viajes pret¨¦ritos y comenz¨® a envi¨¢rselas a esas personas con las que hab¨ªa recorrido paisajes y culturas para que pusieran voz a cada una de las im¨¢genes. La respuesta fue tan entusiasta que, lo que comenz¨® como un hilo nost¨¢lgico en Facebook e Instagram, desemboc¨® en ¡°un homenaje al oficio de contar historias desde lugares remotos por so?adores que deciden compartir sus sue?os¡±. El resultado son 88 daguerrotipos con los que Charl¨®n refleja la personalidad de los autores de los textos, relatos evocadores en los que ¡°cada periodista explora en su interior para contar un viaje real o imaginado¡±. ?l, por su parte, se decant¨® por las im¨¢genes en blanco y negro porque ¡°no busco construir un libro de fotograf¨ªas sino de sentimientos. Y el blanco y negro transmite las emociones mejor que el color¡±. Su intenci¨®n es que la publicaci¨®n est¨¦ lista para la Feria del Libro de Madrid, si finalmente se celebra en oto?o, o para la pr¨®xima edici¨®n de Fitur en 2021. Todo lo recaudado se donar¨¢ a la investigaci¨®n contra la covid-19.
El prop¨®sito inicial de Manuel Charl¨®n era homenajear a la novela que mejor encarna el esp¨ªritu aventurero: La vuelta al mundo en 80 d¨ªas, de Julio Verne. ¡°Pero fui incapaz¡±, admite entre risas. Pero la cifra final de 88 fotograf¨ªas, junto a sus respectivos textos, tambi¨¦n tiene sentido para este veterano fot¨®grafo freelance porque ese fue el a?o en el que lleg¨® a Madrid para trabajar en el ya desaparecido semanario El Globo. ¡°Y el ocho tumbado es el infinito. Y es que los viajes pueden ser infinitos¡±, remata.
Este infatigable trotamundos, que vive a caballo entre Madrid y San Petersburgo, asegura que casi todos los viajes tienen salida y llegada en la literatura. Al menos para aquella generaci¨®n que, como la suya y la de muchos de los que han participado en el proyecto, solo pod¨ªan trasladarse a lugares ex¨®ticos a trav¨¦s de las lecturas de Verne, Salgari o Stevenson, ¡°mientras emprend¨ªan el largo camino de la ciudad a la playa apretujados en un seiscientos sin cinturones de seguridad y cargado hasta los topes de familia y equipaje¡±.
Esa pulsi¨®n literaria queda reflejada en la mayor¨ªa de las cr¨®nicas que acompa?an sus fotos, a excepci¨®n de Carlos Pascual, colaborador de El Viajero, para quien la m¨²sica es un lugar m¨¢s. ¡°Ya antes de saber leer o haber subido al primer tren de mi vida hab¨ªa estado en un mercado persa, hab¨ªa cruzado las estepas del Asia Central con Borodin, hab¨ªa sufrido una tormenta espantosa en el Gran Ca?¨®n junto a Grof¨¦, bailado en los Montes Apalaches jaleado por Aaron Copland y aspirado los pinos de Roma junto a Respighi¡±, escribe Pascual, que tambi¨¦n recupera viejos recuerdos de infancia para apuntalar su pasi¨®n por la m¨²sica cl¨¢sica: ¡°Si rigiera el mercadeo de cromos y chapas de cuando ¨¦ramos chicos, cambiar¨ªa un Ave Verum de Mozart por tres R¨¦quiem de Mozart y dos Pasiones de Bach. En cuanto a ¨®pera, despu¨¦s de Puccini, todo lo que pueda venir son solo mignardises de sobremesa¡±.
Charl¨®n guarda grandes recuerdos de todos los redactores con los que hizo pi?a, pero el primer reportaje siempre deja una huella imborrable en cualquier fotoperiodista. Y ese lo hizo con Gabriel Carre?o P¨¦rez para Le Figaro. Un viaje a los espesos bosques de Laponia tras el rastro de las pepitas de mayor pureza de toda Europa. Buscadores de oro en Tankavaara, se titulaba el art¨ªculo publicado en el peri¨®dico franc¨¦s. Fue el pistoletazo de salida de un fruct¨ªfero t¨¢ndem profesional que les condujo a m¨¢s de veinte destinos repartidos por el globo. ¡°Le envi¨¦ una foto de llaves de hoteles, como referencia simb¨®lica de la cantidad de cerraduras que abrimos despu¨¦s de aquel viaje inici¨¢tico a Finlandia¡±. Y la r¨¦plica de Carre?o fue un emotivo texto en forma de carta de amor a su esposa para espantar la pesadilla del coronavirus. ¡°Volver¨¢s a viajar. Ver¨¢s como s¨ª, mi amor. Porque viajar no es una forma de vida, es vivir. Y volver¨¢s a vivir. A tomar el ferri en Pudeto, a escuchar a Coltrane en directo en el Village, mojarte esperando que llegue tu adorado mart¨ªn pescador, bailar ska junto al South Bank Centre, beber sidra en Petritegi¡¡±.
Si hay un pa¨ªs que conoce bien Charl¨®n, ese es Noruega, donde vivi¨® 14 meses. El pa¨ªs de los fiordos y los paisajes infinitos le ha servido como inspiraci¨®n para plasmar su amistad con Rita Abundancia, periodista gallega con la que coincidi¨® en la revista Elle y ¡°amante del agua y el pirag¨¹ismo¡±. A ella le dedica una espectacular panor¨¢mica brumosa de un fiordo abrazado por majestuosos acantilados, aunque ambos nunca coincidieron all¨ª. La reportera,?colaboradora de El Viajero y SModa, llena el espacio que le brinda su colega con una loa al esp¨ªritu viajero que le hace estar en perpetuo movimiento: ¡°No recuerdo un viaje que no fuera interesante porque para m¨ª trasladarse a un lugar desconocido es algo as¨ª como unas vacaciones de la existencia. Una deja de ser Rita Abundancia y se transforma en otra persona. No se es la misma en las calles de La Habana, al atardecer, cuando los bares se llenan de m¨²sica en directo, que en la isla de Pascua, hipnotizada por los quince moais de Ahu Tongariki. Uno no ve el mundo de igual forma bajando los r¨¢pidos del r¨ªo Mi?o en balsa que paseando junto a los glaciares del Parque de las Torres del Paine, en la Patagonia chilena. Seguramente, la estructura neuronal cambia si uno est¨¢ en una remota playa de las Seychelles o en la Quinta Avenida¡±.
Precisamente una foto de Manhattan, que vista en 2020 causa cierto escalofr¨ªo al despuntar las Torres Gemelas en el horizonte, es el ancla que utiliza Charl¨®n para fijar su v¨ªnculo emocional con el locutor de radio Diego Fuentes, ¡°un enamorado de Nueva York, donde vivi¨® varios a?os¡±. Los dos viajaron juntos a Filipinas y Jordania, pero nunca a Estados Unidos. Fuentes aprovecha la ventana que le abre su colega para hacer una divagaci¨®n c¨®smica del sentido ¨²ltimo de viajar: ¡°Viajamos sin darnos cuenta a 1.600 kil¨®metros por hora acompa?ando a la Tierra en el giro sobre su eje y a m¨¢s de 100.000 kil¨®metros por hora en una nave llamada Tierra en su recorrido alrededor del Sol. Incluso algunas partes de nosotros comenzaron su viaje ya en los inicios del universo, hace 13.800 millones de a?os [¡] La propia vida no es m¨¢s que gran viaje. Y cuando reflexionamos sobre todas esas experiencias, todos esos periplos que hemos hecho, nos damos cuenta de que lo realmente valioso, lo que ha hecho que ese camino haya merecido la pena, han sido las personas con las que hemos compartido el viaje¡±.
A veces las fotos de Charl¨®n representan un anhelo, un deseo no consumado. ¡°Siempre que hablamos de viajes, Jos¨¦ Mart¨ªnez Carrascosa me dice que le encantar¨ªa conocer Vancouver¡±. A este antiguo colaborador de El Mundo, con el que hizo un par de escapadas por la geograf¨ªa espa?ola, le dedica una postal de la ciudad canadiense en la que aparece un ciclista descansando frente al puente colgante de Lions Gate. ¡°Jos¨¦ es un apasionado de la bici, adem¨¢s de un lector entusiasta¡±. Carrascosa da buena cuenta de esto ¨²ltimo con una celebraci¨®n de la lectura, porque, recuerda, antes que viajar fue leer: ¡°Fue Manu Leguineche quien encendi¨® mi pasi¨®n por la literatura de viajes con su obra maestra El camino m¨¢s corto (1979), donde emulaba al Phileas Fogg de Verne dando una vuelta al mundo en ochenta d¨ªas; y despertaba mi cordial envidia por no poder escribir (y viajar) as¨ª. Viajar a lo le¨ªdo. La Lisboa de Pessoa, el Nilo de Agatha Christie, el Nueva York de Paul Auster, la Pamplona de Hemingway, el Par¨ªs de Boris Vian, el Londres victoriano de Sherlock Holmes, el Barrio Chino del Carvalho de Montalb¨¢n... con los a?os he podido visitar algunos de los lugares que primero recorr¨ª negro sobre blanco. Extranjero en todos ellos, por momentos los sent¨ªa como propios, con la extra?a sensaci¨®n del d¨¦j¨¤ vu de algo familiar".
El italiano Cesare Pavese dec¨ªa que no se recuerdan los d¨ªas, se recuerdan los momentos. Y los viajes son eso, una sucesi¨®n de ¡°instantes que se cocinan a fuego lento y horas que se pulen en segundos¡±. As¨ª lo escribe Elisa Pav¨®n, que reflexiona sobre el paso inexorable del tiempo al contemplar la foto de unos relojes de esfera con la que Charl¨®n intenta retratarla como ¡°un torbellino de ideas cuyo ritmo es imposible seguir¡±. Con Pav¨®n comparti¨® experiencias en Latinoam¨¦rica, pero ella ha preferido rememorar un viaje a un pa¨ªs ¨¢rabe, donde se dej¨® llevar por el influjo de los olores, sabores y texturas a su alrededor. ¡°Absorta de im¨¢genes que pasan lento ante mi retina, con la vista confundida por los colores de telas que siento con el tacto y el o¨ªdo y los de cientos de especias que saboreo desde el olfato convertidos en exquisitos platos. El tiempo se me transforma en el disfrute de los cinco sentidos al un¨ªsono, con espont¨¢neos latidos arr¨ªtmicos que confluyen en emociones de un momento¡±.
Muchas veces, lo mejor del viaje es volver a casa. Eso opina tambi¨¦n Charl¨®n, que pese a haber visitado m¨¢s de un centenar de pa¨ªses y haber vivido en sitios tan dispares como las Seychelles o Noruega, cree que nada iguala la c¨¢lida sensaci¨®n de regresar al hogar. Incluso ahora que nuestras casas son tambi¨¦n nuestra frontera porque, como apunta el autor, ¡°viajar es mirar por la ventana y dejar volar la imaginaci¨®n¡±.
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