Gu¨ªa ins¨®lita de Nueva York
Una Gran Manzana inesperada, a veces desaparecida, y poco trillada se despliega en el c¨®mic 'Barrios, bloques y basura', de Julia Wertz
En Manhattan hay una estaci¨®n de tren fantasma. Est¨¢ en el sur de la isla, junto al Ayuntamiento. Fue construida en 1904 y se cerr¨® en 1945. Desde entonces, uno puede verla si, viajando en la l¨ªnea 6, no desciende en la ¨²ltima parada (Brooklyn Bridge-City Hall) y permanece en el vag¨®n mientras el tren da la vuelta. ¡°No est¨¢ recomendado llegar hasta all¨ª explorando las v¨ªas porque hay que ser gilipollas para caminar por las v¨ªas de un metro en funcionamiento¡±. La que habla con una refrescante mezcla de asombro y desparpajo es Julia Wertz, una inquieta ilustradora de San Francisco, de 38 a?os, que vivi¨® entre los 24 y los 34 en Nueva York, sin dinero pero con tiempo. Su libro Barrios, bloques y basura (Errata Naturae) es el resultado de los paseos interminables que dio entre su minipiso en la zona de Greenpoint, en Brooklyn, y Central Park pasando por el Soho, Bowery, Greenwich Village, Union Square o el Upper West Side. ¡°Paseando no ahorras tiempo, pero es la mejor manera de vivir la ciudad. Tambi¨¦n de recordar cu¨¢l es tu lugar en ella¡±.
Cuando Wertz no caminaba 25 kil¨®metros diarios, se sentaba en su s¨®tano sin ba?o a dibujar lo que hab¨ªa visto, a anotar las historias sobre los inventos neoyorquinos que hab¨ªa ido descubriendo ¡ª?el papel higi¨¦nico (el estadounidense Joseph Gayetty es reconocido como el creador del papel higi¨¦nico moderno disponible comercialmente), la tarjeta de cr¨¦dito, la ensalada Waldorf, el Bloody Mary o el Se?or Patata¡ª o a beber whisky a solas y escribir c¨®mics autobiogr¨¢ficos. As¨ª dibuj¨® Whisky & Nueva York o The Infinite Wait and Other Stories hasta que, con el tiempo, comenz¨® a vender sus dibujos de la ciudad a la revista New Yorker y a The New York Times. Tambi¨¦n compuso este libro de ilustraciones que viaja ¡ªm¨¢s a lo hondo que a lo largo¡ª por el pasado y el presente de la Gran Manzana.
El singular c¨®mic de Wertz detiene el tiempo, algo parecido a lo que sucede en el bar Fraunces Tavern, en el 54 de Pearl Street, por la zona del Distrito Financiero. Abierto desde 1762, es el m¨¢s antiguo de Nueva York, muy anterior a la ley seca de 1920, cuando muchos locales serv¨ªan alcohol de tapadillo u ofrec¨ªan ¡°casi cerveza¡±, rebajada con agua. Eso s¨ª, cuando la prohibici¨®n se elimin¨®, los bares brotaron como setas: hoy hay m¨¢s de 2.000, incluidos algunos locales clandestinos como The Back Room (102 Norfolk St.) o Attaboy (134 Eldridge St.), al que se accede llamando a la puerta que reza Taylor M&H Alterations.
Importante: este libro no es una gu¨ªa al uso. No busca lo ¨²ltimo en la ciudad, sino m¨¢s bien lo primero. O lo m¨¢s extra?o. Por eso habla de las barras del McSorley¡¯s ¡ªen la calle Siete del East Village ¡ª o del Old Town ¡ªen la 45 Este, cerca del ic¨®nico edificio Flatiron ¡ª, que est¨¢n entre las centenarias y favoritas. Y de Argosy, fundada en 1925, la librer¨ªa independiente m¨¢s antigua de la ciudad ¡ªen la calle 59 Este ¡ª o McNally Jackson, que imprime sus propios libros ¡ª ; 52 Prince St.¡ª. Dos visitas obligadas para lectores independientes. ?Qu¨¦ ser¨¢ eso? Los que no buscan novedades. El mismo repaso que da a estaciones, bares y librer¨ªas, Wertz lo aplica a quioscos, cines, teatros, panader¨ªas, farmacias y hasta vertederos: la intr¨¦pida ilustradora incluso cuenta c¨®mo llegar al cementerio de barcos de Staten Island.
Del bar y la librer¨ªa m¨¢s antiguos a una estaci¨®n fantasma, el libro es un viaje al pasado y al presente
Barrios, bloques y basura no est¨¢ construido solo con fachadas y nostalgia. Recoge la transformaci¨®n de los r¨®tulos y los carritos que venden pretzels, pero tambi¨¦n la de la red de metro o la limpieza de la ciudad: durante casi todo el siglo XIX, hasta que se cre¨® el departamento de limpieza en 1881, Nueva York fue un vertedero. El libro recupera adem¨¢s historias vitales como la de Matt Marello, un m¨²sico fan del cine independiente que construy¨® el cat¨¢logo de la m¨ªtica tienda Kim¡¯s Video; la de la intr¨¦pida periodista Nellie Bly, que se col¨® en un manicomio para denunciar las s¨®rdidas condiciones de los enfermos y dio la vuelta al mundo en 72 d¨ªas, o la de Madame Restell, la millonaria abortista de la Quinta Avenida en el siglo XIX. Tambi¨¦n descubre cu¨¢l de los locales de Ray¡¯s Pizza es el original (el de Prince Street). E ilustra la locura de los minipisos; desde el proceso de b¨²squeda, los alt¨ªsimos costes y las p¨¦simas condiciones hasta el dibujo de su ba?o fuera del propio apartamento. Puede que sea el precio a pagar si uno quiere quedarse en Nueva York.
Donde Julia Wertz vivi¨® durante una d¨¦cada, en Greenpoint, casi nada ha cambiado en 80 a?os o¡ eso parece: los locales de recambios de autom¨®viles han sido sustituidos por panader¨ªas. Antes los comercios de una calle pertenec¨ªan a un gremio, hoy reina la diversidad y, seguramente, la precariedad. Por eso lo mejor del libro es que va m¨¢s all¨¢ de lo que sabemos o esperamos. ¡°Hasta que no me puse a dibujar Nueva York como una obsesa no la vi realmente¡±. Eso que vio es el paseo en el espacio y en el tiempo que cuenta el libro.
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