P¨ªcnics de color azul marino

Pocas cosas son tan bals¨¢micas en estas coronafechas como detenerse frente al azul marino del mar. Su mera contemplaci¨®n aminora el estr¨¦s, fomenta la creatividad y cura la depresi¨®n, sin contar los arrebatos stendhalianos que propicia. En las costas espa?olas menudean los enclaves donde parar el coche y aislarse, bocadillo en mano. Dejemos que la brisa junto con el salitre y el cromatismo hagan su trabajo en estos cuatro escenarios.

Del faro a la playa

Camari?as (A Coru?a)

Discurrimos por el segmento de litoral m¨¢s ind¨®mito y excelso entre Portugal y Francia, el que se estira a lo largo de unos 13 kil¨®metros entre el faro del cabo Vil¨¢n y el puebl¨ªn, tambi¨¦n camari?ano, de Santa Mari?a. Un universo costero de corte decididamente agreste salpicado de roquedos y arena, entre escollos traicioneros que justifican el apelativo de Costa da Morte. El majestuoso cabo Vil¨¢n da comienzo a una maravillosa pista de tierra que a un kil¨®metro invita a sentarnos en el banco p¨¦treo situado a los pies del monte A Pedrosa para disfrutar a gusto de la mole del faro aproada al sever¨ªsimo Oeste. A lo largo de la pista veremos varias casetas para que cicloturistas y caminantes se resguarden de la lluvia.

Despu¨¦s llegamos al cementerio de los ingleses ahogados en el naufragio del buque escuela brit¨¢nico HMS Serpent en 1890. De aqu¨ª partimos a pie para caminar el arenal de Trece, dotado de un amplio abanico de dunas primarias, secundarias y remontantes que alfombran la abrupta ladera del monte Blanco, hito de las costas espa?olas. Esta ruta forma parte del Cami?o dos Faros , volcado en Google Street View para el disfrute de panor¨¢micas de 360 grados. Para pernoctar en la zona es recomendable el hotel rural Lugar do Cotari?o.

Murcia a vista de p¨¢jaro

Calnegre, Lorca (Murcia)

La bah¨ªa de Mazarr¨®n, al sur de la Regi¨®n de Murcia, entre los cabos Cope y Ti?oso, custodia trozos de litoral inmersos en un entorno salvaje. Son las calas monta?osas de Calnegre, una muestra de las formas que el mar Mediterr¨¢neo puede dar a una l¨ªnea de acantilados semides¨¦rticos, cuyas rocas pizarrosas y cuarcitas pintan las paredes de una coloraci¨®n negruzca. Poco antes de llegar a Puntas de Calnegre ¡ªuno de los poblados m¨¢s remotos del Mediterr¨¢neo peninsular¡ª se abre, a mano derecha, el desv¨ªo al sector de playas v¨ªrgenes de Calnegre. Luego, a unos 500 metros, dejaremos a la izquierda el acceso a una vivienda para tomar justo despu¨¦s la pista que, tras poco m¨¢s de 250 metros, nos deja en un improvisado mirador rectangular sobre la primera cala, la vertebral, la m¨¢s visitada del parque regional de Cabo Cope y Puntas de Calnegre. Uno no se cansa de mirar la arena dorada, el cabrilleo del mar azul jaspeado; el chiringuito El L¨ªos, de buenas carnes y paellas; al fondo, la efigie del cabo Cope, adquirido recientemente por la asociaci¨®n ecologista Anse. Para quienes deseen alargar la estancia, el albergue de Puntas de Calnegre cuenta con nueve habitaciones dobles.

De repente, ?frica

Mirador del Estrecho, Tarifa (C¨¢diz)

Esta atalaya, que obliga a contener el aliento, ofrece panor¨¢micas que han recibido loas superlativas. Es, de hecho, un mirador de la carretera N-340, enclavado a seis kil¨®metros de Tarifa y elevado 340 metros sobre la confluencia de dos colosales masas de agua: la luminosidad cer¨²lea del Mediterr¨¢neo y los azules met¨¢licos, profundos por las altas concentraciones de plancton, del oc¨¦ano Atl¨¢ntico. Desde este balc¨®n de la sierra del Aljibe planea sin estorbo la mirada sobre los carriles de una de las rutas mar¨ªtimas m¨¢s concurridas del mundo (296 barcos diarios), sin contar submarinos y cet¨¢ceos. Apoyados en el pretil, abarcamos dos continentes, dos culturas, separados por un brazo de agua de 15 kil¨®metros de anchura. Encarando ?frica, la mirada transita desde Ceuta hasta el cabo Espartel, pasando por La Mujer Muerta, que es como llaman coloquialmente al monte Musa, la otra Columna de H¨¦rcules junto con Gibraltar. Hay iconograf¨ªa de aerogeneradores y, de noche, sobre la b¨®veda estrellada, los destellos de las luces de T¨¢nger y su macropuerto dibujando una estela luminosa. De lo que poco se habla es de la molesta bruma que suele entorpecer la experiencia, lo que aconseja acudir al mirador del Estrecho los d¨ªas de poniente encalmado.

Por el lomo del cabo

Cabo de San Mart¨ªn, J¨¢vea (Alicante)

El de San Mart¨ªn, o Cap Prim, es el cabo menos conocido de la Comunidad Valenciana, por m¨¢s que resulte f¨¢cil patearlo. Se trata de un suave descenso a pie de un kil¨®metro de extensi¨®n por el sendero CV-98, que llega al promontorio. Tomaremos como punto de partida el mirador de la Cruz del Portitxol, enclavado en el punto kilom¨¦trico 6,9 de la carretera al cabo de La Nao. Los esp¨ªritus m¨ªnimamente sensibles se conmover¨¢n ante los flancos desgarrados por las tormentas que hace sufrir el Mediterr¨¢neo; sus farallones (llamados pallers) son elementos expresivos de primer orden que obligan a espumear y rugir a las olas, mientras las dos microrreservas de flora comparten endemismos con Ibiza. Brezo, espliego, romero y pino blanco decoran el escenario. Una opci¨®n es bajar a la pedregosa cala Sardinera, l¨ªmite sur de la ensenada de J¨¢vea y donde pervive la casa de cuando se calaba el arte de la almadraba. No hace falta obedecer la ruta cardinal; el transe¨²nte puede brujulear entre la mara?a de caminos. Hasta que la senda se vuelve angosta y uno se debate entre el placer de avanzar y la pena de acabar en el mirador, toda vez que est¨¢ prohibido encaramarse a la loma final.