Por el Fuci?o do Porco con cita previa

La bajada a la punta del Fuci?o do Porco, en O Vicedo (Lugo), se concibe como una ruta escalonada hasta el extremo de un promontorio de la r¨ªa de Viveiro. Tal excursi¨®n,?de unos cinco kil¨®metros, ha alcanzado este verano el rango tur¨ªstico que diferencia los destinos naturales masificados, esos que disfrutan del magnetismo medi¨¢tico y a los que hay que regular para evitar su degradaci¨®n. Una limitaci¨®n de aforo que busca tambi¨¦n cumplir los protocolos sanitarios y la distancia social por la pandemia del covid-19.

Del aparcamiento se invierten unos 20 minutos en caminar, bajo sombra de eucaliptos, hasta la zona del control de acceso, enclavada en la cima del acantilado, junto a paneles informativos y bancos circulares. Es el momento de presentar el comprobante de la reserva (sin problemas de cobertura), a partir de cuyo instante empiezan a correr los 45 minutos de plazo estipulado para que 25 personas vayan y regresen por el tan zigzagueante (tal es el desnivel) como pintoresco camino de poco m¨¢s de un metro de anchura. Al cabo del d¨ªa, un m¨¢ximo de 425 personas recorren la punta Socastro, muchas de las cuales abrazar¨¢n encantadas el ecologismo militante.

Conviene aclarar que el Fuci?o do Porco ¡ªMorro de Cerdo en castellano, llamado as¨ª por tener desde el mar cierta similitud con una boca porcina¡ª es el camino del personal de mantenimiento de la baliza luminosa, raz¨®n de que los escalones de cemento, los 400 metros de barandilla y las pasarelas instaladas en los puntos m¨¢s cr¨ªticos sean por cuenta de la Autoridad Portuaria de Ferrol-San Cibrao. Se pide extremar las precauciones los d¨ªas de temporal y un uso responsable del vallado: tocarlo lo menos posible (como medida frente a la covid-19) y jam¨¢s encaramarse a ellas en busca del selfi del verano. Los ni?os, siempre de la mano. Si las rocas aplitas, de origen volc¨¢nico, alternando con el negro ferruginoso, logran una gran belleza crom¨¢tica, casi lo es m¨¢s la playa salvaje de Pereira, inaccesible a pie, vista en picado.

Para quienes se animen a recorrerlo, una pista: es vox populi que el chiringuito-restaurante de la cercana playa de Abrela lo regenta un pescadero de O Vicedo, lo que garantiza materias primas con las que chuparse los dedos, en especial sardinas cant¨¢bricas. Otra sorpresa morrocotuda junto a Abrela es el alojamiento Porto do Val (thecliffsofloiba.com), una rec¨®ndita fabrica de salaz¨®n reconvertida en una casita bien equipada y decorada con obras del artista lucense Otero Regal. Su puerta se encuentra a no m¨¢s de tres metros del mar.