Tres hayedos m¨¢gicos para el oto?o
El Se?or¨ªo de Bertiz, Quinto Real y las arboledas del puerto de Otsondo. Ba?os forestales en el norte de Navarra para disfrutar en soledad de la escenogr¨¢fica ca¨ªda de la hoja
Acostado sobre la ladera del monte Aizkolegi, el parque natural del Se?or¨ªo de Bertiz despliega un profuso lienzo arb¨®reo de robles, casta?os y hayas en la comarca Baztan-Bidasoa, al norte de Navarra. Es uno de los espacios protegidos m¨¢s apreciados de la comunidad foral, pero sin el trasiego de visitantes que registran, por ejemplo, los bosques de las sierras de Urbasa y And¨ªa o la Selva de Irati, el segundo hayedo-abetal m¨¢s grande de Europa tras la Selva Negra alemana, que en 2019 fue el cuarto destino navarro m¨¢s demandado. Sorprende c¨®mo una tarde de agosto, el mes que m¨¢s turistas concentra en Bertiz, apenas se crucen los caminantes en la red de senderos balizados que discurren por esta finca de 2.052 hect¨¢reas. Toda una invitaci¨®n, junto a otras dos solitarias arboledas, Quinto Real y Otsondo, para disfrutar del oto?o, la estaci¨®n m¨¢s fotog¨¦nica en estos parajes.
La atalaya de don Pedro
Los bosques de Bertiz, una frondosa extensi¨®n de robledal atl¨¢ntico, casta?ares, un inmenso hayedo y alisos orillando sus regatas, se convirtieron en paisaje protegido en 1984 como el primer parque natural de Navarra, y actualmente forman parte de la Red Natura 2000. Pero su conservaci¨®n comenz¨® casi un siglo antes, cuando Pedro Ciga y Dorotea Fern¨¢ndez adquirieron la finca en 1898 con un prop¨®sito bien distinto al de sus anteriores propietarios, la familia Oteiza, industriales madereros. Este matrimonio de avanzadas convicciones conservacionistas ¡ªentablaron colaboraci¨®n con sociedades protectoras de animales y plantas?¡ª impuls¨® la recuperaci¨®n del maravilloso entorno natural que contemplamos hoy, desde su acceso en la parte baja del parque, junto al municipio de Oieregi, hasta el palacio de Aizkolegi, un abandonado caser¨®n modernista ubicado en la cima del monte hom¨®nimo, a 842 metros de altura, en cuya azotea don Pedro gustaba de contemplar los circundantes valles de Baztan y Bertizarana. Incluso la costa del golfo de Bizkaia.
La visita comienza cruzando un amplio puente sobre el r¨ªo Baztan, uno de los elementos incorporados por los Ciga-Fern¨¢ndez a principios del siglo pasado, al igual que las fuentes, estanques, p¨¦rgolas y hasta una capilla de estilo modernista que, gracias al matrimonio, transformaron el primitivo jardinzarra ¡ªcon tejos y robles centenarios¡ª en el jard¨ªn hist¨®rico-art¨ªstico actual. En total, 3,5 hect¨¢reas que albergan un gran cat¨¢logo de especies ex¨®ticas tra¨ªdas de otras latitudes, como secuoyas rojas, bamb¨² negro, hibas y ginkgos japoneses o cipreses de los pantanos. A partir de octubre, este espacio bot¨¢nico se puede visitar los fines de semana por libre (entrada 3 euros) o en grupos guiados (6 euros; m¨ªnimo 4 personas, m¨¢ximo 15), e incluye junto a sus paseos de tilos el rehabilitado palacio de Bertiz y el centro de interpretaci¨®n del parque (948 59 24 21), alojado en la antigua casa del servicio.
El acceso al bosque se ubica justo al lado. Un ancho camino asfaltado da paso a una red de senderos de diversa longitud y dificultad (de 3 a 22 kil¨®metros) que, combinados, permiten realizar rutas circulares que se adentran progresivamente en la espesura del se?or¨ªo, recorriendo sus hayedos, casta?ares y robledales. Una de ellas, la senda Iturburua (6 kil¨®metros), proporciona un gran ba?o de bosque durante una sencilla caminata de dos horas. Otra experiencia inmersiva (sin necesidad de caminar tanto) es el Hide, un puesto de observaci¨®n ornitol¨®gica de madera integrado en la espesura del bosque, que permite contemplar y fotografiar la avifauna local a trav¨¦s de ventanales y aberturas sin cristal (5 euros por persona y d¨ªa, con reserva previa).
Hayedo transfronterizo
Quinto Real alfombra parte de los valles pirenaicos de Baztan, Erro, Ester¨ªbar y Alduides, ya en Francia. Esta vasta extensi¨®n de hayedo (unas 2.500 hect¨¢reas), accesible desde la localidad de Eugi, propone una inmersi¨®n forestal de cariz m¨¢s monta?ero. Por ejemplo, desde el collado de Urkiaga, antiguo paso fronterizo, a trav¨¦s de la senda Kintoan Barna, un trazado balizado (con variante para bicicleta de monta?a) que desciende hasta Eugi. Solo el inicio de la marcha, por un boscoso tramo del GR-11, merece la pena. Envueltos por un denso hayedo en pendiente, no es extra?o compartir pasos con los avezados que recorren esta gran senda transpirenaica. El camino vira despu¨¦s hacia el sur, flanqueando las cotas de Zotalar (1.262 metros) e Iramendi (1.203 metros) por un sendero rodeado de hayas hasta el collado de Gurutxaga, para bajar finalmente a Eugi por el antiguo GR-12 y el mirador del monte Amutz.
Lo ideal es disponer de un coche en cada extremo del itinerario ¡ªdeshacer la marcha implica otros 14 kil¨®metros de caminata hacia arriba¡ª, y as¨ª tendremos ocasi¨®n de recorrer la sinuosa carretera que une el pueblo con el paso de Urkiaga, en la que el hayedo se vuelca sobre el asfalto, techando algunos de sus tramos. Hay que conducir con calma, contemplando el retazo de bosque que se abre en cada curva, y haciendo una pausa para contemplar los restos de la Real F¨¢brica de Armas de Eugi, un complejo de 10.000 metros cuadrados dedicado a la producci¨®n de munici¨®n para ca?ones durante la segunda mitad del siglo XVIII. Ubicada en el paraje de Olaberri, todav¨ªa se conserva el armaz¨®n de algunos edificios. Lleg¨® a albergar a 500 personas, que dispon¨ªan de escuela, centro m¨¦dico y capilla.
Tierra de aquelarres y contrabandistas
Si al atravesar el puerto de Otsondo, que une el valle de Baztan con la fronteriza comarca de Xareta (significa tierra arbolada), sentimos unas ganas irrefrenables de zambullirnos en el hayedo que desborda sus cunetas, formando b¨®vedas forestales sobre la carretera, el remedio est¨¢ cerca. Basta con sortear las curvas que conducen hasta el cercano pueblo de Urdax, aparcar el coche frente a su hist¨®rico monasterio ¡ªfundado en el siglo XI como hospital de peregrinos?¡ª, calzarse las botas y ponerse a caminar. Desde esta apacible villa de casas blasonadas y mansiones indianas, pr¨®xima a Zugarramurdi y sus famosas cuevas, parte un sendero circular (8,5 kil¨®metros y dificultad moderada) que asciende hasta el collado de Otsondottiki, donde rodeados de un espeso y hermoso bosque hallaremos las marcas amarillas del Camino de Baztan. Este ramal de la ruta jacobea, que une la francesa Bayona con Pamplona, atraviesa en su tercera etapa estas arboledas de hayas, robles, casta?os y pinos en direcci¨®n al pueblo de Amaiur.
De regreso a Urdax no hay que perderse la cueva de Ikaburu, descubierta por un pastor en 1808. Actualmente se visita en un tour guiado de 40 minutos que, entre efectos de luz y sonido, se adentra en su angosto y espectacular interior de estalactitas y estalagmitas. Forma parte de un importante yacimiento arqueol¨®gico subterr¨¢neo, que incluye los grabados prehist¨®ricos de la cueva de Alkerdi (cerrada por motivos de conservaci¨®n), datados en unos 13.000 a?os de antig¨¹edad.
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