Mallorca, un desconocido para¨ªso gnom¨®nico
La isla balear atesora un millar de relojes solares, muchos de ellos descubiertos por Miguel ?ngel Garc¨ªa Arrando, que ha consagrado los ¨²ltimos 30 a?os de vida a su b¨²squeda
Sic vita fugit. As¨ª pasa la vida. Este aforismo latino que alude a la brevedad de la existencia est¨¢ pintado al fresco sobre la cabecera del reloj de sol que preside desde 1820 la fachada de una suntuosa possessi¨® en Son Boronat, en el municipio mallorqu¨ªn de Calvi¨¤. Y as¨ª pasa la vida para Miguel ?ngel Garc¨ªa Arrando (Barcelona, 1954): recorriendo la geograf¨ªa de la isla balear en la b¨²squeda y catalogaci¨®n de estos ¡°sencillos instrumentos astron¨®micos que durante siglos han proporcionado el mejor sistema de medici¨®n temporal¡±. En 30 a?os de concienzudas pesquisas ¡°para recuperar y preservar esta olvidada parcela del patrimonio cultural¡± se ha convertido en un experto en gnom¨®nica ¡ªla ciencia que estudia los relojes solares¡ª, sacando a la luz y poniendo en valor un total de 968 relojes de distintas ¨¦pocas y estilos. Una detallada cartograf¨ªa solar para cuya confecci¨®n ha pateado, c¨¢mara en mano, plazas y calles de los 53 municipios que componen Mallorca, donde ha logrado el permiso de particulares e instituciones para entrar en m¨¢s de 2.500 edificaciones, desde sencillas casas de campo hasta grandes fincas r¨²sticas, iglesias, conventos o edificios p¨²blicos para ¡°certificar la autenticidad¡± de estos aparatos.
Esta herc¨²lea misi¨®n, que ¨¦l considera inacabada ¡ª¡°siempre hay gente que te pone sobre la pista de nuevos emplazamientos¡±¡ª, cont¨® desde sus inicios ¡°con una peque?a financiaci¨®n¡± del Consell de Mallorca, que al tiempo que recib¨ªa los hallazgos de Garc¨ªa Arrando descubr¨ªa que la isla, adem¨¢s de un para¨ªso de sol y playa, es un fabuloso ed¨¦n de cuadrantes solares, siendo uno de los territorios de Europa, despu¨¦s de C¨²neo, en la regi¨®n italiana del Piamonte, con mayor presencia por kil¨®metro cuadrado. Esta sobreabundancia pudo ser a¨²n mayor en el pasado, pero hasta nuestros d¨ªas solo han llegado, ¡°en un estado relativamente aceptable¡±, aquellos ejemplares que se construyeron a mediados del siglo XVIII, en plena Ilustraci¨®n, ¡°cuando se identificaban como un s¨ªmbolo del conocimiento y el progreso¡±, cuenta Garc¨ªa Arrando. Un esplendor que decay¨® con la implantaci¨®n del actual sistema horario a comienzos del siglo XX, ¡°lo que provoc¨® su inexorable deterioro, dando lugar a la desaparici¨®n de los m¨¢s primitivos y al precario estado de los existentes¡±.
No hay consenso en torno al origen hist¨®rico de los relojes solares, pero s¨ª se sabe que las civilizaciones egipcia y mesopot¨¢mica, gracias a su avanzado conocimiento en matem¨¢ticas y astronom¨ªa, usaron este ancestral sistema de medici¨®n del tiempo para calcular las mejores ¨¦pocas para la siembra y recolecci¨®n de las cosechas en el delta del Nilo y en las riberas del T¨ªgris y el ?ufrates. Probablemente el reloj de sol se introdujo definitivamente en Mallorca gracias al intenso flujo comercial con otros pueblos mediterr¨¢neos como fenicios y griegos, pero lo que es seguro es que durante la dominaci¨®n romana (123 antes de Cristo - 465 d. C.) se construyeron relojes c¨®ncavos similares a los que se han encontrado en otros asentamientos de la Pen¨ªnsula (Rub¨ª, M¨¦rida o C¨¢diz) con el fin de ordenar la vida militar y social de las colonias. Lamentablemente no ha quedado el m¨¢s m¨ªnimo rastro, como tampoco de aquellos levantados por la comunidad cient¨ªfica jud¨ªa que se estableci¨® en la isla durante el siglo XIV y que lleg¨® a confeccionar astrolabios ¡ªartilugios generalmente empleados en la navegaci¨®n mar¨ªtima para determinar la posici¨®n y altura de las estrellas sobre el cielo¡ª y otros instrumentos astron¨®micos por expreso encargo de la corona de Arag¨®n.
El ejemplar m¨¢s antiguo del que se tiene constancia en Mallorca se localiza en el municipio de Art¨¤, en el noreste de la isla. Se construy¨® en 1624. ¡°El estilo o gnomon ¡ªel elemento que hace las veces de aguja y que arroja sombra seg¨²n se va moviendo la Tierra¡ª no es el original, pero su soporte es perfectamente legible pese a la erosi¨®n¡±, explica Garc¨ªa Arrando. La deficiente conservaci¨®n de algunos de los relojes a veces se agrava por ¡°el resultado nefasto de presuntas restauraciones¡±, que han hecho que algunos se hayan estropeado irremediablemente. Ese fue uno de los motivos por los que, junto a Rafel Soler y Juan Serra, otros dos entusiastas como ¨¦l de la gnom¨®nica, Garc¨ªa Arrando comenzara en 2007 a asesorar de manera altruista en las labores de rehabilitaci¨®n, tanto a particulares como a instituciones. Por ahora, ha participado en media docena de intervenciones.
Este experto recomienda tres rutas para descubrir este fr¨¢gil patrimonio amenazado por el olvido. Para observarlo hace falta paciencia y atenci¨®n, ya que la acci¨®n de la intemperie ha hecho que muchos se confundan entre las viejas piedras de los edificios.
Tiempo, vida y muerte en el centro de Palma
Un paseo a pie por el casco hist¨®rico de Palma permite descubrir una rica variedad de estos ingenios. En el p¨®rtico de la plaza de Juan Carlos I, justo enfrente del elegante paseo del Borne, se encuentra un primer ejemplar en piedra caliza del a?o 1900 presidido por un gran Sol central. Casi nadie repara en ¨¦l, ya que su elevado emplazamiento dificulta apreciar su belleza. Muy cerca est¨¢ la iglesia de San Nicol¨¢s. En uno de sus laterales, otro reloj se?ala desde 1750 las horas de la ma?ana, que es cuando el Sol se refleja en esa parte del templo. Su cuadril¨¢tero tiene desprendimientos en los bordes, cosa que no ocurre con el que preside el front¨®n de la iglesia de San Francisco, en el barrio de La Calatrava, bautizado como el reloj de los marineros. Si volvemos nuestros pasos hacia la plaza Mayor, el n¨²mero 1 de la calle de la Bosseria exhibe en su fachada un reloj de excelente esgrafiado y un estilo con doble apoyo. Su c¨¦ntrica situaci¨®n, entre dos balcones superiores, hace que no pase inadvertido desde que se instal¨® en 1888. En la vecina plaza de Santa Eulalia, una de las m¨¢s antiguas de la ciudad, un elaborado conjunto escult¨®rico representa el tiempo, la vida y la muerte, aunque el reloj es de dif¨ªcil observaci¨®n porque, al igual que el que da inicio a esta ruta, se encuentra muy elevado.
Si tomamos la angosta calle de Portella en direcci¨®n al mar, en su n¨²mero 8 irrumpe, sustentado por un ¨¢ngel de enormes dimensiones, un peque?o reloj de forma el¨ªptica que funciona desde comienzos del siglo XX ¨²nicamente tres horas al d¨ªa debido a que la estrechez de la v¨ªa impide que entre m¨¢s luz. A pocos metros de ese lugar, en la clastra o patio central del palacio episcopal se encuentra una combinaci¨®n de escudo nobiliario y reloj de sol profusamente ornamentado, fechado en 1734 pero restaurado en 1998. Se trata de un reloj vertical orientado a poniente, en el que se aprecia el desprendimiento de material provocado por la oxidaci¨®n del estilo. En otro muro del mismo patio se puede apreciar un segundo ejemplar de 1750.
Ortos y ocasos en el paseo mar¨ªtimo
Una vez all¨ª, estamos cerca del paseo mar¨ªtimo, inicio de otro itinerario para descubrir relojes de construcci¨®n m¨¢s reciente que sacan el m¨¢ximo provecho a la luminosidad de la bah¨ªa de Palma. Uno de los m¨¢s curiosos es el que reposa en el parque del Mar, junto al edificio de la aduana mar¨ªtima. Se trata de un reloj analem¨¢tico; es decir, en lugar de un gnomon, emplea la sombra proyectada por quien lo contempla para marcar las horas. Una placa en su base explica el funcionamiento. Un poco m¨¢s all¨¢, en el muelle viejo, en el Camino de la Escollera que se adentra en el Mediterr¨¢neo, un complejo reloj ecuatorial cil¨ªndrico refleja sobre el hormig¨®n la hora solar y tambi¨¦n la de tiempo medio (la oficial). Hay que acercarse a la zona del Audit¨®rium, m¨¢s al oeste, para encontrar uno inspirado en los primitivos scaphes griegos, pero con un gnomon paralelo al eje terrestre. Se levant¨® en la d¨¦cada de los ochenta del pasado siglo, en el mismo periodo que los dos ejemplares de factura m¨¢s cl¨¢sica que irrumpen en la explanada ajardinada del secadero de redes, en el paseo de Sagrera. De t¨¦cnica muy precisa, cuentan con l¨ªneas horarias cada cinco minutos, calendario zodiacal y horas de ortos y ocasos.
Esta ruta puede completarse con la visita al antiguo pueblo pesquero de Portitxol, a las afueras de la ciudad, donde hay un conjunto de cuatro relojes orientados a cada punto cardinal, o el ubicado en el muelle de Pelaires, un original reloj de dos caras: la superior funciona en primavera y verano, y la inferior, en oto?o e invierno.
Secretos del Migjorn
Despu¨¦s de Palma, con 112 relojes, Llucmajor y Felanitx, ambos en la comarca del Migjorn, son los pueblos con una mayor poblaci¨®n de estos ingenios. En Llucmajor, varios est¨¢n datados entre 1766 y 1788, y en ellos se aprecian los rasgos de un mismo autor. Algo parecido sucede en Felanitx, donde un conocido gnomista del siglo XVIII realiz¨® numerosos encargos en la villa y en poblaciones vecinas. Y es que tres cuartas partes del casi millar de relojes catalogados en Mallorca se encuentran en las cl¨¢sicas possessions o en las innumerables casas de campo de la isla, donde siempre gozaron de ubicaciones en sitios visibles y soleados. En uno de ellos a¨²n se puede leer en catal¨¢n: Hores passen, obres resten. Las horas pasan, las obras quedan.
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