La Hermandad de Villalba, tranquilidad en la Tierra de Barros extreme?a

Antes que los hoteles, el primer escal¨®n del renacer del turismo tras la pandemia ser¨¢n los apartamentos tur¨ªsticos y las casas rurales. Su configuraci¨®n habitacional, la oxigenaci¨®n de los espacios y una localizaci¨®n a distancia de los grandes n¨²cleos de poblaci¨®n los hacen m¨¢s atractivos a los viajeros necesitados de desconfinamiento. Como una vivienda de espl¨¦ndida factura que perteneci¨® desde el siglo XVII a una familia de hidalgos en la soledad de la comarca de la Tierra de Barros, donde el vi?edo, el olivar y los alfares modelan uno de los paisajes m¨¢s distinguidos de la dehesa extreme?a.

Hasta aqu¨ª los arquitectos madrile?os Cristina Dom¨ªnguez Lucas y Fernando Hern¨¢ndez-Gil se escaparon a rehabilitar en 2018 esta mansi¨®n que sirvi¨® de sede en 1946 a la Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos de Villalba. De ah¨ª su nombre (La Hermandad de Villalba). La intervenci¨®n ha dejado intacta la fachada barroca y su front¨®n semicircular, con las iniciales del Ave Mar¨ªa labradas en el dintel de m¨¢rmol y un balc¨®n de forja que rubrica su pasado nobiliario. Tambi¨¦n se han abierto espacios en sus cruj¨ªas interiores que agrandan la perspectiva hacia el patio. Cautiva a los ojos el pavimento, de barro cocido por los alfareros de la comarca. Y la hosquedad de los muros, protegidos por cenefas de azulejos igualmente artesanales. Pero mucho m¨¢s impresiona la sucesi¨®n de arcos y b¨®vedas encaladas con molduras decorativas vegetales.

Lucas y Hern¨¢ndez-Gil no han querido mayores exhibiciones en una casa que hace de la austeridad silencio e introspecci¨®n personal. Sus tres ¨²nicas habitaciones se alquilan al completo, de modo que sus ocupantes deben merecerse confianza. Arriba, en el antiguo sobrao (el almac¨¦n de la matanza), se distribuyen una suite con ba?o propio y otras dos mezas con ba?o a compartir.

Abajo se encuentran el comedor, una cocina con z¨®calo de baldosas esmaltadas en rojo cobrizo, el sal¨®n de estar y, claro, un zagu¨¢n como los de antes.

Ya en primavera empieza a apetecer darse un chapuz¨®n en la alberca de agua salada que acoge el fondo del patio, frente a una hornacina y una ventana con persiana enrollable de ca?a. Aunque la mayor sorpresa de la estancia espera otra vez de puertas adentro: un frigor¨ªfico repleto de cosas deliciosas para desayunar.