Visitas atractivas y buen comer en la Breta?a
Ostras, crepes y mantequillas est¨¢n en la carta de delicias bretonas. Entre Saint-Malo y el Monte Saint-Michel, coquetos pueblos donde probarlas
Los amantes del buen vivir tienen muchas razones para caer rendidos ante los encantos de Breta?a. Ubicada en la punta occidental de Francia, la regi¨®n presenta numerosos pueblos a orillas del mar que han conservado toda la magia de la belle ¨¦poque y donde se disfruta de algunos de los mejores platos de la gastronom¨ªa francesa. Breta?a es conocida como el pa¨ªs de la sidra, los mariscos, crepes y mantequillas. Esta ruta se centra en el departamento de Ille-et-Vilaine, donde se encuentran pueblos con reconocidas especialidades culinarias y lugares de culto para probarlas.
Una de las ciudades m¨¢s conocidas de la zona es Saint-Malo. Este lugar de aspecto medieval fue nido de corsarios durante los siglos XV y XVI, convirti¨¦ndose en un puerto mercantil de renombre. Durante la II Guerra Mundial qued¨® destruido, pero por suerte fue reconstruido tal y como era, y hoy es una visita bien atractiva. Presenta una combinaci¨®n perfecta de ciudad antigua con aires modernos, con numerosos restaurantes y tiendas. Sobrecogen las vistas espectaculares desde sus murallas, tanto al mar como al r¨ªo Rance. En su casco antiguo est¨¢ La Maison du Beurre, donde destacan sus mantequillas perfumadas con algas, con trigo sarraceno e incluso con frambuesas, todas elaboradas de forma artesanal. Su propietario, Jean-Yves Bordier, es nieto de fabricantes de mantequilla y queso. Manteniendo la tradici¨®n, recuper¨® un m¨¦todo ya empleado en el siglo XIX que perfeccion¨® con el tiempo, elaborando uno de los productos m¨¢s conocidos del pa¨ªs. La mantequilla salada es una de las especialidades de la comida bretona, utilizada en muchos de sus platos, servida cruda como aperitivo o de postre. Nadie puede dejar Breta?a sin probar la tarta kouign amann, elaborada con harina de trigo, mantequilla y az¨²car.
La mantequilla es fundamental para cocinar las crepes y galettes de Breta?a. En Francia se llama galettes a los pancakes salados, preparados con trigo sarraceno (trigo negro), normalmente rellenos de queso, jam¨®n, huevo y champi?ones. En cambio, las crepes, preparadas con harina de trigo, se sirven de postre con lim¨®n y az¨²car, chocolate o helado. El complemento ideal: acompa?ar ambos de una sidra local.
En Saint-Malo se encuentran numerosas creper¨ªas, como La Gourmandine, Bergamote o Le Corps de Garde. Esta ¨²ltima, ubicada estrat¨¦gicamente en la pasarela de la muralla y con vistas a la bah¨ªa, es tan popular por sus recetas caseras que algunas veces hay cola para entrar. Le Comptoir Breizh Caf¨¦ tambi¨¦n es bien conocido, aqu¨ª sirven sushi envuelto en masa de crepe e incluyen algunos sabores japoneses en la carta.
El pintoresco pueblo de pescadores de Cancale es otro de los lugares fetiche de este departamento de Breta?a, ya que es aqu¨ª donde se producen la mayor¨ªa de las ostras planas que se consumen en Francia, conocidas desde la ¨¦poca romana por su alto contenido en yodo. Junto al faro del puerto est¨¢ el popular March¨¦ aux Hu?tres (el mercado de ostras), donde los productores locales venden sus productos. Son cinco o seis peque?os puestos, f¨¢ciles de identificar por sus toldos de rayas azules y blancas, donde se pueden comprar las ostras y despu¨¦s sentarse frente al mar para disfrutarlas con una copa de vino que sirven en un puesto cercano. Dicen los lugare?os que tirar la c¨¢scara vac¨ªa al agua puede traer buena suerte, por lo que est¨¢ repleta de ellas a lo largo del paseo mar¨ªtimo. En el puerto hay numerosos restaurantes para probar mariscos sentados en una mesa con mantel. Y junto al mercado de ostras, est¨¢ Chez Victor, muy conocido por su larga carta de exquisiteces marinas. Una de sus especialidades son los mejillones al vapor servidos con salsa marinera, a la sidra, con nata o con queso camembert.
Dinard es otra de las ciudades que merecen una visita. Un lugar de car¨¢cter muy burgu¨¦s, identidad que se desprende de su arquitectura y sus villas encaramadas en lo alto de los acantilados. En el pasado, tambi¨¦n fue un pueblo de pescadores, pero la industria tur¨ªstica del siglo XIX lo convirti¨® en un balneario de moda, levantando numerosos hoteles, restaurantes t¨ªpicos franceses y un casino cerca de la playa. Aqu¨ª aguardan muchos sitios donde probar buena comida francesa, como el restaurante La Vall¨¦e, de buen pescado, y el Ombelle, de productos de temporada, donde tambi¨¦n sirven las t¨ªpicas salchichas Andouille, conocidas por su olor caracter¨ªstico. Dos visitas gastron¨®micas m¨¢s en Illeet-Vilaine. El hotel Le Nessay, en Saint-Briacsur-Mer. Disfrutar de un aperitivo en este alojamiento es una experiencia, ya que el edificio parece un palacio rodeado de playas. La segunda parada que nos dejar¨¢ impresionados es el escenogr¨¢fico Monte Saint-Michel, un islote rocoso coronado por una abad¨ªa que queda aislado en funci¨®n de las mareas. Aqu¨ª hay que sentarse a la mesa del restaurante La M¨¨re Poulard, donde preparan una rica tortilla de estilo sufl¨¦, cocinada en una chimenea de le?a
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