Burdeos, un para¨ªso burgu¨¦s en constante transformaci¨®n
Un delicioso paseo, barrio a barrio, que descubre la verdadera esencia de la ciudad francesa, entre anticuarios, bodegas, mercados 'eco' y restaurantes 'gourmet'
Adem¨¢s de dar nombre a una de las denominaciones de origen vin¨ªcolas m¨¢s afamada del mundo, Burdeos es una ciudad perfecta para una escapada de fin de semana, o sencillamente, para disfrutar del savoir vivre (buen vivir) que tanto gusta a los franceses. Esta ciudad patrimonio mundial a orillas del r¨ªo Garona, a tiro de piedra de lugares elegantes del veraneo atl¨¢ntico como Arcach¨®n, es tambi¨¦n el lugar que marc¨® la ¨²ltima etapa art¨ªstica del universal Francisco de Goya (1746- 1828) y uno de los destinos m¨¢s reputados entre los propios franceses por su rica gastronom¨ªa y su relajado estilo de vida.
A Burdeos se suele acudir a pasear entre sus anticuarios y grandes mansiones; a degustar sus prestigiosos vinos en espectaculares bodegas, a probar las recetas m¨¢s exquistas de sus? restaurantes y caf¨¦s; y a sorprenderse con los delicatessen de sus tiendas gourmet.? Pero Burdeos ha cambiado en los ¨²ltimos a?os: ya no es solo una ciudad burguesa y elegante sino tambi¨¦n una capital vitalista, im¨¢n para estudiantes y artistas. Como mejor se conoce esta coqueta ciudad de contrastes es recorri¨¦ndola a pie, adentr¨¢ndonos en los barrios que han forjado durante siglos su car¨¢cter y asom¨¢ndonos a aquellos m¨¢s modernos con los que se proyecta con orgullo hacia el futuro.
Saint Pierre, el barrio de los gremios
Esta emblem¨¢tica zona del casco antiguo de Burdeos descansa a espaldas de la majestuosa place de la Bourse (plaza de la Bolsa), inaugurada en 1749 para romper los cors¨¦s de la antigua ciudad amurallada medieval y abrirla al r¨ªo Garona. En la actualidad, su arquitectura cl¨¢sica se refleja en el Espejo de Agua, uno de los espacios m¨¢s caracter¨ªsticos y fotografiados de la ciudad. Saint Pierre ocupa el espacio del viejo puerto galo romano que hac¨ªa las veces de refugio para los barcos cargados de mercanc¨ªas antes de partir de nuevo hacia las distintas provincias. Alrededor de este lugar, y con el paso de los siglos, florecieron muchos comercios. De hecho, los nombres de sus calles todav¨ªa evocan los oficios de anta?o: Rue des Argentiers (plateros), Rue des Bahutiers (comerciantes de cofres), Rue du Chai des Farines (almacenes de cereales).?
Este es un vecindario de peque?as calles, la mayor¨ªa peatonales, y de bonitas plazas, que invita a ser recorrido a pie y sin prisas, una verdadera lecci¨®n de historia de la capital girondina, desde la ¨¦poca medieval hasta la Ilustraci¨®n. Toma su nombre de la iglesia de Saint-Pierre, en el coraz¨®n del barrio y construida en el siglo XIV, aunque remodelada en el XIX. Con un p¨®rtico de estilo g¨®tico flam¨ªgero, lo ¨²nico que se mantiene desde su origen son el coro y la fachada sur. El interior es espectacular, gracias a sus b¨®vedas ojivales minuciosamente esculpidas, las vidrieras del siglo XIX y una Piedad de madera del XVII.
El barrio est¨¢ atravesado por la calle m¨¢s larga de la ciudad, la comercial Rue Sainte-Catherine, hoy repleta de tiendas, y que en su d¨ªa fue una de las dos principales v¨ªas romanas del castro primitivo que dio origen a la ciudad. En su intersecci¨®n con la Rue de la Porte-Dijeaux, la otra gran avenida romana, se encuentra la Galerie Bordelaise, un pasaje neocl¨¢sico edificado en 1833 y algo descuidado a d¨ªa de hoy, pero con esa elegancia decadente que le confiere el recubrimiento de m¨¢rmol, espejos y coronas de flores esculpidas.
Un buen punto de partida parar recorrer Saint Pierre es la plaza de la Bolsa, que se asoma al r¨ªo Garona, dise?ada por Ange-Jacques Gabriel, el arquitecto de Versalles, a mediados del siglo XVIII para abrir la ciudad fortaleza, encerrada tras sus murallas de piedra durante siglos. Entre los palacetes que rodean la plaza, est¨¢ el Museo Nacional de las Aduanas, con un curioso despacho de fronteras admirablemente restaurado.
Pero el mayor ¨¦xito de la reforma de los muelles del Garona es el llamado?Miroir d'eau (Espejo de Agua), una gran explanada que sirve de punto de encuentro y de recreo de los ciudadanos desde que se construy¨® en 2006. Esta piscina reflectante de granito azul est¨¢ cubierta de una fina capa de agua, de tan solo dos cent¨ªmetros de profundidad, con 900 nebulizadores que se activan varias veces cada hora, creando una espesa bruma sobre el agua, transformando a los transe¨²ntes en figuras fantasmag¨®ricas. En verano se convierte en una especie de playa en miniatura donde refrescarse. Y, de manera ininterrumpida, se reflejan las fachadas de los edificios que conforman la plaza en este particular espejo, dando lugar a una de las postales m¨¢s recurrentes del Burdeos del siglo XXI.
En el l¨ªmite sur del barrio, irrumpe la imponente Porte Cailhau con sus torretas y pin¨¢culos alzados hacia el cielo, una mezcla de torre defensiva y edificio ornamental, entre lo medieval y lo renacentista. Dedicada al rey Carlos VIII para conmemorar su victoria en la batalla de Fornovo, librada en los alrededores de Parma (Italia) en 1495, es una de las entradas m¨¢s hermosas al casco hist¨®rico de Burdeos. Muy cerca de all¨ª hay paradas obligadas para los que practican el turismo gastron¨®mico, como el Comptoir Bordelais, una bonita tienda de comestibles donde podremos comprar lamprea (el pez m¨¢s antiguo del planeta) a la bordelesa, terrina del vendimiador, foie gras de pato¡ y otras delicatessen locales. Para degustar una buena tabla de quesos hay que ir a la Fromagerie Deruelle, con multitud de variedades y presentaciones. Y para merendar, mejor dejarse caer por la Fabrique Pains et Bricoles, que tiene propuestas muy sabrosas como las magdalenas, las mejores de la ciudad, o el pan de manzana.
Otro de los sitios emblem¨¢ticos del barrio es el Utopia, un cine de autor que es la cuna del desarrollo cultural de barrio. Ocupa la antigua iglesia de Sant-Simenon, del siglo XV.? Al igual que el Caf¨¦ de l¡¯Utopia, punto de encuentro de los cin¨¦filos de Burdeos con una espl¨¦ndida terraza para disfrutar del sol. Otra magn¨ªfica terraza asomada a los muelles es la del Grand Bar Castan. Su interior tiene un aspecto de cueva gracias a la gruesa roca que cubre las paredes; en el exterior, una magn¨ªfica marquesina hist¨®rica decorada con vidrieras da cobijo a una gran terraza.
Y una ¨²ltima visita obligada antes de salir del casco hist¨®rico: La Machine ¨¤ lire, una de las librer¨ªas independientes m¨¢s atractivas de la ciudad, instalada en un edificio del siglo XVII. La otra gran librer¨ªa independiente, Librairie Mollart, ¨¦sta en el barrio de Pey Berlant: abri¨® en 1896 y cuenta con un fondo literario impresionante.
Quinconces, para comer, comprar y disfrutar
Construido en el siglo XVIII, este es uno de los barrios m¨¢s bonitos de Burdeos, al concentrar las arterias m¨¢s elegantes de la ciudad. Las tiendas m¨¢s exclusivas se alinean en las calles que en forma de estrella rodean el mercado de Grands-Hommes, construido en 1860 pero renovado por completo en 2019 para recuperar el esplendor del proyecto original. En su interior proliferan tiendas delicatessen, adem¨¢s de selectas carnicer¨ªas, queser¨ªas y panader¨ªas. Cerca de all¨ª es imposible no ver la explanada de los Quinconces, que presume de ser la plaza m¨¢s grande de Europa, con sus 126.000 metros cuadrados y su monumento a los girondinos, ubicado en el extremo occidental de la plaza y construido para honrar a los pol¨ªticos moderados contrarios a los postulados de Robespierre que fueron ejecutados durante la Revoluci¨®n Francesa (1789-1799). Hoy es un espect¨¢culo sorprendente, con caballos de bronce y guerreros rodeando una columna central, todos coronados con una estatua de la libertad.
En este exclusivo distrito tambi¨¦n se alza el Grand Th¨¦?tre, un suntuoso edificio de finales del XVIII levantado sobre los restos de un templo galorromano, los pilares de Tutelle, destruido durante el reinado de Luis XIV. Hoy alberga la ?pera Nacional de Burdeos, que, como tantos otros teatros de ¨®pera europeos, es de estilo neocl¨¢sico, con una fachada de columnas coronadas por estatuas de musas y diosas, un preludio grandilocuente de lo que nos espera dentro.
Un buen punto de partida para recorrer el barrio es la place de la Com¨¦die, una explanada peatonalizada en la intersecci¨®n de varios distritos hist¨®ricos. Frente al Grand Th¨¦?tre, el lujoso Intercontinental Grand H?tel presume tambi¨¦n de fachada neocl¨¢sica. Tanto uno como otro se iluminan al atardecer en un juego de luces que realza sus impresionantes siluetas. Otro de los hitos del barrio es la iglesia barroca de Notre-Dame, como lo es tambi¨¦n el passage Sarget, una de esas galer¨ªas comerciales met¨¢licas y acristaladas abiertas a finales del siglo XIX. Hoy sigue acogiendo tiendas y caf¨¦s bajo una hermosa estructura de metal acompa?ada de una decoraci¨®n en honor a Mercurio, dios del comercio. Y para darse un agradable paseo, est¨¢ la gran avenida de All¨¦es de Tourny, a la sombra de cuatro hileras de ¨¢rboles. Es una v¨ªa abierta en el siglo XVIII, rodeada por mansiones magn¨ªficas de aquella ¨¦poca, con algunas fachadas muy interesantes.
Los que van en busca de templos gastron¨®micos, en este barrio tienen tres visitas imprescindibles. Le Quatri¨¨me MUR, con sus dos estrellas Michelin, es el restaurante del medi¨¢tico chef Philippe Etchebest, en el interior del Grand Th¨¦?tre, con un men¨² brasserie asequible que permite disfrutar del magn¨ªfico entorno sin hipotecarse. Justo enfrente despunta su hom¨®logo brit¨¢nico, el igualmente famoso Gordon Ramsay, que ofrece dos opciones: un restaurante con dos estrellas, el Pressoir d¡¯Argent, y una brasserie, m¨¢s popular, en la que sobresalen los productos locales. Por ¨²ltimo, Le Chapon fin es un verdadero monumento a la gastronom¨ªa bordelesa, donde el actual jefe de cocina, C¨¦dric Bobinet, firma un retorno a la cocina tradicional de altos vuelos.?
Y para entregarse al dulce placer de los postres, Cadiot-Badie es, para muchos, la mejor tienda de chocolates de Burdeos, con un amplio surtido de especialidades, como las hojas de San Crist¨®bal (chocolate con leche con especias y trozos de almendra) o las guinettes (cerezas maceradas en alcohol y envueltas en chocolate). La segunda parada para paladares exquisitos es la Fromagerie Jean d¡¯Alos, la tienda de quesos m¨¢s prestigiosa de Burdeos, con casi 200 variedades y un personal experto para sacarnos de dudas.
Pey- Berland, de museos y compras
Los museos m¨¢s interesantes de la ciudad y las calles comerciales m¨¢s animadas se concentran en el barrio de Pey-Berland, dominado por la rotunda silueta de la catedral de Saint-Andr¨¦. Esta maravilla g¨®tica, levantada en la Edad Media sobre una antigua bas¨ªlica romana, acapara todas las miradas una vez se pone el pie en la plaza Pey-Berland. En ese templo, que forma parte del Camino de Santiago, se celebraron varias bodas reales, entre ellas la de Luis XIII y la infanta espa?ola Ana de Austria, en 1615. Desde su campanario exento, la Torre Pey-Berland, se obtienen unas panor¨¢micas espl¨¦ndidas de Burdeos, para lo que antes es necesario subir 233 escalones y una sinuosa escalera de caracol. En realidad, este campanario nunca tuvo una campana propiamente dicha hasta hace relativamente poco, cuando despu¨¦s de servir para m¨²ltiples prop¨®sitos ¨Clleg¨® a ser una f¨¢brica de escopetas¨C recuper¨® su funci¨®n original en 1851. Hoy contiene cuatro campanas monumentales con motor el¨¦ctrico. En esta zona de la ciudad tambi¨¦n est¨¢ el Ayuntamiento, instalado en el Palacio Rohan desde 1837, y que antes y durante mucho tiempo aloj¨® a los arzobispos de la ciudad. Reconstruido en el siglo XVIII hoy es un imponente edificio neocl¨¢sico precedido por un vasto patio adoquinado.
Pero, por encima de todo, estamos en la zona de las grandes pinacotecas, como el Museo de Bellas Artes, que re¨²ne obras de la escuela veneciana, bellos cuadros flamencos y holandeses del siglo XVII y algunas pinturas francesas del XVIII. Tambi¨¦n cuenta con una parte dedicada al arte moderno. Otro reclamo cultural es la Galerie des Beaux-Arts, concebida en la misma ¨¦poca que los edificios de la Exposici¨®n Universal de 1937, y que acoge exposiciones temporales del Museo de Bellas Artes. En el Museo de las Artes decorativas y del dise?o (MADD) se re¨²ne una colecci¨®n interesante en diversas salas que reconstruyen los refinados interiores bordeleses de otros siglos.
El estilo art d¨¦co se desarroll¨® en los a?os veinte y treinta del pasado siglo alrededor del parque Lescure. Este amplio programa urban¨ªstico, lanzado en 1925, coincidi¨® con la expansi¨®n de la ciudad hacia el oeste. Es un conjunto de agradables calles sombreadas con mansiones elegantes de porches de l¨ªneas limpias, ventanas inclinadas y fachadas adornadas con medallones y rosas estilizadas inspiradas en la modernidad.
Una buena fonda para comer es el Racines (ra¨ªces, en franc¨¦s), donde el chef escoc¨¦s Daniel Gallacher, tras su paso por la escuela de Alain Ducasse, conquist¨® r¨¢pidamente al p¨²blico bordel¨¦s con su cocina de altos vuelos, aunque bastante asequible. El men¨² cambia cada semana de acuerdo con el mercado, lo que provoca que casi siempre est¨¦ lleno.
La curiosidad arquitect¨®nica es el nuevo tribunal de primera instancia dise?ado por el brit¨¢nico Richard Rogers, que atrae las miradas con su juego de transparencias y sus salas de audiencias alineadas de forma redondeada.
La Grosse Cloche, encanto bohemio
La Grosse Cloche (Campana Grande, en espa?ol) es uno de los barrios con m¨¢s encanto del casco antiguo de Burdeos. A salvo de las multitudes de la Rue Sainte-Catherine, nos encontraremos con cafeter¨ªas bohemias y locales alternativos en plazas con encanto y callejones adoquinados con edificios renacentistas rejuvenecidos tras laboriosas restauraciones.
El barrio recibe el nombre de su campanario m¨¢s famoso, uno de los m¨¢s antiguos de Francia: sus campanas llevan desde el siglo XIII marcando el ritmo de la vida bordelesa. Tambi¨¦n aqu¨ª encontramos la casa m¨¢s vieja de Burdeos, una venerable construcci¨®n del siglo XIII, reconocible por sus dos elaboradas ventanas g¨®ticas.
El paseo se puede empezar en la plaza Fernand Lafargue, antiguo emplazamiento del mercado en la Edad Media, un lugar que destila un agradable aire provinciano gracias a sus animadas terrazas. De all¨ª parte una moderna calle peatonal llena de tiendas y cafeter¨ªas (Saint-James), que llega hasta la famosa Grosse Cloche. Este es un barrio perfecto para perderse por sus callejones adoquinados y flanqueados por mansiones de los siglos XVI, XVII y XVIII, incluida la antigua residencia de Montaigne, o la casa m¨¢s antigua de Burdeos, que perteneci¨® a Jeanne de Lartigue, esposa de Montesquieu.
La Grosse Cloche es el ¨²ltimo vestigio de las murallas erigidas en el siglo XIII para defender la ciudad. Es un imponente monumento formado por dos enormes torres que flanquean la famosa campana, rematadas por un leopardo dorado, que tambi¨¦n sirvi¨® como campanario del ayuntamiento, que en su d¨ªa se encontraba cerca.
Como ¨²ltima pista, un lugar curioso: L¡¯Ath¨¦n¨¦e Libertaire es un espacio de activismo anarquista, en activo desde la d¨¦cada de 1960 y que todav¨ªa organiza regularmente exposiciones y conciertos y cuenta con una librer¨ªa.
Saint Michel y Sainte Croix, mercados y anticuarios
Este es otro de los vecindarios junto al r¨ªo, al sur de Saint Pierre, pero mucho menos tur¨ªstico que el resto del centro. Se trata de un lugar residencial encantador, que nos habla de su vieja historia al recorrer los callejones que bajan hacia el r¨ªo, aunque tambi¨¦n tiene una vertiente m¨¢s moderna: la de los inmigrantes que se han ido estableciendo aqu¨ª a lo largo de las d¨¦cadas. Su impronta se ha hecho sentir en muchos de los m¨¦rcados, en los que se mezcla el encanto antiguo con los sabores orientales, en torno a los puestos de pan, carne, queso, fruta, verdura, menta y cilantro, adem¨¢s de ropa y accesorios. Los aromas de especias y hierbas frescas despiertan los sentidos, siendo el s¨¢bado el mejor d¨ªa para visitarlo.
Saint Michel es tambi¨¦n un barrio de anticuarios, muchos de ellos en el passage Saint Michel, o en los puestos del mercado del s¨¢bado. Despu¨¦s de las compras se agradece una pausa: si hace buen tiempo, la gente busca una mesa en las terrazas alrededor de la Aguja de Saint Michel, el campanario de la catedral del mismo nombre, para tomar el sol y gozar del bullicio de un s¨¢bado de mercado.
Pero el coraz¨®n espiritual reside en la bas¨ªlica de Saint Michel, de estilo g¨®tico flam¨ªgero, declarada patrimonio mundial por la Unesco. Su campanario fue construido a finales del siglo XVI y desde entonces ofrece unas vistas imponentes de la ciudad. La otra iglesia pr¨®xima es la de Sainte Croix, a la vez rom¨¢nica y neorrom¨¢nica. Funcion¨® durante mucho tiempo como abad¨ªa de un convento benedictino y fue construida sobre los restos de una necr¨®polis en los siglos XI y XII.
Se agradece tambi¨¦n un paseo por el po¨¦tico jard¨ªn colgante de las murallas, que recuerda ciertas pinturas de pintores rom¨¢nticos del siglo XIX. Desde aqu¨ª se ve todo el barrio: la iglesia de Sainte Croix, el mercado de los Capuchinos¡ Es un hermoso paseo lejos del tumulto de la ciudad, con la oportunidad de ver los restos de la muralla del siglo XIV.
El contrapunto lo pone La M¨¦ca (acr¨®nimo de Maison de l'?conomie Cr¨¦ative et de la Culture en Aquitaine), punta de lanza del nuevo distrito de Belcier y que llama la atenci¨®n sobre todo por su arquitectura. Se trata de un arco de hormig¨®n instalado a orillas del Garona, dise?ado por el dan¨¦s Bjarke Ingels. Este nuevo centro cultural de 18.000 metros cuadrados alberga una biblioteca multimedia, espacio para espect¨¢culos y galer¨ªa de arte. Y a¨²na dos instituciones culturales (una dedicada al libro y al cine, otra a las artes esc¨¦nicas), as¨ª como el Fondo regional de arte contempor¨¢neo (Frac), abierto al p¨²blico, con un restaurante en un amplio sal¨®n de cemento. El ¨¦xito de La M¨¦ca ha animado a abrir otros espacios, como La Halle Boca, bajo la b¨®veda de Debat-Ponsan, construida en 1938, que alberg¨® el matadero de la ciudad durante d¨¦cadas. Halle Boca tiene diversas ofertas de restauraci¨®n en torno a una zona central de grandes mesas.
En este barrio los gourmets tienen su propia calle, la llamada ¡°Rue Gourmande¡±, que en realidad es la Rue Porte-de-la-monnaie. Todo comenz¨® en 1968 con la Tupina, del chef Jean Pierre Xiradakis, un s¨ªmbolo de la cocina de la regi¨®n. Hoy sigue siendo un hito para gozar de los platos regionales de anta?o.
Victoire y los Capuchinos: ostras, tapas y restaurantes
Situada donde estuvo la antigua muralla del siglo XIV, al sur de la zona hist¨®rica de Saint Michel, place la Victoire se ha convertido en un barrio muy animado, tomado por los estudiantes que aprecian su gran n¨²mero de bares y pubs. Pero es conocido sobre todo por el mercado de los Capuchinos, el mayor de la ciudad, donde los bordeleses acuden a tomar ostras y tapas por el d¨ªa y a cenar en sus restaurantes cuando cae la noche.
El coraz¨®n del barrio es la place de la Victorie, una explanada presidida por un arco del triunfo, la puerta de Aquitania, y su prolongaci¨®n, la Rue de Sainte-Catherine, la principal arteria peatonal y comercial de la ciudad que va hasta la Place de la Com¨¦die y el Grand Th¨¦?tre, a poco m¨¢s de un kil¨®metro.
En esta misma zona tambi¨¦n se encuentra la sinagoga de Burdeos, considerada una de las m¨¢s bonitas de Francia, y en la actualidad declarada monumento hist¨®rico. De planta cl¨¢sica, se distingue por el eclecticismo de su decoraci¨®n, con mezcla de referencias g¨®ticas, moriscas y otomanas.
Pero la visita imprescindible es al mercado de los Capuchinos, que los viernes abre todo el d¨ªa. Es famoso por sus puestos gourmet, muy codiciados los fines de semana, y tambi¨¦n porque en torno a ¨¦l se mueven muchos noct¨¢mbulos. Hay tres puntos ¨²tiles en caso de que haya que recuperar fuerzas y saciar apetitos nocturnos: una farmacia que abre toda la noche; el restaurante Le Cochon Volant, un antiguo punto de venta de carne de ave frente al mercado que abre hasta las 2.00, y Le Bar des Capucins, operativo hasta las 4 de la madrugada (horarios prepand¨¦micos, eso s¨ª).
Chartrons, el distrito del arte contempor¨¢neo
Al norte del casco hist¨®rico, siguiendo la orilla del r¨ªo, nos encontraremos con el antiguo sector de negocios, Chartrons, que hoy simboliza el renacimiento de Burdeos y es el barrio bohemio-burgu¨¦s de moda. Sus calles tienen un ambiente elegante y tranquilo que llama a pasearlas, entre anticuarios, galer¨ªas, tiendas y restaurantes de moda, sin olvidar los muelles o el March¨¦ des Quais, para comer ostras los domingos. El barrio debe su nombre al convento de los Cartujos, que se establecieron en ¨¦l a finales del siglo XIV. La zona se enriqueci¨®, en principio, gracias al comercio del vino, y en la segunda mitad del siglo XVIII, al lucrativo negocio con las colonias, que permiti¨® a los comerciantes construirse lujosas residencias, algunas de las cuales todav¨ªa se pueden ver.
Aqu¨ª nos encontramos con el arte contempor¨¢neo en el CAPC, que le ha dado mucha vida art¨ªstica al barrio y ha contribuido al surgimiento de muchas galer¨ªas. Es un verdadero escaparate de la actualidad art¨ªstica y propone varias exposiciones temporales al a?o, coloquios, conferencias. Este museo impresiona sobre todo por sus dimensiones: una gigantesca sala (el almac¨¦n Lain¨¦, construido en 1824) que se usaba para almacenar productos coloniales. Desde los a?os 70 est¨¢ dedicado al arte m¨¢s vanguardista.
En torno al mercado cubierto de Chartrons, una construcci¨®n de hierro y cristal convertida en centro de exposiciones, hay callejuelas repletas de galer¨ªas y?de talleres artistas y artesanos, algunos de ellos instalados en antiguas bodegas. En una de ellas est¨¢ el Museo del Vino y el Comercio, en un edificio del siglo XVIII, que explica la historia de las familias de comerciantes de la ciudad y el funcionamiento del comercio vin¨ªcola.
Bassins ¨¤ flot y Bacalan, la recuperaci¨®n de los muelles
Siguiendo la orilla del r¨ªo, al norte de Chartrons, la antigua zona portuaria se ha transformado totalmente gracias a la construcci¨®n del puente Dhaban-Delmas, la Cit¨¦ du Vin, el mercado cubierto de Bacalan y los Bassins de Lumi¨¦res, instalados en la antigua base submarina. Hoy se puede ir a estos antiguos muelles industriales a pasear, a culturizarse o a salir de fiesta en un barco.
Uno de los hitos del barrio, por el que los visitantes se acercan hasta aqu¨ª, es la Cit¨¦ du Vin, inaugurada en 2016. Con una original arquitectura, en un edificio redondo y din¨¢mico que se adapta al trazado del Garona, jugando con la luz y su color champ¨¢n y convirti¨¦ndose en una atracci¨®n por s¨ª misma. En el interior hay una exposici¨®n permanente, talleres y una terraza con vistas panor¨¢micas. Uno de sus puntos fuertes est¨¢ a 35 metros de altura, en el ¨²ltimo piso de la Cit¨¦: un mirador circular que nos permite, con una copa en la mano (la entrada incluye degustaci¨®n), visualizar la historia industrial del barrio y su reciente metamorfosis. Y aunque no vayamos a comer ni a probar el vino, merece la pena echar una ojeada, en la planta baja, a la incre¨ªble cava Latitude 20, espacio que re¨²ne cerca de 800 referencias procedentes de bodegas de todo el mundo.
El arte contempor¨¢neo ha encontrado uno de sus escenarios m¨¢s originales en la antigua base submarina, que fue construida bajo la ocupaci¨®n nazi, en 1941. Su ampl¨ªsimo espacio ¨Cm¨¢s de 45.000 metros cuadrados de hormig¨®n¨C alberga 11 espacios con exposiciones de arte contempor¨¢neo. Una parte del antiguo recinto militar es un centro de arte digital, Les Bassins de Lumi¨¦res, con cuatro piscinas de agua que permiten presentar exposiciones digitales simult¨¢neas para sumergirse en el mundo de grandes artistas (Klimt, Van Gogh, Paul Klee, entre otros) en una curiosa experiencia visual y sonora.
La escapada gourmet aqu¨ª tiene como meta el mercado cubierto de Bacalan, frente a la Cit¨¦ du Vin. Eso s¨ª, se recomienda llegar pronto para encontrar una barra libre. En la ?choppe des Halles, cerca del puesto de ostras, se hace casi obligado probar la sabrosa tabla de entrecot a la bordelesa. Entre tapas, ostras, productos italianos y foie gras de Landes, hay mucho para elegir.
La Bastide, el Burdeos del siglo XXI
Desde hace algunos a?os, los habitantes de la Bastide ¨Cque es como tambi¨¦n se conoce a la margen derecha del r¨ªo Garona¨C se sienten m¨¢s cerca del centro hist¨®rico. Y los vecinos de la margen izquierda se animan cada vez m¨¢s a cruzar el r¨ªo para llegar a Quai des Queyries y disfrutar del agradable paseo que lo bordea y de las magn¨ªficas vistas a los muelles.
El Quai des Queyries es, sin duda, el Burdeos del siglo XXI, en plena ebullici¨®n y constante transformaci¨®n. Esta zona, durante mucho tiempo olvidada, est¨¢ inmersa en un ambicioso plan de remodelaci¨®n que ha incorporado a la ciudad tanto el paseo ribere?o como un jard¨ªn bot¨¢nico de 11 hect¨¢reas de extensi¨®n.
S¨ªmbolo de esta recuperaci¨®n es el parc aux Ang¨¦liques, de 3,5 kil¨®metros de largo junto a la margen derecha del r¨ªo, la misma que antes ocupaba el antiguo puerto, como atestiguan los restos de v¨ªas f¨¦rreas. La caminata termina con unas formidables vistas de las fachadas del siglo XVIII situadas al otro lado del Garona. Al plantar el arbolado y las m¨¢s de 70.000 plantas se pens¨® tambi¨¦n en los aromas, para que pudieran perfumar a caminantes y deportistas. El otro espacio verde de la zona es el Jard¨ªn bot¨¢nico de la Bastide, que llega hasta la llamada Cit¨¦ Botanique, con grandes invernaderos dedicados a especies propias del ecosistema mediterr¨¢neo.
Pero el barrio tambi¨¦n tiene centros m¨¢s alternativos. Como Darwin, espacio h¨ªbrido al que la gente acude a trabajar, consumir productos ecol¨®gicos, hacer deporte o involucrarse en alg¨²n proyecto sostenible. Su esp¨ªritu se resume en el bistr¨® comedor Magasin G¨¦n¨¦ral, con comida eco y de temporada, sof¨¢s blandos para ponerse c¨®modo, grandes mesas y, sobre todo, sabrosas hamburguesas. Funciona tambi¨¦n como caf¨¦, panader¨ªa y tienda de comestibles, por supuesto, ecol¨®gicos.
En la Fabrique Pola, una antigua f¨¢brica de pintura, se re¨²nen talentos y conocimientos variados: serigraf¨ªa, escultura, fotograf¨ªa y tambi¨¦n un programa abierto a exposiciones, talleres art¨ªsticos y encuentros .Y un tercer espacio, La Chiffone Rit, especie de coworking de artistas y artesanos que trabajan con materiales reciclados y ofrecen talleres y exposiciones.
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