Nicaragua, agua y fuego: un viaje entre Le¨®n y Managua
Lagos colosales, cr¨¢teres activos, bellas ciudades coloniales y playas donde ver el atardecer frente al Pac¨ªfico
En n¨¢huatl, primitiva lengua mesoamericana, Nicaragua quiere decir ¡°lugar rodeado de agua¡±. Una definici¨®n muy apropiada para un pa¨ªs que, aparte de albergar los dos lagos m¨¢s grandes de Centroam¨¦rica ¡ªCocibolca y Xolotl¨¢n¡ª, limita al este con el Caribe y al oeste con el Pac¨ªfico; m¨¢s de 900 kil¨®metros de costa y, entre las de agua dulce y las de agua salada, no menos de 500 islas. Al estar dentro del cintur¨®n de fuego del Pac¨ªfico, es tambi¨¦n uno de los pa¨ªses con mayor densidad de volcanes ¡ªcerca de 40¡ª, algunos todav¨ªa activos: Masaya, Cerro Negro, Telica, Concepci¨®n, San Crist¨®bal¡ Precisamente, en las inmediaciones del cono del Momotombo, y entre el gran lago de Xolotl¨¢n y el oc¨¦ano, Francisco Hern¨¢ndez de C¨®rdoba fund¨® la ciudad de Le¨®n. Agua, fuego e historia en un territorio que atrapa tanto a los viajeros intr¨¦pidos como a los m¨¢s remolones.
Piedra antigua, volc¨¢n joven
Le¨®n es, en muchos sentidos, la primera ciudad de Nicaragua. Fue la primera en fundarse (el 15 de junio de 1524), la primera capital y la primera que se levant¨® en armas contra el dictador Anastasio Somoza a finales de los a?os setenta. Tambi¨¦n es la m¨¢s intelectual y vitalista: cuenta con la universidad m¨¢s importante del pa¨ªs y en su catedral descansa el c¨¦lebre poeta nicarag¨¹ense Rub¨¦n Dar¨ªo (1867-1916). La bas¨ªlica catedral de Le¨®n fue erigida a finales del XVIII y, adem¨¢s de la tumba del gran poeta modernista, posee una azotea con 24 c¨²pulas encaladas, entre las que se puede pasear. Desde su campanario se obtiene la mejor perspectiva de la ciudad.
Para conocer esta joya colonial lo mejor es zambullirse en su centro hist¨®rico, con la plaza Central como punto de partida. La arquitectura colonial sale a nuestro paso materializada en construcciones religiosas y administrativas o en magn¨ªficos palacios criollos. Algunos de ellos se han convertido en hotelitos encantadores, como La Perla (hotellaperlaleonnicaragua.com-hotel.com), de estilo neocl¨¢sico. En la misma plaza se puede entrar en el destartalado palacio que acoge el Museo de la Revoluci¨®n, lugar en el que, entre grandes murales y fotos rancias, se re¨²nen viejos y nost¨¢lgicos excombatientes que gu¨ªan y rememoran para los visitantes la revoluci¨®n sandinista. Ocupando el esquinazo m¨¢s visible de la plaza se encuentra El Sesteo, emblem¨¢tico restaurante que ha visto pasar por sus mesas la historia reciente de Le¨®n en sus m¨¢s de 75 a?os de vida. Intelectuales, estudiantes, empresarios y pol¨ªticos filosofaron, discutieron, hicieron negocios y conspiraron mientras daban cuenta de un chanco con yuca, unos frijolitos o unos sabrosos tostones. El propio dictador Somoza ocup¨® en alg¨²n momento un lujoso apartamento acondicionado en la segunda planta del local.
Cuando preguntamos a uno de los m¨¢s veteranos camareros sobre los cuadros que cuelgan en el comedor y sus extra?os t¨ªtulos descubrimos el nivel de superstici¨®n que hay en esta parte del pa¨ªs. ¡°Las cosas inexplicables por aqu¨ª siempre tienen una explicaci¨®n¡±. La Carreta Nagua, el Punche de Oro, el Cadejo, la Mocuana, el Padre sin Cabeza¡ La ciudad tiene incluso un lugar dedicado a esto: el Museo de Leyendas y Tradiciones Coronel Joaqu¨ªn de Arrechavala, alojado en una antigua prisi¨®n, La 21.
A unos 20 kil¨®metros de Le¨®n se encuentra la playa de Las Pe?itas, demandada para el surf y para contemplar la puesta del sol tom¨¢ndose una to?a helada ¡ªcerveza local¡ª en hostalitos costeros como el ?Oasis o Mano a Mano. Muy cerca de Las Pe?itas est¨¢ la reserva natural Isla Juan Venado (rnislajuanvenado.com), poblada ¨²nicamente por manglares y fauna local: osos hormigueros, cocodrilos, boas, iguanas, abundante avifauna¡ Se puede recorrer en lancha la longitud del estero y visitar el proyecto ecotur¨ªstico Palo de Oro, que adem¨¢s de un vivero de tortugas dispone de caba?as r¨²sticas frente a la playa.
A una hora en coche hacia el interior se levanta desde hace siglo y medio el volc¨¢n Cerro Negro, rodeado por una extensi¨®n de finas y oscuras cenizas en medio de la verde llanura. Desde lo alto de su cumbre se puede practicar sandboarding, es decir, deslizarse sobre una tabla ladera abajo a toda velocidad. Tambi¨¦n es posible descender el inclinado cono volc¨¢nico lanz¨¢ndose a la carrera por la oscura ceniza en polvo, en un alocado y vertiginoso eslalon.
Islas residenciales
Siguiendo hacia el este se llega a Granada, el m¨¢s importante n¨²cleo colonial de Nicaragua. Calles rectil¨ªneas, viejas iglesias barrocas o neocl¨¢sicas, casas y chaflanes multicolores, apetecibles terrazas y el gran Parque Central, con la catedral de Nuestra Se?ora de la Asunci¨®n. La ciudad, bonita y evocadora, bulle de vida, d¨ªa y noche. Harold Sandino, antiguo alcalde, personaje culto y sensible que conoce como nadie el lugar, dec¨ªa que ¡°todo es posible en Granada¡±.
A unos 30 kil¨®metros hacia el sureste emergen las selv¨¢ticas faldas del Mombacho, mastodonte volc¨¢nico a orillas del inmenso lago Nicaragua (o Cocibolca). Los deslizamientos por su ladera norte precipitaron infinidad de materiales al agua, originando este ¡°mar dulce¡±¡ªcomo lo describieron los primeros conquistadores¡ª que acumula tantos islotes como d¨ªas tiene el a?o. Muchos son privados y pertenecen a celebrities y personajes del ¨¢mbito empresarial nicarag¨¹ense, que poseen all¨ª paradis¨ªacas residencias. Pero cualquier mortal puede, por unos pocos d¨®lares, realizar un tour por este ex¨®tico y sorprendente mundo acu¨¢tico que alberga m¨¢s sorpresas. Por ejemplo, Zapatera y Ometepe; esta ¨²ltima es la mayor isla volc¨¢nica en agua dulce del mundo, con dos cr¨¢teres, Maderas y Concepci¨®n, que todav¨ªa se encuentra activo. Otra singularidad del lago: es el ¨²nico del planeta en el que nadan tiburones.
Una mirada al infierno
De camino al punto final de este viaje en Managua, la capital, hay que detenerse en la reserva natural Laguna de Apoyo, formada dentro del volc¨¢n hom¨®nimo. Desde el jard¨ªn del Pacaya Lodge (pacayalodge.com), situado en lo alto del cr¨¢ter, la panor¨¢mica es formidable. La zona se presta a realizar senderismo y ba?arse en la laguna. Y en los diversos restaurantes que bordean sus aguas ¡ªSan Simian, La Abuela, La Casona¡ª se disfrutan platos t¨ªpicos como el guapote, un fino pescado. A escasos 15 kil¨®metros ya de Managua, las entra?as activas de la Tierra se dejan ver en el fondo del cr¨¢ter del Masaya. Al ponerse el sol, las densas columnas de gases que emanan del volc¨¢n comienzan a te?irse de rojo, amplificando el fulgor de la lava que fluye desde lo m¨¢s profundo de la monta?a; fuego en el horizonte y en la boca ardiente del Masaya.
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