En marcha por Rigi, la reina de las monta?as
Mark Twain hall¨® sosiego en esta cima suiza, tan bella que Niklaus Riggenbach construy¨® all¨ª hace 150 a?os el primer tren cremallera de monta?a de Europa para hacerla m¨¢s accesible. Este enclave junto a Lucerna despliega un magn¨¦tico paisaje alpino, rutas senderistas y gastronom¨ªa
En 1842, el artista brit¨¢nico J. M. W. Turner, fiel a su m¨¢xima ¡°la atm¨®sfera es mi estilo¡±, pint¨® tres acuarelas de una monta?a de los Alpes, en el centro de Suiza. En la Tate Gallery de Londres a¨²n cuelga la m¨¢s famosa de ellas: The Blue Rigi. No fue el ¨²nico que sucumbi¨® al magnetismo de la Rigi, monta?a cuyas cumbres eran entonces un misterio de dif¨ªcil acceso. En julio de 1897, Mark Twain volvi¨® a Suiza. Acarreaba problemas econ¨®micos y el luto por la desaparici¨®n de su hija Susy. Twain y su esposa, Olivia, deseaban un lugar tranquilo donde recomponerse. Como ¨¦l ya hab¨ªa escalado la Rigi en su primera visita 11 a?os antes, se instalaron en el peque?o pueblo de Weggis, a los pies del lago de los Cuatro Cantones y a la sombra de la monta?a. Permanecieron 10 semanas. En una carta escrita ese verano anot¨®: ¡°Un domingo en el cielo es ruidoso en comparaci¨®n con esta tranquilidad¡±.
A la Rigi se la conoce con el sobrenombre de ¡°la reina de las monta?as¡±, y la mejor manera de acceder a ella es en ferri desde la vecina Lucerna hasta Vitznau. Una hora de trayecto por un lago suizo (o sea, una hora de equilibrio). All¨ª se toma el Rigibahn, que no es un medio de transporte cualquiera, sino el primer ferrocarril cremallera de monta?a inaugurado en Europa y el motivo de este art¨ªculo, pues en 2021 se celebra el 150? aniversario de su primer viaje a las alturas. ¡°Quiero transportar gente de todas partes a la cima para que tambi¨¦n puedan disfrutar de la belleza de esta tierra¡±, dijo el ingeniero Niklaus Riggenbach. Muchos lo tomaron por loco. Pero patent¨® el invento y el 21 de mayo de 1871 remont¨® esta monta?a con unos mochileros entregados y primerizos a los que, como demuestran los 1,8 millones de visitantes que acuden aqu¨ª cada a?o, no les han faltado imitadores. Tan en serio se lo han tomado los gestores de la Rigi que han rescatado del Museo Suizo de Transporte de Lucerna aquel tren a vapor y lo han vuelto a poner en marcha. En la web rigi.ch se detalla la lista de unos festejos que, a causa de la pandemia, se han prolongado a 2022.
Alucinante panor¨¢mica
Cualquiera que ocupe asiento en este m¨ªtico EngineN? 7 o en el actual Rigibahn entender¨¢ que esto no va a ser una excursi¨®n de un instante. Uno se acuerda de escenas de dibujos animados, de los l¨¢pices de colores Alpino o de Nabokov, cuando fue a pasar un d¨ªa al hotel Palace de Montreux y se qued¨® 16 a?os. Mientras se remonta la monta?a se toma el pulso a una ascensi¨®n f¨ªsica y espiritual. La impaciencia cl¨¢sica del viajero se manifiesta enseguida. Uno desear¨ªa que el tren se detuviera cada tres segundos para hacer una foto mejor sin saber que la calidad de las panor¨¢micas aumenta parada a parada. Sin prisa, se van superando pendientes, estaciones y pueblos con excelentes postales del lago de los Cuatro Cantones. La experiencia ferroviaria dura unos 30 minutos. Una vez en la Rigi Kulm, a casi 1.800 metros de altura, se comprende la Rigi como una pen¨ªnsula prealpina rodeada de lagos: el de Lucerna (el de los Cuatro Cantones), el Zug, el Lauerz y otros 10 m¨¢s. Como en el cuadro de Turner, es una cumbre apaisada y amplia en la que no existen aglomeraciones y donde las vistas se pierden por los picos de las monta?as de los Alpes del Berner Oberland, como el Jungfrau y el Eiger, el macizo del Jura o la Selva Negra. La primera toma de contacto despliega una abundancia natural que de tan real parece mentira. No hay por qu¨¦ no seguir a los que suben hasta la torre de telecomunicaciones, pero, en verdad, una vez aqu¨ª ya da igual ad¨®nde se mire, por d¨®nde se vaya, qu¨¦ se haga. No es la monta?a m¨¢s alta, ni mucho menos, pero s¨ª la que atesora la panor¨¢mica de 360 grados m¨¢s privilegiada, una atalaya desde la que en d¨ªas claros pueden verse 24 de los 26 cantones de Suiza.
En invierno, los esqu¨ªs, el trineo o las raquetas son complementos imprescindibles. Desde la primavera, las posibilidades de senderismo se multiplican. Estamos en un paisaje de importancia nacional, protegido, cuidado al mil¨ªmetro, con 120 kil¨®metros senderizados, en los que no faltan paseos bien trazados y c¨®modos para recorrer en familia. Tambi¨¦n hay parques, por supuesto, como el Seilpark Rigi, con tirolinas, circuito de cuerdas o rutas de escalada; un lugar del que no es f¨¢cil luego sacar a los ni?os. ?reas como Rigi Kaltbad First o W?lfertschen First vienen acondicionadas para cochecitos y personas con movilidad reducida. Este recorrido ofrece vistas generosas y una impresionante variedad de flora alpina y de vida vegetal y geol¨®gica. Cap¨ªtulo aparte merece el Blumenpfad, el camino de las flores ¡ªdurante la ¨¦poca de floraci¨®n aparecen se?alizados hasta 200 tipos¡ª. En el sendero se aprecia la t¨ªpica roca conglomerada del monte Rigi, conocida como Nagelfluh, y conviene fijarse en flores como la Rigirollen (flor de globo) y, por supuesto, en las 37 especies de orqu¨ªdeas nativas. No hay mejor final para esta ruta que el mirador de K?nzeli, sin exagerar, la panor¨¢mica m¨¢s impactante.
El mejor ¡®rosti¡¯
Junto a la estaci¨®n Rigi Staffelh?he destaca el Kr?uterhotel Edelweiss, ubicado a 1.550 metros de altura. Su restaurante Panorama cuenta con sol¨¢rium y ofrece especialidades regionales. Su otra propuesta, el Regina Montium, con una estrella Michelin, sirve recetas tradicionales elaboradas exclusivamente con productos ecol¨®gicos suizos, ensalzados por las m¨¢s de 400 hierbas arom¨¢ticas procedentes del huerto vecino. En los restaurantes Alpenhof y en el LOK 7 se ofrecen fondues de queso y salchichas. Y en el popular Bahnh?fli hacen el mejor rosti con huevo (un plato t¨ªpico a base de patatas ralladas), que se puede acompa?ar por la cerveza artesanal aut¨®ctona Rigi Gold. Y es que esta monta?a, en la que viven unas 500 personas, tambi¨¦n tiene sus propios productores de queso, helados o cerveza. Entre miradores y flores hay adem¨¢s espacios con barbacoas p¨²blicas, con su correspondiente le?a, para los que hayan tra¨ªdo las bratw¨¹rste de casa.
La intensidad del d¨ªa, y la magnitud de lo visto, requiere dos cosas m¨¢s: la primera es para motivados y consiste en tomar un ferri en Vitznau o en Weggis y llegar a tiempo a la vecina monta?a de B¨¹rgenstock para subir y bajar en su c¨¦lebre ascensor panor¨¢mico abierto en la roca, un prodigio de ingenier¨ªa. La segunda es para epic¨²reos vocacionales y m¨¢s sencilla: seguir las indicaciones hasta el Mineralbad & Spa Rigi Kaltbad, balneario proyectado en 2012 por Mario Botta que incluye piscinas exteriores. Los primeros visitantes se ba?aron en estas fuentes medicinales hace 600 a?os, y hay que proteger las tradiciones. En el agua, frente al paisaje alpino, cobran sentido conceptos como contemplaci¨®n o tranquilidad y se destensa la uni¨®n entre el cuerpo y la mente. Cuando uno espera en el muelle de Weggis la llegada del ferri y mira alrededor entiende todo menos a Mark Twain, porque las semanas que prolong¨® su estancia son, a todas luces, insuficientes. Dicen que el placer de llegar a una cima es el recorrido; aqu¨ª tambi¨¦n, pero cuesta bajarla.
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