Secretos de la provincia de Teruel al descubierto
Carreteras sinuosas que enhebran hermosas villas de la Espa?a interior y un territorio con joyas medievales, torres mud¨¦jares, pueblos de pel¨ªcula, amantes de leyenda y hasta dinosaurios
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Paradigma de la Espa?a despoblada, la provincia de Teruel (Arag¨®n) es un territorio propicio a los descubrimientos. Por su posici¨®n fronteriza entre Castilla-La Mancha, Catalu?a y la Comunidad Valenciana, fue lugar de paso de diversos pueblos y culturas que dejaron su huella en maravillas del rom¨¢nico y del arte mud¨¦jar y pueblos como Albarrac¨ªn, Rubielos de Mora, Cantavieja, Mora de Rubielos¡ Villas que conviven con excelentes ejemplos de edificios modernistas. Eso sin contar con las bellezas medioambientales que conserva casi intactas y las huellas de un pasado muy, muy remoto.
Dinosaurios y arte rupestre
Hace entre 200 y 70 millones de a?os, el territorio de la actual provincia de Teruel estaba poblado por dinosaurios, cuyos rastros (huellas y f¨®siles) se encuentran en diversos yacimientos que hoy se pueden visitar. En la capital turolense, a poca distancia del centro, se encuentra Din¨®polis, el parque dedicado a los dinosaurios y la paleontolog¨ªa de Teruel, que ocupa m¨¢s de 12.000 metros cuadrados. All¨ª hay un extenso museo paleontol¨®gico, un recorrido tem¨¢tico, una zona de atracciones, un cine donde se proyectan v¨ªdeos en 3D, un simulador virtual y un parque donde se recrean a tama?o natural los dinosaurios hallados en la provincia. Din¨®polis cuenta con otras siete sedes repartidas por la provincia. En Rubielos de Mora, por ejemplo, est¨¢ Regi¨®n Ambarina, que muestra los numerosos f¨®siles de dinosaurios que viv¨ªan en lo que en tiempos remotos fue un amplio lago. Tambi¨¦n veremos bloques de ¨¢mbar en cuyo interior quedaron atrapados insectos.
M¨¢s de 60 millones de a?os despu¨¦s de extinguirse los dinosaurios llegaron los humanos, que habitaron las cuevas y abrigos de los agrestes relieves de la cordillera Ib¨¦rica. Testimonio gr¨¢fico de su cultura es el arte rupestre levantino, una manifestaci¨®n pict¨®rica extraordinaria que no se encuentra en ning¨²n otro lugar de Europa excepto en Espa?a, que se desarroll¨® en el arco mediterr¨¢neo durante el Epipaleol¨ªtico, un periodo de transici¨®n entre el Paleol¨ªtico y el Neol¨ªtico (alrededor de 10.000 a?os antes de Cristo). En Arag¨®n se han hallado m¨¢s de 170 dibujos, localizados en varias cuevas y abrigos de roca a lo largo de los r¨ªos Vero y Mart¨ªn, en el Maestrazgo y tambi¨¦n en Albarrac¨ªn.?
Trufas y jam¨®n
Los sibaritas ya lo saben: el jam¨®n de Teruel, protegido por una denominaci¨®n de origen, es uno de los m¨¢s ricos de Espa?a. Su sabor, suave al paladar, con estrechas vetas de grasa y un color rojo apagado, es inconfundible. Gracias a su clima seco, esta provincia se ha convertido en el mejor lugar de Arag¨®n (y uno de los mejores del pa¨ªs) para la producci¨®n y curado de este manjar.
La raz¨®n que hace que este jam¨®n sea tan reconocido y buscado por los amantes del buen comer es m¨²ltiple: por un lado, el proceso de cr¨ªa de los animales, alimentados solo con cereales producidos en la provincia; por otro, el proceso de curaci¨®n, que no puede ser inferior a los 14 meses en secaderos locales situados a m¨¢s de 800 metros de altura. El clima fr¨ªo y seco hace el resto. Para probarlo, adem¨¢s de pedirlo en los restaurantes y bares de la provincia, lo mejor es apuntarse a una cata en los secaderos de la zona o asistir a la feria del Jam¨®n de Teruel, que este a?o se celebrar¨¢ del 15 al 19 de septiembre.
Otra de las iniciativas que demuestran la existencia de Teruel es el trufiturismo. La sierra de turolense de Javalambre es uno de los lugares donde se recolecta mayor cantidad de trufa negra (Tuber melanosporum) del mundo. En la localidad de Sarri¨®n donde se celebra a primeros de diciembre Fitruf, una feria internacional dedicada a este preciado hongo ascomiceto, est¨¢ la asociaci¨®n de recolectores, que entre otras actividades organiza interesantes rutas guiadas y jornadas de b¨²squeda de trufas con degustaci¨®n final; tambi¨¦n est¨¢ prevista la inauguraci¨®n este a?o de un centro de interpretaci¨®n de la trufa.
Otra parada imprescindible para los amantes de la trufa negra es Mora de Rubielos. All¨ª se puede probar por ejemplo en Melanosporum, el moderno y refinado restaurante del hotel La Trufa Negra?y uno de los referentes de la hosteler¨ªa local. Aqu¨ª sirven este manjar en todas las modalidades imaginables, de un hojaldre relleno de vieiras con trufas a un risotto de langostino con peras y trufas.
El pueblo m¨¢s bonito
Entre los muchos pueblos que compiten por el t¨ªtulo del m¨¢s bonito de Teruel, casi todos se deciden por Albarrac¨ªn. Es uno de esos conjuntos casi perfecto que, gracias al olvido de d¨¦cadas, ha logrado salvar su patrimonio y una atm¨®sfera medieval de pel¨ªcula. Aferrado a un risco rocoso excavado por el r¨ªo Guadalaviar y rodeado por una naturaleza agreste, ha recuperado un patrimonio presidido por sus casas cubiertas por una cal colorada por el ¨®xido de hierro, los balcones colgantes de madera, las verjas de forja en las ventanas y sus estrechas y empinadas callejuelas empedradas. Albarrac¨ªn es todo un descubrimiento, anunciado desde lejos por la alta y majestuosa muralla almenada que lo rodea desde hace m¨¢s de mil a?os.
Durante casi un siglo, desde 1013 hasta 1104, fue una taifa independiente tras la desintegraci¨®n del califato de C¨®rdoba, e incluso despu¨¦s de la reconquista de la regi¨®n por los cristianos mantuvo su autonom¨ªa hasta 1170, por lo que necesit¨® de un eficaz sistema defensivo.
En Albarrac¨ªn lo que hay que hacer es pasearse y disfrutar de un ambiente ¨²nico. Una de las paradas obligadas puede estar en la catedral del Salvador, en el centro del pueblo, con su campanario sobresaliente entre los techos rojizos. Fue el primer edificio cristiano construido despu¨¦s de la reconquista, pero de sus primitivas l¨ªneas rom¨¢nicas no queda ya nada y las diferentes reformas lo convirtieron en el templo renacentista que hoy podemos disfrutar con a?adidos barrocos. En el cercano Museo Diocesano, en el antiguo palacio episcopal, se conservan aut¨¦nticas joyas de arte sacro. Y hay dos museos m¨¢s en los que detenerse: el Museo de Albarrac¨ªn, en el antiguo hospital del siglo XVIII, donde se muestra la historia de la villa, y el original y colorido Museo del Juguete, una colecci¨®n privada que abarca desde finales del siglo XIX hasta los a?os sesenta del siglo pasado.
Pero lo m¨¢s llamativo sin duda son sus murallas, majestuosas y milenarias, que rodean por completo el casco hist¨®rico. Son de origen ¨¢rabe, pero se han ido modificando con el tiempo. De sus puertas solo queda una, el Portal del Agua. Desde el punto m¨¢s alto de la fortificaci¨®n, la torre del Andador (del siglo X), se tiene una vista panor¨¢mica impresionante. Del castillo que dominaba la fortificaci¨®n pr¨¢cticamente solo quedan las paredes exteriores, que enmarcan 11 torreones cil¨ªndricos y uno de planta cuadrada. Desde hace algunas d¨¦cadas est¨¢ siendo objeto de una exhaustiva excavaci¨®n arqueol¨®gica que ha sacado a la luz numerosas piezas expuestas en el Museo de Albarrac¨ªn.?
Sierra de Albarrac¨ªn: para¨ªso senderista
La joya de Albarrac¨ªn tal vez est¨¦ fuera de sus murallas, en la sierra que la rodea, un macizo rocoso de 60 kil¨®metros de longitud que se extiende entre Arag¨®n, la Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha. Desde el mismo pueblo es posible recorrer numerosas sendas que se adentran por los alrededores, siguiendo, por ejemplo, el cauce del Guadalaviar.
Para caminatas m¨¢s ambiciosas hay que dirigirse al paisaje protegido de los Pinares de Rodeno, donde densos bosques de pinos cubren singulares formaciones geol¨®gicas moldeadas por la erosi¨®n de la roca arenisca, de color rojo, que caracteriza la zona, marcada por profundos ca?ones. Para conocer mejor la regi¨®n, donde se han hallado numerosas pinturas rupestres, es buena idea dirigirse al Centro de Interpretaci¨®n de Dornaque, a 14 kil¨®metros de Albarrac¨ªn, dedicado a la flora, fauna y geolog¨ªa local, y donde se puede conocer m¨¢s sobre los dinosaurios que antiguamente poblaban estos lares.?
Para saber c¨®mo eran estos parajes hace 150 millones de a?os, cuando estaban enteramente cubiertos por un oc¨¦ano prehist¨®rico, hay que visitar Mar Nummus, otra de las sedes de Din¨®polis.
El gran acueducto romano
En la comarca de la sierra de Albarrac¨ªn y sus alrededores aguardan m¨¢s sorpresas para los viajeros curiosos. Entre ellas, hay dos a menos de 30 minutos en coche de Albarrac¨ªn. La primera es el acueducto romano de Gea de Albarrac¨ªn, majestuosa obra de ingenier¨ªa del siglo I que se extiende 25 kil¨®metros, en los cuales se alternan tramos al aire libre y otros excavados en la roca. Gran parte del acueducto, que abastec¨ªa la ciudad de Cella, se puede visitar libremente, aunque es aconsejable acercarse al centro de interpretaci¨®n que tambi¨¦n organiza visitas guiadas.?
Un poco m¨¢s al norte est¨¢ Peracense, un pueblo coronado por un incre¨ªble castillo. Considerado uno de los m¨¢s bellos de Arag¨®n, fue levantado en la cima de un escarpado pe?asco en el siglo XII, aprovechando la presencia de enormes bloques rocosos, utilizados como parte de la construcci¨®n, realizada enteramente en la roca sedimentaria roja t¨ªpica de la zona.?
Esqu¨ª y astroturismo
En los ¨²ltimos a?os se ha puesto de moda la sierra de Javalambre, al sur de la provincia de Teruel. Su creciente fama como destino tur¨ªstico se la debe, sobre todo, a las actividades al aire libre que ofrece durante todo el a?o. En esta sierra hay incluso una estaci¨®n de esqu¨ª, con 14 kil¨®metros de pistas y nueve remontes, en el t¨¦rmino municipal de Camarena de la Sierra, que en verano se convierte en un rinc¨®n fant¨¢stico para hacer caminatas por senderos panor¨¢micos.?
Para quienes prefieran mirar al cielo (que aqu¨ª est¨¢ a salvo de la contaminaci¨®n lum¨ªnica) est¨¢ Gal¨¢ctica, un moderno observatorio astron¨®mico en las afueras de Arcos de las Salinas que se dedica a cartografiar el espacio y est¨¢ considerado como uno de los mejores puntos de Espa?a para la observaci¨®n de las estrellas. Inaugurado en 2020, el centro organiza durante todo el a?o visitas guiadas y estimulantes actividades, como cursos y charlas.
Gemelas y capic¨²as
La capital de la comarca de G¨²dar-Javalambre es Mora de Rubielos, una impresionante villa medieval salpicada de palacios, iglesias y con un castillo que parece sacado de un cuento, unidos por calles empedradas flanqueadas por balcones de madera y a las cuales se accede por antiguas puertas fortificadas, testigos de la importancia que Mora tuvo en la Edad Media, cuando fue un lugar estrat¨¦gico tanto en la guerra contra los musulmanes como en los enfrentamientos entre las coronas aragonesa y castellana.
Lo que m¨¢s sorprende al llegar es el impresionante castillo de los Fern¨¢ndez de Heredia, encaramado encima de un pe?asco rocoso que domina el pueblo y la campi?a circundante. Aunque su construcci¨®n se remonta al siglo X, las l¨ªneas actuales, de estilo g¨®tico, son fruto de sucesivas remodelaciones que han transformado la f¨¢brica original de este inexpugnable castillo, que durante su larga vida ha sido tambi¨¦n convento franciscano y c¨¢rcel. Organizada alrededor de la plaza de armas y con dos puertas de acceso protegidas por macizos torreones, la fortaleza cuenta con enormes salones, una capilla, alcobas se?oriales y otras dependencias, adem¨¢s de amplias bodegas. Un conjunto perfectamente rehabilitado y que en los meses de verano se convierte en escenario del festival de teatro Puerta al Mediterr¨¢neo.
El otro gran edificio de Mora es la excolegiata de Santa Mar¨ªa, asomada a la plaza de la Iglesia, rodeada por bellos palacios medievales, todo un manifiesto del g¨®tico levantino que se remonta a mediados del siglo XIV. Adem¨¢s, todo el casco antiguo de Mora de Rubielos?presume de sus portales, de diferentes ¨¦pocas. Y en lo alto, una serie de rampas peatonales nos llevar¨¢n hasta lo que queda de la antigua muralla medieval, levantada sobre una loma y a la que merece la pena subir por las inolvidables vistas del pueblo y el castillo.
Hermana casi gemela de Mora de Rubielos es la cercana Rubielos de Mora ¡ªa unos 12 kil¨®metros¡ª. Esta es una elegante villa fundada en el siglo XII al amparo de las onduladas colinas de la sierra de G¨²dar. Cuando, poco m¨¢s de 200 a?os despu¨¦s, el rey Pedro el Ceremonioso decidi¨® premiar a Rubielos por su fidelidad en la guerra contra Castilla con una exenci¨®n fiscal aqu¨ª se mudaron numerosos nobles navarros, vascos y catalanes, que transformaron el lugar en una refinada villa, llena de palacios, iglesias y monasterios.
Para acceder al casco antiguo hay que cruzar uno de los dos portales (el de San Antonio y del Carmen) que anta?o se abr¨ªan en la muralla de la ciudad. En una plazoleta triangular a pocos metros de la puerta de San Antonio encontramos uno de los palacios m¨¢s interesantes de la villa, hoy convertido en Ayuntamiento y oficina de turismo: de sobrias l¨ªneas renacentistas fue durante d¨¦cadas sede del mercado local.
El arte m¨¢s contempor¨¢neo tambi¨¦n se abre paso entre el conjunto medieval de Rubielos: el Museo Salvador Victoria?re¨²ne la obra de un famoso pintor impresionista originario de la villa en el antiguo hospital de peregrinos, de 1757. Y en el antiguo convento barroco de los Carmelitas Calzados se sit¨²a el museo dedicado a otro artista local, el escultor Jos¨¦ Gonzalvo. Aunque no se est¨¦ interesado en la exposici¨®n, vale la pena visitar el excelente claustro porticado del convento.
Por el Camino del Cid
Una manera original de descubrir los alrededores de Mora de Rubielos y Rubielos de Mora es el Camino del Cid, una ruta senderista que atraviesa la Pen¨ªnsula siguiendo las huellas de Rodrigo D¨ªaz de Vivar.
Dividido en diferentes tramos (la longitud total es de m¨¢s de 1.400 kil¨®metros), el camino entra en Arag¨®n por Torrehermosa, cerca de Calatayud, y sale hacia la Comunidad Valenciana en Olba, pocos kil¨®metros al sureste de Rubielos. En la web del proyecto es posible obtener informaci¨®n sobre las diferentes rutas (se puede seguir el itinerario tambi¨¦n en bicicleta y en coche), los puntos de sellado del ¡°salvoconducto¡± y los albergues donde pernoctar.
Descubriendo el Maestrazgo
El encantador Puertomingalvo,?silencioso y recogido, con sus casas de piedra sobre una roca coronada por un austero castillo, es un buen ejemplo del encanto del Maestrazgo, una comarca importante en tiempos medievales, cuando los maestres de las ¨®rdenes militares medievales controlaban esta regi¨®n, de ah¨ª su nombre.
Es un pueblo que conserva algunos edificios medievales interesantes, como el palacio del Ayuntamiento, considerado una obra maestra del g¨®tico civil aragon¨¦s. Hay por supuesto iglesias, como la barroca de San Blas, que compite con el castillo como monumento m¨¢s importante de la localidad. La fortaleza, en lo alto del pueblo, ofrece unas buenas panor¨¢micas de la campi?a.
Y muy parecidos son otros muchos pueblos del Maestrazgo, que mezclan el aire medieval con el renacentista y las iglesias barrocas. Es el caso tambi¨¦n de La Iglesuela del Cid, ya en el l¨ªmite con la Comunidad Valenciana, de aire renacentista, con castillo y recinto amurallado, aunque dice la leyenda que fue mandado levantar por El Cid. No faltan los palacios nobiliarios y, como ejemplo, la Casa Aliaga, un enorme edificio renacentista que se alza en pleno casco hist¨®rico, considerado el m¨¢ximo ejemplo de arquitectura palaciega del Maestrazgo. Perteneci¨® a la poderosa familia de los Aliaga y conserva la disposici¨®n originaria de sus estancias, con muebles y objetos de varias ¨¦pocas.
La capital de la comarca del Maestrazgo es Cantavieja, que presume tambi¨¦n de ser uno de los pueblos m¨¢s bonitos de Arag¨®n. Fundada por el general cartagin¨¦s Am¨ªlcar Barca en lo alto de un pe?asco a 1.300 metros de altitud, durante toda la Edad Media prosper¨® gracias a las ¨®rdenes militares caballerescas que se sucedieron en su dominio. Tras siglos de aletargamiento, se volvi¨® a convertir en centro militar neur¨¢lgico durante las Guerras Carlistas, cuando el comandante carlista Ram¨®n Cabrera instal¨® all¨ª su cuartel general. Por supuesto, hay un museo de la Guerra Carlistas, adem¨¢s de palacetes de diversas ¨¦pocas, grandes iglesias y un antiguo castillo de peculiar planta triangular para aprovechar un espol¨®n rocoso que domina la llanura circundante y del que apenas queda nada en pie.
Cantavieja es tambi¨¦n el punto de partida de una densa red de senderos, aptos para todos, como el popular camino que llega al mirador de la Tarayuela, el de la fuente de la Faldrija o el que flanquea el r¨ªo Cantavieja. Pero si se busca algo realmente f¨¢cil podemos simplemente seguir el paseo bajo las murallas, accesible por unas escaleras desde el casco antiguo.
En la bella Mirambel?
Uno de los pueblos m¨¢s conocidos del Maestrazgo es Mirambel. Y es que ha sido escenario de muchos rodajes de pel¨ªculas y anuncios. El decorado merece la pena: est¨¢ rodeado por una muralla del siglo XIV, con un aire buc¨®lico y sosegado y calles silenciosas cerradas al tr¨¢fico. Mirambel comparte historia con otras localidades de la comarca: reconquistada en 1180 por Alfonso II, cedida a los templarios primero y a los sanjuanistas despu¨¦s, vivi¨® su ¨¦poca de esplendor a partir del siglo XVI, cuando se construyeron los palacios y casas de estilo renacentista que le han valido el t¨ªtulo de conjunto hist¨®rico art¨ªstico.?
La m¨¢s famosa de las cuatro puertas que se abren en la muralla es el Portal de las Monjas, que sirve de acceso al casco hist¨®rico y luce tres galer¨ªas cubiertas por elegantes celos¨ªas de yeso y barro, ¨²nicas en su g¨¦nero, con intricados dibujos geom¨¦tricos. Una vez dentro, el pueblo invita a pasear entre conventos, como el de las Agustinas que desde el siglo XVI marca la vida de Mirambel, o iglesias como las de Santa Catalina y de Santa Margarita. Una vez m¨¢s, veremos palacetes renacentistas con galer¨ªas porticadas y, por supuesto, las ruinas de un castillo templario, del que hoy solo quedan unos muros pero que a¨²n as¨ª sigue siendo uno de los rincones m¨¢s sugerentes de la villa.
La ruta del silencio
Mucho menos conocido resulta Eljuve, adonde se llega desde Cantavieja siguiendo la llamada Silent Route, la ruta del silencio. Tras este nombre tan sugerente est¨¢ la A-1702, una serpiente de asfalto que cruza casi por completo las comarcas del Maestrazgo y de Andorra-Sierra de Arcos, en el coraz¨®n de la provincia turolense. A lo largo de sus 63 kil¨®metros, entre Cantavieja y la localidad de Gargallo, se alternan impresionantes parajes naturales, como los ?rganos de Montoro o los Estrechos de Vallor¨¦, y pueblos de gran belleza como Ejulve, Montoro de Mezquita, Pitarque o Gargallo, con un excelente museo etnogr¨¢fico.
Ejulve se recorre r¨¢pidamente, entre casas solariegas renacentistas que se asoman a calles tranquilas, como la que alberga el Ayuntamiento o el antiguo hospital hoy convertido en el Centro de Interpretaci¨®n del Parque Cultural del Maestrazgo. O la iglesia de Santa Mar¨ªa la Mayor, soberbio edificio g¨®tico con un alto campanario que en su d¨ªa funcion¨® tambi¨¦n como baluarte defensivo. Una visita curiosa es la del centro de interpretaci¨®n de Las Mas¨ªas de Ejulve, que muestra la historia y tradiciones de las grandes mas¨ªas que antes abundaban en las inmediaciones de este lugar. Desde el centro arrancan varios senderos, bien se?alizados, que unen las mas¨ªas a¨²n existentes. A los amantes de la naturaleza les espera una sorpresa en el monumento natural de los ?rganos de Montoro, entre Ejulve y Villarluengo: unas formaciones geol¨®gicas de roca caliza que parecen grandes agujas, de hasta 200 metros de altura, o los tubos de un ¨®rgano. Las mejores vistas se obtienen desde el collado de Casa Mazuelos. Tambi¨¦n es posible explorar la zona a pie siguiendo alguna de las rutas senderismo que la recorren.
Dos amantes y un torico
Humilde y al margen de las grandes rutas, Teruel es una de las capitales de provincia m¨¢s peque?as de la Pen¨ªnsula. Pese a tener un riqu¨ªsimo patrimonio mud¨¦jar, es m¨¢s conocida por la tr¨¢gica historia de dos famosos amantes: a mediados del siglo XIII, cuando Juan vuelve de hacer fortuna para casarse con su amada Isabel, ella acaba de contraer matrimonio con otro y le niega un ¨²ltimo beso. ?l cae muerto, y en su funeral la joven va a darle ese beso p¨®stumo y muere sobre el cad¨¢ver. Ambos est¨¢n enterrados en la iglesia mud¨¦jar de San Pedro, del siglo XIV, en un sepulcro de alabastro esculpido en 1955 por Juan de ?valos. El mausoleo de los Amantes es constantemente visitado por parejas que se prometen all¨ª amor eterno. Tras ver la famosa tumba, es buena idea subir al ¨¢ndito que rodea el per¨ªmetro exterior del templo, que funcionaba como camino de ronda, y a la torre, que adem¨¢s de ser la m¨¢s antigua de la ciudad ofrece desde sus 25 metros de altura bellas vistas del paisaje urbano. Tambi¨¦n destaca su claustro de ladrillo, en el que pervive un templete de madera que durante siglos sirvi¨® para exponer los cuerpos momificados de los amantes. La ¨²ltima etapa del recorrido es la del jard¨ªn que rodea el conjunto y desde el cual se goza de una visi¨®n privilegiada del ¨¢bside.
Pese a su peque?o casco antiguo, Teruel es toda una sorpresa. Aqu¨ª se desarroll¨® y floreci¨® el mud¨¦jar aragon¨¦s, un estilo arquitect¨®nico fruto del mestizaje de las culturas cristiana e isl¨¢mica. El otro estilo que marca la ciudad es el modernista, y como ejemplo la majestuosa escalinata que conduce de la parte baja de la ciudad al centro. Fue la obra maestra de la arquitectura modernista turolense de los a?os veinte y mezcla elementos t¨ªpicos de la tradici¨®n mud¨¦jar, como el uso del ladrillo de barro y la decoraci¨®n cer¨¢mica, con otros de cl¨¢sica impronta modernista, como la forja de las farolas. A mitad de la escalinata destaca el altorrelieve con la escena del beso de los Amantes labrada por el escultor Aniceto Marinas.
Otra joya de la ciudad es la torre mud¨¦jar de El Salvador (del siglo XIV), con sus 40 metros de altura y una decoraci¨®n exterior formada por rombos de ladrillos embellecidos por cer¨¢mica de colores blanco y verde. Es uno de los monumentos m¨¢s visitados y espectaculares de la ciudad, un majestuoso ejemplo de la arquitectura medieval mud¨¦jar. Desde la parte superior, donde se hallan las campanas, se contemplan unas amplias vistas de la ciudad.
La plaza del Torico es su centro neur¨¢lgico. Construida a mediados del siglo XIX, est¨¢ rodeada de caf¨¦s y algunos excelentes edificios modernistas del arquitecto catal¨¢n Pau Mongui¨® Segura. La explanada toma su nombre de la fuente con cuatro cabezas de toro de las cuales brota el agua, y rematada por una alta columna coronada por la estatuilla del torico, un diminuto toro de bronce que recuerda la leyenda sobre la fundaci¨®n de la ciudad.
Y, por supuesto, hay que ver su maravillosa catedral que, a pesar de su aspecto inconfundiblemente mud¨¦jar, con el campanario de ladrillos, azulejos y cer¨¢micas vidriadas verdes, es de origen rom¨¢nico. De la primitiva construcci¨®n poco queda en pie, y todos sus elementos m¨¢s llamativos son fruto de una larga serie de reformas que se llevaron a cabo a partir del siglo XIII. A unos metros de la plaza de la catedral se alza la torre de San Mart¨ªn, otro monumento mud¨¦jar del que se sienten muy orgullosos los turolenses. Construida siguiendo el modelo de las torres almohades en 1316, fue restaurada varias veces en los siglos posteriores. Su hipn¨®tica decoraci¨®n est¨¢ formada por intricadas figuras geom¨¦tricas de ladrillo resaltado y con apliques de cer¨¢mica vidriada verde y blanca.
La sorpresa del Matarra?a
Abrazado por su majestuoso castillo medieval y por el r¨ªo Matarra?a, Valderrobres es uno de esos lugares donde el tiempo parece detenerse. En la capital de la regi¨®n esperan un recinto amurallado con calles adoquinadas, magn¨ªficas casas de piedra y un imponente castillo del siglo XII, mandado construir por el rey Alfonso II de Arag¨®n. La mayor¨ªa de los visitantes entra en el casco antiguo por el puente medieval de piedra que cruza el Matarra?a y que es tambi¨¦n la estampa m¨¢s conocida de la localidad, con las casas con balcones de madera colgantes sobre el r¨ªo y la torre del castillo como tel¨®n de fondo. Una vez pasado el puente se entra en la villa por el portal de San Roque, una de las siete puertas almenadas que se abr¨ªan en el recinto amurallado. Justo despu¨¦s del portal se abre la plaza de Espa?a, una peque?a explanada cercada por palacios medievales y renacentistas y bares con terrazas.
Una serie de rampas, escaleras y empinadas calles empedradas que serpentean entre bonitas casas de siller¨ªa sube hasta la parte alta de la villa, donde se levanta, junto al castillo, una impresionante iglesia g¨®tica considerada uno de los mejores ejemplos aragoneses de este estilo arquitect¨®nico. Y por fin, el castillo, un palacio fortificado que fue, a partir del siglo XIII, residencia del obispo de Zaragoza, se?or de la villa y de sus tierras. Una fortaleza de grandes dimensiones y de espl¨¦ndidos vol¨²menes que fusiona el estilo g¨®tico y el renacentista en un conjunto tan arm¨®nico como funcional. Adem¨¢s de recorrer su laber¨ªntico interior, no hay que perderse las vistas desde la plaza de armas o las ventanas de los pisos superiores, que enmarcan la campi?a de los alrededores.?
No lejos de Valderrobres queda Beceite, un peque?o pueblo entre monta?as que en los ¨²ltimos a?os atrae a los amantes de las actividades al aire libre al llamado Parrizal de Beceite, una senda de pasarelas de seis kil¨®metros de longitud que en paralelo al r¨ªo Matarra?a, entre elevad¨ªsimas paredes de roca. El acceso a la senda est¨¢ regulado y hay que adquirir entrada para realizarla.
Alca?iz y los calatravos
Alca?iz?se aparece como acurrucada en un meandro del r¨ªo Guadalope, que la abraza y protege. Es la capital del Bajo Arag¨®n y segunda ciudad m¨¢s importante de la provincia, y se nota su importancia con solo entrar en el casco antiguo, salpicado de palacios nobiliarios, iglesias y museos. Aqu¨ª todo se organiza alrededor del impresionante castillo calatravo que domina la villa. Hoy esta fortaleza levantada en el siglo XII por los caballeros de Calatrava funciona como parador, pero parece perfecto como escenario de un cuento. En realidad, es una mezcla de estilos arquitect¨®nicos, desde el rom¨¢nico hasta el renacentista, con el aspecto inexpugnable que le dan sus torreones, la torre del homenaje que preside el conjunto y los altos bastiones.
En la plaza de Espa?a convergen las principales calles y se asoman dos de los mejores ejemplos de la arquitectura civil g¨®tica y renacentista de Arag¨®n. El primero es la Casa Consistorial, construida en 1547 con una elegante fachada presidida por el escudo de Alca?iz y coronada por una galer¨ªa de arcos de medio punto. El segundo es la Lonja, un edificio g¨®tico tard¨ªo aragon¨¦s (data del siglo XV) adosado al Ayuntamiento, abierto por tres grandes arcos apuntados donde se celebraba el mercado en la Edad Media. Y a pocos metros de la Lonja, la iglesia de Santa Mar¨ªa, con una incre¨ªble fachada barroca. Especialmente curiosos son los pasadizos subterr¨¢neos que conectaban entre s¨ª (y sal¨ªan fuera de las murallas) los palacios m¨¢s emblem¨¢ticos de la villa. Esta intrincada red medieval excavada directamente en la roca se puede conocer desde el acceso que hay en la misma oficina de turismo.
Y de regreso al siglo XXI, Alca?iz es famoso tambi¨¦n por ser la sede de Motorland, un circuito de carreras inaugurado en 2009 donde se celebran numerosas competiciones de motociclismo. Durante todo el a?o invita a los aficionados del motor a exhibiciones, concentraciones de veh¨ªculos, cursos de conducci¨®n o talleres para pilotar motos y karts.?
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