El ¨¢ngel exterminador y otras curiosidades de la costa de Cantabria
Siete lugares sorprendentes en irresistibles excursiones por los pueblos y acantilados de la comunidad norte?a
Los 284 kil¨®metros de litoral de Cantabria ofrecen al viajero inquieto mil y una rarezas entre cabos, playas y acantilados. Aqu¨ª proponemos siete enclaves que deparan sorpresas visuales, reafirm¨¢ndonos en la grata costumbre de descubrir la costa norte fuera de temporada.?
Magn¨ªfico golpe de vista
Mirador de Tina Menor (Val de San Vicente)
Las desembocaduras de las r¨ªas ¡ªo tinas¡ª que flanquean el pueblo de Pech¨®n embelesan en el litoral lindante con Asturias. En ning¨²n otro punto de Cantabria?se ve c¨®mo los encinares se aproximan tanto al mar. La garganta que forma la Tina Menor nos enfrenta a la fastuosa sierra de Jerra y a un r¨ªo Nansa que se diluye, ya hecho mar, a los pies del mirador situado en el kil¨®metro 2 de la CA-380. Sus aguas viran, seg¨²n los d¨ªas, del verde al azul, y ganan mucho en pleamar, en tanto que la bajamar saca a la luz la playa del Sable. Pero no hay que quedarse en los bancos que custodian el monumento al Pescador de ca?a, de Antonio Coello de Portugal: a 100 metros se accede a pie (no se puede aparcar) a otro banco-mirador sublime, ya sin vegetaci¨®n que entorpezca la perspectiva.
Un ¨¢ngel custodio
Cementerio viejo de Comillas
Dignificando la ruinosa iglesia del siglo XV, en pleno camposanto, un ¨¢ngel de m¨¢rmol con las alas al viento se alza desde 1895 sobre el presbiterio, visible desde buena parte de Comillas?e ilumin¨¢ndose de noche con un aura fantasmag¨®rica. ¡°Lo tachan de exterminador¡±, apunta Enrique Campuzano, doctor en Historia del Arte y miembro del equipo restaurador del cementerio, ¡°cuando en realidad su actitud no es sino la de tutelar, con la espada ca¨ªda¡± ¡ªla flam¨ªgera original era de m¨¢rmol, pero se derrumb¨®, junto con el resto de la escultura, en 1941¡ª. Su autor, Josep Llimona, fue uno m¨¢s de los artistas de la escuela modernista de Barcelona ¡ªjunto con Gaud¨ª, Dom¨¨nech i Montaner y Vallmitjana, entre otros¡ª?abducidos por el segundo marqu¨¦s de Comillas. Llimona hab¨ªa llegado recientemente de Italia, lo que explica la analog¨ªa del ¨¢ngel, en cuanto a envergadura y expresi¨®n facial, con el David de Miguel ?ngel. A sus pies, formando un conjunto, estaba proyectada una ni?a en actitud lectora, figura que nunca se labr¨®.
El encanto del cementerio de la localidad no radica solo en su elevaci¨®n sobre una colina frente al Cant¨¢brico; todo ¨¦l es de un coqueto modernismo, tanto en los muros rematados con pin¨¢culos como en la estupenda portada, con su verja forjada actualmente en proceso de restauraci¨®n. Otra obra funeraria de referencia de Llimona es el pante¨®n en forma de ola, propiedad de la familia Pi¨¦lago.
¡®La cara del indio¡¯
Alfoz de Lloredo
Al poco de abandonar la localidad de C¨®breces en sentido Santander, veremos a la izquierda el indicador a Bolao, lo que es decir al ruinoso molino de ma¨ªz que atrae con sus muros, su arroyo escalonado, su represa, en un declive que enamora por su grado de conservaci¨®n. Paraje tapizado por prados de siega ¡ªcon presencia de vacas¡ª?en donde la rocalla del acantilado sorprende al espectador con La cara del indio,como una divertida esfinge con secreto. A mano derecha veremos encaramado en el acantilado un banco de madera para el disfrute visual de la costa comprendida entre Oyambre y Suances, as¨ª como de la hora del atardecer que, a partir de junio, incluye el disco solar cayendo por el mar; resulta mucho m¨¢s c¨®modo acceder al banco desde To?anes, pueblo del escritor Juan G¨®mez B¨¢rcena (Santander, 1984) inspirador de su ¨²ltima novela, Lo dem¨¢s es aire (Seix Barral). Antes o despu¨¦s, la posada San Tirso desempe?ar¨¢ un papel protagonista.
Una capilla pasada por agua
Ermita de Santa Justa (Santillana del Mar)
?Es concebible una capilla empotrada dentro del acantilado sobre la que descarga el Cant¨¢brico toda su fuerza? Eso es lo que ocurre con la ermita dedicada a la m¨¢rtir sevillana Santa Justa, cuyos or¨ªgenes hay que buscarlos en el siglo XIII. Hoy consta de solo dos paredes ¡ªest¨¢ reforzada la que soporta el oleaje¡ª?y un ventanuco a trav¨¦s del cual se atisba el altar. Del aparcamiento salimos caminando sobre pizarra hasta la playa y pisando madera hasta el merendero, con bancos nuevecitos desde donde ser testigos de c¨®mo rompen las olas durante los temporales. A la ermita se acerca uno con el mar en calma, para despu¨¦s subir al pared¨®n de San Telmo, antiguo faro, desde el que se domina la playa de Tagle (ya en el municipio de Suances). Un c¨¦lebre crimen perpetrado en 1954 en la hospeder¨ªa Las Fondas, situada en esta playa y demolida en 2006, inspir¨® a la escritora Mar¨ªa Oru?a la novela negra Puerto escondido (editorial Destino).
Para completar la excursi¨®n: Chisco es el propietario del chiringuito de Santa Justa, dotado con una mullida terraza chill out y donde se organizan conciertos en verano. M¨¢s alejada, la posada La Cerr¨¢ de San Roque abri¨® en 1991 y reclama el honor de ser pionera del turismo rural en Cantabria.
Sentado en el grader¨ªo de la bah¨ªa
Duna de Gamazo (Santander)
Si en algo es imbatible la capital c¨¢ntabra es en la calidad de sus paseos junto al mar, su disposici¨®n relajante, balnearia. Del palacio de Festivales de Cantabria podemos acercarnos a una mancha verde de la que surgen las gradas dise?adas por el arquitecto Alejandro Zaera (Madrid, 1963) para asistir a las regatas del Campeonato Mundial de Vela Ol¨ªmpica de 2014, como ampliaci¨®n del Centro de Alto Rendimiento de Vela Pr¨ªncipe Felipe. Esta suerte de moderna duna arquitect¨®nica con forma de proa invita al silencio ¡ªel tr¨¢fico queda lejos, como no sea el de los barcos que surcan la bah¨ªa¡ª; hay pasamanos met¨¢licos y las farolas tubulares se inclinan al desgaire figurando los m¨¢stiles de una embarcaci¨®n. Detr¨¢s del grader¨ªo se conserva el dique seco de carena de 1908 que nos habla del pasado industrial santanderino; su caseta de bombas de achique hoy es un bar de atractiva terraza. El grader¨ªo dista 400 metros de la Zona de Hamacas (gratuitas), dise?adas tambi¨¦n por Zaera.
Los ojos del Cant¨¢brico
La Ojerada (Bareyo)
Esta curiosidad geol¨®gica dispone de aparcamiento en un prao situado al costado del cabo de Ajo, al final de una calle estrecha, por lo que es desaconsejable desplazarse hasta aqu¨ª con veh¨ªculos de gran tama?o. En apenas 150 metros se alcanza el espect¨¢culo rocoso de La Ojerada: dos oquedades erosionadas por efecto del agua y el viento simulando los ojos de una m¨¢scara ¡ªo las gafas de una cueva¡ª?desde las que se contempla el Cant¨¢brico a placer. Y ello al acentuarse la erosi¨®n por la base del declive, factor particular de este tramo de costa. En lo alto se divisan los pescadores suspendidos en las alturas de la fachada oriental del cabo, mientras diversas grietas a modo de sifones expulsan aire al comp¨¢s de las olas dando unos sustos de ¨®rdago. No conviene acercarse con mar picada; es importante hacerlo siempre con calzado antideslizante, y los ni?os, de la mano.
En la localidad de Bareyo, el plato local es la paella de marisco, recuerdo de los trabajadores de la construcci¨®n que levantaron los edificios a la vista. El restaurante Labu Ajo, con viveros de marisco, es un buen sitio para catarla.
De la calle al mar
T¨²nel de la Atalaya (Laredo)
El pasadizo de 221 metros de largo, horadado en 1863 bajo el macizo de la Atalaya, conduce desde el centro de Laredo al que iba a ser el muelle de La Soledad, pero que las galernas se encargaron de destrozar. En la Guerra Civil sirvi¨® de refugio. Desde el a?o 2021 el t¨²nel est¨¢ bien iluminado, con sistema de cierre y apertura automatizado de puertas y, en un tramo, el techo y las paredes lucen pintados cual fondo de acuario, con medusas, rayas y tiburones. La salida sorprende con un escenario costero arriscado, bancos para tomar el sol sin edificios a la vista y pasamanos met¨¢licos que dan la posibilidad de deambular en bajamar entre la grava negra y los pedreros. Abre de 10.00 a 22.00 (cierra por temporal).
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