Un viaje por Vic entre los murales de Josep Maria Sert y el imprescindible fuet
La capital de la comarca barcelonesa de Osona despliega la obra cumbre del gran pintor espa?ol, un pasado arquitect¨®nico de primera magnitud, grandes mercados populares y una gastronom¨ªa donde destaca la longaniza
Barcelona, Nueva York, San Sebasti¨¢n o Bruselas fueron algunas de las ciudades del mundo que vieron la impronta de un artista que destac¨® sobremanera en el campo del mural: Josep Maria Sert (1874-1945). Pero, sin duda, ninguna otra define mejor su excelencia como Vic,?dado el compromiso que contrajo con esta localidad barcelonesa a ra¨ªz de un encargo que le hiciera su amigo el obispo Josep Torras i Bages, en 1900, y que desarroll¨® durante buena parte de su vida. Nos referimos a la decoraci¨®n de la catedral neocl¨¢sica de Sant Pere de Vic, su obra cumbre, concluida en 1945. En ella, el autor realiz¨® una triunfal exaltaci¨®n de la Iglesia y del misterio de la redenci¨®n despu¨¦s de que diferentes trabajos y la Gran Guerra retrasaran su dedicaci¨®n al proyecto.?
Hoy, la capital de la comarca de Osona le rinde tributo por medio de la Ruta Sert, que permite adentrarse en la trayectoria de este pintor que est¨¢ enterrado en la misma catedral. El itinerario abarca el recorrido por el propio templo en s¨ª como el paso ante los 22 murales, los cuales constituyen el conjunto m¨¢s grande de toda su producci¨®n, por el n¨²mero de piezas y por sus dimensiones. Asimismo, tambi¨¦n es posible conocer m¨¢s obras mediante reproducciones fidedignas, como las pinturas del hotel Waldorf Astoria neoyorquino, instaladas en el edificio El Sucre.
La catedral ha ido teniendo diferentes transformaciones y adiciones: el templo rom¨¢nico original data del siglo XI, y de aquella ¨¦poca quedan la cripta y la torre del campanario, de siete pisos y 46 metros de altura. Adem¨¢s, muy cerca se hallan otras construcciones de gran inter¨¦s hist¨®rico, como el Palacio Episcopal, del siglo XVII, o la antigua Escriban¨ªa, que fue reconstruida en el XVIII, y, si se quiere indagar en este campo, el Museo Episcopal, que tiene una notable colecci¨®n de pintura y escultura medieval. Algo que no forma parte de un pasado enquistado en el tiempo, sino que puede notarse de forma habitual gracias a uno de los diversos eventos populares que organiza la ciudad: el mercado medieval, que se celebra en diciembre coincidiendo con el puente de la Inmaculada. A lo largo de varios d¨ªas del ¨²ltimo mes del a?o, Vic retrocede en el tiempo y todo se ti?e de trajes y paradas de comida y artesan¨ªa propias del Medievo. Una ocasi¨®n excelente para tambi¨¦n conocer de primera mano una de las ofertas m¨¢s potentes del lugar, la gastron¨®mica, con ferias del queso, la miel, el reques¨®n, la trufa y, muy en especial, los embutidos. En concreto, el c¨¦lebre fuet (longaniza) de Vic, cuyos secretos se pueden ver en la Casa Riera Ordeix,?la cual ofrece la experiencia de descubrir el m¨¦todo de elaboraci¨®n de este manjar. De hecho, establecimientos como Ca la Teresona, una reconocida charcuter¨ªa ubicada en el centro de la ciudad, dan fe de una tradici¨®n que, en su caso, se remonta a m¨¢s de cinco generaciones.?
El salchich¨®n, pues, es crucial para toda la Plana de Vic, con casi treinta denominaciones de origen. Se cree que ya exist¨ªan algunas variantes en las ¨¦pocas griega y romana antiguas ¡ªcomo tal hacia el siglo XV ya podr¨ªa hablarse de esta manera de conservar carnes de manera prolongada¡ª, y de hecho, otra atracci¨®n tur¨ªstica es el templo romano, declarado Bien Cultural de Inter¨¦s Nacional y de acceso gratuito. Construido en el siglo II, formaba parte del castillo del linaje de los Montcada y est¨¢ compuesto, entre otros elementos, por un p¨®rtico con ocho columnas y capiteles corintios sobre base j¨®nica. M¨¢s adelante, por cierto, Vic ser¨ªa ocupada por los musulmanes, en el a?o 718, y al fin repoblada por Guifr¨¦ el Pil¨®s en el siglo X.
El parador de la niebla
De esta manera, estamos ante un lugar que es pura historia catalana, que cuida con mimo sus costumbres mediante otros acontecimientos como el Mercado del Ram, una feria agr¨ªcola y ganadera con exposiciones y concursos de ganado y de maquinaria, que se celebra desde el a?o 875. Pero tambi¨¦n de las manifestaciones art¨ªsticas, con otro mercado de dibujo, pintura y escultura en la plaza Mayor, el segundo s¨¢bado de cada mes, y, desde 1989, el Mercat de la M¨²sica Viva (su 34? edici¨®n se celebra del 14 al 17 de septiembre), donde multitud de bandas hacen coincidir la presentaci¨®n de sus nuevos ¨¢lbumes, m¨¢s el Festival de Jazz, que se celebra en mayo.?
Por otra parte, si se quiere disfrutar de la naturaleza, la comarca de Osona ofrece un lugar inmejorable. Primero, porque geogr¨¢ficamente se encuentra en la parte central de Catalu?a, cerca, por consiguiente, tanto de Barcelona como de los Pirineos y la costa. Y en segundo lugar, porque es un paisaje de tal belleza que justifica que se organicen viajes en globo o rutas con quads o caballos. Un paisaje que resulta hipnotizador desde la loma en la que se encuentra el Parador de Vic-Sau, desde donde se puede contemplar la serran¨ªa de las Guiller¨ªas al fondo y el pantano de Sau a sus pies. Un alojamiento que el pasado 16 de junio celebr¨® su 50? aniversario.?
Se trata de una gran edificaci¨®n que recuerda la estructura de las tradicionales mas¨ªas catalanas y que cuenta con los habituales alicientes que proporciona la red de Paradores: un cuidado jard¨ªn, habitaciones con terraza, una oferta gastron¨®mica de calidad e incluso una piscina de temporada. Detr¨¢s, se erigen mil recodos para el que guste perderse en las monta?as, y delante, la vista imponente del pantano invita a alquilar un kayak o una canoa para navegar en sus aguas; o, por otro lado, ir m¨¢s all¨¢ y, en un meandro del r¨ªo Ter, ver el monasterio de Sant Pere de Casserres, erigido por una vizcondesa a inicios del siglo XI, tras comprar este dominio alodial al conde Ramon Borrell de Barcelona. Un pedazo de historia que, por as¨ª decirlo, puede otearse cada ma?ana, al levantarse en el parador y contemplar la niebla que suele cernirse sobre todo el ¨¢rea al amanecer, extendida a lo lejos y cubriendo el pantano desde hace cientos y cientos de a?os, configurando una postal extraordinaria.?
Toni Montesinos es autor de La ofensiva K de Kafka. Un escritor sagrado y puro (B¨¢ltica, 2021).?
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