Un viaje por las tierras de frontera del sur de Extremadura entre pueblos blancos, jamones y templarios
Esta regi¨®n de la provincia de Badajoz ofrece una fascinante historia, un paisaje de castillos y dehesas, buenos vinos espumosos y tesoros culinarios como el cerdo ib¨¦rico
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La distancia a grandes ciudades y el olvido han hecho que el sur de Extremadura quedase un poco fuera del mapa tur¨ªstico. Su aislamiento oculta una regi¨®n atractiva y aut¨¦ntica que permite redescubrir el placer del viaje pausado, ese en el que todav¨ªa podemos sorprendernos de lo que encontramos a nuestro paso. En la mitad sur de la provincia de Badajoz?todav¨ªa es posible esta forma de viajar, entre pueblos blancos, dehesas, serran¨ªas y castillos. Daremos incluso con una ¡°capital del cava¡± en Almendralejo, o castillos palaciegos como los que ahora ocupan algunos hoteles de la red Paradores.
Territorio templario
Antiguas fortalezas almohades y bellos pueblos blancos van saliendo a nuestro paso si deambulamos por las carreteras pacenses. Por ejemplo, desde Jerez de los Caballeros, con un impresionante conjunto monumental, hasta Granja de Torrehermosa, ya casi en el l¨ªmite con C¨®rdoba, un camino que nos permite viajar haciendo alto en lugares como Burguillos, Salvatierra de los Barros, Llerena, Zafra o Azuaga. Las iglesias, algunas de estilo moz¨¢rabe, alzan sus picudas torres-campanario y la gastronom¨ªa se manifiesta en un desfile de platos tradicionales.
El viaje puede comenzar probando el jam¨®n ib¨¦rico de bellota t¨ªpico de la zona y disfrutando del conjunto monumental de Jerez de los Caballeros, con su blanca estampa frente a Sierra Morena y rodeada de dehesas de alcornoques. Fue Alfonso IX de Le¨®n quien en 1230 cede para su custodia la Villa de Jerez a la Orden del Temple, a la que debe su fisonom¨ªa su esp¨ªritu se?orial y su nombre, por los caballeros templarios. El paseo por el casco hist¨®rico nos llevar¨¢ por la iglesia de Santa Catalina, la plaza de San Miguel Arc¨¢ngel, la casa museo de Vasco N¨²?ez de Balboa o la iglesia de San Bartolom¨¦.
Camino de Zafra, hay paradas interesantes, como el castillo templario de Burguillos?y su aljama, en la que vivieron los jud¨ªos hasta ser expulsados en el siglo XV. Tambi¨¦n alguna iglesia fortifica da y hasta un museo de los Templarios, equipado hasta con unas catapultas. O Salvatierra de los Barros, tambi¨¦n con una imponente fortaleza y famosa por su cer¨¢mica. Y a¨²n antes de llegar a Zafra nos queda una parada en Fuente del Maestre, que fue un importante emplazamiento romano, luego asentamiento ¨¢rabe y, tras la Reconquista, gobernada por la Orden del Temple y posteriormente por la Orden de Santiago.
Zafra y Llerena, blancas y se?oriales
?Zafra?es uno de esos grandes pueblos extreme?os vitales en las comunicaciones entre Andaluc¨ªa y Portugal. Como el resto de los pueblos de la comarca, puede presumir de sus fortalezas-palacio, coquetas y en lo alto de un cerro, que son la muestra de la importancia estrat¨¦gica que siempre tuvo esta zona. Su nombre viene de safar (junio, en ¨¢rabe), porque era el mes en el que sol¨ªan celebrar las ferias y fue en sus tiempos un foco de artesanos y traficantes bereberes (siglo XI). Situada en un cruce de caminos, se presenta hoy rodeada de bodegas y algunas almazaras.
Visible desde cualquier parte de esta peque?a ciudad se eleva la estilizada torre de la colegiata de la Candelaria, con importantes retablos barrocos y pinturas de Zurbar¨¢n. Aqu¨ª naci¨® la escritora Dulce Chac¨®n, que cuenta con una ruta urbana desde su casa natal. El nudo en el que desembocan todas las calles es el alc¨¢zar de los Duques de Feria, del siglo XV, hoy convertido en hotel de la red de Paradores.
Los bares y restaurantes se centran en el casco hist¨®rico, sobre todo en la plaza Grande, verdadero n¨²cleo vital de Zafra. Entre arquer¨ªas de ladrillo, balcones de forja y algunas galer¨ªas, su esquina noroeste da paso por el arquillo del Pan a la plaza Chica, sin tantos establecimientos gastron¨®micos, pero mucho m¨¢s coqueta que su hermana mayor. Desde all¨ª solo hay que callejear siguiendo el sentido de los dibujos de su suelo empedrado: conventos, parte de las murallas, casonas, antiguos hospitales, y algunos museos curiosos como el de la Medicina. Y todo con los correspondientes e imprescindibles patios interiores que ponen un punto de frescor.
A unos kil¨®metros de Zafra est¨¢ el yacimiento de Los Cercos, la ciudad romana de Contributa Iulia Ugultunia, donde exist¨ªa un anfiteatro casi tan grande como el de M¨¦rida.?Llerena ?conserva su muralla y dentro, sus muchos monasterios. Aunque su origen es romano, fue en tiempos de los ¨¢rabes cuando tuvo su m¨¢ximo esplendor y m¨¢s tarde, cuando la conquistaron los cristianos y fue sede del tribunal de la Inquisici¨®n. Llerena conoci¨® entonces algunos de sus edificios m¨¢s importantes, como el bello palacio de Luis Zapata (parte del antiguo tribunal del Santo Oficio), vecino del convento de Santa Clara, donde pueden comprarse dulces caseros elaborados por las monjas.
Un teatro romano
?A muy pocos kil¨®metros de Llerena volvemos a encontrarnos con los romanos: en Casas de Reina est¨¢ el yacimiento arqueol¨®gico de Regina Turdulorum, con un teatro que tuvo capacidad para un millar de espectadores y hoy sirve de escenario de obras cl¨¢sicas durante el Festival de Teatro de Regina, en agosto, y de las representaciones del festival Noches de Regina en julio. Gran parte de los hallazgos de este yacimiento, como la llamada Dama de Regina, se encuentran repartidos por varios museos provinciales o almacenados en naves a la espera de un lugar id¨®neo para exponerlos.
Tambi¨¦n muy cerca hay nos espera una sorpresa entre olivos: la peque?a ermita del Ara, a siete kil¨®metros de Fuente del Arco, en plena sierra de la Jayona. De estilo mud¨¦jar, su b¨®veda est¨¢ pintada con 26 escenas del G¨¦nesis. La otra sorpresa en la zona es el monumento natural Mina La Jayona, una antigua explotaci¨®n de hierro que se recorre (concertando cita previamente) por varios niveles de los t¨²neles que dej¨® la actividad minera hasta la sala de las Columnas, descubriendo minerales como limonitas o hematitas.
Y para terminar la ruta, dos pueblos blancos m¨¢s: Azuaga, con iglesias inmaculadas y casas blancas, relucientes, unas se?oriales y otras m¨¢s modestas. Presumen de tener la iglesia m¨¢s grande de la provincia tras la catedral de Badajoz, la de la Consolaci¨®n. Y como no, una alcazaba ¨¢rabe en lo m¨¢s alto, con vistas impresionantes.
El otro pueblo blanco es Granja de Torrehermosa, con gran influencia ¨¢rabe y andaluza, como evidencian la fachada de su ayuntamiento y su patio interior, sus estrechas calles, blancas fachadas y laboriosas rejas de forja en sus ventanas, como las que presenta el edificio del Casino.
La ruta del jam¨®n
El sur de Badajoz comparte mucho con el norte de Huelva, con esa serran¨ªa donde se curan los mejores jamones del mundo.?El camino hacia Fregenal de la Sierra se abre paso entre las dehesas extreme?as y la sierra de Aracena. Este pueblo, tambi¨¦n con sus correspondientes restos arqueol¨®gicos romanos y sus buenos jamones como se?a de identidad, es conocido por la fiesta popular de los Danzadores de la Virgen de la Salud que se celebra al final del verano. Desde hace m¨¢s de 40 a?os se celebra aqu¨ª (este a?o del 29 de julio al 13 de agosto) el festival internacional Festisierra?que llena de folclore y tradici¨®n el verano del pueblo. Cuenta con dos d¨ªas dedicados al flamenco y otros tantos a la m¨²sica folk, completado con un mercadillo gastron¨®mico, alfarer¨ªa y antig¨¹edades, talleres, concursos, exposiciones, visitas guiadas y otras actividades.
Para probar buen jam¨®n podemos ir tambi¨¦n a Monesterio, no muy lejos de all¨ª, donde hay incluso un museo dedicado al jam¨®n ib¨¦rico, que adem¨¢s de la imprescindible cata, nos adentra en las costumbres asociadas a la matanza y a las virtudes del producto. Estamos entre dehesas de encinas y alcornoques, el escenario perfecto junto con el microclima de estas sierras, para la producci¨®n del uno de los mejores jamones ib¨¦ricos. Monasterio es tambi¨¦n uno de los primeros puntos de la Ruta de la Plata?que desde It¨¢lica, en Sevilla, llevaba a los romanos hasta el norte de la pen¨ªnsula.
El hogar de los murci¨¦lagos
Ya en la frontera con Huelva, ocultas entre frondosas dehesas y altas cimas, las cuevas de Fuentes de Le¨®n son clave para descubrir un mundo subterr¨¢neo en el que vive una de las mayores colonias de murci¨¦lagos de herradura (especie protegida) en Espa?a. Estamos en la comarca de Tentud¨ªa, en un entorno bell¨ªsimo tanto si se recorre a pie como en coche, por carreteras panor¨¢micas como la EX-103. Las cuevas de Los Postes, El Caballo, Masero, Lamparilla y del Agua son algunas de las grutas que conforman este monumento natural, que incluye las cerca de mil hect¨¢reas de su entorno, rico en flora y fauna y con numerosos senderos que permiten descubrirlo a ritmo lento. Para visitarlas hay que pedir cita con varios d¨ªas de antelaci¨®n en el tel¨¦fono de la oficina de turismo (924 72 41 74).
Tentud¨ªa, donde el reloj se par¨®
Estamos en tierra de buenos jamones, pero tambi¨¦n de chanfainas, migas, casta?as y dulces de nombres originales y contundentes, como los ga?otes de Montemol¨ªn. Estamos tambi¨¦n en tierras por las que transitaron los romanos por la V¨ªa de la Plata, los ¨¢rabes levantaron grandes fortalezas y la Orden de Santiago disput¨® importantes batallas. El pico de Tentud¨ªa, en la frontera con Huelva, es el m¨¢s elevado de la provincia de Badajoz?y las vistas desde el monasterio hom¨®nimo son tambi¨¦n imprescindibles, al igual que recorrer algunas carreteras paisaj¨ªsticas como la que va de Fuentes de Le¨®n a Monesterio, o a pie, como la ruta de la Pantaneta.
Todo viaje por el sur de Extremadura debe incluir un amanecer desde lo alto de la sierra de Tud¨ªa, desde el monasterio de Nuestra Se?ora de Tentud¨ªa, un edificio del siglo XIII con aspecto de fortaleza, con un bello retablo de azulejos, un claustro mud¨¦jar y el sepulcro de Pelayo P¨¦rez Correa, maestre mayor de la Orden de Santiago, que luch¨® contra los moros y que, seg¨²n la leyenda, implor¨® a la Virgen para que detuviera el d¨ªa y lograr la victoria. Desde este balc¨®n lleno de paz, a m¨¢s de 1.000 metros de altitud, se alcanza a ver incluso la Campi?a Sur, al este.
Otro de los descubrimientos de la zona puede ser Fuente de Cantos, un pueblo relacionado por algunos historiadores con la mansio romana de Lacunis, casi al final de la calzada romana de la V¨ªa de la Plata y que fue el lugar de nacimiento del pintor Francisco Zurbar¨¢n. As¨ª nos lo cuentan en su centro de interpretaci¨®n, en el antiguo convento franciscano de San Diego, casa natal del artista. Fue bautizado en la pila de m¨¢rmol blanco de la iglesia de Nuestra Se?ora de La Granada, con un bonito retablo barroco que lidera el patrimonio religioso del municipio.
?La capital del ¡°cava extreme?o¡±
Al sur de M¨¦rida y el r¨ªo Guadiana, y no muy lejos del embalse de Alange, Almendralejo?presume de ser capital del cava extreme?o y de una gastronom¨ªa en la que no faltan los buenos vinos (de la D. O. Ribera del Guadiana), las aceitunas, el aceite de oliva virgen extra (AOVE), los ajos de Aceuchal, platos tradicionales de nombres tan contundentes como el cojondongo extreme?o y la sopa de antruejo, a los que se a?aden postres sonoros, como los t¨ªpicos desenfados. La localidad pacense, cuna de los poetas Jos¨¦ de Espronceda y Carolina Coronado, cuenta con numerosas bodegas, algunas incluso debajo de su plaza de toros, y tambi¨¦n se pueden visitar el museo de las Ciencias del Vino;?el sepulcro prehist¨®rico de Huerta Montero, un dolmen de 4.650 a?os de antig¨¹edad, o la casa palacio de los Marqueses de Monsalud (siglo XVIII). A un paso est¨¢n los pueblos de Aceuchal (al sur) y Alange (al norte), famoso por su balneario y por los restos del castillo de la Culebra, en lo m¨¢s alto, y desde el que puede disfrutarse de un precioso atardecer con vistas al embalse. Tambi¨¦n forman parte de esta comarca Villalba de los Barros (a destacar su castillo) y Villafranca de los Barros (con una bonita iglesia).
Almendralejo es tambi¨¦n la referencia a la hora de comprar aceitunas y aceite de oliva virgen en Extremadura. Aunque hay tiendas por todo el municipio, nada mejor que acercarse a la cooperativa Vi?aoliva, que cuenta con 10 almazaras y 9.000 familias de agricultores que aprovechan la materia prima que da su tierra con una meta conjunta y un aceite que es oro l¨ªquido. El nombre de su tienda en l¨ªnea consumamosmaslonuestro.es? es ya un anticipo de su filosof¨ªa de trabajo.
En desuso desde finales de la d¨¦cada de 1970, bajo el grader¨ªo de la plaza de toros de Almendralejo hay un recorrido oculto, lleno de enormes tinajas que conforman la ¨²nica bodega del mundo ubicada bajo un coso taurino. La plaza fue construida en 1842 y, cuando quebr¨®, fue a parar a manos privadas, que comenzaron a montar esta peculiar bodega que puede visitarse concertando cita previa en la oficina de turismo
Otra de las curiosidades del pueblo son las particulares portadas de las antiguas casas de la juder¨ªa, que contaban con jambas y dinteles de granito en forma de arco ojival. Algunas viviendas conservan a¨²n el hueco alargado donde se colocaba un pergamino escrito con vers¨ªculos de la Tor¨¢, la Mezuz¨¢, un amuleto que se colocaba a la entrada de las casas para proteger de todo mal a quienes all¨ª habitaban.
Y al este de Almedralejo est¨¢ la Sierra Grande de Hornachos,?a la que se llega entre olivos y flores amarillas, que enmarcan una postal id¨ªlica del pueblo de Hornachos, a las faldas de esta sierra que hace las veces de tel¨®n natural. Hornachos fue uno de los asentamientos de mud¨¦jares y moriscos m¨¢s importantes de toda la Pen¨ªnsula. A finales del siglo XV, era la poblaci¨®n mud¨¦jar m¨¢s numerosa de la Corona de Castilla. As¨ª nos lo cuentan en su Centro de Interpretaci¨®n de la cultura morisca.
En lo alto, como es habitual, los restos de un castillo, de origen ¨¢rabe y reconstruido por la Orden de Santiago. En las faldas, un pueblo de fachadas blancas de las casas de hidalgo y una iglesia con una descomunal torre campanario que es el icono del pueblo. En lo alto, subiendo hacia la Sierra Grande, un mirador nos deja contemplar la Tierra de Barros perdi¨¦ndose en el infinito.
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