Saltos de Mocon¨¢, la joya oculta de la selva misionera argentina
Ubicados a 300 kil¨®metros de las famosas cataratas del Iguaz¨², estos saltos de agua son una invitaci¨®n al turismo de aventura y a conocer la tranquila vida de El Soberbio y la selva Paranaense
En un punto perdido de la provincia argentina de Misiones, 1.200 kil¨®metros al norte de Buenos Aires, al final de una larga carretera asfaltada, hay un sitio que se llama El Soberbio. Como todo pueblo con aspiraciones de progreso, tiene un sem¨¢foro. Podr¨ªa no estar all¨ª, porque el Soberbio es un sitio tranquilo en la orilla del r¨ªo Uruguay, con calles de tierra roja, casas bajas y ni?os que corren por las veredas. Como basta cruzar el r¨ªo para llegar a Brasil, muchos de sus habitantes hablan en un espa?ol mezclado con portugu¨¦s que da un aire de irrealidad colectiva a los sonidos, las comidas y las costumbres. Estamos en el coraz¨®n de la selva Paranaense, o lo que queda de ella, y a solo tres horas por carretera al sur de las cataratas del Iguaz¨². El turista conoce aquellos saltos rugientes, marca registrada del turismo internacional en Argentina. Pero la mayor¨ªa desconoce que en El Soberbio hay una joya oculta que vale la pena descubrir: los saltos de Mocon¨¢.
Los saltos de Mocon¨¢ son una anomal¨ªa geol¨®gica ¨²nica en su especie. Una falla que corre a lo largo del r¨ªo Uruguay ha creado unos balcones de hasta 15 metros de altura y tres kil¨®metros de largo. El viajero los recorre en navegaci¨®n desde abajo, acompa?ando el agua que se desploma en paralelo al cauce. El aroma y los sonidos de la selva se mezclan en una experiencia inolvidable que, vale advertirlo, de tan salvaje tiene sus pormenores. Si ha llovido mucho, el r¨ªo crecer¨¢ hasta tapar los saltos y donde hab¨ªa cascadas rugientes solo se ver¨¢n aguas pl¨¢cidas. Ese es el costo de enfrentarse a la selva virgen. Pero a no hay que desesperar, porque en El Soberbio hay mucho m¨¢s que saltos de agua.
Este pueblo misionero es hijo de la industria de la madera. Muchos colonos brasile?os de origen alem¨¢n eligieron el paraje para desarrollar el negocio. Sobraba la materia prima y el r¨ªo Uruguay serv¨ªa como medio barato de transporte. El pueblo creci¨®, pero no demasiado. Hoy tiene unos pocos miles de habitantes que viven del cultivo de tabaco, la citronela y la yerba mate y que buscan en el turismo una nueva oportunidad de desarrollo. Quienes elijan visitarlo ver¨¢n un proyecto en pleno crecimiento que tiene el desaf¨ªo de no morir de ¨¦xito. El encanto de lugar es, justamente, que no llegan buses cargados de turistas y las grandes cadenas hoteleras se concentran en las cataratas del Iguaz¨². Pero no por ello falta infraestructura.
A lo largo de la ruta 2, que recorre la vera del r¨ªo Uruguay hasta los saltos, hay sitios para dormir y visitar cargados de historia. Como la casa de la familia de Adelmar Galiano, descendiente de emigrantes italianos y ucranios que est¨¢n en El Soberbio desde la ¨¦poca de su fundaci¨®n. En la finca se cultiva la citronela (Cymbopogon nardus), una gram¨ªnea asi¨¢tica de la que se extrae un aceite que se utiliza como desinfectante y repelente de mosquitos. Galiano ama su trabajo, y muestra al visitante la cascada que cae sobre su terreno y las plantas de citronela que seca al sol antes de destilar el aceite con un alambique de su invenci¨®n. ¡°Ahora somos pocos los que nos dedicamos a la citronela¡±, dice lament¨¢ndose, ¡°porque muchas familias se han pasado al tabaco. Y el tabaco volvi¨® escasa la le?a y el agua¡±.
La selva est¨¢ en una tensi¨®n constante con el progreso. Por eso el desaf¨ªo de las autoridades locales es garantizar un turismo sostenible, como explica V¨ªctor Motta, director del modelo de desarrollo: ¡°Ac¨¢ no entran buses de dos pisos y no tenemos hoteles cinco estrellas. Incluso no hay autobuses que recorran la ruta 2 hasta los saltos¡±. En el camino hay una reserva privada de unas 40 hect¨¢reas llamada Yas¨ª-Yater¨¦, obra de Leo Rangel Olivera, un uruguayo que cultiva m¨¢s de 300 tipos de frutas y otras plantas comestibles. Machete en mano, Rangel corta los frutos a¨²n chorreantes para que el turista los pruebe con sus manos. Ha intentado incluso con el caf¨¦, rescatando del olvido plantas que un visionario trajo a mediados del siglo pasado sin demasiada fortuna. ¡°So?amos con un sitio de cultivo que conviva con la selva¡±, dice. ¡°Cuando arrancas la selva se acaba la materia org¨¢nica. Luego de unos a?os la tierra se vuelve est¨¦ril y solo sirve para ganado, por eso trabajamos con un modelo de agricultura permanente¡±, explica.
Para visitar la reserva de Rangel Olivera conviene alojarse en el lodge La Misi¨®n Mocon¨¢, con habitaciones burbuja con vistas al r¨ªo que sumergen al visitante en la noche h¨²meda y estrellada. Desde all¨ª parten excursiones en Unimog, un transporte militar todoterreno que se adentra en viejos caminos de tierra entre la maleza. La gu¨ªa Gloria G¨®mez mostrar¨¢ con paciencia lo que queda de la Mata Atl¨¢ntica Paranaense, diezmada del lado brasile?o por el agronegocio. En El Soberbio se camina entre para¨ªsos, palmeras pind¨®s, cedros e inciensos, ante la mirada de decenas de tucanes. G¨®mez contar¨¢ entonces la historia del Pombero, un protector del bosque que ¡°emite sonidos del monte, en ese silencio que no es silencio¡±. ¡°Mi abuela me dec¨ªa que el Pombero me iba a cuidar, y le dejaba tabaco y ca?a en agradecimiento¡±, cuenta.
Si se andan otros 20 kil¨®metros hacia los saltos se llega al Mocon¨¢ Virgin Lodge, 14 habitaciones conectadas por pasarelas de madera que se pierden entre los ¨¢rboles. Durante el d¨ªa se puede practicar tirolina, navegar en kayak por el r¨ªo y hacer senderismo. Por la noche se corta la luz el¨¦ctrica y el cielo estalla de estrellas.
Iguaz¨², el espect¨¢culo asegurado
Despu¨¦s de visitar los saltos de Mocon¨¢ es inevitable pasar por Iguaz¨². Las cataratas m¨¢s imponentes de Sudam¨¦rica reciben con m¨²ltiples pasarelas que se adentran en los saltos y permiten ver la famosa garganta del Diablo desde arriba (la pasarela est¨¢ cerrada por obras hasta marzo de 2023). Si el r¨ªo Iguaz¨² est¨¢ crecido, el ruido es atronador. Ca¨ªdas de hasta 80 metros de altura a lo largo de 2.700 metros forman un espect¨¢culo sobrecogedor. Es recomendable tener una experiencia inmersiva (o casi sumergida) con La Gran Aventura, una excursi¨®n por tierra que se adentra en la selva y termina con una navegaci¨®n debajo del salto San Mart¨ªn, previo paso por la isla donde se film¨® una secuencia de la pel¨ªcula La misi¨®n.
El parque nacional Iguaz¨², donde est¨¢n las cascadas, se cre¨® en 1934 en tierras donde viven yaguaret¨¦s (jaguares), pumas, tapires y aves de todos los tipos imaginables. El alojamiento depende de los bolsillos. Se puede pernoctar en la reserva guaran¨ª de la selva Iryap¨², cerca del casco urbano de Puerto Iguaz¨², en sitios como el Loi Suites Iguaz¨², con habitaciones que arrancan en 200 euros la noche. Si se anda m¨¢s holgado vale la pena destinar 400 euros por una habitaci¨®n doble en el Gran Meli¨¢ Iguaz¨², el ¨²nico hotel que, por estar dentro del parque, tiene vista a las cataratas. Como se amanece al pie de pasarelas, es posible recorrerlas bien temprano por la ma?ana, antes de la llegada de miles de turistas. El esfuerzo vale la pena.
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