As¨ª es el lujo descalzo: todas las viejas comodidades viajeras, pero sin r¨ªgidos y trasnochados c¨®digos
Dormir sobre dunas, beber vino bajo olivos centenarios, olvidarse del ¡®dress code¡¯... Los nuevos hoteles de lujo siguen siendo exclusivos y caros, por supuesto, pero se adaptan a un consumidor joven y solvente que entiende el viaje como libertad, y la libertad como una relajaci¨®n de las normas
El lujo, o lo que hemos llamado as¨ª durante muchos a?os, pierde capas y se libera de protocolos y c¨®digos. Sigue siendo exclusivo y caro ¡ªcada vez m¨¢s¡ª, pero se adapta a un consumidor joven y solvente que entiende el viaje como libertad, y la libertad como una relajaci¨®n de las normas y una disposici¨®n a disfrutar de lo bueno a trav¨¦s de las cosas peque?as, reales, sin que nada suceda con mucha parsimonia. Es un viajero que descansa mejor en su asiento de la clase business cuando el capit¨¢n le informa de que su vuelo ha dejado una huella de CO2 menor de la esperada, y se siente mejor cuando en el ba?o de su suite los botes de champ¨² y gel son biodegradables, est¨¢n atornillados a la pared y no hay amenities de un solo uso (llegado el caso, siempre podr¨¢n pedirlas en recepci¨®n). Le disgusta que le impongan dress code en las cenas, y entra encantado a un restaurante con los pies llenos de arena, siempre que sea blanca y fina, para pedir un pescado de mercado, sobre todo si ha podido conocer de primera mano a los pescadores de la lonja del pueblo m¨¢s cercano. Muchos hoteles de gran lujo incluyen todo tipo de excusiones y visitas que atestiguan la narrativa de la comida local y kil¨®metro cero. Y el consumidor de lujo suele tener un olfato muy fino para el greenwashing (pirueta del marketing para hacer pasar por verde cosas que siguen contaminando como toda la vida).
Cuando a¨²n se pod¨ªa construir sobre una duna, en la d¨¦cada de los setenta, se edificaron unas caba?as entre las dunas de la playa de Migjorn de Formentera, una reserva natural protegida por leyes medioambientales. Aquel hotel ha sido remodelado por la cadena Marugal Hotel Management y este verano ha abierto como ¡°el ¨²nico Eco-Luxury Resort¡± de la isla balear. Pablo Carrington, el consejero delegado de Dunas de Formentera ¡ªas¨ª se llama el alojamiento¡ª, define el esp¨ªritu que se apodera del viajero a los pocos minutos: ¡°Queremos que sea uno de esos lugares en los que te quitas los zapatos nada m¨¢s llegar y no te los vuelves a poner hasta que te vas¡±.
Y eso es exactamente lo que sucede. Lo cierto es que construir un concepto de lujo sobre una duna protegida puede parecer intr¨¦pido y rom¨¢ntico, pero tiene sus peculiaridades. La primera es la arena, blanca y fina, a la que hay que abrazar cuanto antes como gran compa?era de viaje. Probablemente, el viajero acabe llev¨¢ndose algunos granos a casa en la suela de los zapatos. El resort tiene que respetar a rajatabla las reglas que protegen la duna, eso significa que no hay caminos asfaltados, as¨ª que los pies se entierran en la arena, e ir descalzo es la decisi¨®n m¨¢s sabia y agradable. Quiz¨¢ hace unos a?os eso hubiera sido motivo de queja, pero hoy es la singularidad de un hotel de lujo, con las habitaciones m¨¢s grandes de la isla que ha aparecido este verano en la lista de la revista TIME de los 100 sitios que hay que visitar en 2024.
Tampoco se pueden iluminar mucho los caminos que llevan a las habitaciones, todas decoradas por el estudio de arquitectura Antonio Obrador en una paleta neutra que oscila entre los pantones ocres de la arena y la gama azules de la playa. De noche, el camino est¨¢ marcado por unas luces muy discretas, casi simb¨®licas, porque esta duna pertenece a la ruta starlight, as¨ª que lo mejor es andar con cuidado y disfrutar de un cielo estrellado sin contaminaci¨®n lum¨ªnica. Un cielo que solo podr¨¢ verse desde ese punto de la isla.
Hay 45 habitaciones, pero el hu¨¦sped no las ver¨¢ todas. Las dunas se extienden a lo largo de cinco kil¨®metros. Si le apetece podr¨¢ vivir la fantas¨ªa de que est¨¢ solo en una caba?a frente al mar, ?y sin televisi¨®n! Una caba?a hecha de materiales naturales, tierra, madera, algod¨®n, lino y rafia con unas duchas gigantescas de cemento y Mortex. Sin dom¨®tica y con interruptores de mariposa, el gran s¨ªmbolo del lujo silencioso en el universo de la decoraci¨®n. If you know you know, que dir¨ªan en TikTok.
No escuchar¨¢ a nadie y nadie lo escuchar¨¢ usted. Tendr¨¢ todo lo que quiera, pero con paciencia, porque si no hay dress code tampoco hay urgencias, y adem¨¢s qui¨¦n viene aqu¨ª con prisas. Si quiere pescado fresco, el restaurante Caliu, abierto todo el d¨ªa, tendr¨¢ el que haya pescado la comunidad de pescadores m¨¢s cercana al alojamiento. Adem¨¢s de la playa, con una presencia, un olor y un sonido permanente, tendr¨¢ la infinity pool de agua salada perfecta, tan bien conseguida que parece que uno se ba?a en la grandiosidad del mar abierto.
El primer Eco Luxury Resort de Formentera se adscribe a la tendencia del turismo descalzo, en este caso bastante literal. Ser¨ªa muy mala idea no llevar chanclas. En cualquier caso, el hotel le proveer¨¢ con unas de fibra natural, perfectas para andar ligero por las dunas.
Al menos dos hoteles en el mundo se adjudican la creaci¨®n del concepto de lujo descalzo: el Malib¨² Beach Inn, localizado en Carbon Beach (EE UU), asegura que su gerente Gregory Day describi¨® en 2018 la experiencia de lujo effortlessness (sin esfuerzo) y desestructurado que ofrec¨ªa su alojamiento como barefoot luxury (lujo descalzo). Por su parte, el Nay Palad Hideaway, en la isla m¨¢s surfera de Filipinas donde se forma la legendaria ola Cloud 9, tambi¨¦n presume de ser el lugar donde naci¨® este concepto.
En el Algarve, a 50 kil¨®metros del aeropuerto de Faro, un hotel m¨ªtico y exclusivo que fue lugar de veraneo portugu¨¦s en los noventa de una Carolina de M¨®naco en puro duelo por la muerte de Pierre Casiraghi tambi¨¦n desescala el lujo cl¨¢sico. El Vilalara Grand Hotel Algarve hace una labor de deconstrucci¨®n para perfeccionar su ambiente relajado y refinado, con una atenci¨®n cercana, perfecta pero no servil.
Sus 11 hect¨¢reas de exuberantes jardines, la cercana Praia de las Gaviotas y sus suites y residencias guardan muchos secretos de la realeza europea y del star system, pues este es un enclave donde no llegaban muchos paparazis. En alg¨²n momento alberg¨® un club privado que fue el epicentro del lujo del Algarve, donde se dejaban ver desde Ira von F¨¹rstenberg y Fritz Gunter Sachs (exmarido de Brigitte Bardot) hasta magnates y pol¨ªticos de primer nivel. De aquella ¨¦poca dorada queda una huella en la carta del Coral Eden do Mar, uno de sus tres restaurantes, donde siguen haciendo el Orange Liqueur Souffl¨¦ con la receta original de 1978 que, al parecer, aprendi¨® el chef del Vilalara de Jacques P¨¦pin, el cocinero personal de Charles de Gaulle. El Vilalara es ahora el discreto refugio de los Grimaldi milenials. Camille Gottlieb, hija de Estefan¨ªa de M¨®naco, pas¨® unos d¨ªas aqu¨ª el verano pasado.
El hotel conserva los aires de un resort de los a?os setenta, su grandiosidad, sus pistas de tenis, sus mesas de billar y sus piscinas con m¨¢s curvas que ¨¢ngulos. Tiene toda la gracia si a uno le gusta imaginar historias setenteras, pero su concepto est¨¢ instalado en el bienestar del siglo XXI, totalmente conectado con las expectativas de ese viajero que quiere todas las comodidades del lujo, pero ninguno de sus r¨ªgidos y trasnochados preceptos. Se puede beber el mejor vinho verde de la zona ¡ªle ense?an la vi?a si lo desea¡ª, en un p¨ªcnic frente al mar sin m¨¢s ceremonia que una buena conversaci¨®n y unos camareros discretos que no saben decir que no. Porque, dicen los observadores del lujo descalzo, uno de los retos de este concepto de viaje es entrenar al personal de los alojamientos de alta gama en la flexibilidad.
Aquel lujo cl¨¢sico evoluciona sin perder cortes¨ªa ni delicadeza, y gana enteros en autenticidad, simplicidad y respeto por la naturaleza. En pocos lugares se puede cenar en un huerto. No es que el restaurante Raizes del hotel est¨¦ a pocos metros del parterre donde se cultivan las calabazas, es que est¨¢ dentro. Usted se come una ensalada de tomate viendo la tomatera, puede tocar la planta que trajo al mundo esa berenjena al horno que est¨¢ a punto de probar. Aqu¨ª ni siquiera hay que apelar a la cocina de proximidad. Era esto y est¨¢ delante de sus narices. No hay alharacas ni aspavientos. La experiencia es real, muy pedag¨®gica si va con ni?os, y vale la pena darse ese lujo que si no es descalzo s¨ª exigir¨¢ que se ponga un calzado c¨®modo, porque para llegar a ese huerto hay que atravesar andando varios jardines que tienen m¨¢s de 60 a?os. Escuche al chef Telmo Pires, al se?or que le preparar¨¢ la infusi¨®n o al cocinero que meter¨¢ al horno el segundo plato. Todos est¨¢n m¨¢s que dispuestos a la buena conservaci¨®n. No se considera m¨¢s privilegio que la mesa puesta, el producto y las manos. Nadie le pedir¨¢ que se ponga una chaqueta.
El olivo de 2000 a?os est¨¢ fuera del hotel y hay que llegar hasta ¨¦l en coche, est¨¢ en la Bodega Morgado do Quint?o. Y si hasta ahora no ha entendido de qu¨¦ va el lujo descalzo, cr¨¦ame que, una vez instalado debajo del ¨¢rbol centenario, en una mesa de madera maciza con el mejor vino del Algarve, le quedar¨¢ clar¨ªsimo.
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