Viajar a Lanzarote con un plan: nadar en la ¨²nica piscina de C¨¦sar Manrique abierta para el ba?o en la isla
El artista canario dise?¨® varias albercas privadas en su lugar de nacimiento, en sus casas en Tah¨ªche y Har¨ªa o en los Jameos del Agua. Pero la ¨²nica firmada por ¨¦l disponible hoy para un chapuz¨®n se encuentra en el hotel Meli¨¢ Paradisus, en la Costa Teguise
En 1966, C¨¦sar Manrique (1919-1992) aterriz¨® en Lanzarote, la isla que lo vio nacer, como el hijo pr¨®digo. Hab¨ªa vivido en Madrid, Nueva York y Los ?ngeles y volv¨ªa con una misi¨®n: convencer a propios y extra?os de que ¨¦l era el ¨²nico futuro posible para esa isla olvidada y maltrecha con m¨¢s de 100 volcanes. Y vaya si lo consigui¨®. Hoy es imposible, tampoco recomendable, viajar a la isla canaria e ignorar la obra del artista. Su muerte inesperada en un accidente est¨²pido en una rotonda a pocos metros de su casa ha amplificado la mitolog¨ªa en torno a un personaje amante de la naturaleza, del arte, de las fiestas, de la buena vida y, por supuesto, de las piscinas.
Lanzarote puede agradecerle a Manrique no haber sido arrasada por la masificaci¨®n tur¨ªstica de los a?os setenta y seguir conservando varias d¨¦cadas despu¨¦s su car¨¢cter. A esta isla hay que adaptarse, nunca suceder¨¢ lo contrario.
C¨¦sar Manrique firm¨® varias piscinas privadas durante su carrera. Para empezar las de sus casas; una de ellas es hoy la fundaci¨®n que lleva su nombre, en Tah¨ªche. A esa espectacular piscina se llega tras zigzaguear por las burbujas volc¨¢nicas que aprovech¨® el artista para estructurar la vivienda, levantada en un terreno irregular, con grutas y burbujas volc¨¢nicas creadas por la corriente de lava de una erupci¨®n del siglo XVIII. Aqu¨ª vivi¨® el artista entre 1966 y 1988. No hay que forzar mucho la imaginaci¨®n para intuir los fiestones que se vivieron en sus habitaciones y terrazas, entre las paredes blancas, los sof¨¢s circulares y los espacios destinados a mutar en pistas de baile.
La piscina, construida en una burbuja volc¨¢nica que perdi¨® el techo por el movimiento del magma volc¨¢nico, era el coraz¨®n de las fiestas ¡ªlas fotos de la ¨¦poca dan fe¡ª y hoy es una pieza de museo. Aqu¨ª no nos podremos ba?ar. Tampoco es posible hacerlo en la piscina de su Casa del Palmeral, en Har¨ªa, hoy una casa museo, ni en la que se esconde entre las cuevas acu¨¢ticas de los Jameos del Agua.
Tampoco se puede catar el agua de una de las dos piscinas dise?adas por el artista para la villa La Mareta, en la costa de Teguise. Esta casa fue proyectada en 1979 por Fernando Higueras para el rey Hussein de Jordania ¡ªjam¨¢s se llegar¨ªa a hospedar aqu¨ª¡ª, quien se la cedi¨® en 1989 a Juan Carlos I y, en 2015, el rey Felipe VI la puso al servicio de los intereses tur¨ªsticos de Espa?a. Hoy est¨¢ protegida por Patrimonio Nacional. Solo se ba?an en sus piscinas royals, presidentes e invitados.
Manrique como inspiraci¨®n piscinera
En Lanzarote encontraremos muchas piscinas ¡°inspiradas¡± en el estilo manrique?o o en los Jameos del Agua, pero la ¨²nica piscina firmada por el artista y a¨²n disponible para el ba?o est¨¢ en el Hotel Salinas, hoy Meli¨¢ Paradisus. Si alg¨²n lector mit¨®mano ha le¨ªdo hasta aqu¨ª, le conviene seguir el camino que lleva hasta la costa Teguise, a unos cuatro kil¨®metros al norte de Arrecife, donde a finales de los a?os sesenta se unieron dos almas gemelas, C¨¦sar Manrique y Fernando Higueras, para construir un hotel que no se pareciera a ning¨²n otro.
En 1959 el arquitecto Fernando Higueras (1930-2008) se hab¨ªa graduado en la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid, y en 1962 firm¨® su primer proyecto, la Casa Camorritos, un peque?o chalet en Cercedilla, un pueblo de la sierra de Madrid, por el que hab¨ªa cobrado 275.000 pesetas. El propietario era C¨¦sar Manrique. ¡°De esta casita partieron todos los invariantes posteriores de mi arquitectura y la gran ininterrumpida amistad con este pintor que dio tantas oportunidades de trabajo para ambos¡±, dir¨ªa varios a?os despu¨¦s el arquitecto.
Uno de esos proyectos so?ados fue el Hotel Salinas, proyectado entre ambos con la ambici¨®n de construir un gran edificio brutalista que dignificara una zona, la Costa Teguise, que en los sesenta era el patito feo de Lanzarote. La obra se inici¨® en 1973 y se termin¨® en 1977. El edificio, en forma de Y, recibi¨® el Premio Nacional de Arquitectura en 1979 y est¨¢ considerado Bien de Inter¨¦s Cultural y Patrimonio Art¨ªstico y Cultural de la isla. Eran los a?os en que el turismo arrasaba el litoral, Higueras y Manrique se prometieron que no suceder¨ªa en Lanzarote. ¡°Ah¨ª fue cuando decidieron la no intervenci¨®n del paisaje. Gracias a ese t¨¢ndem magn¨ªfico, Lanzarote est¨¢ como est¨¢¡±, explica Lola Botia, a cargo de la Fundaci¨®n Fernando Higueras, en Madrid.
El esp¨ªritu de C¨¦sar Manrique campa a sus anchas por este edificio de hormig¨®n blanco con unos exuberantes jardines que fueron trasplantados durante la ¨²ltima reforma para luego volver a ser colocados en su sitio, planta por planta, siguiendo el dise?o original de Manrique. El hormig¨®n blanco constituye el 90% de la estructura del hotel y forma una sucesi¨®n de formas geom¨¦tricas, terrazas escalonadas y lucernarios. C¨¦sar Manrique se encarg¨® de la ejecuci¨®n de los murales interiores de lava, del dise?o de la piscina y de la jardiner¨ªa interior y exterior.
¡°Es un hotel irrepetible, no vamos a tener otro igual. M¨¢s que un hotel es una obra de arte, de los mejores edificios de Espa?a, comparado con la ?pera de S¨ªdney o el Museo Guggenheim de Bilbao¡±, asegura ?lvaro Sanz, arquitecto encargado de la ¨²ltima reforma del alojamiento, que termin¨® en verano de 2023 y ha costado 15 millones de euros. El concepto de climatizaci¨®n ideado por Higueras es tan revolucionario que parece pensado para nuestros d¨ªas de cambio clim¨¢tico. ¡°Todo funciona con ventilaci¨®n natural, solo hay aire acondicionado en las zonas nobles¡±, confirma Sanz.
Gestionado ahora por Paradisus by Meli¨¢, tiene la categor¨ªa cinco estrellas gran lujo. Dentro, casi al borde de la playa, est¨¢n los 1.800 metros cuadrados de la piscina manrique?a. En esta piscina s¨ª nos podremos ba?ar si se est¨¢ hospedado en el hotel. Dise?ada con trazo irregular, la alberca es blanca con piedras negras volc¨¢nicas y palmeras. Est¨¢ pensada para entrar despacio sin exponerse a cambios abruptos de temperatura ni a sorpresas con el fondo. Muy a la manera de Manrique. Muy instagrameable se dir¨ªa ahora. Pero en 1977 no exist¨ªa Instagram. As¨ª que esta piscina es la obra de un visionario. Un hombre con una mirada portentosa que ve¨ªa futuro donde otros ve¨ªan ruina. Por algo en todas sus casas hab¨ªa un telescopio. Es probable que fuera el primer artista del mundo que firm¨® grandes obras, p¨²blicas y privadas, con conciencia ecol¨®gica, cuando ni siquiera se le llamaba as¨ª.
Para ba?arse como lo har¨ªa C¨¦sar Manrique hay que salir de la piscina despacio, sin dar saltos ni hacer acrobacias, y pasarse al bar. Desde esa perspectiva, reinterpretar al hombre y al territorio, y hacer de una isla un museo de arte contempor¨¢neo. El tel¨¦fono puede apagarlo o dejarlo en la mochila. No se distraiga.
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