La Escocia ignorada: las Lowlands tambi¨¦n existen
Los viajeros se dirigen directamente a las Tierras Altas escocesas, pero al sur esperan impresionantes castillos, abad¨ªas y casas se?oriales, adem¨¢s de muchos recuerdos de Robert Burns, Walter Scott, maravillosos paseos y una costa con playas y acantilados
El sur de Escocia se puede visitar como si fuera un viaje en el tiempo. En el valle del Tweed resuenan los ecos de sir Walter Scott, es?critor que inspir¨® a los primeros viaje?ros a recorrer su re?gi¨®n natal, las Scottish Bor?ders. A orillas del r¨ªo Teviot, donde se acu?¨® por primera vez el tejido tweed, est¨¢ la ¨²ltima f¨¢bri?ca textil que queda en Hawick. Y en Alloway, en South Ayrshire, es inevitable pensar en Robert Burns, un poeta rom¨¢ntico del siglo XVIII muy querido por los escoceses. Hoy, este romanticismo es un rasgo de identidad de las Lowlands o Tierras Bajas del sur de Escocia y da nueva vida a las abad¨ªas en ruinas, casas se?oriales, aldeas con encanto, montes cubiertos de brezo y r¨ªos sal?moneros.
Esta es una regi¨®n que anima tambi¨¦n a practicar el ciclismo de mon?ta?a, el senderismo y la ob?servaci¨®n de anima?les y de cielos estre?llados. Y eso sin olvidar la costa, con sus fa?ros de cuento, sus ma?ravillosas playas y sus pa?seos por los acantilados.
El rom¨¢ntico valle del Tweed
Aunque su nombre es famoso sobre todo por el tejido que se produc¨ªa a sus orillas, el Tweed es un r¨ªo de salmones y truchas, y entre los abetos que lo rodean se abren senderos y rutas para el ciclismo. En esta zona conocida como las Scottish Bor?ders, en el siglo XIX aparecieron los primeros turistas que descubrieron los encantos de Escocia. De oeste a este, y a una hora al sur de Edimburgo, el paisaje va pasando de los castros de la Edad del Hierro y los molinos que impulsaron la econom¨ªa textil de la zona a enormes man?siones entre bosques de pino silvestre en los que se descubren pistas para cicloturismo de monta?a no aptas para todos los p¨²blicos. Tambi¨¦n es una re?gi¨®n para el romanticismo y la literatura, gracias al novelista sir Walter Scott, con reclamos como su hogar, Abbotsford, una finca espl¨¦ndida junto al r¨ªo Tweed.
Una buena ruta para descubrir el valle es la que parte de Peebles, concretamente del Dawyck Botanic Garden, un arboreto con secuoyas gigantes y abetos blancos plantados en 1680. La carretera atraviesa despu¨¦s el Tweed Valley Forest Park hasta el epicentro escoc¨¦s del ciclismo de monta?a. Glentress, junto con la cercana Innerleithen, forma parte de la famosa red de los 7stanes, los territorios sagrados del ciclismo de monta?a surcados por caminos para principiantes y dif¨ªciles rutas de en?duro para los m¨¢s curtidos. Despu¨¦s de un d¨ªa de pedaleo, se puede descansar en Traquair House, la mansi¨®n que lleva m¨¢s tiempo habitada en Escocia (desde 1107). La historia se palpa en las escaleras secretas de esta mansi¨®n donde se alojaron 27 reyes y reinas. Tiene una capilla, una cervecera, un jard¨ªn murado y pavos reales.
Más información en las nuevas guías de Escocia y Explora Escocia y en lonelyplanet.es.
Salir de pesca en el Tweed
Si por algo es famosa Escocia (adem¨¢s de por sus castillos, sus mansiones y sus tradiciones ancestrales) es por los salmones, que en muchos casos son los que dan vida al territorio. Los salmones viven felices en el r¨ªo Tweed, rico en nutrientes, donde los pescadores de captura y suel?ta los atrapan con ca?a. Aqu¨ª se pescan con mosca m¨¢s sal?mones que en ning¨²n otro sitio de Gran Breta?a, y las Bor?ders disfrutan de una boyante industria tur¨ªstica de pesca. Un tramo espectacular para iniciarse en la pesca es el valle del Tweed de Drumelzier Haugh a Sun?derland Hall, cerca de Selkirk. Seg¨²n los expertos en pesca de salm¨®n de la zona (los ghillie), los mejores sitios para pescar son Dawyck, Holylee, Tra?quair y Glenormiston.
Tambi¨¦n se puede ir al Philiphaugh Salmon Viewing Cen?tre, donde confluyen los r¨ªos Tweed y Ettrick Water, para ver c¨®mo saltan los salmones salvajes. No hay nada m¨¢s escoc¨¦s.
Ruta literaria en busca de Walter Scott
Sir Walter Scott, autor de Rob Roy (1817) o Ivanhoe (1819), fue un novelista hist¨®rico, poeta, dramaturgo y caza?dor de tesoros, pero adem¨¢s, un enamorado del concejo de Scottish Borders. Describi¨® Kelso como el pueblo m¨¢s bonito y m¨¢s rom¨¢ntico de Escocia. Tambi¨¦n le encantaban las vistas desde los montes Eildon: desde Scott¡¯s View se puede contemplar a vista de p¨¢jaro el r¨ªo Tweed y la abad¨ªa de Melrose, quiz¨¢ la panor¨¢mica m¨¢s famosa de la regi¨®n.
Scott vivi¨® en Abbotsford, una casa ahora convertida en museo, a orillas del Tweed. En su interior se conserva una enorme colecci¨®n personal del escritor, su estudio, biblioteca de madera y muchos tesoros escoceses, como la espada, la pistola y la faltriquera de Rob Roy, un mech¨®n de pelo del pr¨ªnci?pe Carlos Eduardo Estuardo o el crucifijo de perlas de Mar¨ªa Estuardo. Scott est¨¢ enterrado en el crucero norte de la cercana abad¨ªa de Dryburgh.
Pero los homenajes al escritor est¨¢n tambi¨¦n fuera: existe una ruta en su honor, la Sir Walter Scott Way, de 148 kil¨®metros desde Moffat, en Dumfries y Galloway, hasta Cockburnspa?th, cerca de la costa del mar del Norte.
Historias de romanos, abad¨ªas y ruinas g¨®ticas
La zona que rodea el r¨ªo Tweed est¨¢ llena de pueblos preciosos y es casi un museo de historia al aire libre. Melrose, bajo los montes Eildon tapizados de brezo: lleva habitada miles de a?os, mucho antes de que llegaran los romanos para construir el fuerte Trimontium en el a?o 79 d.C. Hoy es m¨¢s conocida por su abad¨ªa medieval integrada en la Borders Abbeys Way, una ex?tensa ruta circular llena de historias rom¨¢nticas y relatos de conflictos sangrientos y escaramuzas transfronterizas entre ingleses y escoceses, que resuenan en las ruinas del sur de las Lowlands. Mucho m¨¢s relajadas son las magn¨ªficas playas vecinas a Sts Abbs.
En los Borders hay much¨ªsimos lugares de inter¨¦s hist¨®rico, pero probablemente lo m¨¢s llamativo son sus cuatro abad¨ªas en ruinas, imponentes y envueltas en espiritualidad. La Borders Abbey Way es una popular ruta de 109 kil¨®emtros, que ayuda a comprender la historia anterior a la Reforma protestante de 1560. Se puede empezar por la evocadora abad¨ªa de Melrose, que fue la ¨²ltima morada del coraz¨®n del rey de Escocia Robert Bru?ce. Acto seguido hay que ir al este hasta las abad¨ªas de Dry?burgh y Kelso, que fue el priorato m¨¢s rico de la regi¨®n, para luego desviarse al sur hasta la abad¨ªa de Jedburgh, un tesoro agustino muy disputado durante las Guerras de In?dependencia de Escocia.
Por el camino nos encontraremos tambi¨¦n con el grandioso Floors Castle, a las afueras de Kelso, una casa de campo almenada que parece un escenario de una pel¨ªcula de ¨¦poca. Es la pieza central de la lujosa Rox?burghe Estate, la vivienda familiar m¨¢s grande del pa¨ªs, con su jard¨ªn y sus invernaderos victorianos. La finca es tan bonita que hasta sir Walter Scott escribi¨® que era ¡°un reino digno de Ober¨®n y Titania¡±.
Dumfries, la ciudad de Burns
A Dumfries la llaman la ¡°reina del sur¡±. A orillas del r¨ªo Nith, presume de su castillo triangular y del recuerdo del poeta escoc¨¦s Robert Burns. Es la mayor ciudad del sur de Escocia, y por ella han pasado todos: romanos, pictos, anglosajones, escandinavos, e incluso dicen que tambi¨¦n Guillermo el Conquistador y el rey Arturo, que la convirtieron en un pr¨®spero puerto medieval, v¨ªa de entrada al suroeste de Escocia. Aqu¨ª se enlazan las historias de los dos Roberts m¨¢s famosos del pa¨ªs: el poeta Burns y el rey de Escocia, a quienes hay que agradecer algunas de las atracciones de Dumfries, como la Robert Burns House, donde pas¨® sus ¨²ltimos a?os el poeta, y donde muri¨® de un infarto a los 37 a?os, en 1796. La casa custodia hoy sus recuerdos, cartas y manuscritos. El mausoleo de Burns no est¨¢ lejos y tambi¨¦n queda cerca el Globe Inn, un pub sencillo de la ¨¦poca del poeta, con un acogedor interior.
Solo hay que cruzar el puente colgante de Dumbries para pasar por el Robert Burns Centre, instalado en un molino del siglo XVII. All¨ª muestran c¨®mo era la vida en la ciudad en tiempos del poeta. Y quedan dos cosas interesantes por ver: la estatua de Burns, al otro lado de un puente, y la Moat Brae, ahora rehabilitada como el National Centre for Children¡¯s Literature and Storytelling. ?rase una vez una ciu?dad, Dumfries, donde veraneaba el autor de Peter Pan, J. M. Barrie, quien dijo que se hab¨ªa inspirado en la casa y el jard¨ªn para imaginar El Pa¨ªs de Nunca Jam¨¢s.
En busca de castillos, leyendas¡ y oro
Aunque en el sur de Escocia abundan las historias inspira?doras, las casas se?oriales y las ruinas melanc¨®licas y torci?das, hay una atracci¨®n medieval m¨¢s de ¡°cuento de hadas¡± que ninguna otra. Caerlaverock Castle, rodeada de un foso magn¨ªfico, 20 minutos al sur del centro de Dumfries, es una fortaleza triangular ¡ªla ¨²nica en el Reino Unido¡ª y escenario de justas anuales. A las ruinas de arenisca rosada de la entrada fortifi?cada con dos torres se suman un puente levadizo, aspilleras y todo un historial de asedios, conquistas y guerras. Al norte de la ciudad est¨¢ tambi¨¦n el Drumlanrig Castle, otra asombrosa fortaleza ros¨¢cea en una exten?sa finca, con una gran oferta de actividades, desde la propia visita al castillo, con sus seis siglos de historia, hasta los senderos y jardines que lo rodean, terminando en las caballerizas donde comprar algunos recuerdos.
En los alrededores de Dumfries, en sus ondulados campos, se puede disfrutar conduciendo por carreteras panor¨¢micas que van llevando a cascadas, casas se?oriales, palacios, abad¨ªas y tambi¨¦n a una de las f¨¢bricas m¨¢s grandes del mundo. Es una zona tambi¨¦n perfecta para recorrer en bicicleta, con senderos sinuosos que atraviesan los ens (valles) descubriendo lugares hist¨®ricos. El Mennock Pass, cubierto con el brezo p¨²rpura de las Uplands meridionales, lleva a Wanlockhead, el pueblo a mayor altitud de la zona, a 466 metros frecuentado por sende?ristas, ciclistas y, sorprendentemente, por muchos buscado?res de oro. La zona es la capital del metal de Gran Breta?a y los busca?dores potenciales se pasan antes por el Museum of Lead Mining para conseguir un permiso. En realidad, lo que hacen los turistas no tiene nada que ver con la verdadera fiebre del oro de Caledonia de 1869. En el museo, las borrosas fotos muestran hile?ras de caba?as de madera junto al r¨ªo y a hom?bres barbudos buscando oro de cuclillas en el glen.
Viajar en el tiempo en la ut¨®pica New Lanark
En esta regi¨®n escocesa se instalaron las primeras industrias y hoy se redescubre un paisaje cultural ¨²nico. En el valle cubierto de bosques se puede descubrir New Lanark, una antigua co?munidad industrial, con hileras de casas, talleres, una escuela e imponentes f¨¢bricas de algod¨®n junto al r¨ªo que anta?o fun?cionaban con gigantescas ruedas hidr¨¢ulicas. Por los adoquines se escucha el rumor de las m¨¢quinas producien?do hilos de lujo y tambi¨¦n se puede caminar por el jard¨ªn de una de las azo?teas m¨¢s grandes de Escocia y emprender un viaje en el tiempo por el nost¨¢lgico patrimonio de South Lanarkshire, del siglo XIX.
En New Lanark, patrimonio mundial de la Unesco desde 2001, giraban las ruedas de la f¨¢brica de algo?d¨®n, se escuchaba el zumbido de la maquinaria d¨ªa y noche y 2.500 trabajadores llenaban las calles de esta aldea fabril a orillas del Clyde. La idea fue del fi?l¨¢ntropo Robert Owen, que imagin¨® una comunidad justa e igualitaria, apoyada en programas sociales y de bienestar que desembocaron en la creaci¨®n de la primera escuela infan?til del Reino Unido. De hecho, la aldea ut¨®pica de Owen se convirti¨® en un mo?delo a seguir en comunidades industriales de todo el mundo.
Hoy todav¨ªa vive gente en sus casas meticulosamente restau?radas: se pueden visitar las casas de los obreros, el economato y un aula hist¨®rica en un circuito guia?do, o terminar en otra maravilla: las cascadas del Clyde, un paseo a pie de 1,9 kil¨®metros (ida y vuelta), hasta la cascada de Co?rra Linn, de 26 metros de desnivel.
Galloway Forest Park, la esquina secreta de las Lowlands
Aunque muchos visitantes lo pasan por alto, Galloway Forest Park es el parque forestal m¨¢s grande de Gran Breta?a: 777 kil¨®metros cuadrados de bosques muy poco poblados, con monta?as y lagos (loch). Es una parte del Galloway and Southern Ayrshire Biosphere de la Unesco, m¨¢s extenso, pero poco visitado porque hay muy pocos alojamientos, y la gente viene a pasar el d¨ªa o a acampar en la naturaleza. Pero lo que realmente llama la atenci¨®n es que fue el primer Parque de Cie?lo Oscuro oficial del Reino Unido, donde se ofrecen circuitos nocturnos para contemplar las estrellas sin contaminaci¨®n lum¨ªnica.
Burns ya escribi¨® sobre las noches estrelladas de esta zona. Los bosques son una meca para aficiona?dos y astr¨®nomos profesionales y se orga?nizan muchas salidas nocturnas en compa?¨ªa de agentes de la Biosfera de Cielo Oscuro para ver lluvias de estrellas, sat¨¦lites y eventos celestes. Tambi¨¦n se puede ir sin gu¨ªas, mejor en in?vierno, principios de primavera o finales de oto?o, porque hay m¨¢s horas de oscuridad y se pueden ver estrellas mucho antes. Las familias pueden disfrutar de la fusi¨®n de astrono?m¨ªa y tecnolog¨ªa punta en el divertido Dark Space Plane?tarium de la cercana Kirkcudbright.
Al oeste de Galloway Forest Park, el litoral se estira por la pen¨ªnsula de Rhins of Galloway como un ancla echa?da al mar de Irlanda. Hay paisajes monta?osos, acantilados llenos de aves marinas, faros a modo de piezas de aje?drez en el Mull of Galloway y playas doradas. Despu¨¦s, la costa meridional enfila hacia el norte hasta Portpatrick, un precioso pueblo portuario. Y muy cerca, una visita que ning¨²n amante de los libros descarta: en el estuario de Solway est¨¢ el pueblo, con librer¨ªas de segunda mano, m¨¢s bo?nito de Escocia, muy cerca de las casas coloridas de la llamada ¡°Riviera escoce?sa¡± en Kirkcudbright.
Kirkcudbright podr¨ªa parecer casi mediterr¨¢nea: por la mezcla de villas y casas adosadas de alegres colores aso?madas al r¨ªo Dee o por su historia como centro de encuentro de artistas y galer¨ªas. Desde el MacLellan¡¯s Castle se divisan las ca?sas de mercaderes del siglo XVIII, y en Broughton House algunos integrantes del famoso colectivo de los Glasgow Boys fundaron una colonia de las artes a finales del siglo XIX. Para encontrar m¨¢s arte local, hay que visitar las Kirkcudbright Galleries, en el antiguo ayuntamiento.
El viaje a Kirkcudbright no estar¨¢ completo sin desviarse hasta la abad¨ªa de Dundrennan, 16 kil¨®metros m¨¢s al este por la costa del estuario de Solway. La abad¨ªa cisterciense del siglo XII es un lugar de meditaci¨®n, sobre todo porque fue la ¨²ltima estancia de Mar¨ªa Estuardo en suelo escoc¨¦s. Hay otras dos abad¨ªas en ruinas cerca ¡ªSweetheart y Glenluce¡ª, pero esta es la joya religiosa de Galloway.
Troon, cultura, castillos y campos de golf
Hay dos im¨¢genes de la zona litoral Troon inolvidables: la de las sus maravillosas puestas de sol sobre el mar, con la arena arrastrada por el viento, y la de los campos de golf, que ponen su nota verde a la costa y que han transformado un p¨¢ramo olvidado en un prestigioso destino deportivo. Aqu¨ª est¨¢ tambi¨¦n el pueblo tur¨ªstico de Ayrshire, no muy lejos de lo que fue en su d¨ªa un centro minero de carb¨®n y la sede del primer tren de Esco?cia, en 1812. No falta la pincelada sobre Robert Burns, que naci¨® muy cerca, en Alloway.
Estamos en la costa perfecta para los deportes acu¨¢ticos y todas las carreteras de Troon llevan a las playas que miran al estuario de Clyde y a la isla de Arran. Desde la estaci¨®n central de trenes, solo hay que cruzar la duna para alcanzar la playa de Troon y ver a los wind?surfistas y a los curtidos vecinos de p¨ªcnic, nadando y cons?truyendo castillos de arena. En el paseo mar¨ªtimo hay puestos de fish and chips y de helados, pero tambi¨¦n restaurantes de mariscos en uno de los puertos deportivos m¨¢s gran?des de Escocia, epicentro de la autoproclamada ¡°cos?ta de los deportes acu¨¢ticos¡± de Escocia.
El otro deporte-rey en la costa de Ayrshire es el golf, con siete campos que son la envidia de muchos pa¨ªses, algunos de los cuales acogen regularmente el Open Bri?t¨¢nico, la competici¨®n de golf m¨¢s famosa. Entre ellos est¨¢n el hist¨®rico y magistral Old Course del Royal Troon Golf Club, cerca de la playa de Troon, al sur, y el Dundonald Links, una obra maestra con un impresio?nante campo par-72.
En la cuna de Robert Burns
Todos los caminos en el condado de Ayrshire, al menos espiritualmente, conducen a Alloway, la peque?a comunidad agr¨ªcola al sur de Ayr donde naci¨® Robert Burns. La regi¨®n fue tambi¨¦n el escenario de un hecho crucial para la historia de Escocia: en las Guerras de Independencia de Escocia, en?tre 1296 y 1346, el h¨¦roe del pueblo, sir William Wa?llace, empez¨® su lucha armada por la independencia en Ayr. Diez a?os m¨¢s tarde, el rey Robert the Bruce inici¨® una campa?a mi?litar por el trono de Escocia desde el castillo de Turnberry, que hoy ni siquiera es una ruina.
Pero la gente viene hasta aqu¨ª para seguir los pasos de Robert Burns: sus casas de labranza, sus campos de cebada y sus setos inspiraron sus sonetos y poemas. En Alloway empieza una ruta tem¨¢tica sobre el poeta: en el Robert Burns Birthplace Museum y, un poco m¨¢s lejos, en el puente Brig O¡¯Doon, el monu?mento a Burns y la espeluznante Alloway Auld Kirk, tal y como aparece en su poema narrativo m¨¢s famoso Tam o¡¯ Shanter. Junto a esta iglesia en ruinas tambi¨¦n est¨¢ enterra?da la familia del poeta; hay que buscar la l¨¢pida de su padre William, con un sombr¨ªo epitafio escrito por el hijo.
Posiblemente el lugar m¨¢s evocador sea la Burns Cottage, de tres habitaciones y tejado de paja, donde el poeta pas¨® los primeros siete a?os de vida. Los aficionados a la poe?s¨ªa y los amantes de todo lo escoc¨¦s siguen celebrando su cumplea?os cada a?o con recitales, haggis y whisky. El Burns Supper, cada 25 de enero con motivo de su cumplea?os, se ha convertido en un s¨ªmbolo del nacionalismo rom¨¢ntico y ahora hay m¨¢s de 250 clubes Burns en el mundo.
Fantasmas y un gaitero
Y nos quedan por encontrar fantasmas, que tambi¨¦n los hay en esta zona de castillos y h¨¦roes del Sur de Escocia. Podemos, por ejemplo, encontrarlos en el monumen?to a Wallace en South Ayrshire, un homenaje en piedra al guerrero-poeta William Wallace, y despu¨¦s ir a la costa sur de Ayr hasta Greenan Castle, una formidable fortaleza del siglo XVI que no tiene nada que invidiar a otras casas-torre de la costa escocesa. Entre las historias de la fortaleza destaca la de un sangriento asesinato en 1602 en el que sir Walter Scott se inspir¨® para escribir The Ayrshire Tragedy.
Pero esto es solo un aperitivo al espectacular Culzean Cast?le, una maravilla almenada. Est¨¢ asomado a una rec¨®ndita pla?ya tostada y arropado por un extenso parque con construcciones ocultas, calas apartadas, un jard¨ªn, la torre de un reloj y un parque de cier?vos. El edificio principal tambi¨¦n esconde muchos secretos: dicen que est¨¢ encantado por siete fantasmas, incluido un inquietante gaitero.
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