Un bar con 150 tipos de whisky o el local m¨¢s antiguo de Escocia: de ruta por los ¡®pubs¡¯ de Edimburgo
Ya sea con el licor por excelencia del pa¨ªs o con una cerveza artesana, en estas tabernas se disfruta adem¨¢s de m¨²sica tradicional, cocina local e historias del pasado mientras ir a su encuentro dibuja un recorrido por las viejas calles de la capital escocesa
Ya sea en el crudo invierno de Edimburgo ¨Dla capital escocesa se halla m¨¢s al norte que Copenhague o que Mosc¨²¨D, o en el mes de agosto, cuando se desborda en multitud de festivales que no dan tregua a la agenda m¨¢s repleta, esta ciudad invita siempre (pero que la ronda se la pague cada cual) a entonarse en alguno de sus pubs, muchos de ellos excelentes. Una ruta por ellos exige no solo negociar con el plano urbano, sino tambi¨¦n prever que Edimburgo est¨¢ atravesada por no pocos viaductos que pueden confundir al achispado, adem¨¢s de cuestas que pueden servir, mediante la alquimia del sudor, para expulsar el exceso de alcohol, siempre evitable.
Hay, por otra parte, que decidir si est¨¢ uno por las cervezas o por el producto m¨¢s intr¨ªnsecamente escoc¨¦s: el whisky. Si es esto ¨²ltimo lo que se desea, el viajero ha llegado al sitio adecuado, y hay lugares que atesoran marcas y marcas para tomar un dram, la medida justa para degustarlo. El p¨²blico local, a veces, opta por alternar sorbos de whisky y cerveza. En los pubs escoceses impera el peque?o vaso-copa entre ovoide y de tulipa, en el que se aprecia el aroma del licor y en el que no caben cubitos de hielo, aunque s¨ª, y no es desaconsejable, entre trago y trago un poco de agua, que idealmente se ha de tomar de un vaso.
Cualquier bar escoc¨¦s tendr¨¢ una buena selecci¨®n de whiskys, pero hay aut¨¦nticos templos consagrados a esta bebida espiritosa. Lo es Bennets Bar (8 Leven St.), junto al King¡¯s Theatre.
Con espl¨¦ndido interior victoriano y hasta una chimenea, sirve 150 whiskys de malta de todas las denominaciones de origen. Si se opta por ir, es recomendable evitar que haya funci¨®n en el teatro adyacente, porque entonces se llena y hasta rebosa.
El cercano The Bow Bar, en el n¨²mero 80 de West Bow, es otro local destacable, sin ser muy antiguo (data de 1987). Lo jalonan incontables grifos de cerveza y no descuida los colores ambarinos de las botellas de Islay, Speyside o Highland. Igualmente cercano al castillo de Edimburgo, pero al otro lado de la Royal Mile, se ubica Jolly Judge.
Sin ser nada del otro mundo, su emplazamiento est¨¢ en Saint James Court, justo al lado de la casa en la que vivi¨® el autor James Boswell, quien fue anfitri¨®n y gu¨ªa del doctor Samuel Johnson durante su viaje por Escocia y sobre quien escribi¨® una de las biograf¨ªas m¨¢s conocidas de todos los tiempos. Se accede por un estrecho pasaje abierto a la calle, que pasar¨ªa inadvertido si no fuera por el r¨®tulo con la efigie del magistrado alegre que a su vez conduce al Museo de los Escritores Escoceses, situado en un pintoresco edificio que, dedicado a Burns, Scott y Stevenson, se abre a un patio desde el que se puede deambular por las traseras de las fachadas principales o bajar a The Mound, la National Gallery y los jardines, no por muchas veces fotografiados menos espl¨¦ndidos.
Otros interesantes garitos son The Cloisters Bar (26 Brougham St.); The Blackbird (37 Leven St), pub-restaurante con terraza al fondo; The Dagda Bar, en el 93 de Buccleuch Street, al Este de The Meadows, y The Salt Horse (57 Blackfriars St). Muchos de ellos ofrecen tambi¨¦n cocina sin sofisticaciones, pero hay que tener en cuenta que esta suele cerrar a las nueve de la noche. Si de o¨ªr m¨²sica tradicional se trata en una sesi¨®n de las que se llevan celebrando d¨¦cadas, y de las que han salido instrumentistas y reputados solistas tradicionales, Sandy Bell¡¯s, en el 25 de Forrest Road, es el lugar. Aqu¨ª no hay comida, pero ?qui¨¦n dijo hambre? Adem¨¢s, con la boca llena no se canta.
Todos los establecimientos anteriores radican en la Old Town, el casco viejo de Edimburgo que irradia desde el castillo al sur de la ciudad. Al norte de Princes Street se extiende la New Town, que tiene en la generalmente anodina y peatonal Rose Street un buen pu?ado de tabernas. Quiz¨¢ la mejor, o la que tiene un sabor m¨¢s literario, sea The Abbotsford, en el extremo oriental de la calle, donde se han reunido muchos escritores de las ¨²ltimas generaciones, como se aprecia en uno de los cuadros expuestos en la Scottish National Portrait Gallery, a unas pocas manzanas. Su bar es el t¨ªpico de isla de madera oscura en cuya parte superior ornamentada est¨¢n colocadas copas y botellas. Posee restaurante en la primera planta, pero tambi¨¦n es posible tomar algo en la planta baja y la terraza (la pandemia ha tra¨ªdo, para quedarse, veladores ganados a la calle, como los que afean la pintoresca Victoria Street, pendiente y en curva y que a¨²n ofrece, pese a ello, algunas de las fotograf¨ªas m¨¢s emblem¨¢ticas de la ciudad).
Uno de los bares m¨¢s vistosos es el del Cafe Royal (19 West Register St.), que no es mala opci¨®n para almorzar o cenar tras haber bajado de la cercana Calton Hill y sus panor¨¢micas vistas. Aqu¨ª la decoraci¨®n de aires victorianios es exquisita, pero apuesta m¨¢s al negocio de restaurante, de modo que es imprescindible reservar.
Aunque muchos pubs disponen de cervezas artesanales y procedentes de peque?as f¨¢bricas diseminadas por el pa¨ªs, una marca importante y nada despreciable es Tennent¡¯s. Si el visitante no sabe qu¨¦ elegir, una pinta de esta marca, y preferiblemente de barril, es una buena elecci¨®n para empezar mientras curiosea qu¨¦ piden otros parroquianos y sopesa el color que transfigura los vasos. Pasaron ya los d¨ªas en los que la media pinta (a half) era solo solicitada por las se?oras. Para experimentar sin mucho riesgo, ir poco a poco es una excelente opci¨®n que permite probar diversas marcas (que, por cierto, muchos pubs suelen renovar a cada poco, permitiendo una sana rotaci¨®n de sabores, consistencias y espumas).
Ya fuera de la ciudad, pero en un pueblo que ha sido engullido por esta, hay una buena opci¨®n para conocer un pub a?ejo apenas visitado por los turistas. Lo ideal es utilizarlo como meta y recompensa tras hacer ascendido (imprescindible llevar calzado adecuado) a Arthur¡¯s Seat, la monta?a que domina Edimburgo. La ruta recomendada es desde Holyrood y el Parlamento escoc¨¦s v¨ªa St Margaret¡¯s Loch.
Tras perder el resuello y ganar la cima, el descenso se hace a continuaci¨®n, menos pronunciado, a Duddingston y su id¨ªlico lago. La Sheep Heid Inn se precia de ser el pub m¨¢s antiguo de toda Escocia. Por las calmas calles se llega, en unos cinco minutos (pero consultar horarios), a la parada del autob¨²s que devuelve al centro de la capital y a la inagotable efervescencia de una ciudad que enamora.
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