Seu Vella, un paseo por la historia de Lleida escrita en piedra
La silueta de la catedral vieja destaca a kil¨®metros de distancia, un templo que fue tambi¨¦n fortaleza y que incita a entrar y parar en la capital catalana m¨¢s desconocida para los viajeros
Suenan las campanas en Lleida. Pero no son campanas cualesquiera. Son la Silvestra y la M¨°nica, dos piezas hist¨®ricas de la Seu Vella fundidas en 1418 y en 1486, respectivamente, cuyo repicar rebota como una onda met¨¢lica en los vetustos sillares de la vieja catedral leridana. Son las doce del mediod¨ªa de una ma?ana lluviosa y sin turistas y el ta?ir de la Silvestra ¡ªla M¨°nica se calla tras dar los cuartos¡ª hace a¨²n m¨¢s solemne el momento. Si de repente aparecen dos monjes rezando por el claustro, creer¨ªa haberme transportado al siglo XV.
La Seu Vella es el gran templo leridano, una soberbia construcci¨®n tardo rom¨¢nica que, en vez de estar abajo, en el llano, como sol¨ªan estar las catedrales, se alza en lo alto de un cerro que domina la ciudad. Es lo primero que ve el viajero cuando se acerca a esta capital catalana ¡ªque siempre arrastr¨® el sambenito de ser solo ciudad de paso¡ª, y de lejos se le barrunta m¨¢s una fortaleza que un templo, y es que de ambos tiene en sus costuras y en su historia.
¡°Estamos en una iglesia, estamos en un cuartel y estamos en una fortaleza¡±, me aclara N¨²ria Piqu¨¦, arque¨®loga y responsable de comunicaci¨®n del Consorcio del Tur¨® de la Seu Vella. ¡°La Seu Vella nace a principios de siglo XIII como catedral arropada por todo un excelent¨ªsimo barrio g¨®tico en ¨¦poca medieval, barrio que desaparece en 1640, durante la guerra del Segadors, que se carg¨® y se llev¨® por delante toda esa parte de la historia de la ciudad, dejando a la catedral y al edificio medieval que tambi¨¦n la acompa?a, el castillo del Rey, solos en la parte alta de una colina. Luego, en 1707, en el contexto de la guerra de Sucesi¨®n espa?ola, la catedral queda convertida en un cuartel militar, se llena de soldados y se ampl¨ªan sus defensas. Desde ese a?o y hasta 1948, que son dos siglos y medio de uso militar muy intensos, muy largos y muy tristes, se cometen muchas salvajadas contra nuestro patrimonio y contra la identidad del territorio y se pierde todo el legado art¨ªstico que decoraba y ornamentaba esta vieja catedral¡±, explica.
A la Seu Vella puedes subir a pie, en autob¨²s urbano, en tu propio veh¨ªculo e incluso en ascensor desde la plaza de Sant Joan. Lo hagas por donde lo hagas, solo coronar al cerro donde se asienta y asomarse a cualquier mirador es ya una experiencia, porque desde all¨ª cambia la visi¨®n de Lleida y su comarca. Todo el conjunto rebosa monumentalidad, empezando por los tres kil¨®metros de murallas que la rodean, articuladas en cuatro baluartes principales, uno en cada esquina del rect¨¢ngulo. O el soberbio campanario octogonal de estilo g¨®tico, el icono de Lleida, que fue lo ¨²ltimo que se termin¨® de construir.
La entrada principal es por el Revell¨ªn de la Media Luna, la estructura defensiva que proteg¨ªa el acceso a la parte central de la ciudadela. Pasado este, aparece lo que queda del castillo de La Suda, o del Rey, palacio andalus¨ª y m¨¢s tarde cristiano donde tuvieron lugar importantes hechos hist¨®ricos de la corona de Arag¨®n. Hoy acoge el centro de interpretaci¨®n del monumento. Por ¨¦l se accede a la pieza m¨¢s singular de todo el conjunto: el claustro.
El claustro de la Seu Vella es especial. Primero, por sus dimensiones: es uno de los m¨¢s grandes del g¨®tico europeo. Segundo, por su ubicaci¨®n: como no hab¨ªa m¨¢s espacio en la colina, el cap¨ªtulo de la catedral dispuso que se construyera delante de la fachada principal, caso rar¨ªsimo en este tipo de construcciones. Y, adem¨¢s, en vez de ser un espacio oculto a las miradas y pensado para la meditaci¨®n y el recogimiento de los can¨®nigos est¨¢ abierto a la ciudad por uno de sus lados. Es el mirador m¨¢s bello a la llanura leridana que uno jam¨¢s pudiera imaginar y, como se?ala Piqu¨¦, pudo usarse m¨¢s como ¨¢gora y lugar de encuentro y comercio de la ciudadan¨ªa que como patio de descanso de los religiosos.
La gran iglesia, hoy desacralizada, impresiona por su volumen y su plasticidad. La uni¨®n perfecta entre el rom¨¢nico de sus columnas y el g¨®tico de sus b¨®vedas de crucer¨ªa. Es admirable tambi¨¦n porque, al estar desprovista de todo tipo de adornos, el viajero puede apreciar las intimidades constructivas de una de estas grandes catedrales medievales, tal cual, pura piedra desnuda, en vez de enmascarada por toda la fanfarria de panes de oro, frescos, estatuas, cuadros y retablos barrocos habituales. Una sensaci¨®n que, yo al menos, solo hab¨ªa experimentado en la catedral vieja de Vitoria.
?Qu¨¦ significa la Seu Vella ahora para la ciudad de Lleida?, le pregunto a N¨²ria Piqu¨¦. ¡°Es el edificio emblem¨¢tico de la ciudad, por antonomasia, aunque tengamos otra catedral nueva abajo, en la ciudad moderna. No hay culto regular, pero acoge bodas civiles y religiosas y muchos eventos importantes de la ciudad. Es un punto de encuentro, el edificio que nos identifica. Es nuestra identidad y un referente para todo el territorio. Es mucho m¨¢s que una silueta¡±, responde.
Desde 1948, la vieja y querida catedral leridana est¨¢ sometida a un profundo proceso de rehabilitaci¨®n que le ha devuelto parte de su esplendor. Si pasa un d¨ªa por Lleida, entre, no se deje enga?ar por lo de ¡°ciudad de paso¡±. Lleida tiene mucho que ver. Empezando por esta Seu Vella, un libro escrito en piedra sobre la historia de Catalu?a. No le decepcionar¨¢.
La entrada general al conjunto monumental cuesta 7 euros. Hay visitas guiadas sábados, domingo y festivos. Cerrado los lunes. Más información en turoseuvella.cat
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