La invenci¨®n del ¨¦xito
En la cr¨®nica del significado de las palabras, la evoluci¨®n del sentido es un espejo de nuestras ideas cambiantes
El t¨®pico de la inocencia infantil siempre te ha parecido una extra?a invenci¨®n adulta, un efecto colateral de la nostalgia. Del colegio recuerdas m¨¢s bien las bravuconadas de los l¨ªderes y su exuberante picaresca para aprobar ex¨¢menes: chuletas tatuadas en la piel bajo las mangas o el reloj, f¨®rmulas grabadas en el boli Bic a punta de comp¨¢s, apuntes en la papelera, perfeccionadas maniobras de distracci¨®n a la autoridad. Quienes aprobaban gracias a esas tretas gozaban de un aura de admiraci¨®n, mientras que estudiar se consideraba una sumisi¨®n burda y sin m¨¦rito. Hab¨ªa una clar¨ªsima divisi¨®n entre los listos y los empollones, entre los audaces y los obreros del esfuerzo. De adultos, correteando en nuestro patio de recreo digital, seguimos haciendo trampas y falsificando el expediente: fingir es f¨¢cil con el filtro adecuado. A trav¨¦s de fotos y frases elegidas, ama?amos versiones mejoradas de nosotros mismos. All¨ª donde chirr¨ªa hablar de fracaso o soledad, celebramos la multitudinaria fiesta de la realidad maquillada.
En la cr¨®nica del significado de las palabras, la evoluci¨®n del sentido es un espejo de nuestras ideas cambiantes. La mutaci¨®n del t¨¦rmino ¡°¨¦xito¡± es particularmente reveladora. En lat¨ªn significaba ¡°desenlace, salida¡± ¡ªde ah¨ª el ingl¨¦s exit¡ª, asumiendo que el resultado de nuestros afanes es incierto: bueno, malo, o la mezcla de ambos. Todav¨ªa en el Siglo de las Luces, Morat¨ªn hablaba de ¡°buen ¨¦xito¡± y ¡°¨¦xito infeliz¡±. Frente a aquella visi¨®n equilibrada, sin vencedores o perdedores, hoy solo concebimos el ¨¦xito triunfador: ese oscuro objeto de deseo. Para nuestro imaginario colectivo, una buena historia debe tener un final ¡ªexit¡ª victorioso, feliz. M¨¢s all¨¢ del glorioso apogeo, el cuento no tiene nada que contar.
Frente a esta visi¨®n, Carlos Garc¨ªa Gual se?ala en La muerte de los h¨¦roes que los personajes legendarios siguen siendo fascinantes ¡ªy m¨¢s humanos¡ª cuando envejecen y conocen sus l¨ªmites. La Odisea narra el regreso de Ulises a ?taca tras vagabundear durante 10 a?os de costa a costa, afrontar peligros incontables y amar por el camino, entre otras mujeres y diosas, a la hechicera Circe. Sin embargo, la historia no termina con la conquista del trono y el sosiego hogare?o: a Ulises le gustaba m¨¢s estar volviendo que haber llegado. Quiz¨¢s por eso, en la Divina comedia Dante recuper¨® la tradici¨®n del ¨²ltimo viaje del viejo marino: naveg¨® hacia Hesperia ¡ªEspa?a¡ª, traspas¨® las Columnas de H¨¦rcules, frontera del mundo conocido, y puso rumbo al sur inexplorado. El anciano h¨¦roe y su tripulaci¨®n habr¨ªan muerto en un naufragio del que nadie tuvo noticia.
Curiosamente, la historia de un fracaso puede llegar a ser m¨¢s consoladora que la de una victoria. Primo Levi evoca en Si esto es un hombre cierto d¨ªa en Auschwitz, cuando fue obligado a cargar una marmita de 50 kilos llena de comida junto a un joven franc¨¦s apodado Pikolo. Durante el largo trayecto, Levi recita a su compa?ero un pasaje del Infierno, de Dante, la arenga de Ulises mientras su nav¨ªo atraviesa el estrecho de Gibraltar: ¡°Considerad vuestra ascendencia: para la vida animal no hab¨¦is nacido, sino para adquirir virtud y ciencia¡±. Conmovidos, Primo y Pikolo olvidan por un momento la deshumanizaci¨®n del campo de concentraci¨®n, la salvaje atrocidad de la maquinaria nazi, incluso el peso que acarrean, recordando emocionados al navegante que encara con esfuerzo y orgullo su naufragio final.
La derrota no solo desnuda nuestra ficticia fortaleza, tambi¨¦n puede desencadenar sorprendentes ep¨ªlogos. Cuenta el mito griego que, tras la muerte de Ulises, Pen¨¦lope visit¨® a Circe en su isla. Las dos hab¨ªan amado al h¨¦roe ahogado y ambas le hab¨ªan dado un heredero. En uno de los giros m¨¢s inesperados y modernos de la leyenda antigua, cada una se enamora del hijo de la otra y, muy civilizadamente, las antiguas rivales se emparejan con sus jovenc¨ªsimos novios cruzados, convirti¨¦ndose en insospechadas consuegras. Todo un ejemplo de las posibilidades infinitas de ese relato extra?o y zarandeado que son nuestras vidas: el ¨¦xito no es la ¨²nica salida.
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