Vengan de donde vengan
El caso T¨®th es una campa?a de acoso al diferente. Hay que estar preparados y ser intolerante con los intolerantes
A esa playa de internet que es la bandeja de entrada de mi ordenador ha llegado una carta furiosa y dolorida, como un mensaje de socorro lanzado al mar dentro de una botella. Es de Krisztina T¨®th, poeta y narradora h¨²ngara de 53 a?os, una de las escritoras m¨¢s c¨¦lebres de su pa¨ªs, multipremiada y traducida a numerosas lenguas, entre ellas la espa?ola, aunque debo reconocer que yo no la conoc¨ªa antes de que me alcanzara su grito desesperado (aqu¨ª tiene un libro de poemas, El sue?o de la amante, y otro de relatos, C¨®digo de barras lineal).
El caso es que hace unas semanas T¨®th contest¨® un cuestionario tipo de una revista literaria digital. Una de las preguntas consist¨ªa en decir qu¨¦ libros a?adir¨ªa ella al plan nacional de lecturas escolares y cu¨¢les quitar¨ªa. Contest¨® que quitar¨ªa una novela de Magda Szab¨® (1917-2007) y otra de M¨®r J¨®kai (1825-1904) por la pasividad de sus personajes femeninos. Ahora bien, resulta que J¨®kai es el gran escritor tradicional, s¨ªmbolo supremo de los valores nacionales. Y estamos hablando de la Hungr¨ªa patri¨®tica y extrema de Orb¨¢n, y de que T¨®th no es una seguidora del Gobierno. As¨ª que enseguida comenz¨® el disparate. La prensa de derechas sac¨® de contexto las palabras de la escritora; ya no era una respuesta a una pregunta ni se trataba del plan de estudios, sino que terminaron diciendo, a grandes titulares, que Krisztina ped¨ªa que se prohibiera a J¨®kai. La autora, en fin, era una loca feminista.
El linchamiento en redes ha sido feroz y persistente. Se han hecho programas en televisi¨®n centrados en insultarla. Los peri¨®dicos del r¨¦gimen de Orb¨¢n la crucificaron. La hija peque?a, menor de edad, se siente hostigada en la escuela. El hijo mayor de la escritora no se atreve a decir qui¨¦n es su madre por miedo a que lo despidan del trabajo. T¨®th ha sufrido insultos por las calles. Han cancelado uno tras otro sus actos en los colegios. Llenaron de mierda de perro su buz¨®n de correos. Krisztina dice que su salud mental se ha resentido y que siente miedo.
En este amargo mundo hay casos mucho peores, desde luego. Como la condena a latigazos y a 38 a?os de c¨¢rcel a la abogada iran¨ª Nasrin Sotoudeh por defender el derecho de las mujeres a no llevar velo. O como las constantes violaciones a los derechos humanos en Venezuela o Cuba. Pero lo de Krisztina sucede en nuestra casa, en Europa, una Europa cada vez m¨¢s radicalizada y feroz. El caso T¨®th es una campa?a t¨ªpica y mod¨¦lica de acoso al diferente y es un buen ejemplo de c¨®mo la barbarie y la intolerancia gubernamental pueden ir silenciando poco a poco a un pa¨ªs y pervirtiendo sus valores democr¨¢ticos.
¡°Son ataques sistem¨¢ticos y bien organizados en la prensa y en las redes sociales contra las personas opositoras al Gobierno para crear una atm¨®sfera de miedo¡±, dice Krisztina en su carta; y comenta otros ejemplos de campa?as de intimidaci¨®n, como la del psic¨®logo social P¨¦ter Krek¨® o el realizador J¨¢nos Sz¨¢sz hace unos meses, o como el dise?ador de moda Tamas Naray, que abandon¨® Hungr¨ªa hace tres a?os por la creciente homofobia y ahora reside en Barcelona. Yo dir¨ªa que adem¨¢s en el caso de T¨®th hay un exacerbamiento en el rencor por la cuesti¨®n de g¨¦nero; y el hecho de que sea una mujer muy guapa no creo que ayude. Hay investigaciones que parecen indicar que el odio de las redes se ceba m¨¢s en las mujeres que en los hombres, y a¨²n es peor la situaci¨®n de las periodistas, esto es, de aquellas que poseen voz p¨²blica (como Krisztina). Un informe encargado por la Unesco y divulgado el pasado mes de enero concluye que el n¨²mero de mujeres periodistas que son v¨ªctimas de ataques es ¡°altamente alarmante¡±. De hecho, un 73% de las reporteras de 113 pa¨ªses han sido objeto de insultos y amenazas.
Y todo esto no es m¨¢s que una espuma de odio, una sucia marea por desgracia creciente que va inundando el mundo. ?Recuerdan el famoso poema de Martin Niem?ller? ¡°Primero vinieron a por los sindicalistas y yo no dije nada porque yo no era sindicalista (¡) Luego vinieron a por los jud¨ªos y yo no dije nada porque yo no era jud¨ªo. Luego vinieron a por m¨ª, pero para entonces ya no quedaba nadie que pudiera decir nada¡±. Hay que estar preparados y ser intolerante con los intolerantes, vengan de donde vengan.
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