M¨®nica Ojeda: ¡°Algunas editoriales est¨¢n interesadas en libros de mujeres solo porque ahora los feminismos venden¡±
Su arrebatador uso de la palabra para plasmar todos los tipos de violencia que golpean en el mundo, especialmente a las mujeres, la ha convertido en uno de los 25 escritores de menos de 35 a?os m¨¢s prometedores de la literatura en espa?ol seg¨²n la lista de ¡®Granta¡¯. En su ¨²ltimo libro, ¡®Las voladoras¡¯, trata de acercarse al universo ind¨ªgena de su Ecuador natal
M¨®nica Ojeda (Guayaquil, Ecuador, 1988) ten¨ªa 10 a?os cuando decidi¨® que iba a ser escritora. Su madre, licenciada en Literatura y catedr¨¢tica en la universidad, se top¨® por casualidad con un texto suyo. ¡°Nunca la hab¨ªa visto orgullosa de m¨ª, o no de esa manera¡±, recuerda. ¡°Y me volv¨ª adicta a esa mirada. Quer¨ªa generarla una y otra vez. Y no solo en ella. Tambi¨¦n en mi padre, en mis profesores, en mis compa?eros¡¡±. Aquella b¨²squeda de reconocimiento y amor (¡°todos queremos ser amados¡±) la llev¨® a estudiar Literatura, como su madre. Pero entonces ya no lo hac¨ªa por ella. La ficci¨®n se convirti¨® en un ejercicio de pasi¨®n: ¡°En el sentido de padecer, y en el de placer. Porque es algo gozoso, pero tambi¨¦n dif¨ªcil¡±. Ojeda experimenta con el terror a trav¨¦s de la violencia de las palabras. Ha desarrollado un estilo narrativo muy personal, casi l¨ªrico, que resulta arrollador. En libros como Nefando o Mand¨ªbula (ambos de Candaya) visibiliza el horror de los asesinatos, los abusos a menores, las violaciones. Realidades que la joven ha conocido de cerca ¡ª¡±Ecuador es un pa¨ªs violento, sobre todo con las mujeres¡±¡ª y que aparecen de forma recurrente en su trabajo, posicion¨¢ndola, sin buscarlo, como una escritora social. En 2017 su nombre ya apareci¨® en la lista Bogot¨¢39 ¡ªlos 39 escritores de ficci¨®n menores de 40 con m¨¢s talento¡ª y este 2021, con 33 a?os, lo ha hecho en la lista de la revista Granta, que una vez cada 10 a?os selecciona a los 25 j¨®venes menores de 35 a?os m¨¢s prometedores de la literatura en lengua espa?ola. Junto a otras escritoras coet¨¢neas y de pa¨ªses vecinos, ya se las proclama como el nuevo bum de la literatura latinoamericana femenina.
?Qu¨¦ siente cuando escucha esa etiqueta?
Detesto que se llame nuevo bum porque nos remite a los a?os sesenta de la literatura latinoamericana, pero adem¨¢s desde la mirada euroc¨¦ntrica. Porque en los a?os sesenta en un continente se estaban produciendo much¨ªsimas cosas que no ten¨ªan nada que ver con el realismo m¨¢gico, con esa exotizaci¨®n pensada para el ojo europeo. Y otra vez siento que esa fabricaci¨®n del bum latinoamericano por mujeres es una forma de que otros nos nombren, no de que nosotras nos nombremos.
?Y c¨®mo se nombrar¨ªan?
Tampoco tengo idea de c¨®mo generar ese nombre, porque no creo que tenga nada que ver lo que hace Mariana Enr¨ªquez con lo que hace Liliana Colanzi o Ariana Harwicz, por ejemplo. Si nos ponemos serios, parece que a veces estamos forzando las tuercas para unificar un tipo de literatura. Las mujeres en Latinoam¨¦rica han escrito desde siempre cosas muy interesantes y de calidad innegable, y si no han entrado a los sistemas de distribuci¨®n de libros, ni han sido editadas por grandes editoriales, y si la historizaci¨®n de la literatura en sus propios pa¨ªses no las recogen, no tiene nada que ver con la calidad de sus textos, sino con un orden de cosas que todas sabemos c¨®mo funciona y que tiene que ver con la patriarcalidad de los sistemas. Incluso ahora, en este nuevo bum latinoamericano me molesta que no hay ninguna escritora ind¨ªgena, ni negra, ni que escriba en quichua. O, por ejemplo, ?no est¨¢n escribiendo mujeres de 60 a?os en Latinoam¨¦rica, y libros buenos?
?Cree que la industria pone el foco en mujeres latinas, blancas y j¨®venes por intereses de imagen?
Creo que hay editoriales y librer¨ªas que tienen una conciencia feminista, social, pol¨ªtica. Siempre han estado ah¨ª, en pie de guerra. Pero tambi¨¦n existen editoriales que si est¨¢n interesadas en poner en su mesa de novedades sobre todo libros de mujeres o feministas es porque ahora mismo en el mercado literario los feminismos venden.
Pero en los ¨²ltimos a?os, en su pa¨ªs por ejemplo, destacan varias escritoras j¨®venes. Isabela Ponce acaba de ganar el Premio Ortega y Gasset, Carla Badillo recibi¨® en 2015 el Premio de Poes¨ªa Loewe¡
El fen¨®meno que est¨¢ ocurriendo con Ecuador y sus escritoras es un efecto espejo. No es que, dentro de Ecuador, ni la cr¨ªtica, ni los otros escritores, ni el mundo literario se pusieran a leer fervorosamente a sus escritoras, sino que, al ser publicadas en el extranjero y tener un cierto posicionamiento cr¨ªtico y lector fuera, de repente hace que dentro del pa¨ªs empiecen a ser le¨ªdas esas escritoras.
?Y c¨®mo sienta necesitar el reconocimiento ?europeo para recibir el de su propio pa¨ªs?
De la patada [carcajada]. No, muy fuerte. Me molesta mucho ser consciente de que, si no me hubiese adoptado una editorial de fuera, hubiese escrito lo mismo, lo hubiese hecho en Ecuador pagando la mitad de los gastos, porque eso me exig¨ªan, y probablemente nadie me hubiera le¨ªdo.
?Por qu¨¦?
Porque el mundo literario en Ecuador todav¨ªa sigue siendo regido sobre todo por hombres y s¨¦ que, si fuera por ellos, eso no habr¨ªa cambiado.
Y a pesar de haberlo conseguido, de llevar varias ediciones de sus libros y tener el reconocimiento internacional, ?de la escritura no se vive?
Solo unos privilegiados pueden decir que con las ventas de sus libros se mantienen. Yo no estoy en ese punto. He sido profesora en la universidad y ahora sigo ense?ando [cursos y m¨¢steres de Creaci¨®n Literaria en la Pompeu, la Carlos III, etc¨¦tera], y es tambi¨¦n de lo que vivo.
Como escritora latinoamericana reivindica que no se les nombre desde la mirada euroc¨¦ntrica al tiempo que admite que sin el reconocimiento de Europa su voz no se escuchar¨ªa en su pa¨ªs.
?Es un drama! Porque tiene que ver precisamente con que esa mirada euroc¨¦ntrica de la que hablo se genera tambi¨¦n dentro de algunos pa¨ªses latinoamericanos.
Usted recibi¨® esa educaci¨®n eu?ropea, blanca, de ni?a bien.
Totalmente. Y en la universidad, en ning¨²n momento me hicieron leer, por ejemplo, a una autora feminista latinoamericana. Le¨ª a Simone de Beauvoir, Judith Butler¡ Pero tampoco le¨ª a Angela Davis. O sea, eran feministas blancas, todas. Esto es algo que he percibido con amigas que vienen de otros pa¨ªses, de Colombia, de Argentina¡ No hab¨ªamos le¨ªdo a nuestras compa?eras, a nuestras propias feministas. Y ni siquiera me hab¨ªa planteado el hecho de que no estaba ley¨¦ndolas. Ese feudo universal de que existe solamente un feminismo que lucha por las mujeres en general es absurdo. Existen muchos feminismos y cada uno piensa desde una l¨ªnea muy particular. Eso me cost¨® plante¨¢rmelo, y todav¨ªa sigo en ese proceso de deconstrucci¨®n y es arduo porque mi educaci¨®n no fue esa¡ Soy una mujer latinoamericana mestiza y debo entender que, aunque me han alejado educacionalmente del mundo ind¨ªgena, llevo lo ind¨ªgena en m¨ª y trato de acercarme a esa parte de m¨ª.
En su ¨²ltimo libro, Las voladoras (P¨¢ginas de Espuma), intenta ese acercamiento. Rescata paisajes y leyendas andinas y hay quien le acusa de adue?arse de una cultura ind¨ªgena que no le pertenece.
Hace mucho que me pregunto: ¡°?Por qu¨¦ no es m¨ªo?¡±. Es esta idea falsa que se genera el mestizo latinoamericano de que el mundo ind¨ªgena no le pertenece, cuando somos claramente mestizos porque somos ind¨ªgenas tambi¨¦n. No lo quiero ver como cosas diametralmente distintas cuando estoy rodeada de ello y cuando en mi ¨¢rbol geneal¨®gico seguro que est¨¢ esto. Hablo un espa?ol mezclado aunque no sepa quichua. Pero digo ruca, que es como una siesta; digo guineo y no banano; digo chuchaqui en lugar de resaca. Creo que m¨¢s bien no reconocer que eso es parte de m¨ª ser¨ªa otra falacia enorme, que es creer que porque he tenido una educaci¨®n europea soy blanca, porque yo no soy blanca. Cuando se trata de pensar en tu propia identidad, se trata de reconocer de qu¨¦ historia vienes y acercarme a una forma de conocer el mundo que no me dieron de peque?a ni de adolescente, pero que tambi¨¦n es m¨ªa. Solamente que me la quitaron.
?Cu¨¢l fue la chispa que activ¨® esa conciencia?
Cuando me vine a Espa?a y viv¨ª lo que era ser migrante en carne propia y me pregunt¨¦ mucho sobre todos los movimientos antirracistas, feminismos decoloniales, el pensamiento latinoamericano¡ Justamente vine a hacer un m¨¢ster en Teor¨ªa y Cr¨ªtica de la Cultura [en la Carlos III de Madrid] y todo lo que ve¨ªamos era pensamiento europeo. Y me pregunt¨¦: ¡°?Es que nosotros no pensamos?¡±. Y tuve que investigar cu¨¢l era el pensamiento del sur.
Entonces, en Espa?a empez¨® a averiguar m¨¢s sobre sus or¨ªgenes y sobre usted.
La cosa que m¨¢s me impact¨® cuando vine ac¨¢ la primera vez [a hacer un m¨¢ster de Creaci¨®n Literaria en Barcelona] fue darme cuenta de que no me conoc¨ªa. Yo pensaba que era una persona introvertida, que no le gustaba salir ni ir a caminar, ni relacionarse con gente, ni ir a fiestas. Y en realidad ten¨ªa pavor de ser violada, golpeada, asesinada¡ Que son cosas que le han pasado a mis amigas y que ve¨ªa todo el rato en mi entorno cercano. Pero en cuanto me mov¨ª a un espacio donde sent¨ªa que eso no me iba a pasar, me di cuenta de que estaba traumatizada. Qu¨¦ fuerte es eso. Pero el cuerpo poco a poco se fue distendiendo y con el paso de los meses empec¨¦ a vivir de forma distinta.
Sin miedo.
De repente me gustaba salir, conocer gente, caminar, pasear por la noche o festejar con amigos. Y dije: ¡°?Pero qui¨¦n es esta persona?¡±. Resulta que soy yo. Soy yo sin miedo. Y eso es una cosa que, con 23 a?os, me vol¨® la cabeza.
?Y c¨®mo fue regresar a Guayaquil despu¨¦s de eso?
Ten¨ªa muchas ganas de hacer activismo pol¨ªtico en Ecuador. Y durante los tres a?os que estuve all¨ª trabajando hice muchas de esas cosas, pero desarroll¨¦ tambi¨¦n ataques de ansiedad. El miedo a la agresi¨®n f¨ªsica, al acoso callejero, el tener amigos asesinados, otra vez me generaron una tensi¨®n f¨ªsica y ps¨ªquica que yo me di cuenta: tengo que salir de aqu¨ª o voy a terminar trastornada.
Y volvi¨® a Espa?a casada con un espa?ol.
S¨ª, nos conocimos en el m¨¢ster de Creaci¨®n Literaria, en Barcelona. ?l se vino conmigo a Ecuador esos tres a?os, nos casamos y despu¨¦s volvimos ac¨¢. Vine con papeles, pero ya esa relaci¨®n se estaba terminando y cuando volvimos ¨¦l ejerci¨® una violencia¡
Dice que denunci¨® y se sinti¨® cuestionada.
Fui a una comisar¨ªa. Alucin¨¦ que quien tomara declaraci¨®n fuera un hombre. Yo le dec¨ªa: ¡°Adem¨¢s de haber recibido fotograf¨ªas de extranjer¨ªa amenazando con deportarme, adem¨¢s de haber recibido v¨ªdeos de ¨¦l orin¨¢ndose en mis libros [los que ella hab¨ªa escrito], adem¨¢s de eso, hay estos dos e-mails a mi madre diciendo que me quiere ver muerta y que sabe d¨®nde vivo¡±. Y el polic¨ªa dec¨ªa: ¡°Bueno, se ha pasado un poco, es que est¨¢ enfadado¡¡±. Como que le restaba importancia.
?Y qu¨¦ pas¨®?
Mi ex finalmente no quer¨ªa hacerme nada, pero s¨ª es perverso esto. Estaba haciendo una forma de acoso para que sintiera que mi vida estaba en peligro. Y durante un tiempo tem¨ª por mi seguridad. Fue muy duro. Nunca escribo nada que tenga que ver con mi biograf¨ªa. Pero estaba en una situaci¨®n tan incre¨ªblemente tensa psicol¨®gicamente que no pod¨ªa escribir sobre absolutamente nada que no fuera eso.
?Ahora lo cuenta sin tapujos?
En el juicio, con todas las pruebas, me dieron la raz¨®n. Y sigue siendo inc¨®modo. Pero pol¨ªticamente es verdad que siempre, si estamos ocultando estas cosas, estamos colaborando con que esto sea un tab¨², y no quiero.
?C¨®mo fue ser de pronto convertirse en mujer inmigrante ilegal?
El maltrato psicol¨®gico de no poder regularizarte es terrible. Yo estuve tres a?os sin papeles. Ve¨ªa un polic¨ªa por la calle y ten¨ªa miedo de que me pidiera la documentaci¨®n. Ten¨ªa miedo de que nadie me contratara. Estaba aqu¨ª sin familia. Y me sent¨ª en una situaci¨®n de fragilidad y desamparo que nunca hab¨ªa vivido. Para sacar los papeles tuve que casarme con mi actual pareja [el escritor espa?ol Alejandro Morell¨®n, tambi¨¦n en la lista de Granta]. Mi pareja es con la que vivo y es mi pareja, por supuesto, pero a lo mejor no nos hubi¨¦semos casado si no es por¡Aunque quiz¨¢s ese es el verdadero acto de amor: casarse para subvertir un poco este sistema.
En sus libros se rompen muchos tab¨²es, la mayor¨ªa relacionados con distintas formas de violencia.
Para m¨ª escribir es un ejercicio de detener el tiempo, que es una apisonadora. Y a veces, cuando empiezas a escribir, se ensancha. Y puedes pensar en cosas que te han pasado, cosas que has sentido, cosas que le han pasado a tu cuerpo¡ Y ponerle palabras es un ejercicio de tratar de atajar lo que parece que se te est¨¢ escapando.
Pero ha dicho que nunca escribe de usted.
La ficci¨®n es un ejercicio de tomar distancia de tu mundo emocional e intelectual a trav¨¦s de una historia que aparentemente no tiene nada que ver contigo, y luego, mientras las est¨¢s escribiendo, darte cuenta de que est¨¢s en realidad trabajando con una zona de intimidad emocional tuya ¨²nica y la est¨¢s proyectando hacia los dem¨¢s. Por eso siento que toda escritura es autobiogr¨¢fica. Porque est¨¢s narrando tus obsesiones, tu mundo emocional, tu forma de sensibilizarte con las cosas.
Cuentos como Sangre coagulada hablan, por ejemplo, del aborto clandestino. ?Es una de sus obsesiones/vivencias?
Afortunadamente, no me ha tocado abortar, pero si ma?ana me quedo embarazada, ma?ana mismo aborto. La maternidad nunca me ha atra¨ªdo. Pero podr¨ªa pasar que me sorprenda, claro.
Entonces no lo ha vivido.
No, pero he acompa?ado a casi todas mis amigas a abortar clandestinamente en Ecuador. A casi todas. Y las he tenido que acompa?ar porque es peligroso y hay mucha violencia. El mismo doctor que te hace el aborto, y que te est¨¢ cobrando much¨ªsimo dinero por ello, te juzga y te maltrata antes de llevarte a la sala donde se hace.
Incluso en pa¨ªses donde la ley protege a las mujeres y garantiza condiciones sanitarias, como Espa?a, se estigmatiza con el silencio. Ese: ¡°Si lo haces, mejor no lo cuentes¡±.
En ese sentido, es muy recomendable el fanzine de Elisabeth Falomir Abortos felices (Episkaia). Habla sobre qu¨¦ tanto el dolor en el tema de los abortos viene por los traumas que genera una sociedad que estigmatiza a las mujeres que abortan m¨¢s de una vez o porque de verdad el propio ejercicio de decidir abortar sea traum¨¢tico. Si el trauma es social m¨¢s que realmente f¨ªsico.
En sus historias recurre al terror y a una narraci¨®n casi l¨ªrica arrebatadora y con ello est¨¢ generando una fuerte denuncia social. Sin embargo, dice que su escritura no es activista. ?Es eso posible?
Es una fantas¨ªa la idea de que hay una escritura sin pol¨ªtica. No estoy en contra de que consideren que escribo desde una mirada y un lugar situado en el mundo, porque lo hago. Con lo que me siento inc¨®moda es con la pregunta: ¡°Cuando escribes, ?est¨¢s intentando denunciar la situaci¨®n de las mujeres en entornos hostiles?¡±. La respuesta a eso es no. Porque cuando escribo estoy intentando entender. Pensar en cosas que me afectan. No estoy tratando de denunciar, que es algo que s¨ª hago cuando voy a marchar a la calle.
?Esa conciencia social y pol¨ªtica le viene de cuna?
Estuve en una casa donde no se hablaba de esas cosas para nada, pero es verdad que de mi madre beb¨ª una mirada muy comprometida con su entorno. Al ser una persona involucrada en las pol¨ªticas universitarias¡
Fue ministra de Educaci¨®n en 2013, en los primeros a?os de mandato de Rafael Correa, ?no?
S¨ª, pudo llevar sus ideas al terreno gubernamental. Pero luego tambi¨¦n decidi¨® que ese no era su espacio. Porque lo dej¨®.
?Le decepcion¨® la pol¨ªtica o le decepcion¨® Correa?
Le decepcion¨® la pol¨ªtica y Correa. Ella ten¨ªa mucha fe en ¨¦l, como muchos de nosotros. Al principio hab¨ªa una voluntad pol¨ªtica important¨ªsima de destinar unos presupuestos a la educaci¨®n p¨²blica y a la salud p¨²blica tan altos como no se hab¨ªan destinado nunca. Hab¨ªa un compromiso social con las clases menos favorecidas, y luego lo que hizo fue permitir y, por tanto, ser parte de toda la corrupci¨®n, la persecuci¨®n a disidentes, la humillaci¨®n a los grupos pol¨ªticos ind¨ªgenas o ecologistas, el control de los medios¡ Incluso castig¨® a las asamble¨ªstas que dentro de su partido sacaron a debate legalizar el aborto.
Otra vez el aborto¡
Para m¨ª es un tema muy sensible porque estamos tratando de conseguir que en Ecuador se legalice en todas las causales. Hace poco se legaliz¨® la de violaci¨®n y ha sido un avance tremendo en un pa¨ªs en el que la mayor¨ªa de v¨ªctimas son menores de edad.
Ha vivido de cerca toda esa violencia que le ha convertido en una escritora oscura. ?Y la persona que hay tras la pluma? ?Tambi¨¦n es oscura?
No tiene nada que ver mi escritura con mi estado de ¨¢nimo. Me gusta mucho bailar, tocar cosas suaves, comer rico, y soy de verdad bastante positiva y disfrutona. Soy muy cumbiera. ?Tropical! A lo mejor ser¨¢ precisamente porque la escritura es un lado de m¨ª que tambi¨¦n existe y que concentro en ese ejercicio creativo particular, y eso me permite luego en mi vida estar relajada y hacer cosas que me dan solo placer. Placer sin padecer.
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