Yolanda D¨ªaz y la izquierda espa?ola
Pues s¨ª: yo tambi¨¦n siento debilidad por Yolanda D¨ªaz. Sobre todo, cuando la oigo hablar de cosas como los impuestos o la vivienda; aunque, para ser sincero, a m¨ª me parece demasiado conservadora, pero eso es porque yo aspiro a unos niveles de presi¨®n fiscal ¡ªtambi¨¦n de corrupci¨®n, claro¡ª modestamente escandinavos, y a una oferta p¨²blica de vivienda simplemente neerlandesa. (Lo nuestro con la vivienda es sangrante: tenemos una sanidad y una educaci¨®n p¨²blicas insuficientes pero tangibles; en cambio, apenas tenemos vivienda p¨²blica: ?y para qu¨¦ demonios quieres estar vivo si no tienes donde caerte muerto?). D¨ªaz se define como una socialdem¨®crata cl¨¢sica, y yo creo que lo es. Pero adem¨¢s est¨¢ demostrando ser una pol¨ªtica pr¨¢ctica, discreta, sensata, antidiva y conciliadora: lo contrario de Pablo Iglesias. A m¨ª s¨®lo me falta o¨ªrle decir que, si es presidenta del Gobierno, triplicar¨¢ el sueldo de los maestros para solicitar el ingreso inmediato en su club de fans.
Hasta que surge el llamado problema territorial; entonces, la hist¨®rica empanada mental de la izquierda espa?ola regresa. Es verdad que el ofuscamiento de D¨ªaz no llega al extremo de J¨¦ssica Albiach, de En Com¨² Podem, quien propone un refer¨¦ndum para Catalu?a con tres posibles opciones, lo que, como ha mostrado Francesc Trillas, de Federalistes d¡¯Esquerres, ¡°puede dar lugar a la victoria de la m¨¢s odiada de las tres¡±. En una entrevista publicada en este mismo diario, le preguntaron a D¨ªaz si apoyaba a la l¨ªder de su partido, Ione Belarra, cuando afirm¨® que Carles Puigdemont deb¨ªa volver a Espa?a sin ser juzgado. ¡°Creo que Puigdemont debe formar parte de la soluci¨®n y no del problema¡±, contest¨® D¨ªaz. Perplejos, sus entrevistadores le preguntaron si eso quer¨ªa decir que s¨ª; ella contest¨®: ¡°He sido clara¡±. Pues no: no lo fue. Lo que no sabemos es si no lo fue porque no tiene las ideas claras o por seco c¨¢lculo estrat¨¦gico. Yo quiero creer que por lo primero, cosa que no es menos grave: ?no tiene claro D¨ªaz si todos los ciudadanos somos iguales ante la ley, que es el principio esencial de la democracia? ?Un humilde ciudadano debe rendir cuentas si viola la ley, pero un pol¨ªtico poderoso no? (No comparen a Puigdemont con los secesionistas indultados, por favor: estos fueron juzgados y condenados). Estamos ante el eterno problema. Cito de nuevo a Thomas Piketty, quien en Capital e ideolog¨ªa constata que en Catalu?a ¡°el apoyo a la independencia proviene de manera espectacular de las categor¨ªas m¨¢s favorecidas y, en concreto, de las rentas m¨¢s altas¡±; tambi¨¦n a Luigi Ferrajoli, que en Manifiesto por la igualdad llama al separatismo catal¨¢n ¡°una forma inaceptable de secesionismo de los ricos¡±. De eso estamos hablando: de un movimiento esencialmente reaccionario e insolidario (y, en oto?o de 2017, inequ¨ªvocamente antidemocr¨¢tico), de la forma m¨¢s t¨®xica, con Vox, que el nacionalpopulismo ha adoptado en Espa?a. ?C¨®mo es posible que la izquierda de D¨ªaz no se oponga sin ambages a ¨¦l? ?Por qu¨¦ es siempre su c¨®mplice, cuando no su entusiasta colaborador? ?S¨®lo porque tambi¨¦n se opone a ¨¦l el no menos nefasto nacionalismo espa?ol? D¨ªaz se declara partidaria de una Espa?a que fomente su pluralidad ling¨¹¨ªstica y cultural; disculpen: yo, m¨¢s. D¨ªaz afirma que Espa?a no acepta bien su propia pluralidad; estoy de acuerdo, aunque Catalu?a acepta mucho peor la suya, y miente quien afirma que la lengua catalana est¨¢ oprimida: en la escuela p¨²blica catalana, los estudiantes de primaria y secundaria s¨®lo dan una asignatura en castellano (tres horas a la semana): la de lengua castellana. Espa?a debe mejorar en todo, pero nada justifica el intento secesionista de arrebataros a los catalanes el derecho de ciudadan¨ªa, del que penden todos los dem¨¢s derechos. ?Y no es hora ya de construir una izquierda que, tanto en Espa?a como en Europa, apueste a fondo por conciliar unidad pol¨ªtica y diversidad cultural?
El problema catal¨¢n no se solucionar¨¢ hasta que la izquierda, empezando por la catalana, no recupere la fidelidad a sus principios. Ni el problema catal¨¢n, ni el de la propia izquierda.
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