Tulsa quiere a los trabajadores remotos
Oficina compartida en el centro de la ciudad, una agenda de actividades cuando se apaga el ordenador, casas m¨¢s baratas, facilidades para encontrarlas¡ y 10.000 d¨®lares. La f¨®rmula de la segunda ciudad de Oklahoma para atraer talento y combatir la despoblaci¨®n.
Antes de la pandemia y de que medio planeta tuviese una posici¨®n frente a los claroscuros que supone trabajar desde casa, un titular en 2018 llam¨® la atenci¨®n de miles de estadounidenses: Tulsa, una ciudad de Oklahoma de medio mill¨®n de habitantes, ofrec¨ªa 10.000 d¨®lares a quienes se fueran a vivir ah¨ª por un a?o. Los requisitos para postular eran ser mayor de edad, tener un trabajo remoto de tiempo completo o ser un empleado independiente fuera del Estado y residir en Estados Unidos. Apenas un 3% a un 5% de la poblaci¨®n teletrabajaba. Lo solicitaron unas 10.000 personas. El a?o pasado, 50.000. M¨¢s de un millar han sido parte del programa Tulsa Remote, que, por ser pioneros, lograron convertir la ciudad en algo que muchas localidades sue?an: un im¨¢n de talentos.
Los mercados emergentes de la Am¨¦rica profunda llevan d¨¦cadas padeciendo la fuga de las mentes m¨¢s entrenadas hacia el oeste. Primero fue California la que concentr¨® la migraci¨®n gracias al imperio tecnol¨®gico, pero en la ¨²ltima d¨¦cada varias compa?¨ªas han trasladado sus oficinas principales a Texas y ahora es el sur el que se expande a mayor velocidad. Ben Stewart, tulsano, trabaja en iniciativas para fomentar el talento en la Fundaci¨®n de la Familia George Kaiser (GKFF). Con la mirada fija en los gr¨¢ficos que mostraban c¨®mo la poblaci¨®n de Tulsa se reduc¨ªa en 2017 y 2018, pensaba c¨®mo atraer a los m¨¢s dotados a su ciudad. No sab¨ªa si dirigir los esfuerzos en potenciar el empleo o en buscar personas. ¡°El trabajo remoto trae a las dos, gente talentosa con trabajo¡±, concluy¨®.
Sab¨ªa que el dinero iba a servir de enganche, pero ten¨ªan que ofrecer algo m¨¢s. Los participantes tendr¨ªan acceso a un espacio de trabajo compartido bien equipado en el centro de la ciudad y actividades recreativas despu¨¦s de la jornada laboral. Organizar¨ªan reuniones de negocio con los locales y habr¨ªa mentores que asesorar¨ªan a los emprendedores. En cuanto a los 10.000 d¨®lares, los participantes recibir¨ªan inicialmente 2.500 para la mudanza, una paga de 500 mensuales y 1.500 al final del programa. Toda la financiaci¨®n correr¨ªa por parte de GKFF. Cuando lo pusieron en marcha a finales de 2018, todo sali¨® seg¨²n lo planeado. Todo, salvo que extendieron el n¨²mero de miembros a 100 debido a la alta demanda. Desde entonces, un millar de personas se han beneficiado del programa. Y para este a?o el objetivo es aceptar a 750, algo que lograr¨¢n en septiembre, seg¨²n Stewart.
En Estados Unidos hab¨ªa otras iniciativas similares en Vermont y Haw¨¢i. Pero ellos solo les pagaban a los trabajadores remotos una vez que se mudaban y se acababa la relaci¨®n con el programa. La investigaci¨®n previa que realiz¨® GKFF antes de montar Tulsa Remote arroj¨® que el dinero era ¡°casi secundario¡± para los potenciales participantes. ¡°Sus mayores preocupaciones eran c¨®mo encontrar¨ªan un piso y c¨®mo se conectar¨ªan a una comunidad¡±.
Nikki G¨®mez naci¨® en el Bronx, un barrio de Nueva York que triplica la poblaci¨®n de Tulsa. Hace tiempo que quer¨ªa dejar su ciudad natal, pero no se atrev¨ªa. Hasta que lleg¨® la pandemia. ¡°El confinamiento nos permiti¨® ver las cosas desde otra perspectiva. Me di cuenta de que me limitaba a que solo pod¨ªa hacer lo que hac¨ªa en Nueva York¡±, cuenta la mujer de origen puertorrique?o, de 45 a?os, por Zoom. Durante el encierro visit¨® a una amiga en Minnesota. Esta le cont¨® que hab¨ªa quedado preseleccionada en Tulsa Remote y que el programa la invitaba a conocer la ciudad antes de tomar la decisi¨®n. Le dijo a G¨®mez que la acompa?ase. ¡°Ah¨ª dije: espera, quiz¨¢ esta es mi oportunidad¡±, recuerda.
G¨®mez ya ven¨ªa rumiando la idea de que llevaba 17 a?os en la industria del modelaje, como fot¨®grafa y modelo, y que ese conocimiento ¡°pod¨ªa ayudar a mucha gente¡±. Para ampliar su horizonte laboral decidi¨® realizar asesor¨ªas por internet a modelos que estuviesen inici¨¢ndose en la industria y sesiones fotogr¨¢ficas virtuales. Postul¨® al programa y al cabo de seis meses ya estaba viviendo en Tulsa.
El piso de G¨®mez en el Bronx no ten¨ªa aire acondicionado. Ni secadora ni lavadora de ropa. Tampoco ascensor. Tardaba una hora y media en tren a Manhattan y dos a Brooklyn. Ahora paga un alquiler similar, pero en un apartamento enorme equipado con todas las comodidades. Los muros son de ladrillo y la luz natural se cuela por los ventanales. Vive en el centro, as¨ª que todo le queda cerca y juntarse con los amigos ya no le supone un problema log¨ªstico. ¡°La vida en Nueva York es m¨¢s dif¨ªcil. Aqu¨ª vivo con menos presi¨®n¡±, cuenta en la videollamada. Nada le borra la sonrisa del rostro. Solo extra?a la diversidad gastron¨®mica de la gran ciudad. ¡°You don¡¯t have bodegas here¡±, cuenta entre risas. Lo que m¨¢s le ha sorprendido es la amabilidad de la gente. ¡°Cuando hablas, de verdad te escuchan¡±. El apunte esconde el ADN neoyorquino.
Como muchos miembros del programa Tulsa Remote, G¨®mez quiere quedarse en la ciudad una vez que acabe el a?o de programa. Su novio, que vive en Nueva York por trabajo, lo va a solicitar el pr¨®ximo a?o. Est¨¢n pensando comprarse una casa. Viajar. Les gustar¨ªa conocer Espa?a. La reinvenci¨®n profesional de la fot¨®grafa le ha permitido ganar m¨¢s dinero y ahora, adem¨¢s, vive en una ciudad m¨¢s barata.
Prithwiraj Raj Choudhury, profesor de la escuela de negocios de Harvard, lleva desde 2015 investigando sobre el teletrabajo. Para ¨¦l, el ¡°exitoso¡± caso de Tulsa Remote confirma que el trabajo a distancia tiene el potencial de distribuir mejor el talento. Antes de la pandemia, sus estudios arrojaban que el teletrabajo aumenta la productividad en un 4%. ¡°No digo siempre, ni todos los trabajadores, pero s¨ª que hay fuertes evidencias de que, en ciertas condiciones, la productividad mejora¡±. Para que ocurra, plantea que debe cambiar el proceso organizacional de las empresas. Pone como ejemplos permitir que exista el trabajo desfasado ¡ªno todos produciendo a las mismas horas¡ª, compartir documentos detallados para evitar que surjan dudas y ¡°que no necesites una reuni¨®n para todo¡±.
La clave, sostiene Choudhury, es que exista confianza entre el jefe y el empleado. Que las cabezas de las empresas cambien las expectativas y midan la productividad bas¨¢ndose en el resultado. ¡°Cu¨¢nto trabaj¨¦ es irrelevante, lo que importa es la calidad de mi trabajo¡±, apunta. Ahora que muchas empresas est¨¢n reabriendo sus oficinas, el profesor ha visto c¨®mo algunas est¨¢n llevando muy bien la transici¨®n y otras no. ¡°Mi predicci¨®n es que las compa?¨ªas que lo est¨¢n haciendo bien van a atraer talento, y las que no, van a perderlo. Creo que este fen¨®meno se ver¨¢ en los pr¨®ximos meses¡±, reflexiona.
En medio del debate sobre el trabajo h¨ªbrido, en el que se combina la presencia en la oficina con el teletrabajo, el acad¨¦mico propone un modelo de ¡°trabajar desde donde sea¡± la mayor parte del a?o y acudir cada tres o cuatro meses a la oficina durante una semana. Y hacer que esa semana cuente. Que se organicen varias reuniones para proponer ideas, que los empleados coman juntos, se vayan a dar un paseo, entre otras actividades, que fomenten y fortalezcan la cultura empresarial. La br¨²jula indica que algunos ya est¨¢n pensando en ese modelo. No las empresas, sino los pa¨ªses que quieren que ese ¡°donde sea¡± sea su territorio.
Portugal, Croacia, Alemania o Estonia son algunos de los que ofrecen visados para n¨®madas digitales, con la posibilidad de trabajar por largos periodos de tiempo sin necesidad de tener una visa de trabajo. Los requisitos para obtener una var¨ªan y en algunos pa¨ªses el trabajador remoto debe pagar impuestos y en otros no. ¡°Por razones demogr¨¢ficas o de otro tipo [algunos territorios] no tienen talentos y esta es una herramienta para atraerlos¡±, explica Choudhury, quien destaca la competencia entre pa¨ªses que quieren reclutar trabajadores remotos.
El profesor Choudhury colabora con Tulsa Remote desde hace dos a?os. Para ¨¦l, los beneficios que trae el programa tienen dos dimensiones: econ¨®mica y social. La primera tiene que ver con el aporte tributario de las personas reubicadas y sus familias. ¡°Con algunos miles de d¨®lares de impuestos por trabajador remoto, multiplicado por 1.000, es un n¨²mero significativo¡±, sostiene. Sumado a esto, algunos compran casas, invierten en productos locales o hacen negocios con los tulsanos, lo que produce un ¡°efecto multiplicador¡±. El programa est¨¢ trabajando en obtener datos del impacto econ¨®mico que ha tenido en la ciudad.
La dimensi¨®n social depende de los miembros del programa. El perfil de los postulantes var¨ªa, aunque hay patrones que se repiten. Si bien las edades van desde los 20 hasta los 70 a?os, la media es 35 ¡ªaunque los datos est¨¢n desactualizados, apunta Stewart¡ª. Y a pesar de que han recibido solicitudes desde los 50 Estados del pa¨ªs, los oriundos de las grandes ciudades costeras son los que m¨¢s se repiten. El 45% trabajaba en la industria tecnol¨®gica, el 30% en servicios empresariales (consultor, contador) y el resto en diversas ¨¢reas, principalmente art¨ªsticas.
En los tres a?os de funcionamiento del programa, Stewart asegura que quienes buscan entrar es ¡°gente que est¨¢ viviendo un momento importante en su vida¡±. Puede ser una pareja que acaba de comprometerse, alguien que viene saliendo de una relaci¨®n o una familia que crece y busca m¨¢s espacio. A todos ellos se les ofrece participar en una media de entre 20 y 30 actividades sociales al mes, que van desde la happy hour en el bar hasta voluntariados en escuelas. De manera org¨¢nica se han ido formando grupos: LGTBI, afroamericanos, latinos, madres, entre otros. ¡°El trabajo remoto puede ser muy solitario¡±, se?ala el co-creador del programa, y por eso su aporte diferenciador es potenciar la comunidad.
Tulsa Remote no tiene la informaci¨®n ¨¦tnica del millar de miembros que forman parte del programa, aunque aseguran que existe una gran diversidad. No es irrelevante el dato en una ciudad con una brutal historia de racismo. En mayo se cumpli¨® el centenario de la masacre de Tulsa, cuando una turba de blancos saque¨® e incendi¨® los negocios de los afroamericanos, dejando 300 muertos y centenares de heridos. Las llamas destruyeron el barrio conocido como el Wall Street Negro y 8.000 residentes quedaron sin hogar. Ning¨²n blanco fue procesado y ning¨²n negro indemnizado. Actualmente el 62% de la poblaci¨®n es blanca y un 15% afroamericana. Seg¨²n un estudio de la Harvard Business School sobre Tulsa Remote, ¡°muchos¡± de los preseleccionados que han decidido no mudarse eran negros. Este a?o, locales y trabajadores remotos realizaron un musical sobre la matanza.
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