Camille Kouchner: ¡°No habl¨¦ del incesto porque no ten¨ªa con qui¨¦n; era una ni?a sola¡±
Esta abogada y profesora parisiense de 46 a?os ha roto un largo silencio familiar: el de los abusos de su padrastro, el polit¨®logo Olivier Duhamel, contra su hermano gemelo hace tres d¨¦cadas, cuando era adolescente. Lo ha hecho con un libro, ¡®La familia grande¡¯, que desde su publicaci¨®n en enero de 2021 ha hecho temblar el mundo de las ¨¦lites intelectuales francesas y ha proyectado luz sobre el oscuro mundo de los cr¨ªmenes sexuales incestuosos. La obra llega a las librer¨ªas espa?olas.
Camille Kouchner, profesora de Derecho, lo ha logrado con un libro intenso y sutil: La familia grande (editado por Seuil en Francia y por Pen¨ªnsula en Espa?a), la historia de dos hermanos gemelos y una familia. El padre, Bernard Kouchner, fundador de M¨¦dicos Sin Fronteras, ministro en gobiernos franceses de izquierdas y derechas, ausente y distante durante la infancia de sus hijos. La madre, Evelyne Pisier, fallecida en 2017, amante de Fidel Castro en la Cuba de los a?os sesenta, universitaria de prestigio en Francia, alto cargo del Gobierno durante los a?os del presidente Fran?ois Mitterrand. Y el padrastro, Olivier Duhamel, constitucionalista y polit¨®logo omnipresente en tertulias y centros del poder parisiense, eurodiputado socialista durante un tiempo e inventor del t¨¦rmino que da t¨ªtulo al libro: familia grande ¡ªas¨ª, en castellano, como si esto le diese un aroma rom¨¢ntico¡ª para designar al clan.
La publicaci¨®n en Francia de La familia grande, en enero de 2021, caus¨® una deflagraci¨®n. Duhamel cay¨® de su pedestal de poder e influencia y se le abri¨® una investigaci¨®n por violaci¨®n y agresiones sexuales. Pero era demasiado tarde para juzgarle: los hechos hab¨ªan prescrito. Amigos que hab¨ªan conocido sus abusos y callado perdieron sus puestos. Francia endureci¨® la legislaci¨®n. Todo por un libro, o varios (El consentimiento, de Vanessa Springora, fue el primero en colocar los abusos a adolescentes en el centro del debate). En este pa¨ªs, la revoluci¨®n del Me Too no ha avanzado tanto por las investigaciones period¨ªsticas o las denuncias en las redes sociales, sino por la literatura.
¡°Lo que he intentado es, como dice la canci¨®n de Barbara, explicar que ¡®esto no avisa, ocurre de repente¡±, dice Camille Kouchner en su apartamento en Par¨ªs. ¡°La felicidad de la infancia estaba ligada a la libertad, a la gente que me rodeaba. Y cuando hay un acto de incesto, todo se derrumba de golpe¡±.
Pregunta. ?C¨®mo era crecer en la familia grande?
Respuesta. Muy estimulante. Muy alegre. Muy dulce. Hab¨ªa algo inclusivo. No ¨¦ramos varios individuos viviendo su vida cada uno por su lado, sino un n¨²cleo en el que cada uno ten¨ªa su lugar. Me encant¨® crecer en esta familia.
P. ?Una infancia feliz?
R. Muy feliz. No dur¨®, pero fue muy feliz.
P. ?Se daba cuenta de que su familia era distinta?
R. Mis amigos ven¨ªan y no me dec¨ªan: ¡°Las cosas son raras en tu casa¡±. Ninguna mirada exterior me hac¨ªa pensar que hubiese nada especial. Y no estoy segura de que lo hubiese. Tampoco es que hubiese una libertad sexual loca. Lo que s¨ª ocurr¨ªa era que la libertad consist¨ªa en que cada uno pon¨ªa sus propios l¨ªmites. Y cuando se es peque?o, esto es complicado.
P. Explica en el libro que su madre, cuando usted ten¨ªa 12 a?os, le dec¨ªa: ¡°Hacer el amor es la libertad. ?A qu¨¦ esperas?¡±. Los adultos besaban a los ni?os en la casa de campo en la Costa Azul donde reinaba una cierta promiscuidad.
R. Hoy me digo: ¡°?No!¡±. Pero entonces yo no era cr¨ªtica. Ahora s¨ª. No lo har¨ªa con mis hijos. Y me doy cuenta de que esto me impidi¨® tomar la medida de las cosas. No ten¨ªa los c¨®digos para resistir, denunciar, decir que esto no se hace.
P. Cuando sus padres se separaron y lleg¨® su padrastro, para usted fue un flechazo.
R. Sustituy¨® a mi padre. Confi¨¦ inmensamente en ¨¦l. Aport¨® felicidad a la casa, un est¨ªmulo intelectual, risas permanentes. Se convirti¨® en un modelo. No era solo un padre para m¨ª, sino un muy buen padre.
P. Entonces su abuela se suicid¨®. Antes se hab¨ªa suicidado su abuelo. ?Fue el fin del para¨ªso?
R. El silencio comenz¨® ah¨ª. El mundo se hunde. Me quedo sin las palabras. No s¨¦ qu¨¦ decir. Y la relaci¨®n con mi madre se invierte: se convierte en mi hija. Me tengo que hacer cargo de ella. Esto a los 12 o 13 a?os.
P. Poco despu¨¦s, su hermano le dijo un d¨ªa: ¡°Ven a la habitaci¨®n¡±, y le explic¨® los abusos de su padrastro. Ten¨ªan 14 a?os. ?C¨®mo reaccion¨® usted?
R. Fue como un rayo, como si el mundo se borrase. Yo no entend¨ªa nada. Era como si de repente te quitasen el vocabulario. Todo lo que designa las cosas del mundo real desapareci¨®. No entiendo qui¨¦n soy, qui¨¦n es mi hermano. Me parece que el apartamento ya no es nuestro apartamento. Todo se desagrega. Y eso sin entender nada, sin entender si aquello es grave o no. En el fondo s¨¦ que es una cat¨¢strofe, pero intento decirme que no hay tal cat¨¢strofe y como resultado lo borro. El rayo impide pensar.
P. ?No ten¨ªa claro en aquel momento si era correcto o no lo ocurrido?
R. Estaba muy claro. Pero es como un acto reflejo. Si hay un accidente de tr¨¢fico delante de usted, tendr¨¢ tendencia a cerrar los ojos. Yo quer¨ªa restablecer enseguida el mundo tal como era tres minutos antes de que ¨¦l me hablase. Es una manera de decir que nos las arreglaremos. Como cuando a un ni?o que ha ca¨ªdo se le dice: ¡°No es grave¡±. No quieres que el ni?o sienta da?o.
P. ?Por qu¨¦ cree que su hermano se lo cont¨® a usted?
R. Me lo dijo porque quer¨ªa que le ayudase a salir de ah¨ª. Pero esto solo lo s¨¦ ahora, a los 46 a?os. En aquel momento no lo entend¨ª. No me sent¨ª capaz. Quer¨ªa demasiado a mi padrastro. En el segundo inmediatamente posterior a los hechos, yo era incapaz de poder ver a mi padrastro tal como era en realidad. Siendo adolescente no es posible decirse que la persona a la que quer¨ªas comete lo peor. Pero sin duda mi hermano me lo dijo para que impidiese lo que ocurri¨®.
P. Su hermano tambi¨¦n dec¨ªa que no quer¨ªa que lo contase.
R. La verg¨¹enza es horrible. Se pega en la piel, todo es irracional. Tengo la impresi¨®n de que el discurso de las personas que cometen incesto es desplazar la responsabilidad hacia el ni?o y decirle: ¡°Es culpa tuya, todo esto es porque eras t¨² quien ten¨ªas ganas¡±. Se hace cargar a la v¨ªctima con la culpabilidad.
P. Su hermano se sinti¨® culpable.
R. Mi hermano se metamorfose¨®. Era la imagen del sufrimiento. El coraz¨®n mismo del ser queda borrado, erradicado del planeta. Lo ves. ?l mat¨® algo que llevaba dentro de s¨ª para sobrevivir a esto.
R. ?Qu¨¦ es lo que su hermano mat¨® en s¨ª mismo?
P. No sabr¨ªa decirlo. Es algo as¨ª como la energ¨ªa de vivir, de ser uno mismo. En aquel momento lo vi desaparecer.
R. ¡°Cuando un adolescente dice s¨ª a quien le educa es incesto¡¡±, escribe. ?Por qu¨¦ el ni?o dice s¨ª? ?Y qu¨¦ valor tiene ese s¨ª?
P. El s¨ª, en realidad, es el s¨ª que oye la persona que abusa. Lo que pronuncia la persona abusada no es un s¨ª. Cede, pero un adulto no puede, no tiene el derecho de tomar esto por un s¨ª. No es un s¨ª. El ni?o se somete al deseo del otro y no le quiere disgustar porque es un padre. Los adultos que hacen esto lo instrumentalizan. Dicen: ¡°?O sea que est¨¢s de acuerdo?¡±. Yo no s¨¦ en absoluto c¨®mo ocurrieron las cosas. Sobre todo, no quiero saberlo. Pero no creo que se trate de una conversaci¨®n. Ser¨ªa m¨¢s dif¨ªcil si hubiese palabras para decir: ¡°?Est¨¢s de acuerdo con esto?¡±. No estoy segura de que muchas veces se plantee la pregunta del consentimiento o la adhesi¨®n a los ni?os que han sufrido un incesto. Las palabras son molestas.
P. Usted dice que no quiere saber c¨®mo ocurrieron las cosas.
R. No es esto. Es que no quiero recordarlo ahora.
P. ?Es doloroso volver a estos hechos?
R. Es atroz. Muy dif¨ªcil.
P. ¡°Lo acept¨¦. Quiz¨¢ incluso lo dese¨¦¡±, escribe. ?Qu¨¦ quiere decir?
R. Hoy veo en qu¨¦ caos de deseo, de construcci¨®n, uno puede encontrarse en la adolescencia. Y, por tanto, me digo que hab¨ªa una parte de m¨ª que se dec¨ªa: ¡°Es la vida, la vida es as¨ª¡±. En el libro digo incluso que deb¨ªa disfrutar descubriendo un territorio de libertad que yo no conoc¨ªa. Porque a esta edad no tengo las armas para entender la agresi¨®n que esto supone. Lo que me digo es: ¡°Esto existe tambi¨¦n¡±. No soy cr¨ªtica inmediatamente. Al mismo tiempo, mi mundo se derrumba al derrumbarse la imagen del padre: mi padrastro. Me digo: ¡°?Esto qu¨¦ es?¡±. El agresor juega con esta confusi¨®n del ni?o o adolescente. Crecer consiste en descubrir el mundo, una parte tras otra de mundo, y esta parte se nos abri¨® durante la adolescencia. Es dif¨ªcil tener el reflejo inmediato de decir: ¡°Esta parte del mundo, no¡±. El agresor dice: ¡°Sois vosotros quienes lo quer¨¦is¡±. Pero hay cosas que no hay que proponer a los ni?os. Yo, en aquel momento, no estoy segura de haber entendido inmediatamente que estaba mal. Me sent¨ª muy culpable durante mucho tiempo. Es demasiado simple decir: ¡°Est¨¢n las v¨ªctimas, los agresores, y las v¨ªctimas son las que sufren, saben enseguida que est¨¢n mal, y saben lo que deber¨ªan hacer, pero no lo hacen¡±. Yo no sab¨ªa lo que deb¨ªa hacer. Est¨¢s en una confusi¨®n extrema. Requiere a?os entenderlo.
P. ?Por qu¨¦ no habl¨® en aquel momento?
R. Creo ahora que si no habl¨¦ fue porque no ten¨ªa con qui¨¦n hablar. Es mejor cuando los ni?os pueden apoyarse en adultos. Yo era una ni?a que no confiaba en nadie, era una ni?a sola.
P. La familia grande era una familia grande quiz¨¢ por el volumen, pero¡
R. ¡no era una familia. No era grande porque hab¨ªa mucha teor¨ªa, grandes ideas, pero poco sentido pr¨¢ctico para proteger a los ni?os. Estaba muy centrada en los adultos y nosotros solo deb¨ªamos admirarlos. Ahora hablo de mi peque?a familia recompuesta, no de la familia grande en el sentido amplio.
P. Usted llega a comparar en el libro el sentimiento de culpa con una serpiente¡
R. Sigue aqu¨ª. Lo veo como algo que puede estar muy calmado y de repente surge, no se sabe cu¨¢ndo.
P. ?Por qu¨¦ surge?
R. Cuando has sufrido una violencia moral, en mi caso en la infancia, te acompa?a toda la vida, porque destruye la seguridad, la confianza en s¨ª mismo, en el mundo. Esta falta de confianza en el mundo, de repente, resurge cuando tienes miedos que como adulto deber¨ªas dominar, pero no puedes porque te sientes d¨¦bil. La diferencia es que ahora ves m¨¢s o menos de d¨®nde viene y es m¨¢s f¨¢cil aceptarlo. Tengo las palabras.
P. ?Cu¨¢les eran las palabras que hab¨ªa que encontrar?
R. Pienso que habr¨ªa tenido que decirle a mi hermano: ¡°No tiene derecho a hacer esto¡±. Y no se lo dije. Le habr¨ªa tenido que decir inmediatamente: ¡°No es culpa tuya¡±. Y habr¨ªa tenido que decirle que hab¨ªa que cont¨¢rselo a nuestra madre.
P. Cuando en 2008 su hermano se lo dice a su madre, ella se pone del lado de su padrastro. Le reprocha a usted no hab¨¦rselo contado antes, dice que usted y su hermano le quer¨ªan robar a su chico, dice que no fue tan grave porque ¡°no hubo sodom¨ªa¡±. ?Por qu¨¦ una mujer libre como su madre, culta, moderna, feminista, reacciona as¨ª?
R. No es la mujer feminista, culta y moderna la que se derrumba en ese momento. Es mi madre. Su padre y su madre se han suicidado. No puede m¨¢s. No logra encajarlo. Al mismo tiempo, creo que me educ¨® para que yo un d¨ªa hiciese este libro, una parte de m¨ª cree que ella habr¨ªa podido escribir este libro si la vida no la hubiese dejado en un estado tan fr¨¢gil. Esto fue el golpe definitivo. No estuvo a la altura: ni de sus ideales, ni de la teor¨ªa. Pienso que para ella era insoportable darse cuenta de que se le hizo da?o a su hijo y, quiz¨¢ como yo al principio, intent¨® volver a poner las cosas en orden dici¨¦ndose: ¡°De hecho no es tan grave¡±. No habr¨ªa debido hacer esto y esto nos hizo mucho da?o.
P. En otros libros de memorias recientes sobre abusos a menores o incestuosos, como El consentimiento, de Vanessa Springora, o Viaje al Este, de Christine Angot, las madres tambi¨¦n aparecen casi como c¨®mplices del agresor.
R. Quiero tanto a mi madre que me es muy dif¨ªcil pensar esto. Hay una forma de complicidad, pero lo siento demasiado cercano para poder analizarlo. Se podr¨ªa decir: ¡°Es uno de los efectos del patriarcado¡±. En la familia grande todo gira en torno a un hombre y todo est¨¢ jerarquizado para respetar la palabra de este hombre. El rey. Pero me cuesta pensar que mi madre participase en esto, creo que estaba debilitada por lo que le hab¨ªa ocurrido y, en un momento dado, se dej¨® ir.
P. ?Son madres bajo la influencia de este pater familias, el rey?
R. Hay algo de eso. Pero no basta con hablar de influencia. A mi madre le conven¨ªa dejarlo reinar. S¨ª, hay una cuesti¨®n de la responsabilidad de las madres. Pero hay un solo culpable, y no habr¨ªa que intentar centrarse en las mujeres que lo rodean. No es la madre quien cometi¨® estos actos. Es como si las madres fueran todopoderosas y fueran ellas quienes debieran proteger a los ni?os. Y no. Quien no protegi¨® a su hijastro o su hijastra no es mi madre, es mi padrastro.
P. ?Por qu¨¦ usted ha necesitado escribir y su hermano, que sufri¨® directamente los abusos, no?
R. Son nuestras personalidades, quiz¨¢, y nuestra manera de vivir con esta historia. Mi hermano es muy muy valiente y ha construido algo distinto. Tiene su vida, su familia, su trabajo. Es alguien muy brillante. Se las arregla para meter esta historia en alg¨²n lugar. Yo no. A m¨ª esta historia me construye, vivo con ella cada d¨ªa.
P. ?C¨®mo ha vivido su hermano la publicaci¨®n del libro? ?l no ha querido nunca hablar. En el libro aparece con seud¨®nimo.
R. Intento hablar solo en mi nombre y respetar su palabra.
P. ?Lamenta que su padrastro no haya podido ser juzgado y condenado?
R. No. Yo respeto el derecho. Est¨¢ prescrito. Se puede reflexionar sobre la cuesti¨®n de la prescriptibilidad, pero sab¨ªa que ser¨ªa archivado. Era previsible. Pero se deber¨ªa abrir la cuesti¨®n sobre la imprescriptibilidad.
P. ?Qu¨¦ queda hoy de la familia grande?
R. Para m¨ª desapareci¨® hace mucho tiempo. El d¨ªa que mi hermano habl¨® con mi madre y nadie reaccion¨® y nos dejaron solos ya no hab¨ªa familia grande.
P. ?C¨®mo calificar¨ªa hoy a la familia? Si ya no es grande, ?c¨®mo es?
R. Ahora ya solo veo individuos. A algunos los quiero mucho, a otro menos. Pero ya no act¨²an sobre m¨ª como un colectivo, como una masa que me aplasta.
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