Desprecio de la propia lengua
M¨¢s bien se trata del deseo irrefrenable de ser americanos y de vivir como en su pa¨ªs, convertido en est¨²pido en este siglo.
Que la lengua espa?ola est¨¢ destrozada por sus periodistas y hablantes salta a la vista y al o¨ªdo desde hace ya d¨¦cadas, y el estropicio va siempre en aumento. A ¨¦l se han unido demasiados latinoamericanos: rein¨® el t¨®pico de afirmar que su castellano era muy superior, con m¨¢s vocabulario, m¨¢s correcto y elocuente que el de nuestro pa¨ªs. Puede que as¨ª fuera en el pasado, ya no. Han abrazado de manera tan acr¨ªtica y con tal fervor los anglicismos de los Estados Unidos, que hoy hablan y escriben una especie de traslaci¨®n literal del ingl¨¦s. Los subt¨ªtulos de las pel¨ªculas y series traducidas por ellos son buena muestra de ese calco perezoso o ignorante. En Espa?a, desde luego, se sigue hablando y escribiendo cada vez peor, y tambi¨¦n aqu¨ª los anglicismos nos han colonizado sin oposici¨®n. Hay millares de ejemplos, pero me llama la atenci¨®n uno reciente y que he visto emplear hasta a escritores de prestigio: ahora todo ¡°exuda¡±, en sentido figurado. Una pel¨ªcula ¡°exuda br¨ªo¡±, una novela ¡°exuda iron¨ªa¡±, y as¨ª hasta el infinito. No es dif¨ªcil deducir que ese verbo est¨¢ emparentado con ¡°sudar¡±, y, que yo sepa, lo ¨²nico de lo que se puede decir que ¡°exuda¡± son los cuerpos y los quesos y similares. Han ca¨ªdo en el olvido vocablos m¨¢s adecuados y no tan malolientes, como ¡°destilar¡±, ¡°rezumar¡±, ¡°rebosar¡± o ¡°desprender¡±, seg¨²n el caso.
Otro galimat¨ªas es el de las frases hechas. Hace poco o¨ª a un periodista de TVE (gran f¨¢brica de atentados ling¨¹¨ªsticos) que el presidente del Bar?a ¡°desgranaba la margarita¡± de si despedir o no al entrenador. Hasta donde alcanza mi conocimiento, las margaritas no tienen granos, sino hojas o p¨¦talos, y la expresi¨®n siempre ha sido ¡°deshojar la margarita¡±. Hace no mucho la conoc¨ªan hasta los m¨¢s ignaros del lugar.
Pero, m¨¢s all¨¢ de la destrucci¨®n, observo las insistentes tentativas de expulsar al castellano, y no me refiero a los territorios cuyas autoridades se aplican con denuedo a ello (Catalu?a, Pa¨ªs Vasco, las copionas Baleares y Valencia), sino al resto del pa¨ªs, que en principio no dispone m¨¢s que de esa lengua. Primero fueron los carteles de las tiendas y de los anuncios fijos: ¡°vintage¡±, ¡°bargain¡± (por ¡°ganga¡±), ¡°sold out¡±, por ¡°vendido¡± o ¡°agotado¡± o ¡°no quedan entradas¡±), y un etc¨¦tera interminable. Esta catetada de recurrir a t¨¦rminos ingleses porque quienes los usan creen que suenan a cosmopolita y mejor, ha llegado tambi¨¦n a lo oral, lo cual ya tiene el m¨¦rito de lo incomprensible. A la mayor¨ªa de nuestra poblaci¨®n le resulta muy arduo aprender idiomas (como, por lo dem¨¢s, a casi todas las poblaciones: la excepci¨®n ser¨ªan las n¨®rdicas y las balc¨¢nicas), as¨ª como su pronunciaci¨®n. M¨¢s dificultad hay a¨²n en entender. Sin embargo, muchos spots televisivos ya no est¨¢n en espa?ol, sino en ingl¨¦s. Algunos aparecen absurdamente subtitulados, para ayudar a la comprensi¨®n (?no ser¨ªa m¨¢s l¨®gico que estuvieran directamente en espa?ol?), otros ni siquiera, y otros hay que caen en la horterada m¨¢xima, como uno de desayunos y meriendas que no puede resistirse a terminar con la siguiente idiotez: ¡°?Est¨¢s ready?¡± A saber qu¨¦ les impide decir ¡°?Est¨¢s listo?¡± La mezcla resulta pueblerina, si no pat¨¦tica.
Incurren en esta pr¨¢ctica productos extranjeros y nacionales, marcas cutres y elegantes (casas de moda finolis), de coches y de embutidos, de perfumes car¨ªsimos y de fabadas, se apuntan todas sin distinci¨®n. A menudo el espectador no entender¨¢ qu¨¦ se le dice ni tal vez qu¨¦ se le vende. Pero como el objetivo de todo anunciante es vender m¨¢s, hay que inferir que acaso la tendencia pedante-cateta tiene ¨¦xito. En tal caso, ?qu¨¦ le pasa a nuestro pa¨ªs con su lengua, por qu¨¦ la ve tan inferior al ingl¨¦s de Am¨¦rica (nunca es el de Gran Breta?a), qu¨¦ extra?o complejo se ha instalado en nuestra sociedad? Quiz¨¢ sea cultural, y, dados los planes de Educaci¨®n en la Burricie de los Gobiernos socialistas y populares, es bien posible que un alto n¨²mero de espa?oles desconozcan hoy a Cervantes, Lope, Quevedo, Clar¨ªn, Larra, Baroja, Machado, Pardo Baz¨¢n, Valle-Incl¨¢n y Lorca, por no mencionar contempor¨¢neos. Pero yo creo que m¨¢s bien se trata del deseo irrefrenable de ser americanos y de vivir como tales (algo que cuesta aceptar visto el pa¨ªs est¨²pido en que han convertido el suyo en este siglo). Todo nos lo han exportado mediante sus pel¨ªculas y series: desde su caricaturesca obsesi¨®n con el mal llamado ¡°g¨¦nero¡± hasta sus zafias despedidas de soltero y Halloween, desde el desmedido amor a los perros hasta los discursitos en las bodas y eso de que las novias lleven ¡°something old, something new, something borrowed, something blue¡±, cuya versi¨®n espa?ola ni siquiera rima. Hace tiempo que no veo partidos de f¨²tbol en grupo, pero me imagino que muchos futboleros patrios los contemplar¨¢n ahora entre eructos cerveceros (de Budweiser) y enormes conos de palomitas. Para satisfacer tama?o anhelo, el castellano es un gran incordio. Descuiden: la publicidad, escuela de lelos y cursis desde 1960, podr¨¢ a?adirse otra muesca: la de boicoteadora de la lengua, sin ofrecer para ella recambio ni sustituci¨®n.
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