Porque lo permitimos
El ¡®bullying¡¯ ha aumentado en la ¨²ltima d¨¦cada y ahora cuenta con el grave a?adido del ciberacoso, que te persigue all¨¢ donde vayas.
Veo en un v¨ªdeo de la ONG Educo.org que uno de cada cinco ni?os y adolescentes que hay en Espa?a sufre acoso escolar o bullying. Si tenemos en cuenta que la poblaci¨®n menor de 18 a?os escolarizada suma 8.200.000 personas, significa que ahora mismo, en plena mitad del primer trimestre escolar, hay 1.640.000 chicos y chicas en nuestra sociedad sufriendo un aut¨¦ntico calvario. Viviendo en el infierno, en fin, con el agravante de que, en esas edades, uno todav¨ªa no sabe que incluso los infiernos pueden terminar. En la ni?ez y la adolescencia todo es para siempre. Imagina vivir encerrado en un tormento as¨ª, silencioso y eterno.
Aunque quiz¨¢ no lo tengas que imaginar, quiz¨¢ lo hayas vivido, porque el acoso infantil ha existido siempre, lo que pasa es que antes no ten¨ªamos palabras para nombrarlo. Y aquello que no sabes denominar es a¨²n m¨¢s dif¨ªcil de asumir. Y de combatir.
Leyendo la primera autobiograf¨ªa de Nietzsche, De mi vida, escrita a la poco habitual edad de 14 a?os, encontr¨¦ este pasaje: ¡°Ya por aquel entonces empezaba a revelarse mi car¨¢cter [se refiere a sus siete u ocho a?os]. En el transcurso de mi corta vida hab¨ªa visto ya mucho dolor y aflicci¨®n, y por eso no era tan gracioso y desenvuelto como suelen ser los ni?os. Mis compa?eros de escuela acostumbraban a burlarse de m¨ª a causa de mi seriedad. Pero esto no ocurri¨® s¨®lo entonces, no, tambi¨¦n despu¨¦s, en el instituto, e incluso m¨¢s tarde, en el Gymnasium¡±. Acab¨¢ramos: ?de manera que el pobre Nietzsche fue objeto de bullying durante toda su infancia y al menos primera adolescencia! Quiz¨¢ de ah¨ª surgiera, a modo de defensa y compensaci¨®n, su megaloman¨ªa (escribir a los 14 a?os que ¡°ya entonces empezaba a revelarse mi car¨¢cter¡± tiene bemoles) y tal vez fuera un ingrediente m¨¢s, entre muchos otros, en el c¨®ctel que le condujo a la locura.
Lo que quiero decir es que el acoso infantil tiene consecuencias. Deja cicatrices permanentes, a veces mutilaciones, en ocasiones cad¨¢veres. He escrito varias veces sobre el bullying escolar y esos art¨ªculos chorrean sangre. Habl¨¦ de Jokin, de 14 a?os, que se arroj¨® desde un acantilado en Hondarribia, en 2004, tras dos a?os de tortura sistem¨¢tica. Y de Carla, tambi¨¦n de 14, que en 2013 se tir¨® por otro acantilado, esta vez en Gij¨®n, porque dos compa?eras la maltrataron hasta la muerte por su estrabismo. Y de Arancha, de 16 a?os, con discapacidad intelectual y motora, que en 2015 se arroj¨® por el hueco de una escalera de seis pisos, en Madrid, tras sufrir brutales palizas y chantajes por parte de un compa?ero (ante numerosos testigos que nunca hicieron nada). Y de Diego, de 11, que, tambi¨¦n en Madrid y en 2015, salt¨® por la ventana de una quinta planta. Qu¨¦ tremenda la met¨¢fora de sus suicidios: esa mentirosa libertad del vuelo final. Hay muchos muertos m¨¢s. Por mencionar tan s¨®lo 2021, podemos citar a Ill¨¢n (11 a?os) y Kira (15).
Los casos fatales son la punta del iceberg. Las v¨ªctimas, ya lo he dicho, son much¨ªsimas m¨¢s: cientos de miles. Unas pocas quiz¨¢ consigan sacar algo bueno de ese horror (Irene Vallejo ha dicho varias veces que sufri¨® acoso, y creo que su hermoso libro El infinito en un junco nace en parte de ah¨ª), la mayor¨ªa arrastrar¨¢n secuelas de diversa gravedad y algunas simplemente no lograr¨¢n superarlo. Toda esa angustia nos envenena socialmente. Es demasiado dolor.
Lo peor es que el bullying ha aumentado mucho en la ¨²ltima d¨¦cada (con cierto par¨®n durante la pandemia) y ahora cuenta con el grave a?adido del ciberacoso, que te persigue all¨¢ por donde vayas (antes el ni?o o ni?a maltratado se salvaba en vacaciones: ahora no). Cuando mandes a tu hijo o hija al colegio, ten cuidado e intenta mantenerte al tanto de su vida: puede estar siendo torturado. Pero tambi¨¦n puede ser torturador o c¨®mplice. Porque no creo que los verdugos sean muchos, pero los cobardes son legi¨®n. Con esos abusos escolares estamos hipotecando el futuro de todos. Lo que hagas y lo que consientas que otros hagan durante tu infancia, el nivel de humillaci¨®n, injusticia y violencia que aprendas a aceptar, ser¨¢ el modelo de tu vida adulta. Ya va siendo hora de tomarnos en serio esta escuela de depredadores, este sufrimiento. El Mal existe porque lo permitimos.
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