Latinoam¨¦rica, regi¨®n incandescente
De Colombia a Cuba y Nicaragua, el hartazgo y la represi¨®n atraviesan la pol¨ªtica y la sociedad, donde la inconformidad se abre paso de modo inapelable.
1 de mayo: el presidente de Colombia, Iv¨¢n Duque, saca a los militares para aplacar las protestas contra su reforma tributaria. D¨ªa 11 de julio: en el peque?o poblado habanero de San Antonio de los Ba?os, cientos de personas se echan a la calle para protestar por los largos apagones de electricidad. Todo el a?o: Daniel Ortega intensifica la represi¨®n contra sus cr¨ªticos, encarcela opositores, persigue periodistas, evita que cualquiera que le haga frente pueda participar en unas elecciones que no son sino una farsa. Las fechas y los sucesos corresponden a este a?o que acaba, pero pudieron haber sido del pasado, del anterior, y no hay que descartar que en 2022 se vuelvan a repetir. Si hay una regi¨®n imprevisible en el mundo, esa es Am¨¦rica Latina, donde, al mismo tiempo, reside la certeza de que la inconformidad se abre paso en las calles de forma inapelable.
De sur a norte, con el permiso de M¨¦xico, la paz social es una quimera y la incandescencia recorre el territorio. Ni siquiera Cuba, la isla anestesiada por d¨¦cadas de control castrista, ha sido ajena a las exigencias de cambio por parte de sus habitantes, sobre todo los m¨¢s j¨®venes, que, lejos de las izquierdas y las derechas, lo que reclaman es un porvenir. El que han visto en otros pa¨ªses, en todo el mundo, a trav¨¦s de sus tel¨¦fonos m¨®viles y que les hace pensar casi al un¨ªsono: ?y por qu¨¦ nosotros no? Es una de las explicaciones con las que se entendi¨® ese domingo de julio en el que unas protestas a priori aisladas devinieron en las mayores que se recuerdan en la isla desde principios de los noventa, durante el llamado Periodo Especial. Unas manifestaciones que se prolongaron durante d¨ªas y que terminaron con cientos de presos y, con los meses, con decenas de exiliados, muchos de ellos artistas, que se fueron a cambio de libertad. Peor suerte corrieron todos aquellos que trataron de hacer frente al aut¨®crata Daniel Ortega, otrora revolucionario que encandil¨® a millones de personas. Con tal de no tener rival en las elecciones de noviembre, encarcel¨® a todos sus oponentes pol¨ªticos, incluidos aliados de anta?o como Dora Mar¨ªa T¨¦llez, e intensific¨® una persecuci¨®n que no ha cesado desde abril de 2018 cuando, de nuevo, miles de j¨®venes salieron a manifestarse en contra de una reforma al seguro social.
Tres a?os despu¨¦s y un poco m¨¢s al sur, en Colombia, otra reforma, esta tributaria, desencaden¨® una oleada de protestas que sac¨® a relucir los peores fantasmas del pa¨ªs: una excesiva brutalidad policial, la sombra del paramilitarismo en algunas ciudades y, por ende, decenas de muertos. Con los meses, el polvor¨ªn se fue apaciguando, pero ser¨ªa ingenuo decir que se ha apagado del todo. Como no ha sucedido en Per¨², en Ecuador, en Chile. Como tampoco pasar¨¢ en¡ la pr¨®xima llama que se prenda a partir del pr¨®ximo mes.
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