Mujeres al poder
Como recuerda Camille Paglia, no hay ning¨²n Mozart mujer, pero tampoco ning¨²n Jack el Destripador |?Columna de Javier Cercas
Leo en los Diarios de I?aki Uriarte: ¡°La pol¨ªtica no es m¨¢s que una lucha personal por el poder entre ciertos hombres, a hostia limpia¡±.
Puede ser. M¨¢s a¨²n: por poco que uno frecuente los libros de historia, resulta dif¨ªcil no albergar la sospecha de que, para muchos hombres, lo que de verdad se dirime en pol¨ªtica es qui¨¦n la tiene m¨¢s larga o (como cantaba Laurie Anderson) qui¨¦n es m¨¢s macho. Tal vez por eso me siento casi siempre m¨¢s tranquilo ante una pol¨ªtica que ante un pol¨ªtico. Quiz¨¢ sea un prejuicio machista, pero lo cierto es que, cada vez que estrecho la mano de un pol¨ªtico, no puedo evitar imagin¨¢rmelo dando la orden de invadir Ucrania, cosa que no suele ocurrirme con las pol¨ªticas. Esta chaladura quiz¨¢ no carezca de fundamento: como recuerda Camille Paglia, no hay ning¨²n Mozart mujer, pero tampoco ning¨²n Jack el Destripador; tambi¨¦n lo ha dicho Gioconda Belli: ¡°La biolog¨ªa femenina equipada para la maternidad, realizada o no, arma a la mujer de una dotaci¨®n superlativa de conciencia del otro¡±, que es la base de la buena gesti¨®n de lo p¨²blico. Dicho esto, comprender¨¢n ustedes que la feminizaci¨®n de la pol¨ªtica represente para m¨ª, antes que una necesidad social, una urgencia personal: por alg¨²n motivo, que no s¨¦ si un psicoanalista acertar¨ªa a explicar, siento que las pol¨ªticas son, en general, m¨¢s fiables, menos broncas y soberbias, m¨¢s pr¨¢cticas, prudentes y flexibles que los pol¨ªticos. Yo no s¨¦ si alguna vez mereceremos en Espa?a la sensatez socialdem¨®crata de Jacinda Ardern, joven primera ministra de Nueva Zelanda, pero me conformar¨ªa con el talante de la vieja Angela Merkel y su aire perpetuo de matrona responsable, su bonhom¨ªa, su eficacia discreta, su capacidad para aprender de los propios errores y aquella sonrisa enternecedora con que miraba a Donald Trump cuando ¨¦ste le negaba el saludo o se encerraba en uno de sus berrinches de beb¨¦ consentido. ¡°Virgen Sant¨ªsima del Perpetuo Socorro¡±, proclamaba ese gesto. ¡°Con menudo botarate me ha tocado lidiar¡±. Quiz¨¢ es un prejuicio, ya digo. Porque est¨¢ claro que, igual que hay pol¨ªticos malos, regulares y buenos, hay pol¨ªticas buenas, malas y regulares; de hecho, uno tiene incluso la impresi¨®n de que hay pol¨ªticas macho, pol¨ªticas que parecen llevar un pol¨ªtico dentro (igual que, seg¨²n Baudelaire, Emma Bovary llevaba dentro un hombre). Rosario Murillo, la esposa brutal del brutal Daniel Ortega, es ahora mismo un ejemplo socorrido; pero no hace falta irse a Nicaragua. A m¨ª me parece que la disputa entre Nadia Calvi?o y Yolanda D¨ªaz sobre la reforma laboral ha sido bastante femenina, pero hay pol¨ªticas en el Gobierno, como Irene Montero o Ione Belarra, dotadas de un talante inconfundible de semental, y salta a la vista que en las pol¨ªticas de Vox y Junts¡ÁCat habita un brigada ochentero de la Guardia Civil, con barriguita, tricornio y mostacho, salvo en Roc¨ªo Monasterio, que parece reci¨¦n salida de una pel¨ªcula de Dr¨¢cula. Manuela Carmena es una pol¨ªtica razonablemente femenina, igual que Meritxell Batet, pero Ada Colau blande casi siempre una virilidad intimidante. En cuanto a los pol¨ªticos, estoy seguro de que deben de existir hombres que llevan dentro una mujer, o al menos est¨¢n aprendiendo a encontrarla, pero a m¨ª no me resulta f¨¢cil dar con ellos: en Espa?a, casi el ¨²nico que conozco es Salvador Illa (Mario Draghi tambi¨¦n tiene algo femenino, como lo ten¨ªa Obama). Lo habitual todav¨ªa es el pol¨ªtico macho, por no decir machirulo, categor¨ªa en la que en los ¨²ltimos a?os han brillado con luz propia Santiago Abascal (o, mejor a¨²n, Ortega Smith) y Pablo Iglesias. Con dos cojones.
Como a cualquiera medianamente cuerdo, a m¨ª me gustar¨ªa vivir en un lugar de donde se ha extirpado la pol¨ªtica a hostia limpia, la pol¨ªtica de hombres d¨¢ndose de bofetadas por ver qui¨¦n la tiene m¨¢s larga. Y s¨ª: tiendo a asociar con las mujeres ¡ªal menos con las mujeres que no llevan un hombre dentro¡ª esa pol¨ªtica m¨¢s humilde, menos dogm¨¢tica y vanidosa. ?Una arbitrariedad? Podr¨ªa ser. Pero, despu¨¦s de miles de a?os dominados por la pol¨ªtica de la testosterona, si quieren saber qu¨¦ es lo que me pide el cuerpo, vuelvan al t¨ªtulo.
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