Elvira Sastre: ¡°No hay que perdonarlo todo¡±
Es lo m¨¢s parecido a una estrella del rock que tiene la poes¨ªa actual. Llena con sus versos estadios y teatros en Espa?a, M¨¦xico, Colombia y Argentina. Vende tantos libros como camisetas con sus reflexiones. Sensible e inconformista, su mensaje est¨¢ lleno de amor, dolor y verdad.
Se pensaban que queri¨¦ndonos est¨¢bamos manchando el mundo / pero t¨² y yo sab¨ªamos que lo que hac¨ªamos era limpiarlo¡±. Elvira Sastre (Segovia, 1992) es p¨²dica y privada y, al mismo tiempo, llena el polideportivo WiZink Center de Madrid y estadios en Colombia, M¨¦xico o Argentina. Recurre a los consejos de su abuela en la novela D¨ªas sin ti ¡ªque gan¨® el Premio Biblioteca Breve¡ª, pero sus poemarios han ido retratando su vida. De ¡°amar con la misma fuerza y falta de pudor con la que se folla¡±, ha pasado a contar su proceso de autorreflexi¨®n: ¡°He conocido a alguien, / soy yo. / Voy a darme una oportunidad¡±. Acaba de publicar Madrid me mata (Seix Barral), una biograf¨ªa urbana en la que habla m¨¢s de sus perros que de sus novias. La entrevista es en su casa. Vive con Miranda, su pareja, y con Viento y Berta, dos perros rescatados que no dejan de reclamar su cari?o.
?El ¨¦xito es llenar estadios o saber estar sola?
Profesionalmente los logros los comparto con el equipo. El ¨¦xito est¨¢ ligado a conseguir cierta estabilidad mental. El d¨ªa que me siento en paz es un ¨¦xito.
?Por qu¨¦ le cuesta estar en paz siendo joven y libre?
Soy una t¨ªa muy sensible. Hay cosas que me afectan mucho. Trabajo en terapia, a trav¨¦s de la literatura, para conseguir calma, que es de mis emociones favoritas, aunque lo haya aprendido hace poco.
Dice que es sensible y pone un ¡°t¨ªa¡± delante.
Trabajo para aceptar mis luces y mis sombras. De peque?a ve¨ªa las noticias y lloraba, pero me gusta estar conectada con la realidad.
Tiene 29 a?os, trabajo bien remunerado, pareja, una vocaci¨®n cumplida¡ ?Est¨¢ conectada con el mundo?
Soy consciente de mi suerte. Lo he hablado con mi psic¨®loga. Temo vivir encerrada en mi c¨ªrculo de amigos. Veo los problemas laborales. Algo me obliga a no desconectar, aunque mi realidad sea otra.
?Por qu¨¦ va a terapia?
Sent¨ªa que la poes¨ªa era suficiente para gestionar mis emociones, pero lleg¨® un momento en que sent¨ª que hab¨ªa cosas que me estaban costando. No me ha pasado nada traum¨¢tico, por suerte. Pero quer¨ªa estar mejor.
?Y?
Ahora, ante las reacciones de familiares o amigos pienso de d¨®nde le puede venir eso a la gente. A veces entiendo que no tienen que ver conmigo.
?Pensaba que todo ten¨ªa que ver con usted?
Ten¨ªa una actitud defensiva. Pensar que todo el mundo est¨¢ en tu contra es adolescente. Luego te das cuenta de que cada uno tiene sus problemas y ni tienen que ver contigo ni tienes por qu¨¦ hacerte cargo de ellos. Me cuesta poner l¨ªmites. Ah¨ª es donde aparece el sufrimiento. Si alguien de mi entorno est¨¢ mal, me cuesta aceptar que no puedo conseguir que est¨¦ bien.
Le cuesta poner l¨ªmites, pero los pone escribiendo. Su nuevo libro, Madrid me mata, cuenta su vida. Pero se muestra poco.
Tardo en hablar de temas dolorosos. Pero todo acaba saliendo. La poes¨ªa es donde no pongo l¨ªmites.
Empez¨® a escribir como desahogo.
Era adolescente. Experimentaba el primer amor imposible e idealizado. Como era algo que no pod¨ªa pasar, soy muy imaginativa, y a veces dram¨¢tica, sent¨ª necesidad de escribirlo.
Siempre habla de ese amor plat¨®nico, pero no lo concreta.
Un adolescente siempre busca algo que no sabe qu¨¦ es. Abrac¨¦ esa b¨²squeda. Ven¨ªa de leer a B¨¦cquer y ve¨ªa amor en todas partes.
?Por qu¨¦ era imposible?
Porque era una cosa m¨ªa, unilateral.
?Una actriz?
No. Una persona mayor, me sacaba un mont¨®n de a?os.
?Una profesora?
S¨ª.
?Lo lleg¨® a saber?
Bueno, me confes¨¦ porque no pod¨ªa m¨¢s. Y ella me dijo que no pod¨ªa ser, evidentemente.
?Sigui¨® vi¨¦ndola en clase?
No la ten¨ªa de profe. Hubiera sufrido mucho. Solo la ve¨ªa por los pasillos. Fue una idealizaci¨®n total.
Qu¨¦ maravilla que reuniera el valor de confesarlo.
S¨ª, ?no? Lo necesitaba. Es un poco lo que pasa en la poes¨ªa. Yo lo suelto y ya que cada uno¡
Su primer poemario fue 43 maneras de soltarse el pelo. Se lo solt¨®.
Desde luego. No me he vuelto a confesar as¨ª.
Ha vivido su sexualidad sin conflicto. Pero no la definir¨ªa como abiertamente lesbiana.
En mi casa no supuso ning¨²n problema. Y s¨¦ que eso es excepcional. Pero no me gusta autolimitarme, ya lo hago en muchos otros aspectos de mi vida.
?Declararse lesbiana es autolimitarse?
Las etiquetas te encierran. Me gustan las mujeres. No he tenido relaciones con hombres, pero no s¨¦ si ma?ana puede pasar. No tiene que ver con el miedo. Para m¨ª es todo tan libre y tan natural que no entiendo por qu¨¦ tengo que presentarme con una etiqueta. Ense?o hasta donde quiero. Y a veces hasta donde s¨¦ porque hay mucho de m¨ª misma que est¨¢ por hacer.
Tendr¨¢ amigos a los que les habr¨¢ costado m¨¢s poder sentirse libres.
A casi todos. Muchos han tenido problemas en casa por su sexualidad. Pero me molesta tener que decir que he tenido suerte porque considero que deber¨ªa ser lo normal, no una suerte. Tampoco es que llegara a casa y dijera que me gustan las chicas. Dije que ten¨ªa novia. Pero igual que hubiera dicho que ten¨ªa novio. No sent¨ª la necesidad de decir ¡°me gustan las mujeres¡± igual que una mujer heterosexual no dice ¡°oye, me gustan los hombres¡±. ?Por qu¨¦ lo tendr¨ªa que decir yo?
Habla de un mundo ideal.
As¨ª me educaron mis padres. Cuando dije que ten¨ªa pareja, la respuesta de mi madre fue: ¡°No dejes de lado a tus amigos¡±.
Habla de madres que ense?an a ser uno mismo y de madres que ense?an a ocultarse, pero escribe m¨¢s sobre su padre.
Es verdad. Ella me lo dice. Pero es que ¨¦l me acompa?aba a la biblioteca de peque?a. Es maestro de Lengua. Soy muy parecida a mi padre. Y por eso la necesito m¨¢s a ella, que es la que cuando hay que hacer algo, lo hace.
?Le sirven los consejos de sus padres?
S¨ª. Pero mi padre tiende a la sobreprotecci¨®n. Le cuesta reconocernos como adultas.
Habla de hombres que cuidan. ?No son las mujeres las cuidadoras?
S¨ª. Pero mi padre es muy cuidador con su madre. Puede que porque no lleg¨® a conocer a su padre, que muri¨® cuando mi abuela estaba embarazada.
Sale en su novela. Va dejando huellas de su vida.
Mi abuela tuvo que trabajar mucho. Su objetivo era que sus hijos estudiaran y lo consigui¨®: son los dos maestros. Todo lo que hizo se lo est¨¢n devolviendo.
Ha heredado ese agradecimiento: cinco p¨¢ginas de dedicatorias. Ni rebeld¨ªa, ni enfado¡
Los gestiono en otros escenarios.
Y comparte esa intimidad ante un estadio lleno.
Ven¨ªa de escribir en un blog lo que no pod¨ªa confesar. Sent¨ªa que, cuando lo publicaba, ya no era m¨ªo. Pero si me lo guardaba, no lograba el desahogo. Creo que es importante hablar de esa tristeza. Y si dejo huecos cualquiera se puede meter en ellos y conectar.
Pasa de ser cr¨ªptica a escribir ¡°Contigo los sentidos se reducen a tres: besarse, follarse y correrse¡±.
Son poemas de jovencita. Hay ¨¦pocas m¨¢s complicadas sobre las que he tardado a?os en escribir. Y luego han salido casi como un v¨®mito. En un escenario te expones, pero no ves las caras. No me cuesta.
Y dice que es t¨ªmida.
La primera vez, en el Caf¨¦ Gald¨®s de Madrid, lo pas¨¦ mal. La mano me temblaba. Pens¨¦: ¡°?Qu¨¦ necesidad tengo de hacer esto?¡±. Poes¨ªa voy a escribir siempre, es una necesidad. Pero el mundo de los recitales depende de la etapa que atravieso. Si estoy regular, me cuesta. Los escenarios est¨¢n idealizados y no son f¨¢ciles. Te aplauden cientos de personas, pero te vas sola, con tus problemas. Lo vivido se queda en un ruido. Me gusta llegar a casa con mis perros.
Habla m¨¢s de ellos que de sus parejas.
Puede que s¨ª.
Miranda Maltagliati es su m¨¢nager y su pareja. Su abuela Sote, la Dora de D¨ªas sin ti, le aconsejar¨ªa no meterlo todo en el mismo bote.
Mi familia la ama. Llevamos cinco o seis a?os. Tiene una personalidad supercuidadora y me protege mucho.
?Qu¨¦ hac¨ªa antes de trabajar con usted?
Trabajaba en publicidad. Termin¨® su contrato y coincidi¨® que yo necesitaba ayuda porque me tiraba el d¨ªa respondiendo e-mails. A los meses organiz¨® una gira por Latinoam¨¦rica brutal. Le dije: ¡°No busques m¨¢s¡±. He crecido con ella.
?Siempre ha trabajado con sus novias? Lo hizo con Adriana Moragues.
No es m¨¢s arriesgado trabajar con una pareja que con un amigo. Ahora que tenemos una tienda de camisetas, trabaja en ella nuestra amiga Mar¨ªa.
?Camisetas como la que llevaba la periodista Ana Pastor: ¡°Cualquier lugar es mi casa si eres t¨² quien abre la puerta?
S¨ª. Para que otros hagan el merchandising, lo hacemos nosotras. No tienes por qu¨¦ conocerme para llevar una.
?Se la enviaron a Ana Pastor?
Qu¨¦ va. Compra mucho. Y cuando se la puso en El intermedio, se agot¨®.
?Qu¨¦ dicen sus padres del negocio?
Mi madre no quer¨ªa que fuera una mujer-anuncio. Pero es dif¨ªcil vivir de la cultura. Me busco la vida. Y si en ese proceso consigo generar puestos de trabajo, pues mejor. Creo que hay gente que entra por un libro y otra por una camiseta. La cuesti¨®n es que la poes¨ªa llegue a todas partes. Hoy mi padre lleva mis camisetas.
?Hoy para ser poeta se debe ser activista?
Casi para existir. Aunque tampoco puedes exigir a los artistas que se posicionen. A veces esperas que alguien salga del armario porque sabes que eso ayudar¨ªa y no te paras a pensar que a lo mejor esa persona tiene una realidad que no le permite hacerlo. ?Hasta qu¨¦ punto debe esa persona destrozar su vida para favorecer a un colectivo? Hay causas en las que creo y aprovecho las plataformas que tengo para defenderlas.
?Cu¨¢les son?
La adopci¨®n de animales. Si preguntan c¨®mo me veo en el futuro, respondo que con perros.
?M¨¢s que con hijos?
Ese es el sue?o de Miranda. Me gustar¨ªa, pero me apetece m¨¢s ser abuela que madre. Es complicado. Si te dedicas a tus hijos, mal, si no, tambi¨¦n mal. Entiendo que la maternidad es tambi¨¦n una renuncia a parte de una misma y no estoy en ese punto. No ahora.
?Por qu¨¦ los perros son tan vitales para usted?
A mis padres les daban miedo. Mi madre dec¨ªa que cuando tuviera casa ya tendr¨ªa. Y cuando llevaba tres a?os en Madrid, pens¨¦ que el piso era de alquiler pero era mi casa. Ahora mi padre llama y pregunta: ¡°?Qu¨¦ tal mis amigos?¡±.
?Hasta qu¨¦ punto ha pesado en su ¨¦xito ser progresista, guapa, joven o lesbiana?
Puedo gustar a quien no tiene el prejuicio de escuchar a una mujer joven. Ser mujer y joven me ha dificultado entrar en la poes¨ªa sin prejuicios.
?Pero si ha estado superarropada por Garc¨ªa Montero y Benjam¨ªn Prado!
Son hombres que cuidan. Benja me ha ayudado mucho. Pero en general te miran con suspicacia. En un congreso de la lengua, en Argentina, los hombres mostraban muy poca curiosidad por lo diferente. El 80% del p¨²blico eran mujeres, pero las dos primeras filas estaban ocupadas por hombres mayores. Decid¨ª leer un poema feminista. Pens¨¦, lo van a escuchar. Me voy a hacer o¨ªr. Y fue una pasada. Hay un v¨ªdeo con la ovaci¨®n.
Alecciona tambi¨¦n escribiendo: ¡°El p¨¢jaro que vuelve a casa es el que vuela¡±.
Lo hablo en terapia. He tenido relaciones muy t¨®xicas y para m¨ª el amor o es bueno o no es amor.
Da libertad, pero busca a ¡°alguien que entienda lo que quiero decir cuando me quedo callada¡±.
S¨ª. Es complicado entenderme. Por eso Miranda, que est¨¢ a mi lado, es una bendita.
¡°No quiero hacerte el amor, quiero deshacerte el desamor¡±. Tiene camisetas para rato.
[Risas] Igual ya no tengo que escribir nada m¨¢s.
Habla de aprender a asumirse en el cambio. ?Qu¨¦ cambios la han transformado?
El proceso emocional y psicol¨®gico que comenc¨¦ yendo a terapia. Empez¨® con una ruptura bastante fea que me llev¨® a cambiar de costumbres, trabajo, amistades¡ Con el tiempo me he reconciliado con algunas partes con las que volqu¨¦ mi rabia y no ten¨ªan culpa.
Est¨¢ en La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida.
Y el aprendizaje m¨¢s reflexivo en Adi¨®s al fr¨ªo.
Autoconocimiento y una biograf¨ªa ?con menos de 30 a?os!
Descubr¨ª que una vida sana y estable es lo que necesito. Soy diab¨¦tica desde los 12 a?os y vivo anclada a la rutina. Al final, la salud f¨ªsica y la emocional no distan tanto.
Despu¨¦s del dolor ha escrito que el amor rejuvenece. ?Respira por la herida?
Aprendo de ella. Y no la tapo.
Hace decir a una protagonista: ¡°Cuando era maestra no castigaba a los ni?os que se equivocaban¡±.
Eso es mi padre. No castigaba, preguntaba por qu¨¦. De peque?a me pon¨ªa de los nervios.
Y ahora sus personajes repiten esos consejos: ¡°No te enfades con tus padres¡±.
Me he enfadado much¨ªsimo con ellos. Ten¨ªa necesidad de salir de Segovia y eso me cost¨® broncas. Creo que les daba miedo. Si le preguntas a mi madre, te dir¨¢ que acabo haciendo lo que me da la gana siempre.
?Desde cu¨¢ndo tiene independencia econ¨®mica?
Desde los 23 o 24, cuando empec¨¦ a hacer recitales.
?No ha trabajado de camarera o de algo que no tenga que ver con lo suyo?
No. Por eso tengo la obsesi¨®n de estar en contacto con la realidad.
?Tiene alg¨²n familiar desaparecido? ?Por qu¨¦ meti¨® la Asociaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica y la Rep¨²blica en su primera novela?
No. Tambi¨¦n tengo un poema a la abuela de una lectora que ten¨ªa alzh¨¦imer y la m¨ªa no tiene. No me hace falta haber perdido a nadie para ponerme en la piel de quien lo ha sufrido. Vi un documental sobre las maestras de la Rep¨²blica y pens¨¦: ?esto por qu¨¦ lo hemos perdido?
?C¨®mo se perdona?
Creo que hay que identificar el da?o. Soy mucho de repasar la herida. A lo mejor tarda m¨¢s en curarse, pero encuentro cosas en las heridas. Tambi¨¦n hay cierta idealizaci¨®n del perd¨®n. No hay que perdonarlo todo. Si es alguien que no quieres y el rencor te ayuda a tenerlo lejos, creo que es algo que hay que mantener. En las relaciones uno asume cosas que son del otro.
¡°He aprendido que cuando uno se deja llevar se reencuentra¡±. ?En eso consiste ser libre?
Lo descubr¨ª en Madrid. Al final, la vida son elecciones constantes. Y al rechazar algo y coger otra cosa, es cuando te conoces. Madrid est¨¢ idealizada. No es para todo el mundo. Pero a m¨ª me ha dado mucho. Y, si lo pienso, no me ha quitado nada: aqu¨ª est¨¢n mis amigos y he creado mi familia. Siempre que salgo estoy pensando en volver.
?No le apetece conocer otras ciudades?
Es como lo de los hombres y las mujeres. Mi elecci¨®n hoy est¨¢ aqu¨ª.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.