No pasar¨¢n
Los aut¨¦nticos herederos de laII Rep¨²blica son los ucranios que se est¨¢n batiendo por su libertad |?Columna de Javier Cercas
Angel Vi?as, concienzudo historiador de la Guerra Civil, titulaba un art¨ªculo en eldiario.es: ¡®Espa?a, 1936-Ucrania, 2022: una comparaci¨®n imposible¡¯. Me atrevo a discrepar, no del art¨ªculo en s¨ª, sino del t¨ªtulo: la equiparaci¨®n entre ambas guerras es desde luego absurda; la comparaci¨®n, no. Todo es comparable, como dir¨ªa Oscar Tusquets: esa comparaci¨®n puede ser pertinente o impertinente, iluminadora o est¨¦ril, pero resulta casi imposible pensar sin comparar, lo que significa detectar diferencias adem¨¢s de similitudes (la equiparaci¨®n, en cambio, ¨²nicamente tolera similitudes). Por eso la historia es ¨²til: por eso no es s¨®lo, en palabras de Cervantes, ¡°dep¨®sito de las acciones¡± y ¡°testigo de lo pasado¡±, sino tambi¨¦n ¡°ejemplo y aviso de lo presente¡± y ¡°advertencia de lo por venir¡±; por eso recurrimos a los historiadores para entender esta guerra: porque todas las guerras son distintas, pero todas tienen cosas en com¨²n.
La Guerra Civil no fue una excepci¨®n. Justo antes de estallar la de Ucrania escrib¨ª en esta columna que, aunque abomino de la guerra, hay algunas que, una vez desencadenadas, no queda m¨¢s remedio que pelear; tambi¨¦n escrib¨ª que la Guerra Civil fue una de ellas. No me parece que en este punto la de Ucrania sea distinta. En julio de 1936, a los espa?oles s¨®lo les dejaron dos alternativas: aceptar un golpe de Estado contra la precaria democracia espa?ola o resistirse a ¨¦l con las armas; muchos optaron por lo segundo, que es lo que hab¨ªa que hacer. En febrero de 2022, a los ucranios s¨®lo les dejaron dos alternativas: aceptar el golpe ruso contra la precaria democracia ucrania o resistirse a ¨¦l con las armas; muchos han optado por lo segundo, que es lo que hab¨ªa que hacer. Hasta aqu¨ª, una similitud esencial. All¨¢ va una esencial diferencia: la II Rep¨²blica fue abandonada a su suerte por las democracias occidentales, escudadas tras el despiadado cinismo de la llamada pol¨ªtica de no intervenci¨®n; a Ucrania, en cambio, la estamos respaldando. Ahora bien, ?c¨®mo es posible que, entre nosotros, quienes no paran de reclamarse herederos de la II Rep¨²blica propongan repetir en Ucrania el error de la no intervenci¨®n? ?C¨®mo es posible que llamen ¡°partidos de la guerra¡± a quienes intentan ayudar a los ucranios que han decidido defenderse del golpe de Putin como decidieron los espa?oles defenderse del golpe de Franco? ?Qu¨¦ se ha hecho del ¡°?no pasar¨¢n!¡±, aquel lema que blandi¨® la resistencia espa?ola como lo blande hoy la ucrania? Hay quien sostiene que la negativa de Podemos a entregar armas a los ucranios surge de la ignorancia, o de ese pacifismo de chiquipark que, enfrentado a sujetos como Putin, mata m¨¢s gente que Rambo (ninguna objeci¨®n a la ¡°diplomacia de precisi¨®n¡± propugnada por Pablo Iglesias, salvo que, con la entera diplomacia occidental movilizada para tratar de desactivar a Putin, suena a chiste de Los Morancos); nada de esto me convence. Hasta donde alcanzo, la ¨²nica explicaci¨®n veros¨ªmil la adujo el ministro Garz¨®n, que enmarc¨® la actitud de Podemos en la batalla que este partido mantiene con la vicepresidenta Yolanda D¨ªaz, quien s¨ª apoya el env¨ªo de armas a Ucrania; en otras palabras: Podemos no cree, como no es probable que lo crea ning¨²n ser racional, que abstenerse de mandar armas a los ucranios para que se defiendan de Putin contribuya a la paz ¡ªa menos que sea la paz de los cementerios, claro est¨¢¡ª, sino que dice lo que dice, como escribe Garz¨®n, ¡°por puro inter¨¦s faccional¡±. O sea, por las mismas razones que, mutatis mutandis, impulsaron la pol¨ªtica de no intervenci¨®n en la Guerra Civil. Miento: no es que todas las guerras tengan cosas en com¨²n; es que, a fin de cuentas, todas son la misma guerra.
Pero, en fin, lo anterior es en el fondo comprensible. Lo incomprensible es que, tras este en¨¦simo ejercicio de maquiavelismo amoral, Podemos siga intentando arrogarse en exclusiva la herencia de la II Rep¨²blica. Los aut¨¦nticos herederos de la II Rep¨²blica son los ucranios que se est¨¢n batiendo por su libertad, los mismos a quienes Podemos se niega a ayudar. Los aut¨¦nticos herederos, modestia aparte, somos nosotros.
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