C¨®mo ocultarse de un r¨¦gimen de terror
El escritor Erich Hackl reconstruye la vida discreta de Reinhold Duschka, el artesano que escondi¨® en su taller vien¨¦s a una madre y una hija jud¨ªas en pleno horror nazi.
Tras la ocupaci¨®n nazi de Austria, la biograf¨ªa de Regina Steinig y Lucia, como la de otras familias jud¨ªas, sigui¨® el plan dise?ado por la burocracia alemana con la precisi¨®n de un reloj. El despido en el trabajo de la madre, la expulsi¨®n de la escuela de la hija, el arresto del abuelo y su deportaci¨®n a Buchenwald y su muerte sin explicaciones; la autorizaci¨®n de un matrimonio ario para presentarse en Berggasse 29 ¡ªeran vecinas de Freud¡ª y confiscar su vivienda; el confinamiento en un piso colectivo de jud¨ªos; la obligaci¨®n de lucir una estrella amarilla ¡°del tama?o de una mano¡±; el seguro env¨ªo a los campos de exterminio como a sus vecinos. Entonces aparece en escena Reinhold Duschka, amigo de la familia, un callado y modesto artesano del metal, de car¨¢cter reservado, alpinista con anteojos, que decide enfrentarse al Holocausto y esconder a Regina y Lucia en su taller para salvarles la vida. Las oculta en el Werkst?ttenhof, un edificio industrial solemne que permanece en pie en el centro de Viena y donde cuesta imaginarse que una pareja pudiera vivir encerrada ¡ªa salvo¡ª durante cuatro a?os.
Era una ¨¦poca de barbarie que transform¨® a cualquier vecino en un potencial delator, en un eslab¨®n de la cadena que terminaba en la c¨¢mara de gas. Un tiempo que logr¨® que una ni?a como Lucia, en plena huida tras el bombardeo aliado del edificio donde se hab¨ªa escondido buena parte de su adolescencia, contemplara su ciudad natal en un mar de llamas sinti¨¦ndose Ner¨®n. Permaneci¨® en cautiverio junto a su madre de los 11 a los 15 a?os, entre 1941 y 1944. Y los ¨²ltimos meses de la guerra, durante el asedio aliado, siguieron ocultas en el s¨®tano de un local comercial que consigui¨® Duschka en el coraz¨®n de Viena. All¨ª el miedo la dej¨® muda. Perdi¨® la capacidad de hablar.
Fue la propia Lucia quien convenci¨® al escritor Erich Hackl para que contara la historia en La cuerda invisible (editorial Perif¨¦rica). Ni siquiera la familia de Duschka supo durante d¨¦cadas lo que hab¨ªa hecho para salvar a dos enemigas del III Reich. Tras conseguir que fuera honrado como ¡°justo entre las naciones¡± por Israel cuando ya era un nonagenario, Lucia se anim¨® tras leer en el peri¨®dico el llamamiento de Steven Spielberg a los supervivientes del Holocausto para grabar sus entrevistas. Respondi¨®, pero quer¨ªa m¨¢s. Y el resultado es el libro de Hackl.
?Por qu¨¦ el silencio de Duschka? Ella afirma que tem¨ªa represalias en su negocio y que en su querido club de alpinismo se apartaran de ¨¦l. Esto es, que en la sociedad austriaca las v¨ªctimas siguieran siendo v¨ªctimas. ¡°Puede ser¡±, dice ?Hackl sentado en un caf¨¦ de Viena, ¡°pero yo creo que se debe a su car¨¢cter. Duschka no consideraba su gesto una heroicidad. Se trataba de la mujer y la hija de un viejo amigo ¨ªntimo. Y sin embargo, durante esos a?os de la II Guerra Mundial, si a Duschka le pasa algo, ellas no hubieran sobrevivido¡±. Hackl sostiene que hubo m¨¢s salvadores de los que conocemos. Personas que lo arriesgaron todo ocultando a submarinos, como se llamaba a los jud¨ªos que viv¨ªan en la clandestinidad.
Uno de sus compa?eros de escalada trabajaba en la Gestapo. Antes de que acabara la guerra, recibi¨® una denuncia an¨®nima que atestiguaba que Duschka escond¨ªa a dos trabajadoras extranjeras en su taller. ¡°?Qu¨¦ pas¨®?¡±, le pregunt¨® a?os despu¨¦s el artesano. ¡°La tir¨¦ a la papelera¡±.
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